El Viaje de Odiseo
Encuentro con el Cíclope y la Ira de Poseidón
Existía un oráculo para el cíclope Polifemo, pronunciado por un adivino. Polifemo, cegado por Ulises y, habiendo recordado el nombre, arrancó unas rocas y las lanzó al mar. La nave se salvó con dificultad. A partir de este momento, Poseidón se enojó con Ulises. Haciéndose a la mar con todas las naves, llegó a la isla de Eolia, donde reinaba Eolo.
La Isla de Eolia y el Odre de los Vientos
Eolo había sido designado por Zeus para cuidar de los vientos. Podía calmarlos, detenerlos y enviarlos. Eolo recibió a Ulises y le entregó un odre de piel de buey, en el cual había encerrado los vientos. Les mostró cómo utilizar la mayoría convenientemente y los escondió en el casco de la nave. Ulises, utilizando los vientos favorables, tuvo una buena travesía y, estando ya cerca de Ítaca, se quedó dormido.
La Curiosidad de los Compañeros y el Regreso a Eolia
Los compañeros, pensando que Ulises llevaba oro en el odre, lo abrieron, liberando los vientos. Fueron arrastrados de nuevo hacia Eolia. Ulises se presentó ante Eolo, buscando su protección, pero este lo echó de la isla, alegando que no podía ayudar a alguien que estaba en contra de los dioses.
Los Lestrigones Antropófagos
Navegando, Ulises llegó a la tierra de los Lestrigones y atracó su nave apartadamente. Los Lestrigones eran antropófagos, y su rey era Antífates. Ulises, deseando conocer a los habitantes, envió a algunos compañeros para averiguarlo. La hija del rey se encontró con ellos y los condujo ante su padre.
El rey, habiéndose apoderado de uno de ellos, lo devoró. Los demás huyeron, gritando y convocando a los otros Lestrigones. Estos acudieron al mar y, lanzando piedras a las naves, las destrozaron. Los que estaban en ellas fueron devorados. Odiseo cortó el cable de su nave y se hizo a la mar, pero las demás naves se perdieron con sus tripulantes.
La Isla de Circe
Con una sola nave, Ulises atraca en la isla de Eea, habitada por Circe, hija de Helios y Perseis, hermana de Eetes, experta en pócimas. Ulises dividió a sus compañeros: él permaneció junto a la nave, mientras que Euríloco marchó con 22 hombres hacia Circe.
La Trampa de Circe
Circe los llamó y entraron todos menos Euríloco. Ella preparó un brebaje de queso, miel, harina de cebada y vino, y se lo dio a cada uno, mezclándolo con una droga. Tras beberlo, los tocó con una varita y cambió sus formas: a unos los transformó en lobos, a otros en cerdos, a otros en burros y a otros en leones.
El Regreso al Mar y el Encuentro con las Almas
Después de permanecer allí durante un año, Ulises navegó por el océano. Realizó un sacrificio por las almas y consultó a Tiresias, siguiendo el consejo de Circe. Contempló las almas de héroes y heroínas, y vio a su madre Anticlea y a Elpenor, quien había muerto en los territorios de Circe por una caída.
El Mito de Prometeo y Epimeteo
La Creación de los Seres Vivos
Hubo un tiempo en que existían los dioses, pero no la especie mortal. Cuando llegó el tiempo de su origen, los dioses los modelaron dentro de la tierra, mezclándolos a partir del fuego, la tierra y otros materiales.
La Distribución de las Cualidades por Epimeteo
Antes de sacarlos a la luz, los dioses encargaron a Prometeo y Epimeteo que los ordenaran y distribuyeran las cualidades a cada uno. Epimeteo pidió permiso a Prometeo para hacer el reparto él mismo. Prometeo aceptó. Epimeteo distribuyó fuerza sin rapidez a unos, y rapidez a los más débiles. A unos los equipó con armas y a otros, sin defensa, les dio otras capacidades para su salvación.
A los que mantuvo pequeños les atribuyó un escape alado o un habitáculo subterráneo. A los que hizo crecer en tamaño, los salvó por esto mismo. Los distribuyó igualándolo todo, ideando con delicadeza para que ninguna raza fuese aniquilada. Hizo imposible que se mataran entre ellos y maquinó una disposición de las estaciones del año, revistiéndolos con abundante pelo y pieles compactas para protegerse del invierno y del calor abrasador. Estas mismas cosas servirían como cama natural. A unos les dio armas y a otros pelajes y pieles compactas y sin sangre.
Procuró a unos como alimento de otros, a unos les dio pasto, a otros frutos de los árboles y a otros raíces. A algunos les dio escasa descendencia, pero a los que eran devorados les dio una gran descendencia, proporcionando una solución a la raza.
El Error de Epimeteo y la Intervención de Prometeo
Epimeteo, sin darse cuenta, había agotado las capacidades dándoselas a los seres irracionales. Aún tenía pendiente ordenar a la raza de los hombres, y no sabía qué hacer. Prometeo acudió para controlar el reparto y vio que el resto de los animales tenían de todo ordenadamente, pero al hombre lo vio desnudo, descalzo, desabrigado y desarmado.
El día predestinado estaba cerca, en el que el hombre debía salir de la tierra a la luz. Prometeo, dudando sobre qué tipo de salvación encontraría para el hombre, robó el arte ígneo de Hefesto y el arte de Atenea y se lo dio al hombre. Así surgió para el hombre la facilidad de la vida.
El Robo del Fuego y el Castigo de Prometeo
El hombre encontró la sabiduría para la vida, pero no la sabiduría política, que se encontraba junto a Zeus. A Prometeo no le estaba permitido ir a la Acrópolis, la morada de Zeus, donde había guardianes terribles. Prometeo se encaminó hacia la morada común de Hefesto y Atenea, donde practicaban las artes. Ocultándose, robó la técnica del fuego de Hefesto y las demás artes de Atenea, y se las entregó al hombre. El castigo del robo recayó sobre Prometeo a causa de Epimeteo, según se cuenta.
El Origen de la Sociedad y la Justicia
Cuando el hombre participó de la porción divina, reconoció a los dioses y levantó altares y estatuas. Articuló la voz y los nombres, e inventó hogares, ropa, calzado, armas y alimentos de la tierra. Los hombres habitaban primero separados y no había ciudades. Fueron aniquilados por las fieras, al ser más débiles. La técnica artesana les era de ayuda para comer, pero insuficiente para el duelo contra las fieras, pues no tenían el arte político.
Buscaban reunirse y salvarse fundando ciudades. Cuando se unieron, cometieron injusticias, ya que no tenían el conocimiento político, de manera que, separándose de nuevo, iban muriendo. Zeus, temiendo que la raza humana fuese aniquilada, envió a Hermes para llevar a los hombres la vergüenza y la justicia, para que fueran órdenes de los ciudadanos y vínculos de amistad.
La Distribución de la Justicia y la Vergüenza
Hermes preguntó a Zeus cómo debía dar la justicia y la vergüenza a los hombres. Zeus respondió: “A todos, y que todos participen”. Pues no habría ciudades si unos pocos participaran, como en el resto de las artes. Zeus ordenó que quien no pudiera participar de la vergüenza y la justicia muriera como una enfermedad para la ciudad.