Evolución Política y Militar de Al-Ándalus: de la Conquista al Reino Nazarí

Introducción: La Conquista Musulmana de la Península Ibérica

Las disputas internas visigodas entre el rey don Rodrigo y los descendientes del anterior rey, Witiza, fueron aprovechadas por los musulmanes para entrar en la península, a petición de estos últimos. En el año 711, un ejército bereber dirigido por Tarik cruzó el Estrecho de Gibraltar y derrotó al rey visigodo don Rodrigo cerca del río Guadalete. Un nuevo ejército, comandado por Tarik y por Muza, se dirigió a Toledo, capital de la monarquía visigoda, que fue conquistada sin apenas resistencia. Después, continuó hacia Zaragoza, sin encontrar oposición. Entre los años 711 y 716, los musulmanes lograron el dominio de casi todo el territorio peninsular, con la excepción de la zona cantábrica y el oeste de los Pirineos (batalla de Covadonga en el 722, primera victoria cristiana al mando de Don Pelayo). Se iniciaba así la andadura musulmana en la Península, instituyendo un Estado al que llamaron Al-Ándalus.

Desarrollo: Etapas Políticas de Al-Ándalus

El Emirato Dependiente (714-756)

Córdoba se convirtió en la capital de Al-Ándalus y el gobierno estuvo dirigido por un emir o valí (gobernador) que dependía del califa residente en Damasco. Tras la muerte del primer emir, Abdelaziz, surgieron luchas internas entre las facciones de la aristocracia árabe y conflictos con los bereberes, quienes se quejaban de la discriminación que sufrían por parte de la minoría gobernante. El intento de asentamiento de los bereberes en el Valle del Duero fue un fracaso y esta tierra quedó como fronteriza o “tierra de nadie”.

El Emirato Independiente (756-929)

La dinastía Omeya, que gobernaba el califato desde Damasco, fue depuesta por la dinastía de los Abasíes (750). El objetivo era acabar con toda la familia Omeya, pero uno de sus miembros, Abd al-Rahman, sobrevivió y huyó a Al-Ándalus (755). Allí derrotó al emir de Córdoba, ocupó la capital y se proclamó emir independiente en el 756 (políticamente hablando, ya que en materia religiosa seguía respetando la autoridad del califa de Bagdad, la nueva capital). Se creó el Emirato Independiente de Córdoba, un nuevo Estado que consolidaba su poder reorganizando la recaudación de impuestos, creando un ejército permanente y reorganizando la administración (Hachib, una especie de primer ministro; visires, ministros; y cadíes, jueces). Sin embargo, continuaban los problemas con los territorios fronterizos, llamados marcas, y los conflictos con los muladíes (cristianos convertidos al Islam) y con los mozárabes (cristianos que vivían en territorio musulmán).

El Califato de Córdoba (929-1031)

A principios del siglo X, el emirato cordobés sufrió una fuerte crisis. Los reinos cristianos eran cada vez más fuertes y las revueltas interiores eran constantes. Abdal-Rahman III llegó al poder. Sus victorias militares sobre sus enemigos le concedieron un gran prestigio y se proclamó califa, desligándose así de toda sumisión del califato de Bagdad. El califa concentraba todo el poder político, militar y religioso, y obtuvo grandes beneficios al reorganizar el cobro de impuestos. Frenó la invasión Fatimí proveniente del norte de África y detuvo el avance de los reinos cristianos del norte, e incluso los convirtió en vasallos de Córdoba. Todo esto convirtió a Al-Ándalus en una gran potencia con un gran esplendor cultural (construcción del palacio de Madinat Al-Zahara y la ampliación de la mezquita de Córdoba).

Tras su muerte, le sucedió su hijo Al-Hakam II, quien continuó la labor de su padre, favoreciendo el impulso intelectual y artístico de Al-Ándalus, la civilización más brillante del momento. Al morir Al-Hakam II, los califas perdieron poder. Gobernaba en realidad Al-Mansur (Almanzor para los cristianos), el emir de Hisham II. Formó un nuevo ejército con bereberes y mercenarios cristianos, con importantes campañas militares como los saqueos contra los cristianos, las razias. Al morir Almanzor en 1002, le sucedieron sus hijos, pero no pudieron mantener el poder, comenzando un periodo de inestabilidad que provocó la desaparición del califato y la disgregación política de Al-Ándalus en 1031.

Las Taifas y las Invasiones Bereberes (1031-1246)

A principios del siglo XI, la debilidad del califato dio lugar a una multitud de pequeños Estados independientes llamados taifas. Estaban enfrentados entre sí, y esta debilidad facilitó la intervención de los reinos cristianos en sus rivalidades. Su apoyo o protección tuvo que ser pagado mediante parias, tributos que pagaban los territorios musulmanes a algunos reyes cristianos con la finalidad de obtener protección militar y no ser atacados. Los reinos cristianos aprovecharon la fragmentación de las taifas para potenciar la Reconquista de los territorios dominados por los musulmanes. Ante el avance cristiano, los reyes de las principales taifas, como Sevilla, Badajoz o Granada, buscaron la ayuda de los almorávides, bereberes que practicaban los principios más estrictos del Islam. En 1086, los almorávides, al mando de Yusuf ibn Tafin, cruzaron el estrecho de Gibraltar y derrotaron a los castellanos en Sagrajas. Castilla.

El Reino Nazarí de Granada (1246-1492)

El único territorio musulmán que no había sido conquistado por los cristianos era la taifa de Granada. Desde el siglo XIII hasta finales del XV, este reino se mantuvo como la única entidad política andalusí, con grandes momentos de esplendor en el s.XIV (Alhambra). La dinastía Nazarí mantuvo la independencia de Granada (hasta que los Reyes Católicos pactaron con el rey Boabdil la rendición de Granada en 1492), con la excepción de Granada.