Poesía y Novela Española de 1939 a los Años 70: Corrientes, Autores y Obras Clave

Evolución de la Poesía Española: De la Posguerra a los Años 70

La poesía española desde 1939 hasta los años setenta experimentó una notable transformación, marcada por el contexto histórico y social de la posguerra y la dictadura franquista. Dámaso Alonso clasificó las tendencias poéticas de este periodo en dos grandes corrientes: poesía arraigada y poesía desarraigada.

Poesía Arraigada: El Refugio en la Forma Clásica

La poesía arraigada se caracterizó por una vuelta a las formas clásicas y una evasión de la dura realidad de la posguerra. Los poetas de esta corriente, agrupados en torno a las revistas Escorial y Garcilaso, buscaban la perfección formal y la belleza estética, a menudo con temas patrióticos, religiosos y amorosos. El movimiento “Juventud creadora”, asociado a Garcilaso, promovía explícitamente el retorno a modelos clásicos como el soneto. Vicente Gaos denominó a esta tendencia “anacrónica poesía de evasión”.

Autores destacados de la poesía arraigada:

  • Dionisio Ridruejo (Sonetos de piedra, 1943)
  • Luis Rosales (La casa encendida, 1949)
  • José García Nieto (Tú y yo sobre la tierra, 1944)
  • Leopoldo Panero (Escrito a cada instante, 1949)
  • Luis Felipe Vivanco (Tiempo de dolor, 1940)
  • Rafael Morales (Poemas del toro, 1943)

Poesía Desarraigada: El Grito ante la Angustia Existencial

En contraste con la poesía arraigada, la poesía desarraigada reflejaba la angustia, la desesperación y la crítica social de la época. Esta corriente, influenciada por obras clave como Hijos de la ira (1944) de Dámaso Alonso y Sombra del paraíso (1944) de Vicente Aleixandre, se manifestó en revistas como Espadaña, Proel, Corcel e Ínsula. La revista Espadaña, en particular, impulsó una poesía rehumanizada y comprometida con la realidad social.

Poetas representativos de la poesía desarraigada:

  • Victoriano Crémer (Caminos de mi sangre, 1946)
  • José Luis Hidalgo (Los muertos, 1947)
  • Eugenio de Nora (Contemplación del tiempo, 1947)
  • José María Valverde (Hombre de Dios, 1945)
  • José Hierro (Tierra sin nosotros, 1947; Alegría, 1947)

Esta poesía, en palabras de Machado, volvía a ser “palabra en el tiempo”.

Otras Corrientes: Postismo y Grupo Cántico

Además de las dos corrientes principales, surgieron otras tendencias minoritarias, como el postismo (o postsurrealismo), liderado por Carlos Edmundo de Ory y promovido en la revista La Cerbatana. El postismo buscaba una poesía surrealista, social y antiacadémica. También destacaron poetas como Miguel Labordeta y Ángel Crespo.

A finales de los años cuarenta, la revista Cántico, con Pablo García Baena como figura central, representó un retorno a la estética del 27, con un lenguaje elaborado y una búsqueda de la belleza formal, aunque con una dimensión humana.

La Poesía Social de los Años Cincuenta: Blas de Otero y Gabriel Celaya

En la década de los cincuenta, la poesía social cobró fuerza con dos figuras destacadas: Blas de Otero y Gabriel Celaya.

  • Blas de Otero (Ángel fieramente humano, 1950; Redoble de conciencia, 1951; Ancia, 1958) se inscribió en la poesía social y existencial, buscando una poesía dirigida a la “inmensa mayoría”.
  • Gabriel Celaya, con una poesía de denuncia, consideraba la poesía como “un arma cargada de futuro” y un instrumento para el cambio social. Su obra más conocida es Cantos iberos (1955). Son célebres sus versos: “Poesía para el pobre, poesía necesaria / como el pan de cada día”.

Ambos poetas emplearon un estilo sencillo y directo, abordando temas como la injusticia y la solidaridad.

La Generación de los 50: Concentración y Tensión Poética

La generación de los cincuenta se caracterizó por la concentración y tensión en el lenguaje poético, la valoración de la palabra, la inclusión de anécdotas, la expresión de la intimidad y lo amoroso, y una preocupación ética y estética.

Poetas relevantes de esta generación:

  • Francisco Brines (Las brasas, 1960)
  • Jaime Gil de Biedma (Compañeros de viaje, 1959)
  • José Agustín Goytisolo (Salmos al viento, 1956; Palabras para Julia, 1979)
  • José Ángel Valente (Sobre el lugar del canto, 1963)
  • Ángel González (Con esperanza, con convencimiento, 1961)
  • Claudio Rodríguez (Don de la ebriedad, 1953)

Los Años Sesenta: Ironía y Búsqueda de un Lenguaje Personal

En los años sesenta, destacaron poetas como Pere Gimferrer (Arde el mar, 1966). La poesía de esta década se caracterizó por la ironía, el uso de un lenguaje natural y antirretórico, y la búsqueda de una voz personal. Se abandonó la rima y las estrofas clásicas, predominando los versos breves. Los temas personales e intimistas cobraron mayor relevancia.

