Contexto y claves de ‘El sí de las niñas’, ‘Pepita Jiménez’, ‘La casa de Bernarda Alba’ y ‘Nada’

‘El sí de las niñas’ (1806) de Leandro F. de Moratín: Obra dramática de la Ilustración

Contexto histórico y características del teatro neoclásico

A finales del siglo XVII y principios del XVIII, se desarrolló la “crisis de la conciencia europea”. Las normas y creencias del Antiguo Régimen fueron sometidas a un profundo debate. Durante la Ilustración, también conocida como el Siglo de las Luces, predominó la confianza en la razón como herramienta para alcanzar el progreso y la felicidad. El teatro español de esta época experimentó un intento de reforma. En contraste con el teatro barroco, en la segunda mitad del siglo XVIII surgió un teatro con las siguientes características:

  • Adopción de las tres unidades (acción, tiempo y lugar).
  • Finalidad didáctica o moral.
  • Eliminación de los excesos barrocos.
  • Verosimilitud.

Innovación y estructura de ‘El sí de las niñas’

Leandro Fernández de Moratín, escritor neoclásico, se destacó como un gran innovador. Su obra defiende el amor verdadero y, como comedia neoclásica, se adhiere a las normas clásicas. Su estructura respeta la regla de las tres unidades: la acción se desarrolla en una posada de Alcalá de Henares, durante diez horas (desde las siete de la tarde hasta las cinco de la mañana), y no hay acciones secundarias.

Temática y título

El tema abordado por Moratín refleja la mentalidad de la época y retrata una costumbre de finales del siglo XVIII: el profundo respeto hacia las autoridades y las normas establecidas. Esto explica el título de la obra, El sí de las niñas, ya que los hijos debían aceptar las propuestas de sus padres.

Estilo y lenguaje

El autor muestra su lado más cómico, sin dejar de lado los problemas controvertidos de la época. La mayor parte de la acción se presenta a través del diálogo, con constantes alusiones a la mentalidad progresista de Don Diego (“Si tú la quieres, yo la quiero también”) en contraposición a la mentalidad tradicional de la madre (“¿Qué acciones son estas?… ¡Qué escándalo!”).

‘Pepita Jiménez’ (1874) de Juan Valera

Contexto histórico y literario

Juan Valera publicó esta obra a finales del siglo XIX, durante el fin del Sexenio Democrático y la Restauración borbónica con Alfonso XII. En España, destacaba el pragmatismo en la política y el Realismo en la literatura.

El Realismo según Juan Valera

Aunque para el escritor realista el tema central es la realidad, presentada de forma detallada, precisa y objetiva, para Juan Valera la novela debe reflejar la vida, pero evitando los aspectos más crudos. Se inclinó por temas como el amor (el conflicto entre el amor divino y el profano), la religión, el celibato, la familia, la moral y la amistad. Los personajes más relevantes del Realismo pertenecen a la clase burguesa, y la mujer ocupa un lugar destacado.

Análisis psicológico de Pepita Jiménez

Juan Valera realiza un profundo análisis psicológico de su protagonista, Pepita. Incluso, al hablar de ella, hace alusiones a personajes mitológicos o figuras literarias: “Será para mí como Beatriz para Dante, figura y representación de mi patria, del saber y de la belleza”. A diferencia de otros personajes femeninos literarios en situaciones amorosas (como Doña Paquita en El sí de las niñas), Pepita no adopta una actitud pasiva, sino que toma las riendas de su historia.

Estilo y recursos literarios

El estilo de Juan Valera fue criticado por su elaborada prosa. Sin embargo, su objetivo siempre fue escribir de forma cuidada y bella, utilizando imágenes sensoriales y literarias: “Manos diáfanas como el alabastro”, “Como la tibia luz de la luna es el rayo de su mirada”, “dientes como perlas”.

Originalidad de la obra

Pepita Jiménez es la obra más destacada de Valera. Su originalidad radica en el tono epistolar inicial, con un epílogo de narración directa que utiliza la técnica del “manuscrito encontrado”, originaria de El Quijote. El autor, para dar verosimilitud a su obra, afirma no ser el inventor, sino que la encontró ya escrita, otorgándole así un carácter auténtico.

