1. Contexto Histórico
El Barroco surgió en Italia en el siglo XVII y se expandió por Europa y América Latina en un periodo marcado por crisis económicas, epidemias y conflictos religiosos, como la Guerra de los Treinta Años. En respuesta a la Reforma Protestante, la Contrarreforma utilizó el arte como un medio de persuasión, promoviendo un estilo recargado y emotivo que reforzara la fe católica y el poder de los monarcas absolutistas. Mientras que en los países protestantes el arte reflejaba la sobriedad y los valores de la burguesía, en los países católicos predominó la imaginería religiosa, con esculturas dramáticas y expresivas que buscaban impactar emocionalmente a los fieles.
En España, aunque el país perdió su hegemonía política y económica, vivió un esplendor cultural conocido como el Siglo de Oro, caracterizado por grandes avances en literatura, pintura y arquitectura. La mentalidad se inclinó hacia el antropocentrismo, desplazando progresivamente el teocentrismo medieval, mientras que científicos como Kepler y Galileo ampliaban la comprensión del Universo.
La arquitectura barroca rompió con la armonía clásica del Renacimiento, incorporando movimiento, efectos visuales y una ornamentación grandiosa que buscaba deslumbrar al espectador. Ejemplo de ello es la Plaza de San Pedro en el Vaticano, diseñada por Bernini, cuya majestuosa columnata simboliza el abrazo de la Iglesia a los creyentes y refleja la grandeza del Barroco como herramienta de poder y devoción.
2. Arquitectura en España
Durante el periodo barroco en España, el estilo Herreriano siguió vigente debido a la influencia de El Escorial, aunque surgieron nuevas propuestas arquitectónicas. Juan Gómez de Mora desarrolló modelos geométricos innovadores, siendo su obra más destacada la Plaza Mayor de Madrid, un espacio central para la vida social, comercial y festiva de la ciudad. Originalmente con cinco plantas, fue reformada por Villanueva tras un incendio, reduciendo su altura a tres niveles.
Otra obra importante es la fachada del Obradoiro en Santiago de Compostela, diseñada por Casa Novoa en el siglo XVIII. Para su construcción, se demolió un barrio medieval con el fin de crear una plaza que enmarcara la catedral y realzara su protagonismo. La fachada mantiene la anterior oculta tras una nueva, con un diseño barroco recargado, torres francesas y elementos decorativos como arcos y vidrieras.
Por su parte, el Palacio Real de Madrid, obra de Juvara y Sachetti, fue construido tras el incendio del Alcázar y refleja la influencia del Barroco francés, con líneas claras, monumentalidad y jardines inspirados en Versalles. Aunque el nuevo rey Felipe V introdujo el arte de su país de origen, los arquitectos del palacio fueron italianos. El edificio destaca por su altura, su equilibrio entre clasicismo y grandiosidad, y el dominio de la arquitectura sobre la naturaleza, reflejado en sus jardines simétricos y planificados.
3. Escultura
La escultura barroca se centra en temas bíblicos y mitológicos con un fuerte simbolismo cristiano. La imaginería religiosa, desarrollada en España y sus colonias, alcanzó su máximo esplendor en este periodo, destacando por la policromía y la expresividad. Se divide en dos escuelas principales:
Escuela Castellana
Caracterizada por un realismo crudo y dramático, enfatiza el dolor y el sufrimiento a través de detalles impactantes como llagas y sangre. Gregorio Fernández es su máximo exponente con obras como Cristo Yacente, que representa a Cristo con gran precisión anatómica y una profunda carga trágica.
Escuela Andaluza
Con un enfoque más refinado y equilibrado, busca la armonía estética y la belleza idealizada. Ejemplo de ello es Cristo de la Clemencia de Martínez Montañés, donde Cristo aparece crucificado sin heridas visibles, reflejando serenidad. Alonso Cano, con su Inmaculada, establece un modelo icónico de la Virgen, y Pedro de Mena resalta la espiritualidad en obras como San Francisco y Magdalena Penitente.
A nivel europeo, Bernini fue el escultor más influyente, destacando con obras como Apolo y Dafne, que captura el instante de la transformación mitológica, y El Éxtasis de Santa Teresa, que representa la intensa experiencia mística de la santa.
