España en Crisis: De la Restauración a la Dictadura y la República (1909-1931)

La Crisis de 1909 y la Semana Trágica

La crisis de 1909 y la Semana Trágica: La Guerra del Rif, asignada a España en la Conferencia de Algeciras en 1906, generó tensiones políticas y sociales. España tenía intereses estratégicos en la región, tanto militares (para restaurar el prestigio tras 1898) como políticos (para mantener su estatus colonial) y económicos (por la explotación minera de empresas como la Sociedad de Minas del Rif). El conflicto estalló cuando los rifeños resistieron, obligando al gobierno de Antonio Maura a movilizar reservistas, lo que provocó rechazo popular, ya que se consideró una injusticia social: los ricos evitaban el reclutamiento pagando una cuota, mientras las clases bajas eran enviadas a la guerra.

En Barcelona, la Semana Trágica de julio de 1909 comenzó con una huelga general convocada por socialistas y anarquistas contra la guerra. Los republicanos radicales lerrouxistas fomentaron un discurso anticlerical que convirtió la protesta en una revuelta con incendios de iglesias y conventos.

La represión fue brutal, con 100 muertos, 88 iglesias y conventos incendiados, 1000 detenidos y el fusilamiento del pedagogo anarquista Francisco Ferrer y Guardia. Entre sus consecuencias, la crisis provocó una radicalización política: la izquierda se radicalizó, mientras los conservadores apoyaron la represión. Además, la caída de Maura marcó el debilitamiento del bipartidismo de la Restauración, cuando la campaña ‘Maura no’ llevó a Moret al gobierno.

El Reformismo Liberal (1910-1914)

Los gobiernos liberales de Moret y Canalejas intentaron reformas inspiradas en el programa de 1868, que incluían la democratización del Senado, la reforma administrativa, la reforma del Concordato con la Iglesia y el impulso a la enseñanza pública. Entre las acciones de Canalejas (1910-1912) destacó la Ley del Candado de 1910, que limitaba la creación de nuevas órdenes religiosas, pero respetaba las existentes, y la descentralización administrativa con la creación en 1914 de la Mancomunidad de Cataluña, que otorgó autonomía a las cuatro provincias catalanas.

Sin embargo, el reformismo enfrentó fuertes dificultades debido a la resistencia conservadora (oposición de la Iglesia, los empresarios y los terratenientes), además de la división interna en el Partido Liberal tras el asesinato de Canalejas en 1912, que generó enfrentamientos entre Romanones y García Prieto. El Partido Conservador también atravesaba una crisis con disputas entre Eduardo Dato y La Cierva.

En conclusión, la crisis de 1909 demostró la fragilidad del sistema de la Restauración y el reformismo liberal fracasó debido a la resistencia de la derecha y la fragmentación interna, lo que llevó al país hacia una crisis mayor que estallaría en 1917.

La Crisis de 1917 y sus Consecuencias

Crisis 1917 y consecuencias: La crisis definitiva de la Restauración en 1917 fue resultado del fraccionamiento y desprestigio de los partidos dinásticos. Al mismo tiempo, la neutralidad española en la Primera Guerra Mundial permitió un crecimiento económico basado en la exportación de productos industriales y agrarios, pero sus beneficios se concentraron en las élites, mientras que la inflación y la pérdida de poder adquisitivo afectaron a las clases trabajadoras, aumentando la conflictividad social.

La economía experimentó un superávit comercial entre 1915 y 1919 gracias al crecimiento de industrias como la textil, siderúrgica, química y mecánica, además de una fuerte acumulación de capitales que consolidó a la gran banca (Bilbao, Vizcaya, Hispano-Americano, Urquijo). Sin embargo, este desarrollo fue especulativo y efímero, ya que al finalizar la guerra la economía entró en crisis, los precios se dispararon y los salarios se redujeron en términos reales, lo que intensificó las tensiones sociales.

La crisis política de 1917 estalló cuando el gobierno de Dato, con una actitud autoritaria, se negó a abrir las Cortes. Esto llevó a la unión de catalanistas, reformistas, republicanos, socialistas y sectores liberales en la Asamblea de Parlamentarios en Barcelona el 19 de julio, exigiendo Cortes constituyentes, con la Lliga y Cambó como principales impulsores. Paralelamente, el ejército presionaba al gobierno con las Juntas Militares de Defensa, reclamando cambios en los ascensos y mejoras salariales.

