René Descartes: Racionalismo, Sustancia y Conocimiento en la Filosofía Moderna

René Descartes: Padre de la Filosofía Moderna

René Descartes (1596-1650) nació en La Haye (Turena) en el seno de una familia noble. Su madre murió al poco tiempo de su nacimiento y su padre, consejero del Parlamento de Bretaña, estaba frecuentemente ausente. A los diez años, ingresó en el colegio jesuita de La Flèche, donde permaneció hasta los dieciocho. Recibió una educación centrada en autores clásicos y filosofía tomista, que no terminó de convencerle. Posteriormente, estudió leyes, pero no ejerció. Se alistó como caballero voluntario en el ejército protestante del príncipe Mauricio de Nassau y, más tarde, en el ejército de Maximiliano de Baviera. Durante un periodo de inactividad en una campaña militar, motivado por el frío del invierno, tuvo, según él mismo relata, la intuición de la idea central de su filosofía: “Cogito ergo sum” (Pienso, luego existo). En Holanda tuvo una hija con una sirvienta, pero no convivió con ellas.

Descartes está considerado como el padre de la filosofía moderna porque inaugura una forma de pensar fundamentada en la racionalidad matemática, que nos descubre la verdadera naturaleza del mundo. Nos enseña que la racionalidad del alma es lo que define y distingue al hombre. Entre sus numerosas obras filosóficas y científicas, podemos citar: Reglas para la dirección del espíritu, Meditaciones metafísicas y Discurso del método.

Contexto Histórico y Cultural

A finales de la Edad Media, se produjo un fuerte crecimiento de las ciudades, surgieron nuevas profesiones agrupadas en gremios y el desarrollo de las redes viarias favoreció el intercambio comercial con dinero. En el siglo XVIII, los burgueses dedicados al comercio sintieron la necesidad de leyes de libre comercio iguales en todas partes, por lo que se mostraron partidarios de un poder político centralizado y fuerte que se impusiera a los señores feudales y a los gremios. Parten de la idea de que todos somos, en principio y en lo fundamental, libres e iguales. Por lo tanto, es necesario acordar racionalmente los derechos y deberes de los gobernantes y de los gobernados, estableciendo una especie de pacto o contrato. El Estado tiene para estos burgueses un fin utilitario y, por eso, debe organizarse de manera que resulte más útil para los negocios, salvaguardando la libertad de expresión. Lo mismo debe hacerse en las relaciones internacionales. Así surgen los Estados nacionales centralistas y una nueva clase social, la burguesía, cuya máxima virtud es el éxito en el trabajo personal, que se traduce en riquezas. Surgen organizaciones mercantiles y económicas, como la banca y la bolsa.

Durante todo este proceso, Europa se vio inmersa en una serie de guerras motivadas por razones económicas y de poder, pero también con un claro trasfondo religioso: la Reforma luterana y calvinista, y la ruptura de la unidad religiosa. Estas luchas entre católicos y protestantes culminaron en el siglo XVII con la Guerra de los Treinta Años, en la que se enfrentaron católicos y protestantes alemanes. El resultado final de esta larga guerra fue la Paz de Westfalia (1648), que reconoció la igualdad de derechos de los Estados católicos y protestantes.

Consecuencias de la Paz de Westfalia:

  • Francia ganó territorios, como el Rosellón y Cerdeña.
  • España perdió territorios en los Países Bajos.
  • Holanda se independizó.
  • Se debilitó el antiguo Sacro Imperio Romano Germánico.

Barroco: Desde un punto de vista artístico y cultural, el estilo barroco se caracteriza por ser un arte exuberante y por dar una visión pesimista de la vida, como algo fugaz. La vida es contemplada como un tiempo que se va.

Contexto Filosófico

En el siglo XVII, surgen nuevos centros intelectuales al margen de las universidades controladas por la Iglesia y se extiende el uso de las lenguas vernáculas. Un buen ejemplo de ello es el Discurso del método de Descartes. Esta nueva situación de la producción científica, filosófica y literaria exponía a los autores al peligro de topar con el poder eclesiástico si sus creaciones eran consideradas erróneas. Para hacer frente a estos peligros, surgieron las agrupaciones intelectuales en academias, que se convirtieron en los nuevos centros de creación y difusión cultural.

Durante los siglos XVI y XVII, se produjeron en Europa frecuentes revueltas sociales, guerras y enfrentamientos. Como consecuencia inevitable, apareció la duda sobre el bien y la verdad, y la necesidad de refugiarse en la intimidad y replantearse el problema del conocimiento a partir de un fundamento firme y seguro. El centro de interés ahora es el hombre, el mundo y Dios, en la medida en la que la razón pueda descubrirlo (el Dios de los filósofos). El Dios de las religiones pertenece al ámbito de las creencias y traspasa los límites de la razón. Las matemáticas se presentan como el único saber que se muestra firme e invariable a través del tiempo y del espacio. Son una creación de nuestra mente, que alcanza verdades evidentes, inamovibles e indubitables. Dios aparece como el garante de la razón analítica o matemática y del orden que esta descubre en la naturaleza. Pero no es el Dios de la fe que vigila, ordena, premia y castiga, sino el Dios que la propia razón descubre y que garantiza la validez de la misma como medio adecuado de conocimiento de la realidad.

