Lírica Renacentista
Poesía del Primer Renacimiento
Durante el reinado de Carlos I, España experimentó un optimismo generalizado, consolidándose como un gran imperio con apertura cultural a Europa. Garcilaso de la Vega es el principal representante de esta época. Se distinguen varias corrientes:
- Lírica culta en versos castellanos: La poesía cortesana se difundió a través de las ediciones del Cancionero general de Hernando del Castillo. Cristóbal de Castillejo es un representante destacado.
- Lírica tradicional y romancero: La poesía popular floreció en el siglo XVI. Los poetas cultivaron la canción tradicional, con el amor cortés como tema central. Los romances se recopilaron, mezclando los antiguos con los nuevos.
- Poesía italianista: La poesía española recibió la influencia de la poesía italiana (Petrarquismo) y su concepción neoplatónica del amor. Surgieron tópicos clásicos como el Carpe diem (invitación a disfrutar el momento) y el Collige, virgo, rosas (exhortación a amar antes de que el tiempo marchite la belleza). Juan Boscán y Garcilaso de la Vega fueron los artífices de esta corriente.
Garcilaso de la Vega, prototipo de caballero cortesano, realizó la revolución poética. Su producción se divide en tres etapas:
- Influencia de la poesía de cancionero del siglo XV, sin elementos petrarquistas.
- Asimilación del Petrarquismo e influencia de los clásicos.
- Desarrollo de su propia voz poética, alcanzando la plenitud del clasicismo.
Su obra fue breve: 38 sonetos, 4 canciones, la Oda a la flor de Gnido, 2 elegías, 1 epístola y 3 églogas. En sonetos y canciones, combina el estilo petrarquista con la retórica amorosa y los tópicos de la lírica de cancionero. Explora el enamoramiento, el desengaño y el sufrimiento. Las églogas son composiciones bucólicas donde pastores dialogan sobre temas amorosos en una naturaleza idealizada (Locus amoenus). Garcilaso creó una lengua poética caracterizada por el equilibrio, la naturalidad y la armonía, con predominio de versos endecasílabos y heptasílabos.
Poesía del Segundo Renacimiento
Durante el reinado de Felipe II, hubo un período de censura para evitar el contagio de ideas protestantes. Coexisten tres tendencias poéticas:
- Poesía petrarquista de asunto amoroso: Francisco de la Torre y Fernando de Herrera siguen el modelo de Garcilaso.
- Poesía épica culta: La Araucana, de Alonso de Ercilla, es la obra más importante.
- Poesía religiosa o ascético-mística: de reflexión moral o existencial.
En la poesía religiosa hay dos grandes tendencias: la ascética y la mística. La ascética aborda cuestiones morales y filosóficas para conducir al ser humano hacia Dios. La mística intenta expresar el gozo de ese encuentro. Ambas utilizan tópicos como el Beatus ille o el Aurea mediocritas.
Fray Luis de León, principal autor de la poesía ascética, fue un humanista cristiano que combinó religiosidad con conocimiento de los clásicos. Destacan sus odas, compuestas en liras, cuyo tema central es la huida del mundo para alcanzar la armonía. Algunas tienen intención moral, como la Oda a la vida retirada; otras, de carácter religioso, poetizan el anhelo de unión con la divinidad. Sus influencias filosóficas son el estoicismo, el pitagorismo y el neoplatonismo.
La poesía mística es de interpretación ambigua. Emplea tópicos de la lírica amorosa para explicar la experiencia inefable de la unión del alma con Dios. El proceso místico atraviesa tres fases:
- Purgativa: el hombre se libera del pecado mediante la penitencia y la virtud.
- Iluminativa: el alma se somete a Dios, renuncia a la razón y recibe una sabiduría especial.
- Unitiva: unión mística entre el alma y Dios. La culminación es el éxtasis, un sentimiento de felicidad inefable.
San Juan de la Cruz es el autor más destacado, una cima de la lírica universal. El tema central de sus composiciones es la cercanía o unión del alma con la divinidad. Combina la literatura bíblica, la lírica tradicional y la poesía petrarquista. Utiliza símbolos y el oxímoron. Santa Teresa de Jesús escribió poemas místicos en metros cortos, al estilo de la poesía tradicional, expresando sus experiencias religiosas de forma directa.
La Prosa Renacentista
La curiosidad y el vitalismo del Renacimiento, junto con la imitación de subgéneros grecolatinos e italianos, impulsaron el desarrollo de una variedad de subgéneros en prosa, tanto didácticos como narrativos.
Prosa Didáctica
- Misceláneas: Obras de divulgación que añaden a las fuentes clásicas refranes, sentencias, leyendas y testimonios directos.
- Diálogos: Subgénero didáctico de origen griego, inspirado en el método filosófico de Platón. Dos o más personajes intercambian puntos de vista. Destaca el Diálogo de la lengua, de Juan de Valdés.
Prosa Narrativa
Subgéneros con ambientes o personajes idealizados
- Novela de caballerías: Mantiene la tradición medieval de caballeros andantes. Amadís de Gaula revitalizó este tipo de novelas.
- Novela morisca: Ambientada en la frontera entre reinos cristianos y el reino nazarí de Granada. Idealiza la figura del protagonista musulmán. Obra representativa: Historia del Abencerraje y la hermosa Jarifa (anónima).