La situación se agravó en agosto cuando CNT y UGT convocaron una huelga general revolucionaria con el objetivo de formar un gobierno provisional. Sin embargo, el radicalismo del movimiento llevó a los asambleístas reformistas a rechazar la huelga, lo que permitió al gobierno usar el ejército para reprimirla con un saldo de 80 muertos y 2000 detenidos.

En noviembre se formó un gobierno de concentración que incluyó por primera vez a los nacionalistas catalanes, lo que marcó el fin del monopolio del poder de los partidos dinásticos y el fracaso del programa reformista de los asambleístas. La crisis de 1917 evidenció la descomposición del sistema de la Restauración y dejó al país en una inestabilidad que desembocaría en la dictadura de Primo de Rivera en 1923.

El Directorio Militar (1923-1925)

En esta primera fase, Primo de Rivera constituyó un gobierno de carácter interino integrado exclusivamente por militares con el que pretendía hacer frente y resolver los graves problemas que amenazaban a España. Las principales medidas adoptadas por este gobierno fueron muy duras:

  • La Constitución de 1876 fue suspendida.
  • Las Cámaras legislativas (Congreso y Senado) disueltas.
  • Los partidos políticos y los sindicatos fueron prohibidos.
  • Las autoridades civiles locales fueron cesadas. Con ello pretendía acabar con la élite oligárquica y el caciquismo.

Miguel Primo de Rivera creó en 1924 un nuevo partido gubernamental, la Unión Patriótica, con el objetivo de prestar apoyo social a la dictadura. Se trató de un partido en el que se quería integrar a toda la sociedad y con el que se pretendía sustituir a todos los partidos políticos tradicionales, a los que consideraba corruptos. Sus principales afiliados procedían de la antigua oligarquía caciquil, el carlismo, la oligarquía agrícola y el catolicismo. Aunque Primo de Rivera anunció como uno de los objetivos principales del régimen terminar con la oligarquía y el caciquismo, muchos de los integrantes de estos grupos se incorporaron a la Unión Patriótica, reciclándose políticamente, lo cual les permitió mantenerse ligados al poder.

Este partido le sirvió al régimen para hacer propaganda de la dictadura y de la ideología derechista y católica que defendía. Las líneas ideológicas principales de la Unión Patriótica fueron:

  • Rechazo de la democracia liberal y del sistema parlamentarista.
  • Nacionalismo centralista anti-regionalista.
  • Defensa a ultranza de la religión católica.

El lema adoptado por la Unión Patriótica fue “patria, religión y monarquía”, adaptación del lema carlista dios, patria y rey. De entre los afiliados al partido salían los cargos para los ayuntamientos, las diputaciones y los gobiernos civiles.

El Directorio Civil de Primo de Rivera (1925-1930)

Desde 1925, Primo de Rivera intentó institucionalizar su régimen con una Asamblea Nacional consultiva, una nueva Constitución y la creación de la Unión Patriótica, partido único del Estado. Inspirada en el Gran Consejo Fascista de Mussolini, la Asamblea fue elegida mediante sufragio restringido en 1927 y encargada de redactar una nueva Constitución, pero el proyecto fracasó por falta de consenso.

En el ámbito militar, Primo de Rivera asumió el mando en Marruecos y, en colaboración con Francia, logró la victoria en el desembarco de Alhucemas en 1925, poniendo fin a la guerra del Rif. Este éxito reforzó su popularidad y consolidó la influencia de los militares africanistas.

A pesar de los intentos por consolidar la dictadura como un régimen corporativo, su carácter fascista fue superficial y la Unión Patriótica no se convirtió en un partido de masas, limitándose a unir a sectores conservadores y tradicionalistas.

Entre sus principales medidas destacan:

  • Política social: Creación de comités paritarios para resolver conflictos laborales con representación de obreros, patronos y el Ministerio de Trabajo. Se logró la colaboración de socialistas y Sindicatos Libres, pero CNT y PCE fueron perseguidos e ilegalizados.
  • Represión del nacionalismo catalán: Disolución de la Mancomunidad de Cataluña, prohibición del uso público del catalán y de las sardanas. Esto radicalizó el independentismo con intentos de insurrección armada por parte de Estat Català de Francesc Macià y generó tensiones con la Lliga Regionalista.