Por otro lado, la imaginería murciana, representada por Salzillo, introdujo mayor dinamismo en la escultura religiosa, con grupos escultóricos más teatrales y detallados, como El Paso de la Oración en el Huerto de los Olivos, donde se combinan el lujo en los ropajes y la expresividad de los personajes.
4. La Pintura
La pintura barroca se centró en temas religiosos, mitológicos y de exaltación monárquica, caracterizándose por su teatralidad y el uso de la luz como elemento dramático. El artificio y el engaño visual eran comunes, con escenarios que evocaban montajes teatrales y modelos tomados del pueblo, generando impacto y controversia. La perspectiva estaba plenamente incorporada, organizando la escena en distintos planos.
En la jerarquía de géneros pictóricos, los bodegones, naturalezas muertas y vanitas ocupaban el nivel más bajo, aunque artistas como Zurbarán los dotaron de un significado simbólico. Los retratos, inicialmente considerados de menor prestigio, cobraron relevancia con Rembrandt y Velázquez, quienes lograron capturar la personalidad de los retratados. Las escenas de la vida cotidiana tardaron en ser aceptadas, mientras que los temas históricos y alegóricos gozaban de mayor reconocimiento.
Entre los grandes exponentes, Caravaggio revolucionó la pintura con su uso del tenebrismo, creando fuertes contrastes de luz y sombra en obras como El Entierro de la Virgen y Judith y Holofernes. En los Países Bajos, Rubens destacó por su dinamismo y colorido, mientras que Rembrandt abordó el retrato y la vida burguesa con un realismo profundo, como en La Ronda Nocturna.
En España, Velázquez elevó la pintura a su máxima expresión con obras como Las Meninas y La Rendición de Breda, donde combinó perspectiva aérea, artificio y escenas de gran profundidad psicológica. Murillo, con su estilo más amable e idealizado, triunfó con sus representaciones de la Inmaculada Concepción, mientras que Zurbarán aportó un enfoque sobrio y espiritual.
El Barroco también permitió la aparición de mujeres artistas, aunque limitadas principalmente a la pintura de bodegones. Artemisia Gentileschi y Sofonisba Anguissola lograron desafiar estas restricciones, destacando por su técnica y audacia en el retrato y la representación de escenas bíblicas.
Caravaggio (1571-1610)
Michelangelo Merisi da Caravaggio fue un pintor italiano considerado el máximo exponente del Barroco temprano. Revolucionó la pintura con su uso del tenebrismo, una técnica que contrastaba intensamente la luz y la sombra para crear un dramatismo sin precedentes. Sus obras presentan un realismo crudo y directo, con personajes de fuerte expresividad y composiciones innovadoras. Caravaggio tuvo una vida turbulenta, llena de conflictos, pero su legado artístico marcó el rumbo de la pintura barroca. Entre sus obras más destacadas están La vocación de San Mateo, Judith y Holofernes y Baco.
Diego Velázquez (1599-1660)
Velázquez fue el pintor más importante del Siglo de Oro español y uno de los grandes maestros del realismo barroco. Como pintor de la corte de Felipe IV, capturó con gran maestría la psicología y la dignidad de sus retratados, desde nobles hasta bufones. Su dominio de la luz, la perspectiva aérea y la pincelada suelta influyó en generaciones posteriores de artistas. Su obra maestra, Las Meninas, es una de las pinturas más estudiadas de la historia del arte. Otras obras destacadas incluyen La rendición de Breda y Vieja friendo huevos.
Rembrandt (1606-1669)
Rembrandt Harmenszoon van Rijn fue el pintor y grabador más importante del Barroco holandés. Destacó por su dominio del claroscuro y su habilidad para captar la emoción humana en retratos y escenas religiosas. Su carrera tuvo altibajos, y en sus últimos años vivió en la pobreza, pero su arte trascendió su tiempo. La ronda de noche es una de sus obras más innovadoras, con un uso dramático de la luz y la composición. También destacan El regreso del hijo pródigo y sus numerosos autorretratos, que reflejan su evolución artística y personal.
