Historiografía Griega: Orígenes, Autores y Metodología

La Historiografía en la Antigua Grecia: De Heródoto a Zósimo

Se entiende por historiografía griega aquella realizada en la Antigua Grecia, desde el siglo V a. C. hasta el siglo IV d. C., desde Heródoto hasta Zósimo, pasando por Tucídides, Posidonio, Polibio, etcétera. En total, Jacoby, en Fragmente der griechischen Historiker, diferenció a 856 historiadores griegos, incluidos los mitógrafos y cronistas locales.

El concepto de historiografía nació en Grecia,[1] aunque se acepta que anteriormente ya existía una concepción histórica en Oriente, un deseo de permanencia de todo lo que se ha hecho. Ahora bien, esa concepción histórica primitiva es una mera transmisión de datos históricos que, como las listas reales del Antiguo Egipto, carecían de análisis histórico, por lo que no se trataban de historiografía, sin negar por ello su valor documental.

Se considera a Heródoto el primer historiador, tanto en la actualidad como en la antigüedad.[2] Tucídides estableció posteriormente la base racional y metodológica de una historiografía nacida como reacción ante lo irracional de la mitología griega. Previamente, ya Hecateo de Mileto había atenuado lo sobrenatural, pero la separación total no se produce hasta Tucídides. Heródoto concibió su Historia como un medio de evitar el olvido de aquello que merecía ser recordado. En la Antigua Grecia se veía también la historia como medio de mostrar ejemplos, aunque no modelos de acontecimientos futuros. Asimismo, desde Heródoto los historiadores realizan un examen crítico del pasado y de los hechos supuestamente acaecidos. El padre de la historiografía, Heródoto, así lo expresa en IV, 195, 2: “realmente, ignoro si esto es verdad, simplemente consigno lo que cuentan”.[3]

En cuanto a las fuentes, existía una preponderancia de las fuentes orales sobre las escritas.[4] En los orígenes de la historiografía era casi obligado el uso de fuentes orales, pues a diferencia de los historiadores actuales, que se basan en la investigación de textos, los griegos antiguos no disponían la mayor parte de las veces de suficiente material archivístico o bibliográfico. Sin embargo, cuando ya sí era posible trabajar con los fondos de las bibliotecas, los historiadores siguieron prefiriendo la tradición oral; e incluso criticaron a los que sólo trabajaban con fuentes escritas como, por ejemplo, Timeo. Además, hay que tener en cuenta que los griegos no solían conocer lenguas bárbaras, por tanto, Heródoto no podía entender por sí mismo las crónicas orientales, aunque tampoco mostró interés en conocerlas. La elección de la tradición oral conllevaba la necesidad de las primeras reflexiones en cuanto al método histórico, como es la crítica de las fuentes, su relación y graduación según el valor de los testimonios recogidos. De ahí por ejemplo su empeño en mostrar todas las versiones reconocidas, aunque considere algunas erróneas. Asimismo, la tradición oral obligaba a establecer una cronología que ordenase los hechos aislados tras su recopilación. Las fuentes escritas quedaron relegadas a los arqueólogos o antiquaria, es decir, para el estudio de los tiempos remotos.

En la historiografía griega en general se superan los límites de la historia local e incluso Heródoto abarcó casi todo el mundo conocido por los griegos. El tema central fue la guerra, aunque también hubo historia constitucional, trágica, biografías e incluso etnografía. La elección de tema se fundamentaba en el valor de los acontecimientos sucedidos y en la información disponible. Por ejemplo, para Heródoto un hecho histórico tenía tal valor si no debía dejarse que fuera olvidado. Tucídides, por su parte, eligió la guerra del Peloponeso como tema central de su obra por el motivo obvio de considerarlo el punto álgido de la historia que vivió. Sin embargo, dentro de ese gran tema tuvo que elegir constantemente entre temas menores con absoluta arbitrariedad. Como señala Roussel en Los Historiadores Griegos, la arbitrariedad obligó a Tucídides en ocasiones a recargar a personajes con detalles significativos, falseándolos en parte.[5]

Estilo y Fuentes en la Historiografía Griega

Schrader determina tres elementos típicos principales. En primer lugar, la existencia de un proemio autobiográfico donde se destaca la importancia del hecho a tratar. Este proemio aparece ya en Hecateo de Mileto. En segundo lugar, se establece la metodología histórica, explicando el autor sus fuentes y qué pasos seguirá para contar su historia. En tercer lugar, la articulación de la obra en partes narrativas y discursivas. Estos discursos son en general invención de los autores, aunque ateniéndose al sentido original.[21] Por último, hay otros elementos típicos menos comunes y más variables, tales como las escenas tipificadas en la narración de batallas o los excursos típicos de Heródoto.[22]

Sobre las fuentes, en general, hubo un predominio de las orales sobre las escritas, lo cual determinó en parte la preeminencia de la historia contemporánea, por la dificultad de recoger información oral, que no consistiera en mitos, sobre tiempos remotos. Además, historiadores como Tucídides o Jenofonte se basaron en su memoria al describir hechos en los que participaron.[4] Por su parte, el uso de fuentes escritas aumentó en función del incremento del material disponible.

