Explorando la Poesía Española del Siglo XX: Darío, Unamuno, Machado, Jiménez, Salinas y Guillén

Rubén Darío

Nació en Nicaragua, pero la literatura española lo considera uno de los suyos. Darío contribuyó decisivamente a que en España arraigara el modernismo, renovando la poesía y alejándola por igual del prosaísmo de la lírica realista y del sentimentalismo de los peores poetas románticos. Escribe porque ama la belleza y porque se siente a disgusto en el mundo. En *Azul…* y *Prosas profanas*, se evade de la realidad retratando un universo exótico habitado por hadas y cisnes. Usó metros tan insólitos como el eneasílabo. En *Cantos de vida y esperanza*, suena más maduro y profundo, pues nos habla en tono grave e incluso angustiado de la pérdida de la juventud, el dolor que provoca el paso del tiempo y el miedo desatado por la cercanía de la muerte.

Miguel de Unamuno

La obra de Miguel de Unamuno es un vivo reflejo de su atormentada y contradictoria personalidad. Catedrático de Griego y rector de la Universidad de Salamanca, su faceta de pensador impregna por igual todos los géneros literarios. Traumatizado por la enfermedad y la muerte posterior de su hijo Raimundo, obsesionado por la vida en el más allá y abrumado por la pérdida de la fe religiosa, Unamuno confiesa que sus poesías son gritos del corazón con los que expresa su dolor y sus dudas, e intenta remover las conciencias de sus lectores. En verso libre o con la disciplina del soneto, su obra poética más destacable está recogida en *Poesías*.

Manuel Machado

Hermano mayor del poeta Antonio Machado, nace en Sevilla y se educa en la Institución Libre de Enseñanza madrileña. En 1899 marcha a París, donde trabaja como traductor y se empapa de las corrientes literarias de moda. Fruto de esta experiencia es su libro *Alma*, una obra fundamental en la renovación modernista de la poesía española. Sus poemas, de gran perfección formal, muestran estados de ánimo dominados por la apatía y la fatiga propias de una estética decadentista junto a delicadas descripciones de cuadros y escenas galantes. *El mal poema* se acerca a la modernidad al cultivar una poesía urbana en la que cabe lo canallesco y prosaico. Durante los años veinte hasta 1936 escribe y estrena en colaboración con su hermano Antonio varias obras de teatro de gran éxito.

Antonio Machado

La dimensión humana de Machado y su insobornable compromiso con el pueblo nos han dejado una huella tan imperecedera como su propia poesía. Nacido en Sevilla, se educó en los valores laicos y progresistas de la Institución Libre de Enseñanza madrileña. Tras una estancia en París, publica *Soledades*, un breve poemario ampliado más tarde. El libro, de un modernismo intimista, está dominado por la nostalgia de la infancia, por la inquietud por el paso del tiempo y el destino del hombre. En 1907 gana la cátedra de Francés del instituto de Soria, y contrae matrimonio con Leonor Izquierdo. La influencia de Unamuno y Ortega le hacen abandonar un tanto la poesía introspectiva a favor de un paisajismo cordial. *Campos de Castilla* se publica en 1912, el año en que muere prematuramente su esposa, y en otras ediciones del libro incorpora poemas que le evocan emocionalmente.

Juan Ramón Jiménez

Con la obra del Andaluz Universal la poesía española inaugura la modernidad. Juan Ramón se educa con los jesuitas y pronto abandona los estudios de derecho para entregarse de manera obsesiva a la creación poética. Su carácter depresivo lo lleva de un sanatorio a otro hasta que, tras una temporada de retiro, se instala en la residencia de Estudiantes madrileña, influencia decisiva en la generación del 27. Se casa con Zenobia Camprubí, y al desencadenarse la guerra civil la pareja marcha al exilio. Juan Ramón falleció en Puerto Rico, dos años después de haber obtenido el Premio Nobel. Su ingente obra poética se inicia con un modernismo de tintes románticos y simbolistas que evoluciona hasta su ideal de poesía desnuda, basado en la sencillez y la depuración del lenguaje poético. Con una extremada conciencia autocrítica, a partir de entonces ahonda en la búsqueda de la Belleza y de la verdadera esencia de la realidad y de sí mismo a través de una expresión cada vez más conceptual.

Pedro Salinas

Perteneció a una generación de “poetas profesores” que aunaron el rigor de su formación académica con la brillantez de una creación poética que alumbró la edad de plata de la literatura española. En 1936 se trasladó a EEUU como profesor invitado de una universidad, y, a causa de la guerra civil, ya no volvió a pisar tierra española. Influida por la lírica pura de Juan Ramón Jiménez, la poesía bucea en la realidad para dar con su esencia. Su inclinación por un lenguaje próximo al hablado y su gusto por los juegos de ingenio son perceptibles en *Presagios*. Busca el sentido profundo de paisajes, del amor y hasta de inventos. Su obra maestra es la trilogía amorosa formada por *La voz a ti debida*, *Razón de amor* (1936) y *Largo lamento* (1938). En el libro del ciclo el poeta nos describe el nacimiento y los vaivenes de una relación amorosa apasionada mientras que en los dos últimos prevalece el recuerdo, la reflexión y, finalmente, la dolorosa ruptura. En sus tres últimos poemarios busca la paz del espíritu, expresa su angustia ante la deshumanización del progreso y reivindica cuanto hay de hermoso y delicado en la naturaleza para proclamar su fe en la vida.

Jorge Guillén

Si cada miembro de la generación del 27 tuvo una voz poética propia, la de Guillén fue verdaderamente singular. Exiliado tras la guerra civil, fue profesor de varias universidades norteamericanas. El poeta protesta ante la injusticia y clama contra la opresión, las guerras, la muerte. Pero ese indignado clamor no sofoca su fe en la vida, que vuelve a resurgir con fuerza. Publicó cuatro ediciones, sucesivamente ampliadas, de *Cántico*, el “libro más jubiloso” de toda la poesía española. Guillén canta al vitalismo, al amor, a la dicha absoluta pero simple de “ser”, con un lenguaje preciso, desnudo, claro. Pero el “acorde” con el mundo se ve amenazado por el caos, el dolor y el desorden, que se enseñorean de *Clamor*. Al igual que Juan Ramón Jiménez y Salinas, Guillén busca la plenitud y la perfección en la realidad y se entusiasma al percibir la armonía de la Creación y el encaje perfecto del hombre en un mundo que considera “bien hecho”.