Historia Medieval de la Península Ibérica: Musulmanes y Cristianos

Evolución Política y Social en la Península Ibérica: De Al-Ándalus a los Reinos Cristianos

Emirato y Califato de Córdoba

La conquista musulmana de la Península se sitúa en el contexto de la expansión islámica por el norte de África. La crisis del Estado visigodo y la poca resistencia que opuso la población de Hispania facilitaron la conquista. Los musulmanes se mostraron tolerantes con los creyentes de las religiones del libro. Los pueblos invasores fueron bereberes (mayoría) y árabes (minoría que formó la nobleza dirigente). Posteriormente, tras la conquista, hubo un enfrentamiento entre ellos, donde los árabes terminaron dominando a los bereberes y aseguraron el control de Al-Ándalus. La capital se estableció en Córdoba. La primera etapa política se conoce como valiato. Abderramán I, príncipe omeya que logró escapar de la matanza de su dinastía, se hizo con el poder de Al-Ándalus en 756, iniciando el emirato independiente, que duró cerca de dos siglos en los cuales se consolidó el poder del Islam en la Península. Al-Ándalus se incorporó al sistema económico del mundo islámico, al mismo tiempo que se produjo una creciente arabización de la sociedad. En 912, Abderramán III logró detener el avance cristiano proclamándose califa en 929, lo que supuso la ruptura definitiva con el poder religioso de Bagdad. Tras la sucesión del hijo de Abderramán III, su tutor Almanzor asumió el poder. Fue nombrado primer ministro y puso en marcha una política populista cuya base de poder fue el ejército. Tras su muerte, Al-Ándalus entra en una fase caótica que concluye con la definitiva desaparición del califato.

Reino Nazarí

Al-Ándalus, desaparecido el califato, se fragmentó en 20 facciones o reinos de taifas. Al frente se hallaban dirigentes bereberes (Granada y Málaga), eslavos (Valencia, Denia y Tortosa) o árabes (Córdoba, Sevilla o Zaragoza). Los reyes que gobernaron estas taifas eran muy débiles. Para poder pagar a los cristianos por protección tuvieron que elevar los impuestos, motivando el descontento de la población. La división musulmana permitió la expansión de los reinos cristianos. Esto hizo que algunos reyes de taifas pidieran ayuda a los almorávides (que habían constituido a mediados del siglo XI un imperio en la zona occidental del norte de África) que unifican el territorio musulmán que pasa a formar parte de su imperio. Estos intentan recuperar Toledo sin conseguirlo. La pérdida de Zaragoza marca el inicio del retroceso de los almorávides que, tras la aparición de nuevas taifas, son sustituidos por los almohades (movimiento que pretendía reformar las costumbres de acuerdo con los principios coránicos). El poder de los emires almohades fue dictatorial. En 1212, los almohades fueron derrotados en la Batalla de las Navas de Tolosa. El reino nazarí de Granada (el único territorio musulmán que quedó en la Península) mantuvo su independencia gracias a una hábil gestión diplomática, a que las minorías cristianas y judías eran muy reducidas y a la llegada masiva de andalusíes procedentes de otros reinos musulmanes.

Economía, Sociedad y Cultura de Al-Ándalus

La economía de Al-Ándalus fue muy dinámica. Se insertó en el circuito económico del Islam y en el sistema tributario del mundo islámico. La agricultura fue de gran importancia y la actividad mayoritaria de la población; los árabes introdujeron importantes novedades e impulsaron el regadío y el desarrollo de cultivos como el arroz o los cítricos. La minería experimentó un gran empuje, así como la artesanía textil, controlada por el poder público mediante manufacturas. El comercio experimenta también un gran desarrollo. El centro de la vida económica se encontraba en las ciudades, destacando Córdoba, el centro de poder de Al-Ándalus. En el comercio exterior destacó la importación de oro y esclavos negros desde Sudán, y especias y productos de lujo desde Oriente Próximo. La sociedad era heterogénea. La mayoría eran musulmanes, los árabes, una minoría, eran el sector dominante; los bereberes, más numerosos, ocupaban posiciones inferiores. Los hispanogodos se arabizaron de modo creciente. Los eslavos y esclavos negros pertenecían a los musulmanes y los no musulmanes tributarios eran mozárabes y judíos. Había un agudo contraste entre la aristocracia árabe, los grupos medios y los libertos y esclavos. La cultura estaba condicionada por el Islam, que significa sumisión o entrega a Alá. La mezquita era el centro de la vida religiosa. Destacaron en disciplinas como la astronomía, medicina, cirugía, botánica, geología, alquimia, farmacología, poesía, gramática, historia o matemáticas. Desarrollaron un arte nuevo al fusionar tradiciones locales romanas y visigodas con soluciones islámicas orientales y fórmulas helenísticas.

