La Elegía a Ramón Sijé: Un Estudio Profundo de Miguel Hernández
El poema “Elegía a Ramón Sijé” pertenece al libro El rayo que no cesa escrito por Miguel Hernández (M.H.), quien nació en Orihuela (Alicante) en 1910.
En un momento en que la situación española, tras las primeras guerras europeas, se agrava y la crisis llega a ser total, España se convertirá en un volcán que estalla el 18 de julio de 1936, en una guerra civil que ganarán los sectores conservadores y que desembocará en hambre, aislamiento internacional, odio, represiones, censura. No obstante, la cultura española y, en particular, su literatura vive una época de esplendor solo comparable al Siglo de Oro.
En el primer tercio del siglo XX se produce una verdadera explosión creativa. Varios movimientos estéticos se suceden y se solapan: los vanguardistas, y en los años 30 la Generación del 27, a la que pertenece Lorca, cuyos autores armonizan los últimos movimientos vanguardistas con la tradición literaria española.
La vida y la obra de M.H., trágicamente truncada por la guerra civil, sirve de puente entre dos etapas de la poesía española: la poesía del 27, con la que tenía contacto, y la Generación del 36, de Cela y Rosales, en la que se incluye por edad.
M.H. era de familia muy pobre. De niño fue pastor de cabras y un autodidacta que se forma a sí mismo a través de abundantes lecturas. Su vocación poética es temprana: escribe versos desde los dieciséis años. En Orihuela participa en las tertulias que organiza su amigo Ramón Sijé, y al que dedica el poema que analizamos. Luego conoce a la que sería su mujer. Se traslada a Madrid, donde conoce a Pablo Neruda, cuya amistad será decisiva en su evolución ideológica. Al estallar la guerra, se alistó como voluntario del lado de la República. Tiene un primer hijo, que muere; el segundo nace estando encarcelado y morirá de tuberculosis en 1942.
Es un poeta extraordinariamente dotado, que sabe conjugar la fuerza de la inspiración con el arte y las sabias. Con su tono arrebatador y humanísimo, su palabra parece salir directamente del corazón, equilibra la emoción y la contención como nadie.
Trayectoria Literaria de Miguel Hernández
En su trayectoria literaria se pueden distinguir tres etapas:
- Inicios: Después de tantos poemas adolescentes, escribe con una rigurosa disciplina poética al estilo de la moda gongorina. Destaca en esta etapa Perito en Lunas.
- Plenitud: La segunda etapa es la plenitud de M.H. Se alcanza con El rayo que no cesa, al que pertenece “La Elegía a Ramón Sijé”. En él se consolidan sus tres grandes temas: la vida, el amor y la muerte. En el canto está el amor: un anhelo vitalista que se estrella contra las barreras que se alzan a su paso. De ahí ese “rayo” que no cesa, que clava incesante en su corazón con oscuros presagios de muerte.
- Guerra y Cárcel: La tercera etapa, Guerra y cárcel, llega con la guerra civil y su poesía se convierte en un arma de combate. Se inicia una etapa de poesía comprometida con el libro Vientos del pueblo.
En El hombre acecha aparece el dolor por la tragedia de la guerra, con un lenguaje más claro y directo, con menos preocupación estética. En la cárcel compone Cancionero y romancero de ausencias donde depura su expresión, inspirándose en la lírica popular. Otra vez habla de amor: ahora a la esposa y al hijo, un amor frustrado por la separación. Aparecen otros temas: su situación de prisionero y las consecuencias de la guerra.
En esta época destacan otros poemas como “Nanas de la cebolla”, dedicado al hijo, en el que el poeta todavía encuentra fuerzas para pedir la sonrisa.
Análisis de “Elegía a Ramón Sijé”
“Elegía a Ramón Sijé” es la gran composición de El rayo que no cesa y es una elegía completa, un planto; poema dedicado a la muerte de una persona, específicamente a Ramón Sijé, amigo del poeta.
El tema central es, pues, el dolor por la muerte del amigo, un dolor inconmensurable.
Estructura Interna
Atendiendo a su estructura interna, el poema puede dividirse en dos partes bien diferenciadas:
- Primera Parte (Versos 1-33): Los primeros 11 tercetos, es decir, los 33 primeros versos, en los que el poeta se refiere a la muerte del compañero y a su propio estado, en el que ha quedado solo, desesperado. “Yo quiero ser llorando el hortelano”, “no hay extensión más grande que mi herida”. Hay un tono de resignada tristeza que en el séptimo terceto se va volviendo rebeldía contra la muerte, a la que critica por haberse llevado a su amigo tan temprano, tan joven.
- Segunda Parte (Versos 34-49): A partir del verso 34, la calma se reestablece en el desolado espíritu del poeta, cambia de tono. Pasan del presente al futuro: “volverás”. El amigo, que yace inmóvil, ahora se ha fundido con la naturaleza. Sijé mora en la higuera, el huerto, las flores, las rejas. El deseo del regreso planteado en los versos anteriores parece ahora atenuado, ya no tiene los mismos deseos y descarta la rabia, ansía el regreso del alma del amigo para dialogar como antes: “A las aladas almas de las rosas // del almendro de nata te requiero”.
Estructura Externa
Con respecto a la estructura externa, el poema consta de 49 versos repartidos en 15 tercetos encadenados con rima consonante ABA BCB CDC… y un serventesio final OPOP, de forma que ninguno quede suelto.
Recursos Literarios
Muchos son los elementos que dan literariedad al texto, y la hipérbole es uno de los recursos más destacados en el poema, sobre todo en la primera parte: “por dolor me duele hasta el aliento”; “siento más tu muerte que mi vida”, para destacar el dolor intenso que le produce la muerte del amigo. Hay metáforas referidas a la muerte: “un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado”; la anáfora: “temprano levantó la muerte el vuelo // temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo”.
Además de la anáfora, en el texto encontramos paralelismo (verso 22-24); también encontramos personificaciones: “madrugó la madrugada”.
En la segunda parte, a partir del verso 34, cuando el dolor se va convirtiendo en esperanza, el léxico se va endulzando y se suaviza. Así lo vemos en metáforas como “almendras espumosas”. En esta parte resalta la naturaleza con la que se ha fundido el amigo: almendro, huerto, higuera, flores, abejas, ceras… Hay personificaciones: “a las aladas almas de las rosas”, “Angelicales ceras y labores”.
La forma verbal “requiero” tiene aquí una doble interpretación: volver a querer; requerir, llamar, reclamar. En definitiva, no solo el contenido, sino que los recursos formales de esta parte también han cambiado.
Conclusión
El poema es un tanto fúnebre en el que el poeta entierra una parte de su yo poético y las influencias líricas que su amigo Sijé le había enseñado y de las que se había ayudado para tomar un nuevo rumbo poético marcado por Neruda. En este sentido, los aspectos lo consideran como un poema de reconciliación espiritual que ha quedado como ejemplo de fraternidad y grandeza poética.