Origen y Evolución del Mito de Don Juan: De la Tradición al Romanticismo

El Origen del Héroe Donjuanesco

El héroe donjuanesco ya estaba en ciernes en dos composiciones de Zorrilla anteriores. Se trata de dos leyendas en verso: El capitán Montoya y Margarita la tornera. Para la descripción de doña Inés, extrae series enteras de versos de esta última. Está basada en una antigua narración popular: una monja huye con su amante y, cuando regresa, se encuentra con que la Virgen la ha suplantado y nadie ha notado su ausencia. El amante, llamado don Juan, tiene elementos comunes a nuestro Tenorio: seductor impertinente, abandona a Margarita y marcha a Italia en busca de nuevas conquistas. En su viaje hace un canto a la vida joven y a los placeres de la tierra. Así es como el carácter de nuestro don Juan está ya en la pluma de Zorrilla. Éste ha retomado elementos de los donjuanes de la tradición anterior, como veremos más adelante, pero él va a crear al donjuán del Romanticismo. Don Juan Tenorio fue escrita en parte para limar asperezas en su relación paterno-filial.

Referencias y Precedentes del Mito

En cuanto a referencias en obras de otros autores, hay que decir que don Juan es uno de los mitos que la literatura española ha legado a la literatura universal. No fue Zorrilla quien inventó a este personaje, sino que hay muchas obras precedentes que van creando este mito del joven seductor y retador de difuntos. Los orígenes del mito son antiguos, incluso desde la mitología griega. También se encuentran antecedentes en romances castellanos, cuentos portugueses y bretones que ya tratan el tema del burlador, en los que el protagonista tiene una vida placentera y tendrá que ser alguien del más allá quien le haga reflexionar y arrepentirse. El hecho de que don Juan invitase al Comendador y éste aceptase, parece tener su origen en costumbres que pervivieron en parte de la Europa católica y que consistían en celebrar los funerales y los días de difuntos con cenas en el altar y en la iglesia para honrar la memoria del muerto. Por tanto, Tirso de Molina lo insertó en su Burlador, unido al joven seductor.

El Burlador de Sevilla: El Precedente Directo

Así es como el precedente más directo de nuestro Don Juan Tenorio es El burlador de Sevilla, escrito en la primera mitad del siglo XVII, de Tirso de Molina, quien muestra a un Don Juan insensible que no evoluciona hasta el final, que no se enamora de ninguna de sus víctimas (lo único que pretende es burlarlas) y que tampoco se arrepiente de su vida llena de pecados, lo que le condena al infierno. El catolicismo ortodoxo opinaba que el arrepentimiento final conllevaba la salvación del alma: si don Juan se arrepentía, se salvaba y no era esto lo que quería Tirso, sino que tenía que acabar en la hoguera que, a diferencia de Zorrilla, sí le salva mediante el personaje de doña Inés, que está por encima de todas las heroínas femeninas de los anteriores donjuanes, de corte pagano.

Adaptaciones y Evolución del Mito

Otros dramaturgos españoles se basaron en el burlador para escribir obras teatrales, entre ellos Alonso de Córdova con La venganza del sepulcro y Antonio de Zamora con No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague. Esta última presenta elementos interesantes en el mito de don Juan:

  • Surge en el siglo XVIII, tiempo de la Ilustración y de la Razón, proporcionando a don Juan el control de la Razón sobre la naturaleza y sobre la pasión.

  • Un don Juan que aporta dos novedades con respecto a los anteriores y que usará Zorrilla en su creación:

    • El don Juan de Zamora se enamora, por primera vez, de doña Ana. Zorrilla utilizará este hecho para salvar a su personaje.
    • El protagonista se arrepiente de sus maldades.

Son estos dos elementos, el amor y el arrepentimiento, los que hacen humanizarse al personaje y se elimine el mito: deja de ser un mito para hacerse persona.

  • El don Juan de Zamora es un puente entre el seductor barroco y el romántico. Hay antecedentes del tema en el propio Zorrilla como en Ganar perdiendo y Margarita la tornera y en otros poetas románticos como Fausto de Goethe (el protagonista vende su alma al diablo para gozar plenamente de la sabiduría y de la juventud), en Caín de Lord Byron (Lucifer y Caín se rebelan ante Dios porque les ha negado el conocimiento absoluto), que también escribió un Don Juan.

El tema de la libertad por encima del bien y del mal se repite en nuestro Tenorio.

  • También en España, Espronceda, contemporáneo de Zorrilla al que éste veneraba, tiene una obra cuyo personaje central recuerda a don Juan: El estudiante de Salamanca (1837). Este personaje ha llevado una vida desordenada y observa su propia muerte, como en el Tenorio. También aparece este hecho en la obra de Antonio de Torquemada, con Jardín de las flores curiosas, publicado en 1570. Esto parece tener su origen en la leyenda de las almas en pena, que algunas noches hacían un vía crucis por los caminos y que para quien se los encontraba, era presagio de muerte.

El Mito de Don Juan en el Romanticismo y Más Allá

Desde el Romanticismo hasta nuestros días, ha aparecido el mito de don Juan: en La Regenta de Clarín, el personaje don Álvaro es llamado «don Juan» de Vetusta y matará al representante de las normas sociales establecidas, al igual que Tenorio. En nuestro siglo, cabe destacar el Don Juan de Azorín o el de Torrente Ballester. Fuera de nuestras fronteras, destacan el Don Juan de Molière, el de Henri de Montherlant y el de Lord Byron. La primera mujer que escribe un Burlador desde el punto de vista femenino es Suzanne Lilar.