- Novela pastoril: Pastores viven vidas amorosas en una naturaleza idealizada, entroncando con la tradición bucólica clásica. Obra representativa: Los siete libros de Diana, de Jorge de Montemayor.
- Novela bizantina: Pareja de enamorados se enfrenta a obstáculos hasta reunirse. Obra representativa: La selva de aventuras, de Jerónimo de Contreras.
- Novela italiana: Similar al cuento folclórico y a la novela corta italiana de Boccaccio. Punto de partida de la novela cortesana del siglo XVII. Destaca El patrañuelo, de Juan de Timoneda.
Obras de carácter realista
La prosa celestinesca presenta obras dialogadas con una alcahueta y fuerte crítica social. Con Lazarillo de Tormes se inicia la novela picaresca, una novela realista y anónima que reacciona a las novelas de caballería y pastoriles. Se considera la primera novela moderna por su ambientación realista y la creación del antihéroe, el pícaro.
La obra se compone de un prólogo y siete tratados, dirigidos a “Vuestra Merced”, donde Lázaro relata sus servicios a varios amos. El relato va desde su niñez hasta que es pregonero en Toledo, buscando justificar un caso de deshonor. Lázaro acepta implícitamente el adulterio de su mujer. En El Lazarillo se fijan los rasgos de la novela picaresca: el pícaro, el autobiografismo (relato en primera persona en forma de carta), la estructura abierta y el determinismo. La originalidad reside en la articulación de motivos y personajes folclóricos, el juego entre realidad y ficción, y la ironía. Los temas principales son el hambre (denuncia de la miseria), la honra (crítica a una sociedad inmovilista) y la religión (anticlericalismo, causa de su prohibición en 1559). Tuvo una notable repercusión, favoreciendo recreaciones posteriores. En el siglo XVII se desarrollará plenamente este tipo de composiciones.
Entre el Siglo XVI y XVII: La Narrativa de Cervantes
Miguel de Cervantes nació en Alcalá de Henares en 1547. Su vida se divide en dos etapas: gloria militar en Italia y desdichas al regresar a España. Murió en Madrid en 1616. Cultivó distintos géneros:
- Poeta: Autor de piezas dispersas y de Viaje del Parnaso, poema con datos sobre escritores de su tiempo. Escritor culto con tradición clásica e italiana.
- Teatro: Escribió obras ajenas al modelo lopesco. Destacó con sus entremeses, piezas breves al modo de los pasos de Lope de Rueda. Retrato humorístico de la sociedad y costumbres de la época. El más famoso es El retablo de las maravillas.
- Narrativa: Asimiló modelos narrativos anteriores, como la novela pastoril en La Galatea o la novela bizantina en Los trabajos de Persiles y Sigismunda.
Las Novelas ejemplares son doce relatos breves dentro de la tradición de la novella corta italiana. La unidad viene dada por la temática amorosa y la intención de Cervantes de ofrecer un modelo de narración. Se distinguen tres grupos:
- Novelas idealistas: Amor entre dos personajes nobles que, tras superar obstáculos, se casan. Ejemplos: La española inglesa, El amante liberal, Las dos doncellas.
- Novelas realistas: Incluyen personajes de baja condición, con una visión crítica de la realidad. Ejemplo: Rinconete y Cortadillo.
- Combinan ambos rasgos: La gitanilla y El licenciado Vidriera.
El Quijote, la obra cumbre de Cervantes y de la literatura española, se publicó en dos partes: la primera (1605) narra las dos primeras salidas del protagonista, quien, enloquecido por la lectura de novelas de caballería, deforma la realidad. En la segunda parte (1615), más unitaria, son los demás personajes los que deforman la realidad para divertirse a costa de don Quijote. En 1614 apareció una segunda parte apócrifa, el Quijote de Avellaneda, lo que aceleró la terminación de la segunda parte de El Quijote, en la que Cervantes responde a este falso Quijote.
La profundidad y dinamismo de los personajes muestran la modernidad de la obra. Don Quijote y Sancho son figuras complementarias que reflejan la complejidad del ser humano. Don Quijote es un personaje complejo; su locura se limita al mundo caballeresco. Sancho es el contraste al sueño caballeresco. El diálogo entre ambos es el canal a través del cual se contagian mutuamente. Otros personajes secundarios representan la sociedad de la época.
Una aportación fundamental de El Quijote es el perspectivismo, expresado en la alternancia de voces narrativas: el narrador principal convertido en personaje, el “traductor” de la historia y los narradores-personajes de las historias intercaladas. Otros aspectos que convierten a El Quijote en una novela moderna son:
- Carácter metaficcional: la obra tiene como tema la propia ficción. Cervantes aparece citado como autor de La Galatea, y Sansón Carrasco comenta la primera parte con don Quijote en la segunda.
- Entrelazamiento entre realidad y ficción.
- Riqueza de los diálogos, que individualizan a cada personaje (Sancho y sus refranes).
- Humorismo constante, que refuerza la parodia.
- Presencia de distintos géneros discursivos (poemas, discursos, cartas…).
El propósito explícito de El Quijote es parodiar los libros de caballerías. Fue leído como un libro cómico durante los siglos XVII y XVIII. Desde el Romanticismo se interpreta como una defensa del ideal en un mundo donde los grandes ideales han perdido su sentido. También se muestra como un libro de crítica y teoría literaria, además de un retrato social de la época.