Los Novísimos: La Generación del 68

La antología Nueve novísimos poetas españoles (1970) de José María Castellet marcó la aparición de un grupo de poetas conocidos como los “novísimos” o la “generación del 68”. Estos poetas, influenciados por la cultura popular (televisión, cómics, música, cine) y por poetas hispanoamericanos como César Vallejo y Octavio Paz, así como por Cernuda y Aleixandre, mostraron una nueva actitud ante el lenguaje y una preocupación por la creación literaria. Se sumergieron en el surrealismo como vía de renovación del lenguaje poético.

Poetas novísimos:

  • Manuel Vázquez Montalbán (Una educación sentimental, 1968)
  • Antonio Martínez Sarrión
  • José María Álvarez
  • Félix de Azúa
  • Pere Gimferrer (La muerte en Beverly Hills, 1969)
  • Guillermo Carnero
  • Ana María Moix
  • Leopoldo María Panero

G. Carnero afirmaba que “Poetizar […] es ante todo un problema de estilo”.

La Novela Española de Posguerra: Del Tremendismo al Experimentalismo (1939-1970)

La Guerra Civil española (1936-1939) supuso un corte abrupto en la evolución de la novela, dejando un panorama cultural desolador. La posguerra se caracterizó por la pobreza, la represión y la censura.

Los Inicios de la Novela de Posguerra: Miseria y Opresión

Los primeros años de la novela de posguerra estuvieron marcados por el reflejo del ambiente miserable y opresivo de la época. Aunque hubo intentos de renovación, algunos autores continuaron con el “estilo barojiano”. Destacan novelas que reflejan la crudeza de la realidad:

  • Camilo José Cela: La familia de Pascual Duarte (1942)
  • Rafael García Serrano: La fiel infantería
  • Elena Soriano: *Golpe de Estado de Guadalupe Limón* (1946)
  • Gonzalo Torrente Ballester: Javier Mariño (1943)
  • Carmen Laforet: Nada (1945)
  • Ignacio Agustí: Mariona Rebull (1944)
  • Miguel Delibes: La sombra del ciprés es alargada (1948)
  • Juan Antonio Zunzunegui: La quiebra (1947)

Con la excepción de Mariona Rebull y *La fiel infantería* (que celebra la victoria franquista), estas novelas retratan un ambiente de miseria, hambre, desesperación, angustia, soledad, frustración y muerte. Los personajes suelen ser individuos angustiados, desarraigados e inadaptados.

El Realismo Social de los Años Cincuenta: Denuncia y Compromiso

En la década de los cincuenta, surgió el realismo social, una corriente novelística comprometida con la denuncia de las injusticias sociales. Estas novelas se centraban en la dura vida del campo, la vida urbana, el mundo del trabajo y, en ocasiones, la vida ociosa de la burguesía.

Ejemplos de novelas del realismo social:

  • Jesús López Pacheco: Central eléctrica
  • Armando López Salinas: La mina
  • José Manuel Caballero Bonald: Dos días de septiembre
  • Alfonso Grosso: La zanja
  • Antonio Ferres: La piqueta
  • Juan García Hortelano: *Tormenta de verano*, *Nuevas amistades*

Estas obras priorizaban el contenido sobre la forma, mostrando solidaridad con los oprimidos y explotados.

El Realismo Objetivista: La Influencia del Neorrealismo

Otra tendencia importante de los años cincuenta fue el realismo objetivista, en el que el autor se mantenía al margen, sin intervenir en la narración. Se plasmaba la pobreza y las injusticias a través de diálogos y de la observación del comportamiento de los personajes. Esta corriente recibió influencias del neorrealismo italiano, el “nouveau roman” francés y el conductismo norteamericano.

Novelas representativas del realismo objetivista:

  • Camilo José Cela: La colmena
  • Miguel Delibes: El camino, La hoja roja
  • Rafael Sánchez Ferlosio: El Jarama, Alfanhuí
  • Ignacio Aldecoa: El fulgor y la sangre
  • Carmen Martín Gaite: Entre visillos
  • Ana María Matute: Primera memoria

Estas novelas se caracterizaban por una narración sencilla y lineal, descripciones breves, el predominio del personaje colectivo y un lenguaje directo y desnudo.

La Renovación Novelística de los Años Sesenta: El Experimentalismo

En los años sesenta, se produjo una profunda renovación de la novela española, marcada por el experimentalismo. Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín-Santos es considerada la obra pionera de esta nueva etapa.

Otras novelas importantes de esta época:

  • Juan Marsé: Últimas tardes con Teresa
  • Juan Goytisolo: Señas de identidad
  • Miguel Delibes: Cinco horas con Mario
  • Gonzalo Torrente Ballester: Don Juan
  • Juan Benet: Volverás a región

Características de la novela experimental:

  • Sustitución de capítulos por secuencias.
  • Introducción del perspectivismo.
  • Ruptura de la linealidad narrativa (saltos temporales).
  • Presentación simultánea de varias realidades.
  • Uso de un lenguaje culto, técnico, científico, vulgar y coloquial.
  • Crítica social (alejada ya del tema bélico).
  • Concentración de la acción en un corto período de tiempo.
  • Abundancia de monólogos interiores.

