Restauración Borbónica en España: Sistema Canovista, Nacionalismos y Crisis de 1898

La Restauración Borbónica (1874-1902): Cánovas del Castillo, el Turnismo y la Constitución de 1876

El Regreso de los Borbones y el Manifiesto de Sandhurst

Tras la crisis del Sexenio Democrático, el general Martínez Campos lidera un pronunciamiento militar que restaura la monarquía borbónica en la figura de Alfonso XII, hijo de Isabel II. El futuro rey, desde el exilio, promulga el Manifiesto de Sandhurst, donde expone su ideario político: monarquía constitucional, neutralidad política, gobierno conjunto con las Cortes y la religión católica como oficial del Estado. Este manifiesto busca el apoyo de diversos sectores, entre ellos:

  • Conservadores y clases altas, temerosos de perder sus propiedades.
  • Esclavistas y propietarios de Cuba, preocupados por las reformas del Sexenio.
  • La Iglesia, contraria a la libertad religiosa.
  • El Ejército, receloso del cantonalismo.
  • Élites políticas, deseosas de recuperar el poder.

Estabilidad Política y el Sistema Canovista

La Restauración se caracteriza por una estabilización política conservadora. Se pone fin a la Tercera Guerra Carlista, con la derrota de los carlistas, aunque se concede un concierto económico a País Vasco y Navarra. También se firma la Paz de Zanjón, que pone fin a la Guerra de Cuba, prometiendo la abolición gradual de la esclavitud y reformas en la isla. Sin embargo, el incumplimiento de estas promesas mantendrá la inestabilidad en Cuba hasta el estallido de una nueva rebelión en 1895.

Antonio Cánovas del Castillo, político conservador, diseña un sistema político inspirado en el bipartidismo inglés, pero adaptado a la realidad española. Este sistema, conocido como “turnismo”, se basa en la alternancia pacífica en el poder entre el Partido Conservador, liderado por el propio Cánovas, y el Partido Liberal, liderado por Práxedes Mateo Sagasta. Para asegurar la estabilidad, el rey debía ser neutral y otorgar el poder a uno u otro partido de forma alternativa. Además, Cánovas busca atraer al ejército otorgándole puestos y privilegios para evitar nuevos pronunciamientos militares.

La Constitución de 1876

El sistema canovista se plasma en la Constitución de 1876, que combina elementos de la Constitución moderada de 1845 y la democrática de 1869. Entre sus características destacan:

  • Soberanía compartida entre el Rey y las Cortes.
  • Amplios poderes para el Rey, incluyendo el veto legislativo y el nombramiento del gobierno.
  • Centralismo.
  • Voto censitario (inicialmente).
  • Amplia declaración de derechos.
  • Tolerancia religiosa.

El Pacto de El Pardo y el Fraude Electoral

La muerte de Alfonso XII en 1885 genera una crisis que se resuelve con el Pacto de El Pardo. Cánovas y Sagasta acuerdan turnarse en el poder pacíficamente cada cuatro años. Para que este sistema funcionara, las elecciones eran manipuladas mediante el caciquismo, especialmente en las zonas rurales. Los caciques, individuos con poder e influencia local, controlaban el voto a través de favores y presiones, asegurando la victoria del partido designado.

La Restauración Borbónica (1874-1902): Nacionalismos Periféricos y Movimiento Obrero

Los Republicanos y el Surgimiento del Nacionalismo

Durante la Restauración, el poder está controlado por conservadores y liberales. Los republicanos, divididos entre federalistas y centralistas, y en desacuerdo sobre la táctica a seguir (pronunciamientos o elecciones), tienen mayor fuerza en las ciudades, donde el caciquismo es menos efectivo. En este periodo, surge el Partido Radical de Alejandro Lerroux, un partido de masas con un programa social para atraer a los obreros y un discurso españolista.

Junto a los republicanos, emergen los nacionalismos periféricos. El nacionalismo es un movimiento político que defiende la existencia de naciones, entendidas como grupos de personas con elementos comunes que las diferencian de otras, y que estas naciones tienen derecho al autogobierno. En España, el nacionalismo español tiene dos vertientes: una liberal, que defiende el amor por la libertad, y otra conservadora, que se identifica con el catolicismo. Sin embargo, el nacionalismo español tiene un éxito limitado, en parte debido a la ineficacia de la escuela y el ejército para reforzar el sentimiento español. Esto favorece el surgimiento de nacionalismos alternativos, como el catalán y el vasco.

