La Formación de los Reinos Hispano-Romanos
La conquista musulmana se frenó en torno a las cordilleras cantábricas y pirenaicas, donde se formaron núcleos de resistencia cristianos. Los reinos y condados occidentales; la cornisa cantábrica era un territorio poco poblado y de escasa romanización. La organización de estos territorios se basaba en la adhesión personal a caudillos locales que controlaban pequeños valles. La llegada de los refugiados visigodos cambió el equilibrio de poderes.
Hacia 718, Pelayo, un noble de origen visigodo, se convirtió en caudillo de un grupo de refugiados en las montañas asturianas. En Covadonga, en el año 722, ganó una escaramuza contra los musulmanes, lo que permitió la creación del Reino de Asturias.
Los Reinos y Condados Orientales
Carlomagno, emperador de los francos, creó una frontera para frenar la expansión de los musulmanes al sur de los Pirineos: la Marca Hispánica. Su objetivo era conquistar el valle del Ebro, pero sus fracasos, como en la batalla de Roncesvalles, le obligaron a limitar su dominio a la zona pirenaica y a Cataluña. La política de estos territorios se les dio a los condes.
Hacia 830, en Pamplona, un miembro de la familia Arista expulsó a los nobles carolingios y se proclamó rey de Pamplona. Lo mismo ocurrió en los valles pirenaicos, donde Aznar Galíndez estableció su dominio sobre el condado de Aragón hacia 820.
En el Pirineo oriental, las primeras aspiraciones de autonomía aparecieron a finales del siglo IX, cuando el conde de Urgell, Wifredo, amplió sus territorios. Pero el nacimiento de los condados catalanes y su desvinculación de la monarquía franca no se produjeron hasta 988, cuando Borrell II rompió con los francos.
La Primera Expansión de los Reinos Cristianos
La consolidación de los reinos cristianos fue un proceso largo que, al principio, se centró en los territorios despoblados al norte del Duero.
El Reino Asturleonés
Se asentó bajo los reinados de Alfonso II, que estableció la legislación visigoda, y de Alfonso III, que aprovechó la crisis del emirato cordobés para iniciar la expansión hasta el Duero. Además, trasladó la capital al reino de León. También se consolidó el dominio leonés sobre su frontera oriental, donde se fundó el condado de Castilla.
En la segunda mitad del siglo X, el conde de Castilla, Fernán González, aprovechó los problemas dinásticos del reino asturleonés para convertir sus posesiones en hereditarias.
El Reino de Navarra
Experimentó una notable expansión hacia el sur a partir del siglo X y se transformó en el reino de Navarra. Sancho III controló diversos condados pirenaicos, así como Castilla. Se valió de las políticas matrimoniales y de las relaciones de vasallaje, y utilizó la fuerza militar cada vez que encontraba resistencia.
Su muerte significó el final de la hegemonía navarra porque el reino se fragmentó entre sus hijos: García reinó sobre Navarra, Fernando I gobernó Castilla, Ramiro I fue rey de Aragón y Gonzalo, conde de Sobrarbe y Ribagorza.
El Proceso de Reconquista
A partir del siglo X, la expansión se centró en los territorios de los musulmanes. Ese proceso es la Reconquista, que se inició con el control del valle del Duero.
La Corona de Castilla
Fernando I, tras la fusión de los reinos de Castilla y León, dominó la cuenca del Duero. Los taifas, preocupados por su expansión, le pagaban parias. Entonces, Castilla y León pasó a ser la potencia peninsular. Alfonso VI, que unificó de nuevo todos los territorios de la corona, conquistó Toledo en 1085 y se expandió hasta el Tajo.
Durante el siglo XII hubo muchos problemas que afectaron a la corona, pero los reyes castellano-leoneses conquistaron puntos estratégicos para cuya protección se crearon las órdenes militares. Gracias a eso, se expandieron hacia el Guadiana y el alto Júcar.
El espíritu de cruzada y la debilidad almohade favorecieron la alianza de los reinos cristianos y, con ayuda de los caballeros franceses, vencieron a los musulmanes en las Navas de Tolosa. Esta victoria inició la conquista del sur. Gracias a la unidad de castellanos y leoneses, Fernando III se extendió por Extremadura y el valle bajo del Guadalquivir. También ocupó Murcia, con lo que los aragoneses no se podían expandir más hacia el sur, y el único territorio musulmán que quedó fue Granada.