Durante el directorio civil, Primo de Rivera asumió el mando de las operaciones militares en Marruecos. Colaboró con Francia y se llevó a cabo el desembarco en Alhucemas (1925) que dio la victoria definitiva. Esto hizo que el dictador ganara popularidad.

  • Seguridad y orden público: Extensión del Somatén Nacional, milicia cívica creada para combatir el sindicalismo, dependiente del ejército.

La dictadura acentuó algunas tendencias básicas del capitalismo:

  • Se crearon monopolios como la CAMPSA, el tabaco, el teléfono…y se continuó la política proteccionista. Se acentuó el poder de la oligarquía financiera.
  • Se mejoraron infraestructuras: carreteras, se amplió la red de ferrocarriles y se creó un plan hidráulico.
  • La instrucción pública recibió un impulso: más centros, mejores salarios, descendió el analfabetismo, pero se limitó la libertad de Cátedra.

Gracias a la coyuntura internacional de los Felices Años 20, hubo un crecimiento económico con aumento del empleo en las obras públicas. Sin embargo, el endeudamiento estatal creció, la peseta se devaluó y la falta de una reforma agraria redujo el poder adquisitivo de los campesinos, afectando a la industria textil.

La llegada de la Gran Depresión en 1929 con la caída del comercio exterior y el aumento del paro demostró que el crecimiento económico había sido solo coyuntural. Con el descontento de la oligarquía, la patronal y el ejército, Primo de Rivera dimitió el 28 de enero de 1930, marcando el inicio de la descomposición de la dictadura.

De la Dictadura a la República: La Dictablanda (1930-1931)

De la Dictadura a la República: La Dictablanda (1930-1931)Tras la dimisión de Primo de Rivera, el general Berenguer asumió el gobierno con la intención de restaurar la normalidad constitucional, pero la monarquía estaba profundamente cuestionada debido al comportamiento del Rey Alfonso XIII durante la dictadura. A pesar de la fragmentación interna, los republicanos y socialistas se presentaban como las únicas fuerzas realmente renovadoras.

En agosto de 1930, se firmó el Pacto de San Sebastián, un acuerdo entre republicanos, socialistas y catalanistas de izquierdas que exigía la apertura de un proceso constituyente para instaurar una República y el derecho de Cataluña a un estatuto de autonomía. Ante la negativa del gobierno de Berenguer a conceder estas peticiones, los republicanos comenzaron a conspirar:

  • 12 diciembre 1930: La insurrección de Jaca fue reprimida con violencia, resultando en la ejecución de los capitanes Galán y García Hernández, lo que aumentó el desprestigio tanto del gobierno como de la monarquía.
  • 15 diciembre 1930: Se produjo la ocupación del aeródromo de Cuatro Vientos.

Las protestas en universidades, centros culturales y sindicales, junto con la incapacidad de Berenguer para organizar elecciones, lo llevaron a dimitir. El rey encargó a Aznar, almirante y líder de un gobierno de concentración, convocar las primeras elecciones municipales en abril de 1931, que fueron vistas como un plebiscito sobre la monarquía.

A pesar de que los monárquicos ganaron en el número total de votos, los republicanos triunfaron en las grandes ciudades, lo que significó el fin de la monarquía. Las fuerzas políticas se agruparon en dos bandos durante la campaña electoral:

  • Los monárquicos se presentaron divididos.
  • La Conjunción Republicano-Socialista, formada por los firmantes del Pacto de San Sebastián (grupos republicanos, PSOE, Esquerra Republicana de Cataluña y la ORGA gallega), obtuvo el apoyo de la UGT y la CNT dejó libertad de voto a sus militantes.

El 13 de abril, las multitudes tomaron las calles y el ejército y la Guardia Civil no intervinieron para restablecer el orden. El ministro de Estado Romanones aconsejó al rey salir del país.

A primeras horas del 14 de abril, el ayuntamiento de Éibar proclamó la República y, al mediodía, Francesc Macià proclamó la República Catalana dentro de una Federación Ibérica. Durante el día, el movimiento se extendió a otras ciudades como Sevilla, Valencia y Zaragoza. Finalmente, Alfonso XIII abandonó el país hacia el exilio, mientras el Gobierno Provisional de la República se formaba, sin que se derramase sangre.