Regencia de María Cristina y Reinado de Isabel II: Transformaciones Políticas y Sociales en la España del Siglo XIX

La Regencia de María Cristina y el Reinado de Isabel II: Una Época de Transformaciones

Introducción

Durante la Primera Guerra Carlista, se afianza la división entre los liberales, emergiendo dos partidos principales:

  • Moderados (Conservadores): Partidarios de reformas moderadas, buscaban alianzas con la Iglesia para mantener el orden social. Defendían el sufragio restringido, el orden y la propiedad.
  • Progresistas: Abogaban por un sufragio censitario más amplio, eran anticlericales y promovían mayores libertades individuales, así como la autonomía de los ayuntamientos y la libertad económica.

Espartero fue el máximo apoyo de los progresistas, mientras que Narváez lideró a los moderados. Tanto durante la regencia de María Cristina como en el reinado de Isabel II, los moderados predominaron en el gobierno.

Sin embargo, los cambios más significativos se produjeron bajo gobiernos progresistas: la desamortización eclesiástica de Mendizábal, la desamortización de Madoz de las tierras comunales y la ley de minas y ferrocarriles.

Cronología del Periodo (1833-1868)

  • 1833-1840: Regencia de María Cristina. Tendencia moderada, con un breve paréntesis progresista tras el Motín de la Granja.
  • 1840-1843: Regencia de Espartero. Tendencia progresista, derrocado por generales moderados.
  • 1843-1854: Mayoría de edad de Isabel II. Gobierno de los moderados.
  • 1854-1856: Bienio Progresista.
  • 1856-1863: Gobiernos moderados y unionistas.
  • 1863-1868: Gobiernos moderados cada vez más conservadores. Aumento de las conspiraciones progresistas para derrocar a Isabel II, quien favorecía abiertamente a los moderados debido a su fuerte catolicismo.

Durante este periodo, se inicia el despegue industrial en Cataluña y la agricultura experimenta un crecimiento, aunque no en productividad. Se crea la Guardia Civil para combatir el bandolerismo en el campo.

La Primera Guerra Carlista (1833-1840)

La muerte de Fernando VII desencadenó una guerra civil entre isabelinos (liberales) y carlistas (absolutistas). Las zonas más afectadas fueron el País Vasco y Navarra, así como áreas montañosas de Valencia, Aragón y Cataluña, focos principales de la insurrección carlista. Los liberales isabelinos, con apoyo de Gran Bretaña, Francia y Portugal, dominaban la mayor parte del país.

La guerra dejó una profunda devastación, ruina económica y numerosas pérdidas humanas, agravando la pobreza del país.

Los isabelinos contaban con:

  • Control del aparato estatal.
  • Legitimidad dinástica (testamento de Fernando VII).
  • Apoyo de la nobleza y sectores urbanos cultos.

Los carlistas, por su parte, recibían apoyo de:

  • Campesinos y artesanos.
  • Defensores de los fueros (País Vasco y Navarra).

En el País Vasco y Navarra, los carlistas establecieron una especie de mini-estado y formaron tropas que llegaron a las puertas de Madrid, aunque no la asaltaron. El cansancio de la guerra y las negociaciones entre el general carlista Maroto y el general liberal Espartero llevaron al Convenio de Vergara (1839), que puso fin al conflicto.

El Estatuto Real de 1834

Tras la muerte de Fernando VII, la reina María Cristina intentó mantener el absolutismo, pero se vio obligada a colaborar con los liberales moderados para conservar el poder. Esto llevó a un aumento de la influencia de la nobleza ilustrada, la alta burguesía y los altos mandos del ejército, quienes compartieron el poder con la Corona.

Martínez de la Rosa fue el artífice del Estatuto Real, una carta otorgada en la que la reina autolimitaba voluntariamente sus poderes.

Se establecieron dos cámaras parlamentarias:

  • Cámara de Próceres: Compuesta por nobles y obispos.
  • Cámara de Procuradores: Elegidos por sufragio censitario muy restringido.

Ambas cámaras tenían poderes limitados, principalmente discutir presupuestos y corregir algunas leyes dictadas por la regente.

La prolongación de la guerra y el descontento social, impulsado por los progresistas, provocaron la caída del Estatuto Real. Los progresistas, aunque no buscaban una revolución, utilizaron el malestar popular para presionar por reformas. María Cristina, para frenar las revueltas, nombró a Mendizábal primer ministro, quien intentó reformar el Estatuto Real ampliando el censo electoral, estableciendo la libertad de prensa y la responsabilidad de los ministros ante el Parlamento.

La Desamortización de Mendizábal (1836-1837)

Mendizábal suprimió las órdenes religiosas, nacionalizó sus bienes y los vendió a particulares. Sus objetivos eran:

  • Sanear la Hacienda Pública, reduciendo la deuda y obteniendo crédito extranjero.
  • Financiar la guerra contra los carlistas.
  • Crear una base social de apoyo al liberalismo a través de los nuevos propietarios.

Se vendieron los bienes del clero regular (1836) y secular (1837). Sin embargo, la desamortización no logró frenar el déficit de la Hacienda. La venta masiva de tierras (entre el 10% y el 15% de las tierras útiles) abarató su precio, y muchas se pagaron con títulos de deuda pública en lugar de efectivo, lo que limitó los ingresos líquidos para el Estado.

Los principales compradores fueron la burguesía urbana y algunos nobles. Los nuevos propietarios, a menudo, aumentaron las rentas o exigieron contratos de arrendamiento más duros, convirtiendo a muchos antiguos renteros en jornaleros. Esto agravó la situación del campesinado y generó protestas, especialmente en Andalucía.

Consecuencias de la Desamortización

  • No se redujo significativamente la deuda pública.
  • No aumentó la productividad de la tierra, aunque sí la producción al cultivarse más superficie.
  • Se agravó la deforestación.
  • Muchos edificios de valor histórico y artístico fueron abandonados.
  • Se creó una masa de propietarios que consolidó el régimen liberal, pero a costa de empeorar las condiciones de vida de muchos campesinos.