La Corona de Aragón
El reino se interesó en la taifa de Zaragoza, pero no logró conquistarla. En el siglo XII, la expansión se aceleró gracias a los franceses. Con Pedro I se tomó Huesca y su sucesor, Alfonso I, ocupó Zaragoza y diversas fortalezas en el Bajo Aragón.
En 1137 se firmó el contrato de matrimonio entre el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, y la heredera de Aragón, Petronila. Ese compromiso suponía la unidad entre el reino de Aragón y los condados catalanes, naciendo así la Corona de Aragón.
La nueva corona orientó su expansión hacia las costas mediterráneas con la toma de Lérida. En el siglo siguiente, Jaime I ocupó las islas Baleares y el reino de Valencia, llegando hasta donde los pactos con Castilla lo permitían.
El Modelo de Repoblación
Es el primer momento por el cual los reinos cristianos peninsulares van asumiendo el control de los territorios musulmanes.
Siglos VIII-IX
Es la ocupación de la tierra que otorgaba la propiedad a quien ocupara y cultivara una tierra. Eran personas libres que se agrupaban en aldeas. Conformaban una sociedad igualitaria, puesto que elegían sus autoridades e incluso llegaban a darse cierto colectivismo en la explotación de tierras comunales.
Siglo X
Las familias poderosas y la Iglesia lograron imponer un cierto dominio sobre los nuevos colonos, que debían pagar unas rentas o fueros, iniciándose así el proceso de feudalización. Todo esto en una economía agraria de subsistencia; cultivo de cereal, ganado y un escaso comercio. Los reyes no tenían capital estable y la Iglesia contaba con ejército propio y amplios poderes.
Las diferencias territoriales que había eran: en Cataluña comenzaron los malos usos de la nobleza, y en Castilla y León existían campesinos libres que escogían a un señor como protector al que rendían cuentas y del que podían desligarse.
Siglo XI al XIII
Se produce un crecimiento demográfico consecuencia del desarrollo económico y de un fuerte dinamismo social debido a la abundancia de los nuevos territorios conquistados. Los monarcas lo organizaron de la siguiente manera:
- Repoblación concejil: privilegios y fueros. Con el objetivo de atraer población a lugares especialmente peligrosos por ser fronterizos.
- Repoblación del reino de Aragón: acuerdos con la población sometida, forzados por la escasez de población cristiana en unas zonas que amenazaban con quedar abandonadas. Se solían respetar las leyes y costumbres.
- Repartimientos: la nobleza y la Iglesia de órdenes militares reciben grandes extensiones (donadíos) y el resto de la población recibía territorios de menor tamaño (heredamientos).
La Organización Política de los Reinos Cristianos: Las Instituciones
Gobierno y Cortes
En las monarquías hispánicas medievales, el rey ocupaba la cima del poder, pero en realidad su poder estaba limitado por la autonomía de los señoríos y los privilegios de la Iglesia. En torno al rey se fue creando un grupo de personas que le ayudaban en las tareas y se denominaban corte o curia regia. Con el paso del tiempo, fueron consejeros especializados.
A partir del siglo XII, surgieron nuevas instituciones, como los Parlamentos. Su origen fueron las reuniones extraordinarias en las que se unió el pueblo. Ante situaciones graves, el rey convocaba a las Cortes para debatir propuestas. Había tres categorías sociales medievales: la nobleza, el clero y el pueblo llano.
El cometido de las Cortes era discutir y votar peticiones del rey. La aparición de las Cortes se produjo en los reinos hispánicos; la primera fue en León en 1188.
La Administración Local
Recaía en manos de la oligarquía urbana, formada por la pequeña nobleza o burguesía. En la Corona de Castilla, el órgano municipal más importante era el concejo, que incluía a todos los vecinos, aunque el gobierno recaía en los alcaldes. A finales del siglo XIV surgió el corregidor, cuya función era representar a la corona en los municipios.
En la Corona de Aragón variaba según el reino. En Aragón, el gobierno recaía en un cabildo de jurados presididos por un justicia. En Cataluña, el municipio era gobernado por los magistrados locales asesorados por un consejo.
