Restauración Borbónica en España (1875-1898): Sistema Político, Constitución y Fin de Conflictos

La Restauración Monárquica (1875-1898)

El Sistema Político de la Restauración

Los grupos conservadores recibieron con satisfacción la Restauración de los Borbones porque esperaban que la nueva monarquía devolvería la estabilidad política y pondría fin a todo intento de revolución. Cánovas no pretendía el regreso a tiempos de Isabel II, sino la vertebración de un nuevo modelo político que superase algunos de los problemas endémicos del liberalismo precedente. Para conseguir su propósito, se propuso dos objetivos: elaborar una constitución que vertebrase un sistema político basado en el bipartidismo y pacificar el país poniendo fin a la guerra de Cuba y al conflicto carlista.

La Constitución de 1869 había quedado sin efecto tras la proclamación de la República. Pese a que Cánovas no era partidario del sufragio universal, dispuso que las primeras elecciones del nuevo régimen se hiciesen por ese sistema, aunque posteriormente debería volverse al sufragio censitario.

La Constitución de 1876

La Constitución elaborada en 1876 es una clara muestra del liberalismo doctrinario, caracterizado por el sufragio censitario y la soberanía compartida entre las Cortes y el rey. De carácter marcadamente conservador e inspirada en los valores históricos tradicionales de la monarquía, la religión y la propiedad.

La monarquía constituía un poder moderador que debía ejercer como árbitro en la vida política y garantizar el buen entendimiento y la alternancia entre los partidos políticos. Se concedían amplios poderes al monarca: derecho de veto, nombramiento de ministros y potestad de convocar las Cortes, suspenderlas o disolverlas sin contar con el gobierno. Las Cortes eran bicamerales, formadas por el Senado y el Congreso de los Diputados, este último de carácter electivo. La constitución no fijaba el tipo de sufragio, pero una ley de 1878 estableció el voto censitario, limitado a los mayores contribuyentes. Sin embargo, en 1890, cuando estaba en el poder el partido liberal, se aprobó el sufragio universal masculino. El rey nombraba directamente a los senadores.

La Constitución también proclamaba la confesionalidad católica del Estado, aunque toleraba otras creencias. Se restableció el presupuesto del culto y clero para financiar a la Iglesia. Contaba con una prolija declaración de derechos, pero su concreción se remitía a leyes ordinarias posteriores que tendieron a restringirlos.

Bipartidismo y Turno Pacífico

Cánovas del Castillo introdujo un sistema de gobierno basado en el bipartidismo y en la alternancia en el poder de los dos grandes partidos dinásticos, el conservador y el liberal, que renunciaban a los pronunciamientos como mecanismo para acceder al gobierno. Se aceptaba, por tanto, que habría un turno pacífico que aseguraría la estabilidad institucional y pondría fin a la intervención del ejército en la vida política.

Una Real Orden de 1875 estableció que la misión del ejército era defender la independencia nacional y que no debía intervenir en las contiendas de los partidos. Como contrapartida, se otorgaba cierta autonomía para sus asuntos internos y se dotaba al ejército de un elevado presupuesto.

El Fin de los Conflictos Bélicos

La Restauración borbónica privó a la causa carlista de una buena parte de su hipotética legitimidad y algunos personajes del carlismo acabaron reconociendo a Alfonso XII. La intervención de Martínez Campos forzó finalmente la rendición de los carlistas en Cataluña, Aragón y Valencia. Sin embargo, el conflicto continuó en el País Vasco y Navarra hasta su total rendición en 1876. Ese mismo año, Carlos VII cruzó la frontera francesa hacia el exilio y la guerra se dio por finalizada en todo el territorio.

La consecuencia inmediata de la derrota carlista fue la abolición definitiva del régimen foral. De este modo, los territorios vascos quedaron sujetos al pago de los impuestos y al servicio militar, comunes a todo el Estado. Sin embargo, en 1878, se estipuló un sistema de conciertos económicos que otorgaba un cierto grado de autonomía fiscal a las Provincias Vascas.

El final de la guerra carlista permitió acabar más fácilmente con la insurrección cubana. La Paz de Zanjón incluía una amplia amnistía, la abolición de la esclavitud y la promesa de que Cuba tendría representantes en las Cortes españolas. El retraso o incumplimiento de estas reformas provocaría el inicio de un nuevo conflicto en 1879 y la posterior insurrección en 1895.

Texto: Texto histórico.

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