El Mihrab de la Mezquita de Córdoba
Catalogación
Título: Mihrab de la Mezquita de Córdoba
Autor: Desconocido
Estilo: Andalusí
Época: Siglo X
Descripción
¿Qué se ve?
El Mihrab de la Mezquita de Córdoba consta de un pequeño espacio interno precedido por un arco de herradura con un alfiz, sobre el que se observan una serie de arcos polilobulados que encuadran una decoración vegetal, realizada en mosaico sobre un fondo de oro, y una pequeña habitación, que en las mezquitas indica el lugar hacia donde hay que mirar cuando se reza. El mihrab está ubicado en el muro de La quibla. Tiene forma de octógono cubierto por una pequeña cúpula en forma de concha, sujetada con seis arcos polilobulados. El alfiz y la serie de arcos tienen entre sí una amplia franja con inscripciones en letras cúficas, donde se pueden leer citas tomadas del Corán. Las jambas del arco de herradura se revisten de dos grandes losas de mármol decoradas con ataurique.
Estilo Andalusí
El estilo andalusí, también llamado arte hispano-musulmán o arte hispano-árabe se basa en el estilo artístico árabe desarrollado en Al-Andalus entre los siglos VIII y XV.
Lo que más destaca de este estilo es la arquitectura, aunque la escultura y la pintura también tuvieron gran importancia. En la época califal la mayor obra de arte conservada es la Mezquita de Córdoba, una de las más importantes del mundo. Existe gran relación entre el arte andalusí y el arte mozárabe (el de los cristianos bajo el dominio musulmán) y el arte mudéjar (el de los musulmanes bajo el dominio cristiano). La invasión árabe del reino visigodo (711) significó, en el ámbito artístico y cultural, un cambio de orientación de los modelos, pero también un sincretismo del que la civilización árabe es característica; destacadamente, la reutilización de elementos de iglesias visigodas que se transformaron en mezquitas, lo que implicó la adopción y transformación del arco de herradura.
Hasta la desaparición del reino nazarí de Granada, 1492, en Al-Ándalus se mantuvieron unas condiciones culturales peculiares que le diferenciaron tanto del Islam oriental como del arte europeo.
La ornamentación es, sin duda, uno de los aspectos que más han contribuido a la unificación del arte musulmán. Los mismos temas decorativos aparecen, tanto en la arquitectura como en las artes suntuarias, con independencia del material, la escala o la técnica empleada. La gran profusión de superficies decoradas hace que las estructuras queden parcialmente camufladas. Mediante la repetición de motivos, a menudo geométricos, y la sabia combinación de materiales y texturas, se logra un efecto tridimensional que dota a los edificios de cierto misterio y ligereza. La luz y el agua son elementos indispensables para lograr ese efecto casi irreal. Tanto en los edificios como en los objetos decorativos, la caligrafía, los motivos de estrellas entrelazadas, y los motivos vegetales estilizados, también llamados atauriques, abigarran el espacio en una armoniosa interrelación. Otro de los elementos decorativos arquitectónicos más característico son los mocárabes, que separan determinados espacios y están conformados de alvéolos semi-esféricos o prismáticos que se repiten y superponen, como en un auténtico enjambre.
Función del Mihrab
El mihrab indica el lugar hacia el que hay que mirar cuando se reza. Junto a él se sitúa el imán para dirigir la oración. En la Mezquita de Córdoba se orienta hacia el sur, a diferencia del resto del mundo islámico, en el que suele estar orientado hacia el este.
La zona del mihrab es la más emblemática de la ampliación de al-Hakam II. Lógicamente dada su importancia simbólica debe ser la zona más rica de toda la mezquita. Desde este punto se dirige la oración y frente a él se dispone la macsura o lugar reservado al califa y su séquito. La fachada del mihrab y la cúpula que le precede al mihrab constituyen la parte más preciosa del edificio, ante la exuberancia ornamental que aquí se concentra, gracias al espectacular despliegue de mosaicos, cerámica, celosías, placas de mármol talladas con máxima exquisitez, pantallas de arcos entrecruzados, pinturas, etcétera.
El mihrab propiamente dicho presenta planta heptagonal y se cubre por una bóveda octogonal de yeso que reproduce una gran concha. De nuevo debe señalarse la riqueza decorativa de este espacio, sus inscripciones, sus mármoles, etcétera. Este recinto, que supera los tres metros tanto en profundidad como en anchura, es único por su tipología en la arquitectura conservada de los primeros siglos del arte islámico, pues ninguna de las importantes mezquitas de Damasco, Jerusalén o Qayrawan presentan un mihrab tan monumental como el cordobés.
El Mirador de Daraxa en la Alhambra
Información General
Obra: Mirador de Daraxa en la Alhambra de Granada.
Autor: Anónimo, pero auspiciado por el emir Muhammad V.
Estilo: Arte hispano-musulmán. Periodo nazarí
Periodo: Siglos XIII, XIV y XV (entre los años 1362 y 1391).
Elementos Arquitectónicos Relevantes
Este mirador es parte de la Sala de las Dos Hermanas, la cual se encuentra dentro del conjunto del Palacio de los Leones. Situada en la zona del patio norte, tiene una planta rectangular subdividida a su vez en tres habitaciones: la central, cuadrada, que es la propia Sala de las Dos Hermanas, y las otras dos rectangulares: la Sala de los Ajimeces y El Mirador de Daraxa o Lindaraja. Desde la Sala de los Ajimeces entramos al mirador por un gran arco apuntado de mocárabes, es una de las zonas más conocidas de La Alhambra, desde el que se veía el exterior y disfrutaban de la idea musulmana de paraíso. El nombre de Lindaraja deriva de Ayun Dar Aisa, “los ojos de la casa de Aisa”.
En cada una de sus dos paredes laterales tiene un arco y en la pared restante se abre la ventana más ancha, que contiene dos arcos que miran al Patio de Daraxa. Estos dos arcos gemelos son de medio punto y festoneados en el intradós. Se apoyan en finas columnas anilladas de mármol y capitel cúbico, con decoración de atauriques y meandros. Sobre los ventanales aparecen unos arcos de mocárabes, en cuyos paños aparecen inscripciones de alabanza a Dios, a Mohamed V y poesías.
Sobre el zócalo alicatado de sus muros encontramos una exuberante decoración en estuco, con variedad de formas decorativas. Culmina en una serie de arquillos ciegos, que soportan un friso con el lema «sólo Dios es el vencedor». El suelo es de azulejos, aunque se encuentra muy deteriorado. La techumbre, recientemente restaurada, es una armadura de madera de pino, en forma de artesa invertida, con cristales coloreados, que proporcionaba gran iluminación. Desde los alféizares de las ventanas, muy bajos, se podía contemplar originariamente el bosque de la Alhambra, el valle del Darro, el barrio del Albaicín. Sin embargo, la construcción de las habitaciones del emperador Carlos V, al otro lado del jardín de Daraxa, obstaculizó esta panorámica.