Al-Ándalus y Reinos Cristianos: Evolución Histórica, Sociedad y Cultura en la Península Ibérica

Al-Ándalus: Economía, Sociedad y Cultura

Al-Ándalus fue clave en la Europa medieval, destacándose por su avance económico, social y cultural en un contexto europeo de ruralización. Introdujeron técnicas de regadío y cultivo como cítricos, arroz, algodón, además de fomentar la ganadería y minería de plomo, cobre, estaño, azufre y oro. La industria manufacturada incluyó textiles, cerámicas, armas y papel, con moneda de alta calidad que impulsaron el comercio en bazares y alhóndigas. Exportaban productos agrícolas, minerales y tejidos, especias y productos de lujo. La sociedad de Al-Ándalus era diversa, con musulmanes, cristianos (mozárabes) y judíos que convivían en un espacio cultural que permitió la transmisión de conocimientos islámicos a Europa.

Las ciencias florecieron en matemáticas, astronomía, medicina y botánica, mientras que en literatura se desarrollaron las jarchas e Ibn Jaldún destacó como historiador y sociólogo. Filósofos como Averroes y Avempace difundieron las obras de Aristóteles, contribuyendo al conocimiento occidental. En arte, la arquitectura fue central, con mezquitas y palacios como la Alhambra y la Mezquita de Córdoba. La comunidad judía de Sefarad prosperó, especialmente en filosofía, teología, ciencia y poesía, influyendo en el pensamiento medieval europeo. Maimónides, un filósofo y médico destacado, representó este legado. Los judíos, además, fueron transmisores del conocimiento árabe en cortes cristianas, como en la Escuela de Traductores de Toledo, aunque enfrentaron persecución y fueron finalmente expulsados en 1492.

Los Reinos Cristianos: Evolución de la Conquista de la Península y Organización Política

Tras la invasión musulmana en 711, surgieron en el norte de la península ibérica focos de resistencia formados por poblaciones autóctonas y refugiados visigodos. En 718, Pelayo fue proclamado rey en Covadonga, dando origen al reino de Asturias, que Alfonso III expandió y transformó en el reino de León. En el siglo XI, Fernán González formó el condado de Castilla, mientras que el reino de Navarra se consolidó en el siglo IX con Sancho III el Mayor. Aragón surgió como condado en la misma época, y al este, la Marca Hispánica quedó bajo la tutela de los francos.

La Reconquista no fue un proceso continuo; tuvo avances y retrocesos debido a las circunstancias políticas y militares, como la fragmentación del califato de Córdoba en el siglo XI, que permitió conquistas como la de Toledo (1085). En 1212, la victoria en la batalla de las Navas de Tolosa impulsó a los reinos cristianos, permitiendo a Castilla y Aragón avanzar en la lucha contra los musulmanes. Aunque Castilla culminó la conquista de Andalucía, la Reconquista se frenó en el siglo XIV debido a epidemias y guerras internas, quedando el reino nazarí de Granada hasta 1492. La Corona de Castilla se unificó en 1230 con Fernando III, y tenía una tradición de autoridad real con participación en cortes. La Corona de Aragón, formada en 1164, tenía una concepción pactista del poder real y un sistema administrativo propio.

Modelos de Repoblación y Organización Estamental en los Reinos Cristianos Medievales

Entre los siglos VIII y X, los reinos cristianos comenzaron a ocupar territorios deshabitados en el valle del Duero, aplicando la aprisio, una ocupación por quien cultiva la tierra, según el derecho romano, generando zonas de pequeñas y medianas propiedades de hombres libres. En los siglos XI y XII, tras la conquista de Toledo y Zaragoza, se llevó a cabo la repoblación concejil en las tierras entre el Duero, los montes de Toledo y el valle del Ebro. Estas tierras se dividían en concejos y se otorgaban cartas pueblas, un conjunto de derechos que facilitaba la propiedad comunal y mediana en manos de hombres libres.

Después de la victoria en la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, los reinos cristianos, especialmente Castilla, expandieron sus dominios en el valle del Tajo y el Guadiana. Estas eran zonas extensas y poco pobladas, cuya defensa y repoblación se encomendó a órdenes militares como Santiago, Calatrava y Alcántara, predominando así los grandes latifundios dedicados a la ganadería.

A mediados del siglo XIII, las tierras del Guadalquivir y el sur comenzaron a repartirse entre la nobleza, la iglesia y órdenes militares a través de donadíos y repartimientos. En la sociedad feudal, la nobleza era dueña de las tierras y formaba un grupo heterogéneo, recibiendo feudos a cambio de su apoyo a la monarquía. El clero, dividido en regular y secular, también tenía propiedades, mientras que los campesinos dependían de los señores en un sistema de servidumbre. Desde el siglo XI, surgió la burguesía urbana, coexistiendo con minorías religiosas y étnicas como los judíos y mudéjares.

La Baja Edad Media en las Coronas de Castilla y Aragón y el Reino de Navarra

En la Baja Edad Media, el poder del rey en Castilla se fortaleció mediante la recuperación del derecho romano y la creación de documentos como el Código de las Siete Partidas y el Ordenamiento de Alcalá (1348), que unificaron legalmente el territorio, estableciendo una administración centralizada. Los órganos de poder incluían el Consejo Real, la Audiencia y las Cortes, compuestas por representantes de la nobleza, clero y ciudades. Además, crearon un impuesto para fortalecer el poder monárquico, y aunque hubo conflictos con la alta nobleza y guerras civiles, como la de Pedro I y Enrique de Trastámara.

En Aragón, la Corona funcionaba como una federación de reinos (Cataluña, Aragón, Valencia y Mallorca) que compartían monarca, pero mantenían sus propias leyes y fueros. Las instituciones aragonesas incluyen la Generalitat y el Consell de Cent de Cataluña. La monarquía fue consolidada en 1412 con el Compromiso de Caspe, que eligió a Fernando de Trastámara como rey.

Navarra, por otro lado, mantuvo su independencia hasta 1512, cuando fue conquistada por Fernando el Católico. En Navarra, prevaleció la doctrina pactista, limitando el poder monárquico y dando protagonismo a instituciones como el Consejo Real, la Diputación de los Tres Estados y la Cámara de Comptos para gestionar las finanzas y la administración territorial.