La elección de las fuentes, cuando había más de una con contenidos contradictorios, se hacía según la más probable.[23] Esa elección no tiene por qué significar una creencia de que esa versión es la cierta y así lo señalaba Heródoto,[24] quien en ocasiones se limitaba a dar varias versiones sin preocuparse en la validez de cada una.

Nacimiento y Evolución de la Historiografía Griega

La historiografía griega nace en el siglo V a. C. de la mano de Heródoto.[2] Para algunos autores, se trata de un nacimiento tardío por el mayor peso del mito y la falta de interés por descubrir unos orígenes más racionales.[31] Antes ya había textos de carácter histórico, pero según Bravo, entre otros, no son fuentes historiográficas al carecer de espíritu crítico.[32] Para Burrow, estas primeras descripciones históricas se centraban en historias locales sobre sus supuestos orígenes.[33] Schrader determina tres elementos básicos y definitorios de la historiografía griega:[34]

  • El afán explorador e investigador que daría origen a los periplos.
  • El nacimiento de una concepción racional del mundo que llevó, por un lado, al surgimiento de una geografía representativa o cartográfica. Por otro lado, posibilitó la sustitución del mito por esquemas racionales, surgiendo los logógrafos. Además, ayudó al nacimiento de la historiografía una necesidad de afirmación personal, creando genealogías que rastreaban los antepasados de las familias. Entre los logógrafos destacaron Cadmo de Mileto, Helánico de Lesbos y especialmente Hecateo de Mileto.[37] Además se realizaron anales rudimentarios, como la relación cronológica de los vencedores de los juegos olímpicos realizada por Hipias.

El Mito y la Literatura Arcaica

La historia primitiva arcaica la constituían los relatos legendarios, siendo Homero el mayor exponente de ese periodo. Aunque se rechaza que sea un “primer historiador”, algunos autores lo consideran el “posibilitador” de la historiografía posterior.[35] Otros reducen su importancia, considerándolo el precursor de la cronografía y de que en él nace la concepción de sucesión cronológica.[36] La presencia del mito solo empezó a reducirse con Hecateo de Mileto al constatar la larga historia oriental en comparación con la historia griega.

Otros autores señalan como fundamental para el nacimiento de la historiografía griega la influencia oriental. El contacto con el imperio persa vuelve conscientes a los griegos de lo que les rodea y de su herencia cultural, siendo un estímulo para contar su historia.[38] Por tanto, se deja en un segundo grado la importancia de una conciencia nacional para el surgimiento de la historiografía.[30]

Heródoto: El Padre de la Historia

Heródoto nació entre los años 490 y 480 a. C., en una familia de notables de Halicarnaso. Implicado en una conjura, debió exiliarse marchando primero a la isla de Samos y posteriormente a recorrer el mundo conocido, quedando reflejado ese peregrinaje en su obra. El lugar de su muerte, acaecida en 425 a. C., no es seguro, aunque en la Suda se fija en Turios.

Hay una serie de características que convierten a Heródoto en algo nuevo, diferente a todo lo anterior: se trata de un autor personal claramente definido y no cuenta ninguna historia narrada por musas, sino el resultado de una investigación. Además, su obra narra los sucesos del hombre; los dioses dejan de tener cabida en la historiografía, al menos de forma directa o personal.[41] Para Schrader, la obra de Heródoto está integrada por una Historia de Lidia, una Historia de Persia y una Historia de las Guerras Médicas. Su Historia, dividida en nueve libros en la biblioteca de Alejandría, se articulaba según un criterio ternario. Asimismo, cada pasaje se articula en tres partes: una introducción, una digresión y la narración del episodio de que se trate pudiendo haber digresiones adicionales en algunas partes.[42] La propia investigación de Heródoto tenía un criterio ternario.[43]

La Historia se basa principalmente en las fuentes orales y en caso de obtener distintas versiones, exponía las que más fundamento tenían para que cada uno eligiera.[44] En cuanto a las fuentes escritas, destacaron por su uso tres grupos: los datos aportados por poetas; inscripciones, listas oficiales y administrativas así como oráculos; las informaciones de logógrafos y literatura de su época. El desconocimiento del idioma de algunas inscripciones y listas oficiales hacía que en ocasiones Heródoto cometiera errores en su interpretación por una mala traducción. En cuanto a influencias de autores anteriores, la crítica distingue unos treinta pasajes basados en Hecateo de Mileto.[45] En su obra destacan también sus descripciones geográficas y etnográficas, en mayor parte fruto de su propia experiencia como viajero.

