La España de principios del siglo XVII presentaba unas características que la diferenciaban del resto de Europa. Era un país muy condicionado por las ideas contrarreformistas y cerrado al exterior por miedo a que las ideas que circulaban por el continente contagiasen la pureza de la fe católica.
En el nuevo siglo, el XVII, la mala gestión política y económica de los monarcas españoles y de sus validos llevó al Estado a la ruina. La inestabilidad del país, la depreciación de la moneda y las deudas para sufragar los gastos de las luchas exteriores desembocaron en una realidad social muy diferente y en un empobrecimiento general que repercutió en la actividad artística.
La Arquitectura y el Urbanismo
La pobreza de los materiales, las bóvedas se hacían de ladrillo, aunque se recubrían mediante yeserías de gran efecto ornamental y poco coste. La piedra se utilizó para las fachadas. La pobreza del material y el empeño de ocultarlo tras una exuberancia decorativa fueron las causas del progresivo desarrollo de la ornamentación en España. Este carácter ornamental dio lugar a distintos focos:
- El foco castellano destacó por la utilización de molduras, baquetones, estípites y vanos ovales, como en la Plaza Mayor de Salamanca.
- El foco andaluz predominaron las columnas salomónicas y los cortinajes.
- El núcleo más original fue el foco compostelano, que buscó el efecto ornamental a través de los resaltes de placas y de los recortes en los propios elementos constructivos, como las pilastras, los entablamentos o las basas. Un ejemplo claro es la fachada de la iglesia de Santa Clara.
Parte de los arquitectos que levantaron los edificios del barroco hispano fueron también los encargados de trazar los grandes retablos que adornaban el interior de las iglesias barrocas. Los retablos inciden en el intento de contrarrestar la pobreza de los materiales empleados.
Las Plazas Mayores
La preocupación urbanística que plasmara Bernini en la Plaza de San Pedro se extendió por toda Europa, y España no fue una excepción.
Los ejemplos más significativos de este interés urbanístico se encuentran en las plazas mayores. Todas ellas se concibieron de forma similar, como amplios espacios rectangulares rodeados por viviendas que se levantan sobre una zona porticada y que se comunican con el resto de la ciudad. La preocupación urbanística fue, por tanto, una constante a lo largo del periodo.
Los Palacios de los Borbones
Se le encargó a Felipe Juvara.
Realizadas por Sachetti, que suprimieron la originalidad inicial. El resultado fue un edificio rectangular, organizado en torno a un gran patio interior con los ángulos resaltados para conseguir una impresión de movimiento.
La Escultura
Una de las características de la escultura hispana del barroco fue la gran implantación entre los escultores de los principios contrarreformistas. En España predominó, de forma casi exclusiva, la temática religiosa. Tres fueron los motivos preferidos no solo por los escultores, sino también por los pintores hispanos: las representaciones de María como intercesora de los hombres ante Dios, la vida de los santos y la vida y pasión de Cristo. El material más empleado es la madera, siguiendo la tradición hispana.
En la representación de los santos se destacaba la vida de los hombres y mujeres. Las representaciones de Cristo comenzaron a especializarse, en el sentido de que proliferaron diferentes imágenes alusivas a la pasión: Cristo elevado en la cruz (el crucificado tradicional). La más destacada fue el marcado expresionismo de las figuras, que llevó a introducir en la representación elementos ajenos a ella para acentuar el realismo. La figura de Jesucristo comenzó a ser cubierta por mantos realizados en tela. La finalidad de las esculturas es sugerir una profunda emoción religiosa en el espectador. La teatralidad barroca alcanza su máxima expresión.
Junto a las esculturas que se encargaban para los altares y retablos de las Iglesias surgieron una gran cantidad de imágenes pequeñas y de pasos procesionales. Tal fue el gusto por estos pasos que algunos artistas llegaron a especializarse en ellos, donde Salzillo se convirtió en el principal escultor de los pasos de Semana Santa.
Gregorio Fernández
Fue el encargado de introducir tipos iconográficos, como los de la Cruz a cuestas, la Flagelación, la Coronación de espinas, encargados por las cofradías. En todas sus obras el tratamiento de los paños es muy especial: los tallaba como si fueran tela acartonada, lo que provoca pliegues con aristas, que permiten un mayor juego lumínico de las figuras. El tratamiento de la anatomía también es excepcional: en sus cristos muestra una gran maestría en el tratamiento del desnudo.
Martínez Montañés
Escuela Granadina. Emplea un realismo más clásico.
Juan Martínez
Fue el creador de los tipos iconográficos que perduraron a lo largo de la estatuaria religiosa hispana.
La Pintura
Se centró en la temática religiosa. Los temas alegóricos y mitológicos estuvieron presentes. Desde Zurbarán hasta Goya solo se conocen tres desnudos de mujer: la Venus del espejo, de Velázquez; Eugenia Martínez Vallejo, de Carreño Miranda, y la Maja desnuda, de Goya. Por el contrario, y al igual que en la escultura, en la pintura abundaron las representaciones de María, y las de Cristo. El Cristo crucificado.
Los mejores pintores del momento pertenecieron a la escuela andaluza. Lo que caracterizó la pintura barroca hispana fue el tratamiento de las composiciones: los pintores primaban la escena principal; se centraban en el movimiento que se buscaba representar. El tratamiento de las figuras recuerda a la escultura, pues llenan el espacio pictórico y destacan contra fondos. Solo importaba el hombre y su sentimiento, por lo que el fondo desaparecía para evitar la dispersión de la atención del espectador. Se puede apreciar un interés por plasmar el sentimiento interior del personaje: se buscaba que el rostro y los gestos transmitieran la vida interior.
Otra de las características de la pintura española del barroco fue el gusto por el mundo real y la búsqueda de modelos de la época, hábito difundido por Caravaggio. Los bodegones y los detalles cotidianos se incluían en las composiciones siempre que se consideraban necesarios. Su función era la de identificar al personaje. Cuatro pintores del barroco hispano merecen especial atención: Ribera, Zurbarán, Murillo y Velázquez. Características formales: Pinceladas sueltas y espontáneas, mancha de color, composiciones movidas.