Poesía Lírica desde 1970 a Nuestros Días
Los Novísimos
Los autores más significativos son Manuel Vázquez Montalbán, Félix de Azúa y Pedro Gimferrer. Estos autores aportan una nueva sensibilidad; su educación incluye elementos nuevos: cine, tebeos. Admiran a Aleixandre y Cernuda. Rechazan la poesía social. Su formación intelectual es muy amplia. Esto marca algunos de sus poemas (se ha hablado de “culturalismo”). Preside esta poesía un íntimo malestar vital. Otras veces, la poesía se vuelve frívola; otras, sarcástica. Lo importante, desde el punto de vista poético, es el estilo. Para renovar el lenguaje poético vuelven sus ojos al surrealismo. Crean una poesía de gran dificultad de lectura. Gimferrer es el más significativo.
Según la crítica, las características de este grupo se pueden resumir así:
- Preocupación máxima por el lenguaje y por el poema como creación autónoma.
- Esteticismo, revalorizando lo lujoso al mismo tiempo que lo lúdico. Se relaciona con el culturalismo y el exotismo de que hacen gala.
- El cine enseña también una forma de mirar la realidad y de componer los poemas.
- Uso frecuente de procedimientos experimentales: ruptura del verso, disposición gráfica no normal.
- Presencia del surrealismo.
- Muchos de estos autores llegan a separar completamente realidad y poesía; multitud de poemas de metapoesía.
Dentro de este grupo podemos distinguir dos líneas:
- Autores que comienzan a escribir en los inicios de la década de los 60. Muy influidos por la cultura pop. Vázquez Montalbán.
- Una segunda Generación influidos por el decadentismo de Kavafis. Son más esteticistas. Guillermo Carnero.
Como rasgos generales, podemos destacar la importancia de la ironía y el carácter rompedor.
Últimas Generaciones Poéticas
Hay diversas tendencias:
- Experimentalismo (Ullán)
- Culturalismo (Colinas)
- Clasicismo (De Cuenca)
- Neobarroquismo (Carvajal)
- Metapoesía (Talens)
- Minimalismo
- Antirretoricismo – Poética del silencio (Valente)
- Poesía de la Experiencia (Felipe Benítez Reyes): Es, en nuestros días, una de las líneas más cultivadas, la que más premios poéticos acapara. Se basa esta poesía en los recuerdos de la infancia o adolescencia. De estos últimos poetas, destacamos a Felipe Benítez Reyes.
Renovación Formal en el Teatro: Años 60 y 70
Teatro Comercial
Dentro del teatro comercial, siguen triunfando las comedias de Mihura, Jaime Salom, Jaime de Armiñan y Ana Diosdado. Entre los nuevos sobresale Antonio Gala: En 1963 estrena su primera comedia, “Los verdes campos del Edén”. Durante los años setenta goza del favor del público con obras como Anillos para una dama, Las cítaras colgadas de los árboles, Por qué corres, Ulises. Posteriormente estrena obras como “El hotelito”, “Séneca o El beneficio de la duda”.
La Experimentación
Como ocurre con la narrativa y la poesía, los nuevos autores consideran acabado el realismo social y buscan nuevas propuestas que se caracterizan por su oposición estética a los “realistas”, aunque en bastantes ocasiones las obras tampoco están exentas de crítica social. Muchas de estas obras no encontraron facilidades para ser representadas, o por problemas con la censura, o porque sus audacias formales no encontraron fácil eco en el público. Se habla de “teatro soterrado”, “teatro del silencio”, “Teatro ‘underground’” , “teatro vanguardista”.
Quizá lo más peculiar es el teatro de Fernando Arrabal. Imaginación, elementos surrealistas, lenguaje infantil, ruptura con la lógica son las características del primer conjunto de las obras de Arrabal: por ejemplo, “El triciclo” de 1953. Exiliado en Francia desde 1955, sus obras (generalmente, estrenadas en Francia y publicadas en francés antes que en castellano) se encuadrarían dentro del llamado “teatro pánico” (del griego ‘pan’, todo) y pretenden ser un teatro total que exalta la libertad creadora y persigue la provocación y el escándalo del espectador. Sus obras: “El laberinto”, 1956; “Oye, Patria, mi aflicción” (1975), etc.
En el panorama del teatro bajo los últimos años del franquismo no puede faltar la mención del fenómeno del “teatro independiente”. Bajo este rótulo se engloban grupos como “Los Goliardos”, “Tábano” “Teatro libre” de Madrid; “Els joglars”, “Els Comediants” y “Fura dels Baus” en Barcelona; “Aquelarre”, en Bilbao, etc.
Teatro Español desde 1975
Finalizada la dictadura y eliminada la censura parecía abrirse una etapa prometedora para el teatro. Pero, por el contrario, ha sido en estos años cuando la crisis del teatro español se ha hecho más evidente.
Un importante fenómeno del teatro español posterior a 1975 ha sido la creación de instituciones teatrales que dependen de instancias oficiales, tanto del estado como de las comunidades autónomas o municipios. Así, en 1978 se creó el Centro Dramático Nacional y posteriormente El Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas y la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
Francisco Nieva (dos veces Premio Nacional de Teatro, Premio Príncipe de Asturias de las Letras, académico de la Lengua…) es probablemente el más importante de los dramaturgos experimentales de la segunda mitad de siglo. Aunque escribe obras de teatro desde los años cincuenta, no las ve representadas de forma regular hasta después de la muerte de Franco. Ligado al grupo literario de los ‘postistas’ de finales de los cuarenta y principios de los cincuenta, su teatro va a caminar por la senda de lo surrealista, lo onírico, lo fantástico y lo imaginativo. El propio dramaturgo ha subdividido su obra en “teatro de crónica y estampa”, “teatro de farsa y calamidad” y “teatro furioso”. Al primer grupo pertenecen obras de estética más realista. En Las obras del segundo grupo se da más importancia a lo irracional e imaginativo. Finalmente, el “teatro furioso” extremará los rasgos de libertad imaginativa y ruptura de todo corsé teatral preestablecido. Se trata de que se produzca de forma plena la liberación del subconsciente. Al “teatro furioso” pertenecerían obras como “Pelo de tormenta”, 1972; ”Nosferatu”, 1975; “Te quiero zorra”, 1987, “El baile de los ardientes”, 1990 …
Otros autores de esta época: Sanchís Sinisterra (1940): ¡Ay, Carmela! de 1986, José Luis Alonso de Santos: ”Bajarse al moro” de 1985; Fernando Fernán Gómez: Las bicicletas son para el verano ; Paloma Pedrero (1957): “Besos de lobo” de 1991, Ignacio Amestoy, Premio Nacional de Teatro del 2002 con “Cierra bien la puerta” etc.