Tucídides: La Historia como Ciencia

Tucídides nació en torno al 460 – 455 a. C. en Atenas, en una familia noble con concesiones de minas. Es posible que al iniciarse la guerra contra Esparta, Tucídides prestara servicio en su ciudad. En el año 424 a. C. fue elegido estratego y ante una derrota militar fue considerado el culpable, teniendo que exiliarse. Su muerte acaeció probablemente en el 398 a. C. Esa fecha está en consonancia con la afirmación de Marcelino (Vita, 34) de que Tucídides murió en la cincuentena.[50] Algunos investigadores modernos niegan su condición de exiliado, viéndolo como una muestra de la intromisión posterior de Jenofonte en la obra de Tucídides.[51]

Su trabajo ha llegado a la actualidad sin nombre definido y dividido en ocho libros, pero se suele conocer como la Historia de la Guerra del Peloponeso.[52] La obra quedó inacabada, al sorprender la muerte a Tucídides. El momento en el que se realizó la obra ha generado un intenso debate historiográfico, denominado la “cuestión tucidídea”. La discusión se centra en dos teorías: analítica y unitaria. La primera propone que la obra se escribió en diversas fases, mientras que la segunda, que se ha impuesto en la actualidad, expone que toda la obra se escribió de manera continuada, debatiéndose entonces en qué momento empezó Tucídides a escribir la obra.[53]

Su obra supone un avance al diferenciar las causas políticas de la guerra en causas “superficiales” y “verdaderas o la razón profunda”. Además, rechaza cualquier intervención divina, distanciándose así de Heródoto. Tucídides quiso mostrar la guerra como inevitable siendo para él la razón profunda el temor de Esparta al poderío ateniense. Algunos investigadores consideran que el estudio de las causas de Tucídides era aún poco elaborado y se limitaba a señalar los sentimientos profundos de las poblaciones.[54] Tucídides apenas influyó en los historiadores inmediatamente posteriores, pero con el paso de los siglos se convirtió en un modelo y con él se iniciará el lenguaje histórico, con su jerga particular, que luego imitarán historiadores romanos como Suetonio o Tácito.[55]

En cuanto a las fuentes, al igual que Heródoto usa principalmente fuentes orales, aunque también hace uso de inscripciones para conocer cifras exactas, que en caso de que no conociera no se inventaba. Él mismo asegura hacer una selección crítica de los informes orales, aprovechándose además de haber vivido muchos de los acontecimientos como testigo directo.[56]

Jenofonte y las Helénicas de Oxirrinco

Nació el 431 a. C. en Atenas, en el seno de una familia acomodada. De entre sus obras destaca la continuación de la obra inacabada de Tucídides, las Helénicas. También hizo una biografía de Ciro II el Grande, la Ciropedia y diversas obras sobre el proceso que se instruyó contra Sócrates. Además, escribió la Anábasis donde narra la expedición militar de Ciro el Joven contra Artajerjes II. El propio Jenofonte participó en esa expedición. La Anábasis contrasta con las obras anteriores sobre la historia griega al centrarse en un periodo corto y en un sólo personaje, el propio Jenofonte.[58]

Sus diferencias con Tucídides son notables; por ejemplo, recupera las influencias divinas en las Helénicas.[59] El estilo de Jenofonte es decadente y pesimista, con mucha influencia retórica y poca metodología histórica. Aunque se le considera un historiador menor, su estudio es fundamental por la conservación de todas sus obras, siendo la base de muchas teorías historiográficas sobre esa época.[60]

Jenofonte no fue el único continuador de la obra de Tucídides. Además de unas Helénicas poco conocidas de Teopompo, destacan las denominadas Helénicas de Oxirrinco. A lo largo del siglo XX se fueron descubriendo en Oxirrinco unos papiros que contenían esta historia.[61] Según Lérida, su principal característica es la falta de estilo, pero se conjuga con una correcta objetividad y presentación de los hechos, que los hacen una fuente más fiable que Jenofonte.[61] La identidad del autor de estos papiros no está clara, aunque para muchos investigadores podría tratarse de un tal Cratipo de Atenas.[62] También se piensa en Teopompo,[63] aparte de otras opciones menos plausibles como Éforo de Cime,[64] Androción, Anaxímenes o Démaco.[65]