Gian Lorenzo Bernini (1598-1680)
Bernini fue el mayor escultor del Barroco y un influyente arquitecto italiano. Su escultura se caracteriza por el dinamismo, la expresividad y la riqueza en los detalles, logrando que el mármol pareciera tener vida. Además de sus esculturas, diseñó la Plaza de San Pedro en el Vaticano, uno de los espacios arquitectónicos más impresionantes del mundo. Su obra Éxtasis de Santa Teresa es una de las esculturas más emblemáticas del Barroco, donde combina arquitectura, pintura y escultura en un conjunto teatral y emotivo. Otras obras notables incluyen David y Apolo y Dafne.
Francesco Borromini (1599-1667)
Borromini fue un arquitecto italiano que llevó la arquitectura barroca a nuevas dimensiones con su uso innovador de las formas curvas y la luz. A diferencia de Bernini, su enfoque era más intelectual y experimental, con estructuras que desafiaban las convenciones clásicas. Su obra más famosa, la iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane, es un ejemplo de su genialidad, con una fachada ondulante y un interior dinámico. También diseñó el Oratorio de San Felipe Neri, mostrando su habilidad para integrar arquitectura y espacio de manera única.
José de Churriguera (1665-1725)
Arquitecto y escultor español que dio nombre al churrigueresco, un estilo barroco caracterizado por su ornamentación exuberante y su complejidad visual. Sus retablos y edificios muestran un uso extremo de la decoración, con columnas salomónicas, dorados y detalles escultóricos. Su obra más destacada es el Retablo mayor de San Esteban en Salamanca, donde exhibe su dominio del dramatismo barroco. También participó en la construcción del Palacio de San Telmo en Sevilla, otro ejemplo de su estilo recargado y monumental.
Pedro de Mena (1628-1688)
Pedro de Mena fue uno de los escultores más importantes del Barroco español, especializado en la imaginería religiosa en madera policromada. Sus esculturas destacan por su realismo extremo, con un detallado trabajo en las vestimentas, los cabellos y las expresiones faciales. Logró transmitir una gran espiritualidad en sus imágenes de santos y vírgenes, dotándolos de un carácter profundamente humano. Entre sus obras más conocidas están La Dolorosa, San Francisco de Asís en éxtasis y Magdalena penitente, todas con una impresionante carga emocional.
François Girardon (1628-1715)
Escultor francés del Barroco, conocido por sus trabajos decorativos en el Palacio de Versalles durante el reinado de Luis XIV. Su estilo combinó la teatralidad barroca con un clasicismo refinado, creando esculturas elegantes y armoniosas. Su obra más famosa, Apolo atendido por las ninfas, es un conjunto escultórico que adorna los jardines de Versalles. También realizó la estatua ecuestre de Luis XIV, una representación majestuosa del monarca que refuerza la imagen de la monarquía absoluta en Francia.
Tenebrismo
Técnica pictórica que utiliza un fuerte contraste entre luz y sombra para resaltar el dramatismo y la profundidad de la escena. Popularizada por Caravaggio, genera un efecto teatral y enfoca la atención en los personajes iluminados.
Claroscuro
Uso de luces y sombras para crear volumen y sensación de tridimensionalidad en la pintura. Rembrandt y Velázquez lo emplearon magistralmente para dar realismo y profundidad a sus obras.
Perspectiva aérea
Técnica que simula la profundidad en el paisaje atenuando los colores y detalles a medida que los objetos se alejan. Velázquez la usó en Las Meninas y La rendición de Breda.
Dinamismo
Característica del Barroco en la que las figuras parecen estar en movimiento, con composiciones diagonales y gestos expresivos. Se observa en las esculturas de Bernini y en la arquitectura de Borromini.
Churrigueresco
Estilo arquitectónico español del Barroco tardío, caracterizado por su excesiva ornamentación, retablos recargados y el uso de columnas salomónicas. José de Churriguera fue su principal exponente.
Punto de fuga
Es el lugar en una composición donde convergen las líneas de perspectiva, creando la ilusión de profundidad y distancia en una imagen. En la pintura barroca, se utilizó para guiar la mirada del espectador hacia un foco principal