Causas y Consecuencias de las Dos Primeras Guerras Carlistas
Primera Guerra Carlista (1833-1840)
Fue una guerra larga y dura, pero no fue una guerra total. El país no se paralizó, aunque sí lastró la modernización del país. El problema carlista no se solucionó y será un tema recurrente durante todo el siglo XIX y parte del XX. La guerra arrancaría con el Manifiesto de Abrantes, firmado por Carlos María Isidro en octubre de 1833, en el cual pide a las autoridades que le reconozcan como rey legítimo (Carlos V).
En Bilbao (1835) se producirá la primera derrota del carlismo, no pudiendo tomar la ciudad. Los años 1835-1837 coinciden con el momento más revolucionario del bando liberal. Así, los carlistas, aislados en sus reductos del norte, van a intentar romperlo. Mientras tanto, en el bando liberal comienza a destacar Espartero, comenzando el declive del carlismo. Espartero convence al general Maroto, disidente carlista, llegando con él a un acuerdo en el Convenio de Vergara en agosto de 1839. Por esta paz se decretaba una amnistía para todos los rebeldes y se conservaban los fueros vascos y navarros. Don Carlos se exilió en Francia, sin renunciar a sus títulos.
La reconciliación nunca se produjo.
Segunda Guerra Carlista (1846-1848)
Esta segunda guerra carlista o “Guerra dels Matiners” estalló en 1846, aunque la guerra no salió de Cataluña. La excusa fue el fracaso de los intentos de casar a Isabel II con el pretendiente carlista, Carlos Luis de Borbón, el conde de Montemolín e hijo de Carlos María Isidro. El conflicto fue reduciéndose y en 1848 se ponía fin.
Estas dos guerras, además de los costes en vidas humanas, tuvieron tres claras consecuencias:
- La inclinación de la monarquía hacia el liberalismo.
- Estas guerras y otras dieron un protagonismo especial a los militares, que se van a convertir en los líderes (espadones) de los partidos liberales.
- La necesidad de aprobar leyes para paliar el problema de la deuda española, especialmente las leyes desamortizadoras.
Etapas de la Evolución Política del Reinado de Isabel II y el Papel de los Militares
En 1833, a la muerte de Fernando VII, comienza el reinado de Isabel II.
La Época de las Regencias
Regencia de María Cristina (1833-1840)
Se caracteriza por la definitiva revolución liberal en España en un contexto de guerra civil carlista. Se aprobarán leyes fundamentales para transitar a un régimen liberal (Estatuto Real de 1834), entró en vigor de nuevo la Constitución de 1812 (entre 1836 y 1837) y se aprobó una nueva constitución, la de 1837, que será el modelo a seguir en el futuro. Desde el principio de esta regencia se alternarán gobiernos de progresistas y moderados con innumerables insurrecciones populares y pronunciamientos militares. Una de las reformas fundamentales de este periodo es la división provincial de Javier de Burgos y la desamortización de Mendizábal.
Regencia del General Espartero (1840-1843)
Era un sincero progresista, pero su actuación consiguió unir a los moderados y progresistas contra él. Los motivos fueron dos: su carácter arrogante y, por otro lado, la política comercial. Los moderados, fuera del gobierno, comienzan a conspirar. Un general del bando moderado, Narváez, desembarcará en Valencia y derrotará en Madrid a las fuerzas esparteristas.
Reinado de Isabel II (1843-1868)
Este reinado se caracteriza por:
- La consolidación de un régimen de monarquía liberal de tendencia conservadora. Régimen basado en la participación exclusiva de una oligarquía de propietarios, miembros de la vieja nobleza terrateniente y la alta burguesía.
- El sufragio censitario.
- El militarismo; es decir, la presencia permanente de militares entre los gobernantes del país. Recurrían al ejército para acceder al gobierno mediante los pronunciamientos. La presencia de los militares en la escena política es continua, inaugurándose la época de los “espadones”.
- La Reina apoyó casi siempre a los moderados, la gran mayoría del país quedó excluida del juego político.
Este periodo de 25 años se suele dividir en tres etapas:
Década Moderada (1844-1854)
Presidida por el general Narváez, artífice de la Constitución de 1845 y uno de los creadores del Estado Liberal. Además, supo controlar al ejército y mantenerlo alejado salvo al final de la década. Contó con el apoyo de la Reina y de los terratenientes. Se aprueba una Ley de Imprenta muy restrictiva; se fundó la Guardia Civil con el objetivo de defender el orden y la propiedad; se reformó la Hacienda y se restablecen relaciones con el Papa, firmándose un Concordato en 1851.
Bienio Progresista (1854-1856)
El único periodo en el que los progresistas llegan al gobierno y gracias a un pronunciamiento militar (“la Vicalvarada”). Van a gobernar el Partido Progresista y la Unión Liberal, presidiendo el Gobierno el general Espartero. Destacan la Ley de Desamortización de Madoz o la Ley de Ferrocarriles de 1855.
Época de la Unión Liberal y Crisis Final del Sistema Isabelino (1856-1868)
O’Donnell se impuso e inició el gobierno más duradero de todo el siglo XIX, el llamado “Gobierno Largo”, nada menos que cinco años. Tan dilatada duración se explica por el prestigio de O’Donnell, por el impulso dado a la política exterior (Guerra en Marruecos, intervención en Santo Domingo, expedición a Conchinchina, intervención en México y una guerra en el Pacífico contra Perú y Chile), así como por la favorable coyuntura económica, una de las mejores del siglo. Fue la edad de oro de los ferrocarriles. Por otra parte, la industria catalana se encontraba de nuevo en expansión.
A partir de 1863 se alternan gobiernos unionistas y moderados, y ambos fueron incapaces de afrontar la oposición política de progresistas, demócratas y republicanos, gobernando de forma autoritaria, al margen de las Cortes y ejerciendo una fuerte represión.
A partir de la grave crisis financiera de 1866, amplios sectores de la sociedad coincidieron en dar un giro a la situación, que esta vez tenía que ir más allá, es decir, derribar a la propia monarquía de Isabel II. En agosto de 1866, los progresistas, los demócratas y los republicanos firmaban el Pacto de Ostende. Su programa proponía destronar a la Reina y convocar elecciones a Cortes constituyentes por sufragio universal, y que fueran estas Cortes las que decidieran el tipo de régimen político para España (monarquía o república). La Revolución estalló en septiembre de 1868 mediante un pronunciamiento militar provocando el exilio de Isabel II.