Se entiende por racionalismo la corriente filosófica que se da en el siglo XVII en el continente europeo, por contraposición al empirismo, que es el movimiento filosófico característico de Inglaterra. Los filósofos más representativos del racionalismo son Descartes, Malebranche, Spinoza y Leibniz. Nos centraremos en el estudio de Descartes, considerado el padre de la modernidad, porque es el primer gran filósofo renacentista que asume el fin del realismo aristotélico y de la visión del mundo que se derivaba del mismo.

Características del Racionalismo

Considerado el primer movimiento filosófico plenamente moderno, resultado del proceso que veíamos al estudiar el Renacimiento, el racionalismo tiene como principales características:

  1. Separación total de fe y razón: La razón no debe someterse a ningún tipo de autoridad, ni a la tradición ni a la fe. Ella es el juez supremo sobre la verdad o falsedad.
  2. Un nuevo concepto de razón: Con los racionalistas, la razón se identifica con la razón matemática, con la facultad de construir de forma lógicamente correcta largas cadenas de razonamientos deductivos a partir de ciertas verdades evidentes o axiomas, llamadas ideas innatas.
  3. Preocupación central por la teoría del conocimiento: La gnoseología pasa al primer plano de las preocupaciones filosóficas. Interesa conocer el origen, el alcance y la validez del conocimiento humano.
  4. Relación muy estrecha con las matemáticas: Su ideal de ciencia deductiva está sacado de las matemáticas, a las que toman como modelo para los demás campos del saber.
  5. Fundamentación de las ciencias en la metafísica: Esto hace que en todos los filósofos racionalistas nos encontremos con un concepto central: sustancia, y un tema ineludible: Dios, pero visto no desde la fe, sino exclusivamente desde la razón. Las diferencias entre ellos son diferencias en torno al tema de la sustancia y de Dios. Este aparece como el que garantiza la correspondencia entre nuestro pensamiento y la realidad, pero no se llega a él a partir del sujeto, de la conciencia. Sustituyen el teocentrismo medieval por el antropocentrismo.

Teoría del Conocimiento

Para Descartes, el saber es uno e idéntico porque la razón es una, única y la misma en todos los seres humanos y en todos los saberes. Por eso, interesa tanto conocer su estructura y su funcionamiento para aplicarla correctamente y alcanzar conocimientos verdaderos. Los objetivos son:

  1. Definir y formular las reglas del método para el uso correcto de la razón. Para ello, tomará como modelo el método matemático.
  2. Fundamentar el valor universal y absoluto del método.
  3. Demostrar la aplicación del nuevo método a las diversas ramas del saber.

Fuentes del conocimiento humano:

  • La intuición racional: Todo lo que la mente capta de modo directo e inmediato; los conceptos simples que nacen directamente de la razón, sin duda.
  • La deducción: Extraer, a partir de los conceptos simples o intuiciones, nuevos conceptos.

Nuevo Método

El nuevo método está inspirado en la certeza o evidencia matemática o de la geometría. Es un método deductivo que va de lo más fácil a lo más complejo. Las intuiciones racionales generan las deducciones. Con el método, nada escaparía al conocimiento racional, siempre y cuando se pudiera conocer racionalmente.

Definición y Reglas del Método

Evitando cualquier error, la certeza, más que la verdad, generó un cierto escepticismo. Solo cuando dispongamos de unos primeros principios firmes. Expone las reglas fundamentales y las modalidades y condiciones de su aplicación, citando 21 reglas que luego reduce a cuatro en el Discurso del método. Estas reglas nos indican el procedimiento que debe seguir la razón en la búsqueda de la verdad, que consiste en emplear correctamente las dos operaciones fundamentales de la mente.

  1. Regla de la evidencia: Aceptar como verdadero solo aquello que se presente a la mente de forma clara y distinta, evitando la prevención y la precipitación. La verdad ya no es un problema de correspondencia entre sujeto y objeto. La prevención es lo opuesto a la precipitación. Consiste en la incapacidad de juzgar por uno mismo y, por tanto, el juicio es seguir a los demás (tradiciones, costumbres). Es también la capacidad de aceptar la verdad de una idea a pesar de presentarse clara y distintamente.
  2. Regla del análisis o de la resolución: Dividir cada una de las dificultades a examinar en tantas parcelas como fuera posible y necesario para resolverlas más fácilmente.
  3. Regla de la síntesis o de la composición: Relacionar o reunir las distintas verdades o partes deducidas con la segunda regla para obtener nuevas verdades que serán más complejas que las primeras.
  4. Regla de la enumeración y revisión: Consiste en hacer enumeraciones y revisiones para estar seguros de no omitir nada. La enumeración comprueba el análisis y la revisión, la síntesis.