Los Años Setenta: Consolidación y Diversificación

El inicio de los años setenta estuvo marcado por La saga/fuga de J.B. (1972) de Gonzalo Torrente Ballester, una novela experimental y paródica que explora lo mítico, lo irracional y lo mágico. Esta década se caracterizó por una gran riqueza y diversidad en la producción novelística.

Obras y autores destacados:

  • Juan Goytisolo: *Reivindicación del conde don Julián* (1970), *Juan sin tierra* (1975). Continúa su desmitificación de la historia de España y explora el problema de la identidad.
  • Luis Goytisolo: *Antagonía* (*Recuento*, 1973; *Los verdes de mayo hasta el mar*, 1976; *La cólera de Aquiles*, 1979; *Teoría del conocimiento*, 1981). Una obra monumental que destaca por su perfección lingüística y su carácter metaliterario.
  • Juan Marsé: *Si te dicen que caí* (1973). Considerada por parte de la crítica como una de sus obras cumbre, explora el pasado de la posguerra.
  • Juan Benet: *Saúl ante Samuel* (1980). Culminación de su trayectoria, destaca por su veta intelectual y perfección lingüística.
  • Eduardo Mendoza: *La verdad sobre el caso Savolta* (1975). Obtuvo un gran éxito de crítica y público, y fue galardonada con el Premio de la Crítica. Mendoza continuó su trayectoria con *El misterio de la cripta embrujada* (1979) y *El laberinto de las aceitunas* (1982).

Luces de Bohemia de Valle-Inclán: Un Esperpento Inmortal

Luces de Bohemia (1924), la obra más famosa de Ramón María del Valle-Inclán, es un retrato crudo y deformado de la sociedad española de principios del siglo XX. La obra, publicada inicialmente por entregas en la revista España en 1920, narra la última noche en la vida de Max Estrella, un poeta ciego y miserable inspirado en la figura de Alejandro Sawa.

La Deformación Esperpéntica como Reflejo de la Realidad

La palabra clave que define Luces de Bohemia es deformación. Valle-Inclán utiliza el esperpento, un género literario creado por él, para mostrar la realidad española como una “deformación grotesca de la civilización europea”. A través del recorrido nocturno de Max Estrella por Madrid, el lector se enfrenta a la miseria, la ignorancia y la corrupción que imperan en la sociedad.

Más Allá de la Crítica Social: Reflexión sobre la Literatura

Luces de Bohemia no es solo una crítica social, sino también una reflexión sobre la literatura como vida, como compromiso y como arte. Valle-Inclán cuestiona el papel del escritor en una sociedad decadente.

Contexto Histórico y Literario: La “Edad de Plata”

Luces de Bohemia se inscribe en un contexto literario excepcionalmente rico, conocido como la “Edad de Plata” (o “Edad de Oro”, según algunos) de la literatura española. Este periodo se caracterizó por la coexistencia de grandes figuras de la literatura en diversos géneros: Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Miguel de Unamuno, Azorín, Pío Baroja, Ortega y Gasset, Jacinto Benavente, la Generación del 27 y la última etapa creativa de Benito Pérez Galdós.

Históricamente, la obra refleja los años convulsos de principios del siglo XX en España, marcados por la inestabilidad política, los problemas sociales y económicos, las tensiones regionalistas y nacionalistas, la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa y la Guerra de Marruecos. Valle-Inclán alude a hechos ocurridos entre 1889 y 1924, así como a la leyenda negra, la Inquisición y Felipe II. La obra refleja la lucha por el poder y el deseo de una generación de participar en la vida política. Valle-Inclán expresa su tristeza por la falta de una cultura que sirva de espejo a la sociedad española.

Escenas Clave y Denuncia Social

Valle-Inclán describe con precisión el Madrid de principios de siglo, mostrando el autoritarismo, el amiguismo y la represión de la libertad de pensamiento. La cultura y las ideas creativas son vistas como una provocación, y el periodismo está sometido al poder.

Algunas escenas destacan por su impacto emocional y su denuncia social:

  • El diálogo entre Max Estrella y el preso catalán en el calabozo.
  • El ametrallamiento de la policía.
  • La madre con el niño muerto en brazos (“¡Sicarios! ¡Asesinos de criaturas!”).
  • La muerte de Max Estrella en el quicio de la puerta, tras definir el esperpento (“las imágenes más bellas de un espejo cóncavo son absurdas”).

La Perfección Estilística de Valle-Inclán

El estilo de Valle-Inclán en Luces de Bohemia es único y magistral. La obra es una denuncia de la corrupción política y cultural, y su vigencia perdura hasta nuestros días. La representación de Luces de Bohemia sigue siendo necesaria para que la sociedad se vea reflejada en su propio esperpento.