‘La casa de Bernarda Alba’ de Federico García Lorca (Generación del 27)

Contexto histórico y literario

Esta obra fue escrita en 1936, pero no se estrenó hasta años después. España vivía un momento crítico: en febrero de 1936, el Frente Popular ganó las elecciones de la II República, y en julio de ese mismo año comenzó la Guerra Civil. En el ámbito literario, se produjo el apogeo de la Generación del 27, un grupo de jóvenes poetas que comenzaron a publicar sus obras en la década de 1920, buscando combinar la tradición literaria española con las nuevas corrientes.

Estructura y simbolismo

Toda la acción de la obra se desarrolla en un espacio cerrado, un mundo que limita las fuerzas vitales, una cárcel vigilada por las vecinas. La estructura del drama es circular y cerrada: la obra comienza y termina con la muerte y con una referencia a las campanas que doblan por los difuntos. Bernarda pide “¡Silencio!”, aludiendo a las muertes que se suceden.

Conflicto central

La obra presenta el conflicto entre dos fuerzas principales: el principio de autoridad ciega, con su orden y poder, y el principio de libertad instintiva, en su lucha constante por imponerse. Se trata de una visión trágica de la sociedad y la realidad española de 1936. La autoridad se enfrenta a la libertad: “Tirana de todos los que la rodean”, dice la criada sobre la madre.

Lenguaje y estilo

El lenguaje de esta obra de Lorca es predominantemente coloquial, como se aprecia en el uso de frases hechas de la sabiduría popular (especialmente por la criada). Este nivel lingüístico es coherente, ya que la obra representa escenas de la vida cotidiana de la época. Este tipo de lenguaje, combinado con frases cortas y concisas, metáforas y comparaciones, proporciona al conflicto la estrategia necesaria para expresar lo que en esa época estaba censurado. El conflicto entre madre e hijas, que viven en un mundo cerrado, es evidente: “Esto tiene no ataros más cortas”, “Tú no tienes derecho más que a obedecer” (les dice la madre a sus hijas). La maestría del poeta también se manifiesta en la naturalidad y fluidez con que entran y salen los personajes, así como en la simbología empleada (agua, blanco-negro, el color verde, el bastón, etc.).

‘Nada’ de Carmen Laforet (Novela existencial de los años 40)

Contexto histórico y características de la novela existencial

Esta novela refleja el estancamiento y la pobreza de la España de la posguerra. La escritora transmitió, con un estilo literario innovador para la prosa de la época, la lenta desaparición de la pequeña burguesía tras la Guerra Civil. La novela existencial de los años 40 se centra en temas como la miseria y sordidez de la vida cotidiana, la frustración y la angustia personal, la inadaptación social, la soledad y la muerte.

Personajes y elementos fantásticos

Sus personajes son desarraigados, desorientados o marginados. La autora utiliza, en ocasiones, elementos de la literatura fantástica para describir situaciones o personajes: “el rostro del tío Juan se le antoja una calavera”, “el cuarto de baño le parecía una casa de brujas”.

La casa de Aribau como reflejo de la posguerra

La casa de Aribau, que en el pasado fue un hogar normal y feliz, y que ahora ha sido reducida a la mitad (han vendido parte del piso), está llena de muebles astillados, chinches escondidas en el mugriento empapelado, miseria y violencia. Es un retrato preciso y escalofriante de la España de posguerra. Los dos hermanos varones, que se aman y se odian, que intentan matarse y se lloran mutuamente, con un pasado de traiciones y denuncias, son una clara representación de la locura fratricida de 1936.

Técnicas narrativas y título

Las técnicas narrativas empleadas son las de la novela realista tradicional. Carmen Laforet, en primera persona, retrata la vida sórdida y monótona de los años de posguerra en Barcelona a través de las experiencias de su protagonista. En cuanto al título, Nada, a Andrea no le ha sucedido nada físicamente en un año, nada ha cambiado su rostro, pero sí su forma de pensar y reaccionar.