Aplicación Metódica

Se distinguen tres niveles en la aplicación metódica de la duda:

  1. Primer nivel de la duda metódica: Dudar de los sentidos (de los datos o información que obtenemos con ellos) y también dudar de la existencia de la realidad externa u objetiva (de las cosas), porque los sentidos engañan a veces y, por tanto, me pueden engañar siempre.
  2. Segundo nivel de la duda: Duda de la existencia de la realidad objetiva (el mundo físico), incluyendo el cuerpo, porque no se puede distinguir con certeza entre el estado de vigilia y el estado de sueño. Este segundo nivel de duda se refiere a la existencia de la realidad objetiva y de las cosas externas al sujeto.
  3. Tercer nivel de la duda: Duda de la racionalidad interna al sujeto, en concreto, de las certezas matemáticas, porque podría existir un dios engañador o un genio maligno que me haga cometer errores en los cálculos matemáticos.

Teoría General de las Sustancias

Descartes define la sustancia como aquello que existe de tal manera que no necesita de ninguna otra cosa para existir. Desde esta definición estricta, solo existiría una sustancia: la infinita o Dios. Sin embargo, admite la existencia de otras dos sustancias creadas y finitas: la sustancia extensa y la sustancia pensante.

La Sustancia Pensante

Solo hay una cosa de la que no podemos dudar: de nuestra propia existencia como cosa dudante o pensante. Es algo evidente, lo intuyo, que yo soy algo que piensa. Existe una sustancia cuyo atributo o cualidad definitoria consiste en pensar, a esto lo llama res cogitans. De esto no puedo dudar, pues la propia duda lo confirma; si dudo, es que soy algo que duda, y el dudar es una forma de pensar. Por lo tanto, ya conozco con absoluta certeza la existencia de algo: parte de la realidad es sustancia pensante.

Res cogitans, conclusiones:

  • Lo único cierto es un sujeto cuyo ser es pensar.
  • Ese sujeto es lo mismo que el alma, que define esencialmente al ser humano y que consiste en ser pensamiento.
  • El alma no es principio vital del cuerpo.
  • El alma no necesita de ninguna condición material o del cerebro, es independiente y distinta de cualquier otra cosa.
  • Además, el alma es más fácil de conocer que el cuerpo: la afirmación”tengo cuerp” no es una afirmación ni clara ni distinta.
  • Si el alma es pensamiento y, por tanto, independiente del cuerpo, es inmortal, ya que no necesita al cuerpo.

Si analizo el cogito, encuentro que hay ideas que parecen nacer de mí mismo sin intervención ninguna de la experiencia, a estas las llamaremos ideas innatas. Otras parecen proceder de fuera y me producen una vaga sensación de que son causadas por cosas que existen fuera y al margen de mi mente, a estas las llamaremos adventicias. Hay un tercer bloque de ideas que estarían formadas por mí mismo mediante la combinación de ideas innatas o adventicias, y las denominamos ideas facticias.

La Sustancia Infinita o Dios

Dentro de mi mente está la idea de infinito, la idea de sustancia infinita y eterna, y esta idea no puede proceder de mí mismo, que soy una sustancia finita que duda, desea. Su presencia exige que exista un ser realmente infinito. Además, la idea de un ser infinitamente perfecto exige la existencia real de ese ser fuera de mí, pues la existencia es una perfección y negarlo supondría una contradicción. Los tres argumentos anteriores probarían, según Descartes, que, además del sujeto que piensa, existe Dios como sustancia infinita o res infinita en saber, bondad y poder. Y si Dios me ha dado algunos conocimientos, estos no pueden ser falsos. Por tanto, todo lo que yo descubra como evidente será verdadero (círculo vicioso).

La veracidad divina garantiza:

  • La verdad de las ideas claras y distintas en sí mismas, independiente de la realidad exterior. Con esto quedan garantizadas las ciencias formales como la lógica y las matemáticas.
  • Que las ideas de mi mente reflejan fielmente las cosas externas. Por lo tanto, la validez de las ciencias empíricas.

El error, igual que el mal y el pecado, se debe a mí, ser finito que participa del ser y de la nada.

Antropología

Del hombre, Descartes tiene una concepción dualista: somos cuerpo (sustancia extensa), estamos sujetos a las mismas leyes físicas que los demás cuerpos. Somos también alma (sustancia pensante), consciente y libre, gracias a la cual conocemos lo que nos rodea y nuestro propio cuerpo, lo que nos permite el dominio de la naturaleza y de nuestros actos, escapando así al automatismo mecanicista de los demás animales.

Comunicación entre las Sustancias

La unión entre cuerpo y alma es accidental, y Descartes sitúa la sede del alma en la glándula pineal. El yo, como sustancia pensante, se define como entendimiento y voluntad, y esta es libre. La libertad humana constituye la máxima perfección del hombre, pero también es la fuente de los errores, nuestra voluntad nos impulsa a veces a precipitarnos. La verdadera libertad de la voluntad consiste en elegir lo que el entendimiento nos propone como bueno y verdadero, y rechazar lo malo y lo falso.