Los Modelos de Monarquía: Autoritarismo y Pactismo
Modelo Político de la Corona de Castilla
En Castilla se impuso el modelo autoritario de monarquía, en el que el rey mantuvo un gran poder. Las instituciones vieron reducidas sus funciones a tareas consultivas o de simple aprobación. La monarquía mejoró la recaudación de impuestos y fomentó su control sobre los municipios. Hubo una gran debilidad de las Cortes porque la nobleza y la Iglesia no se interesaron por ellas.
El Modelo Político de la Corona de Aragón
Se implantó el modelo pactista. Cada territorio de cada uno de los reinos tenía sus propias Cortes. La fortaleza de los nobles y de la Iglesia otorgó a las Cortes un importante poder legislativo, ya que el rey no podía legislar sin ellas y las Cortes podían hacer propuestas o peticiones al rey.
La Sociedad y la Economía de los Reinos Cristianos
Los Grupos Sociales
La sociedad se dividía en 3 estamentos:
- Estamento de los privilegiados: era la nobleza y el clero, y basaban todo su poder en la posesión de tierras. Formaban grandes grupos familiares unidos. Las características que unían a la nobleza y al clero eran la posesión de privilegios, de los cuales eran particularmente exentos de pagar impuestos y disponían de leyes y tribunales especiales. La alta aristocracia disponía de grandes propiedades y cuantiosas rentas, y la baja nobleza tenía menos recursos e incluso fue empobreciéndose.
- El pueblo llano: se caracterizaba por estar sometido a la ley común, pero también existían diferentes situaciones sociales. Los campesinos constituían la mayor parte de la población. En el norte abundaban los campesinos libres dueños de pequeñas propiedades. En la mitad sur de la península, los campesinos no eran propietarios de las tierras. En las ciudades vivían fundamentalmente artesanos y comerciantes, y la expansión de la economía potenció la riqueza de las ciudades, en las que se formaban oligarquías urbanas.
- Las minorías religiosas: las más importantes eran los musulmanes (mudéjares) y los judíos. Los mudéjares eran numerosos al sur del Tajo y en los reinos de Valencia y Murcia. Se dedicaban al trabajo en el campo y a los oficios artesanales. Los judíos gozaban de la protección del rey a cambio de sus servicios administrativos. Se asentaban en barrios denominados juderías.
La Feudalización de la Sociedad
La sociedad cristiana peninsular, que comenzó en los siglos IX y X, triunfó plenamente en los siglos XI y XII. Sus principales rasgos eran:
- Erosión del poder monárquico: el rey no disponía de poder para ofrecer seguridad y justicia en todos sus dominios.
- Fortalecimiento de la nobleza: fue consolidando las concesiones reales y logró convertirlas en hereditarias.
- Inexistencia de un poder centralizado del Estado: sustentado en una fuerza colectiva y un código legal público y único.
La Economía de los Reinos Cristianos
Corona de Castilla
Adquirieron gran importancia los cultivos de vid y cereal de los grandes valles fluviales, destinados a los mercados urbanos. La ganadería fue, sobre todo, un recurso de los monasterios y de algunos concejos. Prosperó en Castilla porque disponía de muchos espacios vacíos.
Hubo un respaldo monárquico hacia esta actividad que se consolidó con Alfonso X en 1273, que permitió la creación del Honrado Concejo de la Mesta. La ganadería era de oveja merina, que producía mucha lana.
En las actividades artesanales hay que destacar la producción textil, la metalurgia y la construcción naval. El comercio estuvo muy condicionado por la disponibilidad de monedas, por ello, a partir del siglo XI, con las parias se acuñaron monedas. Esto impulsó el comercio y, más tarde, aparecieron los bancos. El comercio exterior destacó por la lana y el hierro vizcaíno. También influyó el Camino de Santiago.
La Corona de Aragón
El desarrollo agrario comenzó en el siglo XI con el incremento de las roturaciones y la expansión del cultivo de la vid. También la ganadería adquirió importancia. El aumento de la producción favoreció la aparición de excedentes comerciales, impulsados por los intercambios. En estas se concentraban las actividades artesanales, que favorecieron el desarrollo comercial.
El comercio internacional tenía cuatro grandes destinos: Al-Ándalus, Castilla, norte de Italia y norte de África. La expansión mediterránea favoreció aún más el desarrollo comercial. Este desarrollo comercial favoreció la creación de ferias y la aparición de nuevas instituciones y métodos mercantiles: creación de consulados, etc.