El Nacionalismo Catalán

El nacionalismo catalán surge como una reivindicación de la personalidad catalana a través del movimiento cultural de la Renaixença. También se nutre del fracaso del federalismo. Destaca el Memorial de Agravios de Valentí Almirall, que denuncia el mal gobierno de Cataluña. Posteriormente, se redactan las Bases de Manresa, una especie de constitución catalana que defiende la oficialidad de la lengua catalana, la reserva de cargos públicos para los catalanes y un sistema de gobierno autonómico. Este nacionalismo, liderado por Enric Prat de la Riba, es conservador, católico y burgués, y se consolida con la fundación de la Lliga Regionalista, que logra romper el caciquismo en Cataluña.

El Nacionalismo Vasco

El nacionalismo vasco, fundado por Sabino Arana, se caracteriza por su carácter racial y racista, la importancia de la religión y la defensa de los fueros. Se considera a los vascos superiores física y moralmente a otros pueblos.

El Regionalismo Gallego

En Galicia, surge el galleguismo, un tipo de nacionalismo que crece lentamente y tiene un movimiento cultural llamado Rexurdimento.

El Movimiento Obrero: Anarquismo y Socialismo

El movimiento obrero, influenciado por las ideas anarquistas y marxistas que llegan durante el Sexenio, busca acabar con el capitalismo. El anarquismo defiende la libertad individual y rechaza todo lo que la limite, incluyendo el Estado, la religión y la propiedad privada. Su ideal es una sociedad formada por colectividades organizadas en sindicatos. Las tácticas anarquistas incluyen la educación y el terrorismo. La represión estatal, ejemplificada en el caso de la Mano Negra, debilita al movimiento. Otra estrategia es el sindicalismo revolucionario, que busca paralizar el sistema capitalista a través de la huelga general. El socialismo marxista, minoritario inicialmente, se organiza en el PSOE, un partido revolucionario que busca conquistar el Estado para ponerlo al servicio de los trabajadores.

El Problema de Cuba, la Guerra contra EE. UU. y la Crisis de 1898

El Imperio Colonial Español y sus Problemas

En el último cuarto del siglo XIX, España posee cuatro colonias: Cuba y Puerto Rico en América, y Filipinas y las Islas Canarias en Asia. El imperio colonial español enfrenta varios problemas:

  • Gran distancia entre la metrópoli y las colonias, lo que dificulta la comunicación y la defensa.
  • Debilidad militar.
  • Colonialismo arcaico y poco integrador, con una economía cubana que no depende totalmente de España.
  • Administración colonial diferente a la peninsular, con leyes especiales y un fuerte poder militar en Cuba.

La Crisis del Azúcar y la Guerra de los Diez Años

Cuba es la colonia más importante, rica y poblada. En el siglo XIX, es el mayor productor mundial de azúcar, cultivado por mano de obra esclava. Sin embargo, la producción azucarera entra en crisis debido al encarecimiento de los esclavos, por la prohibición de la trata y el contrabando, y a la aparición de nuevos competidores. Esta crisis está detrás de la rebelión de 1868, que da lugar a la Guerra de los Diez Años, que finaliza con la Paz de Zanjón. Esta paz no es efectiva porque las reformas prometidas no se cumplen.

La Guerra de Cuba (1895-1898) y la Intervención de EE. UU.

La situación en Cuba se complica por dos factores: los intereses económicos de EE. UU. en la isla y la presión de los sectores colonialistas españoles (industria textil catalana, harineros castellanos, navieros vascos y militares) que se benefician de la situación colonial. En 1895 estalla una nueva rebelión en Cuba que se extiende por toda la isla. España envía un gran ejército, pero se enfrenta a enfermedades y a una guerra de guerrillas. La táctica española de contrainsurgencia debilita a las guerrillas, pero causa muchas muertes entre la población cubana. Paralelamente, estalla una sublevación en Filipinas, donde el gobierno español es débil y el poder está en manos de órdenes religiosas. La situación se agrava con el estallido de la guerra contra EE. UU., cuyo pretexto es el hundimiento del acorazado Maine en La Habana.

La Guerra Hispano-Estadounidense y sus Consecuencias

La guerra es moderna, rápida y se resuelve en dos batallas: Santiago de Cuba y Cavite. El ejército español, agotado, se rinde. Las consecuencias para España son:

  • Gran número de muertos y el problema social de los repatriados.
  • Pérdidas territoriales: Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam pasan a ser controladas por EE. UU. España vende a Alemania las Islas Marianas, Carolinas y Palaos (Micronesia) por la Paz de París.
  • Consecuencias económicas positivas a largo plazo: reducción de gastos y repatriación de capitales que se invierten en la industria y la banca.
  • No hay consecuencias políticas significativas, pero se fortalecen los nacionalismos catalán y vasco.
  • Impacto cultural y crisis reflejada en la Generación del 98 y en el Regeneracionismo, que busca modernizar el país.