Los Factores del Clima
1. El tiempo atmosférico y el clima
El tiempo atmosférico es el estado de la atmósfera sobre un lugar en un momento concreto. Se caracteriza por su variabilidad y se determina mediante observaciones directas. La ciencia que lo estudia es la meteorología.
El clima es el estado medio de la atmósfera sobre un lugar; por tanto, tiene rasgos más estables que el tiempo. Se determina estudiando la sucesión habitual de tipos de tiempo sobre un lugar a lo largo del año y calculando estadísticamente valores medios. La ciencia que estudia el clima es la climatología.
2. Los factores geográficos
Los factores son las variables que ejercen una influencia permanente e inalterable sobre el clima. Suelen agruparse en dos grandes conjuntos: factores geográficos y factores termodinámicos.
Los factores geográficos son cuatro:
La latitud de la Península en la zona templada del hemisferio norte ocasiona cambios estacionales en la perpendicularidad de los rayos solares, determinando la existencia de dos estaciones térmicas bien marcadas, verano e invierno, separadas por dos de transición, primavera y otoño; y también la confluencia de masas de aire muy contrastadas, polares y tropicales.
La situación de la Península, entre dos grandes masas de agua de características térmicas distintas y entre dos continentes, la convierte en lugar de encrucijada de diferentes masas de aire. Baleares y Canarias reciben también influencias atmosféricas variadas debido a su insularidad y a la proximidad de las costas africanas.
La influencia del mar es escasa en la Península a causa de su gran anchura, sus costas poco recortadas, y la existencia de relieves montañosos paralelos a la costa. Este hecho establece claras diferencias climáticas entre una estrecha periferia abierta al mar, y un ancho núcleo de tierras interiores caracterizados por la continentalidad o ausencia de influencia marina. En cambio, en ambos archipiélagos, el influjo del mar es decisivo.
El relieve influye en el clima por su altitud, disposición y orientación.
La altitud hace disminuir la temperatura una media de 0,65°C por cada 100 metros de ascenso. También aumentan las precipitaciones al enfriarse y condensarse el vapor de agua del aire.
La disposición del relieve tiene variadas repercusiones:
Facilita o dificulta la penetración de la influencia marina. En la Península, la existencia de sistemas montañosos paralelos a la costa frena la influencia del mar, que solo entra con claridad por el valle del Guadalquivir.
Facilita o dificulta la penetración de ciertas masas de aire. En la Península, la posición oeste-este de la mayoría de las montañas dificulta la entrada de las masas de aire procedentes del norte o del sur y favorece la penetración de las masas del oeste; aunque el carácter macizo de la Península hace que, al adentrarse en el interior, pierdan gran parte de su humedad y extremen su temperatura. En cambio, la posición submeridiana del sistema Ibérico y de las cordilleras Costero-Catalana y Subbética se opone a las masas atlánticas y mediterráneas.
Reduce las precipitaciones en las cuencas encerradas por montañas. Es el caso de las cuencas del Duero y del Ebro, donde las masas de aire descargan su humedad en las montañas que las bordean.
La orientación de las vertientes respecto al viento dominante crea precipitaciones orográficas y efecto föehn. Así, en las laderas de barlovento, expuestas al ascenso del aire, se originan precipitaciones orográficas, o estancamiento de nubes causante de precipitaciones «horizontales». En cambio, en las laderas de sotavento por las que desciende el aire reseco, se produce el recalentamiento y sequedad atmosférica. Este efecto es muy notorio en las islas Canarias con relieve montañoso. Además, la orientación origina contrastes climáticos entre las solanas o vertientes orientadas al sol y las umbrías orientadas al norte, casi siempre en sombra, que son más frías y húmedas.
3. Los factores termodinámicos
Los factores termodinámicos del clima son los responsables de la circulación atmosférica o sucesión de masas de aire, que determina los distintos tipos de tiempo atmosférico y de clima. La circulación atmosférica está regida en altura por la corriente en chorro, y en superficie, por los centros de acción, las masas de aire y los frentes.
3.1 La circulación en altura: la corriente en chorro
En la zona templada donde se sitúa España, la circulación atmosférica en altura está dirigida por la corriente en chorro o jet stream polar. Se trata de una fuerte corriente de viento, de estructura tubular que circula en dirección oeste-este. El chorro separa las bajas presiones existentes en altura sobre el polo -que quedan a la izquierda de su trayectoria- de las altas presiones tropicales -situadas a su derecha-. La corriente en chorro es la responsable del tiempo en superficie. Este depende de las variaciones que experimenta la velocidad de la corriente y de sus desplazamientos estacionales:
La velocidad de la corriente es variable. Cuando circula rápido, a más de 150 km/h, tiene un trazado casi zonal, con suaves ondulaciones, que corresponde en superficie con el frente polar y sus borrascas. Pero cuando su velocidad disminuye, describe profundas ondulaciones que originan altas presiones y valles o vaguadas que originan bajas presiones. Ambas se reflejan en superficie y dan lugar a anticiclones y borrascas dinámicos. Las ondulaciones, que pueden llegar a desprenderse del chorro principal, permiten al aire tropical desplazarse hacia el norte y al aire polar penetrar muy al sur, lo que confiere gran variabilidad al tiempo de la zona templada.
Los desplazamientos estacionales del chorro en latitud determinan que en invierno, cuando circula más al sur, afecte al conjunto de España. En cambio, en verano se traslada hacia el norte y suele incidir solo en la franja cantábrica peninsular.
3.2 La circulación en superficie
La circulación atmosférica en superficie está dirigida por los centros de acción, las masas de aire y los frentes.
Los centros de acción son áreas de altas y bajas presiones. La presión atmosférica es el peso del aire sobre una unidad de superficie. Se mide en milibares (mbar) o en hectopascales (hPa) con el barómetro y se representa en los mapas del tiempo mediante isobaras o líneas que unen puntos con la misma presión.
Los tipos de centros de acción son los anticiclones y las borrascas. Los anticiclones son áreas de altas presiones rodeadas por otras de presión más baja. El viento gira a su alrededor en el sentido de las agujas del reloj y producen tiempo estable. Las borrascas, depresiones o ciclones son áreas de bajas presiones rodeadas de otras de presión más alta. El viento gira en torno a ellas en sentido contrario a las agujas del reloj y producen tiempo inestable, frecuentemente lluvioso.
Los centros de acción térmicos se originan por el enfriamiento o calentamiento del aire. Un anticiclón térmico se forma cuando una masa de aire se enfría, pesa más, desciende y ejerce una alta presión. Una baja térmica se forma cuando el aire se calienta, pesa menos, se eleva y ejerce una baja presión.
Los centros de acción dinámicos se forman a partir de las crestas y las vaguadas de la corriente en chorro, que se reflejan en superficie: las crestas crean anticiclones y las vaguadas generan borrascas.
Las masas de aire son porciones de aire con unas características concretas de temperatura, humedad y presión. Estas características las adquieren en sus regiones de origen o regiones manantiales. España, debido a su latitud, recibe masas de aire frías árticas o polares y masas de aire cálidas tropicales. Las tres, dependiendo de la superficie sobre la que se originan, pueden ser marítimas (húmedas) o continentales (secas). Estas características originales pueden modificarse si las masas de aire recorren grandes distancias.
Los frentes son superficies que separan dos masas de aire de características distintas. Por tanto, a ambos lados de un frente se produce un cambio brusco de las propiedades del aire. En España, el frente más importante es el frente polar, que separa las masas de aire tropical y polar.