Primeros Núcleos de Resistencia Cristiana

Los principales núcleos de resistencia cristiana se sitúan en el norte. Rurales y de escasa circulación monetaria, existían dos focos principales: el cantábrico y el pirenaico. El primero se configura a partir de la batalla de Covadonga (722); es impulsado por el hallazgo de los supuestos restos del apóstol Santiago; de este núcleo surgirán los reinos de León y de Castilla. En el foco pirenaico confluyen dos fuerzas: las aristocracias autóctonas y el rey franco Carlomagno, interesado en establecer estados tapón frente a Al-Ándalus, como la Marca Hispánica, en el noreste, o el condado de Aragón. También destaca el reino de Pamplona. Las principales etapas de la Reconquista fueron:

  • 1ª (711-750): Consolidación de los reinos cristianos.
  • 2ª (siglos IX-X): Avance hasta el Duero.
  • 3ª (siglos XI-XII): Expansión hasta los valles del Ebro y del Tajo, conquista de Toledo (1085) y Zaragoza.
  • 4ª: Ocupación del valle del Guadalquivir y del litoral Mediterráneo (excepto el reino de Granada).

Los modelos de repoblación fueron:

  • La presura: El primero que cultivaba la tierra se la quedaba.
  • Los concejos: Se creaban ciudades que actuaban como capitales de un territorio.
  • Las encomiendas: Se entregaban grandes latifundios a órdenes militares.
  • Los repartimientos: Se repartían casas, huertas, fincas, etc., a grandes familias terratenientes.

Los Reinos Cristianos en la Edad Media

El rey estaba en la cima del poder feudal, al ser la principal representación del poder público, pero su poder estaba limitado por la autonomía de los señoríos y los privilegios de nobleza y clero. En torno a él, la corte, sin capital fija. Hacia el siglo XIII surgieron los parlamentos o cortes, en las que participaban tres estamentos: nobleza, clero y estado llano (la oligarquía urbana), y discutían y votaban las peticiones económicas del rey. La administración local recaía en la oligarquía urbana. En la Corona de Castilla destacó el concejo, gobernando los regidores; a finales del siglo XIV surge la figura del corregidor, que representa a la Corona en los municipios. En la Corona de Aragón el gobierno recae en un cabildo de jurados, presidido por un justicia. En Cataluña gobernaban los jurados asesorados por un Consell (Consejo de Ciento de Barcelona). El señorío fue la institución feudal por excelencia, formada por un conjunto de explotaciones campesinas en las que los siervos trabajaban para el señor y le pagaban rentas. El Señor tenía poder jurisdiccional. Podía imponer tributos y llamar para la guerra. La sociedad se dividía en:

  • Privilegiados: Nobleza (de hombres ricos a hidalgos), y clero (alto clero).
  • No privilegiados: Campesinos y habitantes de núcleos urbanos, que eran la mayoría de la población.

Podemos diferenciar además los siguientes grupos étnicos: cristianos, judíos, mudéjares y francos.

Organización Política en Castilla, Aragón y Navarra

La Corona de Castilla se caracterizó por la centralización. La figura del soberano concentraba todo el poder. Otras instituciones eran: la corte; el Consejo Real, formado por nobles y prelados, para la consulta y apoyo al monarca; las Cortes (nobles, miembros de la Iglesia y representantes de las ciudades), con un papel consultivo; la Audiencia, como tribunal de justicia; y la Hacienda (recaudaba impuestos). En el ámbito municipal, destacaba el concejo, asamblea de vecinos controlada por las familias más destacadas del lugar; los regidores, que ejercían el gobierno del municipio; y el corregidor, que era un funcionario real que representaba a la Corona. La Corona de Aragón era una unión de los reinos de Aragón, Valencia, Mallorca y el Principado de Cataluña; tenían diferentes instituciones y leyes. En ella predominaba el pactismo (acuerdos). En la administración de cada reino el procurador general, delegado del rey, asumía atribuciones del poder regio, judiciales y militares, más tarde le sucedería el virrey. Contaban también con la cancillería y el Consejo Real. Las Cortes eran organismos de control sobre la Corona, y de defensa de los intereses feudales; de ellas surgió la Diputación como órgano permanente. El Justicia Mayor juzgaba las disputas entre los nobles y el rey. La Corona de Navarra se regirá por los fueros, leyes apoyadas en las costumbres primitivas de la tierra, y enriquecidas por influencia del derecho romano y visigodo. La distribución del poder entre los gobernantes y las instituciones de control formaron parte de su estructura política.