El nacionalismo es uno de los grandes movimientos del siglo XIX. Las ideas de libertad, igualdad y soberanía nacional extendidas por Europa y América gracias a los procesos revolucionarios, dejaron su huella y despertaron en los países un sentimiento de nación con personalidad propia. Por primera vez en la historia, se consideraba que el gobierno y la política de su futuro Estado debían estar dirigidos por personas de la misma nacionalidad.
Antecedentes
La reacción contra la dominación napoleónica: La intervención de Napoleón en los territorios dominados redujo el número de Estados y modernizó la administración, la legislación y los ejércitos. Sin embargo, también generó un fuerte sentimiento de independencia y libertad, junto con una idea emergente de nación. Este nacionalismo incipiente fue impulsado por el intercambio cultural en las universidades y por escritores románticos.
Otro antecedente fue el pensamiento del filósofo alemán Herder, creador de la teoría del alma y el espíritu de los pueblos. Según esta teoría, cada civilización posee una cualidad singular que se manifiesta como una misión histórica propia. Además, Herder destacó que las personas son miembros de comunidades nacionales con una lengua y tradiciones específicas.
Definición de Conceptos
Nacionalismo: Movimiento político basado en la conciencia de pertenecer a una comunidad nacional, definida por factores étnicos, históricos, lingüísticos o culturales.
Nación: Comunidad de personas que comparten un sentimiento de identidad basado en una historia y cultura comunes, y que aspiran a vivir bajo instituciones políticas propias. Cuando estas instituciones se establecen, surge el Estado.
Estado: Organización social conformada por instituciones que regulan la vida dentro de un territorio determinado.
Tipos de Nacionalismos
Nacionalismo político: Se basa en la idea de que la nación está formada por personas que, sin importar su raza, religión o ideología, aceptan voluntariamente unas leyes comunes para convivir. Surgió con las revoluciones políticas de los siglos XVIII y XIX.
Nacionalismo cultural: Define la nación como una comunidad unida por la raza, la lengua, las costumbres y un territorio compartido. En este enfoque, la nacionalidad se vincula principalmente con aspectos culturales y étnicos.
La Construcción de un Sentimiento Nacional
Los elementos más destacados que utilizaron los gobiernos para crear ese sentimiento de nacionalización en las distintas comunidades o regiones que formaban los nuevos Estados y los tradicionales fueron los siguientes:
- Administración o funcionariado común que permitió vertebrar todo el territorio.
- Los cuerpos armados del ejército y la policía llevaron a todos los rincones la presencia del Estado y la ley. Los ejércitos nacionales, formados por ciudadanos de distintas regiones, protegían la independencia frente a amenazas externas.
- Planes de enseñanza homogéneos con la finalidad de extender una lengua, historia y cultura común. En España, el Estado no consiguió extender a todas las regiones una cultura común.
- Desarrollo de elementos identificativos del Estado con una doble función: por una parte, servía de fusión de la identidad nacional y, por otro, como proyección exterior de la misma. Estos elementos pueden ser de tipo simbólico como banderas, himnos, escudos para identificar al individuo con la colectividad; de tipo ritual mediante una serie de fiestas, deportes autóctonos y celebraciones para integrar la colectividad; y de tipo místico mediante la reinterpretación histórica de ciertos personajes clave en su pasado para crear una imagen intemporal de la nación.
- Elección de un enemigo externo o, en su ausencia, un programa de expansión territorial que, unido a los avances de la Segunda Revolución Industrial, garantizará su éxito, lo que hace que todos los miembros de esa nación se sientan partícipes en una gran empresa común.
- La burguesía liberal promovió medidas económicas para convertir el Estado en un mercado nacional protegido de potencias extranjeras. La revolución en transportes y comunicaciones, junto con la eliminación de aduanas internas y la creación de una hacienda nacional, favoreció la unificación económica y el desarrollo de los Estados-nación.
Evolución del Nacionalismo
En la primera mitad del siglo XIX, el nacionalismo estuvo ligado al liberalismo, promoviendo la soberanía nacional y la igualdad ante la ley de los ciudadanos. A mediados del siglo XIX, el nacionalismo adoptó un enfoque más conservador, basado en la raza y la cultura. Se comenzó a considerar la nación como una entidad originada en un pasado remoto, excluyendo a quienes no compartieran ciertos rasgos de lengua, religión o tradición. Esta ideología derivó en tendencias radicales como el irracionalismo, el antiparlamentarismo, la xenofobia, el racismo y el militarismo. Se desarrollaron teorías sobre la desigualdad racial y la expansión de las “razas superiores”, lo que influyó en el pensamiento que desembocó en el nazismo. En EE.UU., surgieron movimientos segregacionistas que influyeron en el Apartheid sudafricano. En el contexto del imperialismo, Alemania y Japón destacaron por su nacionalismo militarista.
Apoyos y Rechazos
El movimiento obrero se distanció de estas propuestas impulsando un internacionalismo proletario basado en los intereses de clase. Las fuerzas conservadoras, y aún más las reaccionarias, tomaron el nacionalismo hasta identificarlo con su base ideológica, desterrando las viejas ideas absolutistas por la idea de raza como elemento cohesionador por las antiguas élites tradicionales junto a la alta burguesía.
Consecuencias: El Estado Nacional
La nación se convirtió en el eje de la identidad ciudadana y el desarrollo económico pasó a considerarse un deber patriótico. Este modelo de Estado, que al inicio del siglo XIX era minoritario, se consolidó a lo largo del siglo XX como el sistema político dominante en el mundo.