España en el Siglo XIX: Revolución Liberal, Guerras Carlistas y Evolución Política

1- La Revolución Liberal-Burguesa

La **revolución liberal-burguesa** se puede definir como un proceso violento de sustitución de la sociedad feudo señorial del Antiguo Régimen por una nueva sociedad liberal-burguesa y capitalista.

Implica cambios políticos con la aparición de un **Estado constitucional** y también cambios económicos, con gran expansión de fuerzas productivas.

Las transformaciones se producen bajo la hegemonía de la **burguesía** como clase social dominante y relaciones sociales encaminadas al capitalismo del nuevo sistema socioeconómico.

En España, esta revolución presentó rasgos de lentitud y fragilidad de cambios, resistencias de grupos privilegiados, conflictividad y el retraso con respecto a otros países.

2- La Guerra Civil (1833-1840)

Al conocerse la muerte de Fernando VII, se inició una larga guerra civil que iba a durar siete largos años y enfrentaría a absolutistas y liberales: la **Primera Guerra Carlista** tuvo lugar en País Vasco y Navarra. La reina regente María Cristina encargó formar gobierno a Bermúdez, pero este no aceptó. Por el contrario, el general carlista Zumalacárregui pudo disponer de tiempo para formar un ejército.

La ideología carlista se basa en el **absolutismo monárquico**, la **intransigencia religiosa** y la **defensa de fueros** y régimen de propiedad de la tierra. El primer carlismo fue una reacción rural contra el progresismo político y cultural. Con el reconocimiento de fueros, el carlismo se atrajo a la población campesina del norte, contó con el apoyo de aquellos sectores que se oponían a las reformas liberales; sin embargo, el ideario carlista no consiguió convencer a clases ilustradas, contrarias al integrismo religioso. Rusia, Austria y Prusia dieron su apoyo a Don Carlos, en tanto que los regímenes liberales de Reino Unido, Francia y Portugal ofrecieron el suyo a María Cristina.

Evolución de la Guerra Carlista

  • Primera fase: Los ataques por sorpresa y la movilidad de sus partidas reportaron a los carlistas los primeros éxitos ante el ejército de la reina en el País Vasco y Navarra, en montañas de Cataluña y Maestrazgo. Su objetivo era Madrid.
  • Segunda fase: La toma del conflicto de las capitales del País Vasco era la obsesión de los líderes carlistas, de ahí el atractivo de Bilbao. Terminó en fracaso y se cobró la vida de Zumalacárregui. Poco después, las tropas carlistas fueron derrotadas en Navarra. Después de la batalla de Luchana, el general Espartero levantó Bilbao.
  • Tercera fase: Incapaz el carlismo de ampliar su radio. La crisis interna del carlismo, con enfrentamientos entre castellanos y navarros, allanaba el camino hacia el final de la guerra inminente cuando Maroto mandó fusilar a los jefes contrarios del acuerdo de paz.

La guerra concluyó con el **acuerdo de Vergara en 1840**. El general liberal se comprometía a recomendar al gobierno el mantenimiento de fueros vascos, mientras que Maroto reconocía a Isabel II como reina.

3- La Evolución Política

El **modelo moderado** trataba de conjugar la tradición y la modernidad, atendía primariamente a intereses económicos. Su preocupación era construir un Estado unitario y una administración controlada por clases propietarias e ilustradas. El poder debía ser controlado por clases propietarias e ilustradas, dejando de lado a la gran masa de clases populares; para ello, el procedimiento elegido fue el **sufragio censitario**.

El **modelo progresista** planteaba un programa de reformas basado en principios políticos. También defendía el sufragio censitario, pero menos restringido. Las clases medias fueron su principal clientela política.

El Estatuto Real

La Corona se convierte en un factor clave del proceso político. Martínez de la Rosa vio que era imposible un acuerdo con los carlistas, intentó lograr un equilibrio entre tendencias y ofreció ayudar a María Cristina a comenzar a andar por una nueva senda liberal. El primer resultado fue el **Estatuto Real**, que fue sancionado y firmado por María Cristina.

Era una carta otorgada parecida a la Carta constitucional ofrecida por Luis XVIII a los franceses. Por otra parte, era una constitución incompleta.

La evolución de la guerra carlista y la desastrosa situación de la Hacienda provocaron la crispación social y política. En Madrid tuvieron lugar manifestaciones de anticlericalismo de gran violencia. El malestar obligó a la regente a formar gobierno con el conde Toreno, que incorporó a Mendizábal. Este asumió la presidencia, pero el malestar urbano se manifestó con rebeliones por gran parte del país, que culminaron con el pronunciamiento de los sargentos en La Granja, que obligó a la regente a restablecer la **Constitución de 1812**. Las cortes constituyentes decidieron elaborar una nueva Constitución.

La promulgación de la nueva Constitución coincidió con el avance del ejército carlista hacia Madrid. Era una Constitución breve, bicameral, basada en la **soberanía nacional**, la **división de poderes** y el **reconocimiento de derechos individuales**. Los aspectos más progresistas fueron la libertad de prensa y la autonomía política y gestión otorgada a los ayuntamientos.

La Regencia de Espartero

La oposición de la Regente a la Ley de Ayuntamientos de 1840 (elección de alcaldes y concejales), unido a diversos problemas ligados a la vida privada de María Cristina, la forzaron a renunciar y a marchar fuera del país. En su ausencia, se nombró a un nuevo Regente: el General Espartero (1841-1843). Durante su corta regencia, se aceleró la desamortización de los bienes eclesiásticos y se recortaron los fueros vasco-navarros. La firma de un acuerdo librecambista con Inglaterra engendró grandes protestas en Barcelona, que fueron duramente reprimidas. El bombardeo de la ciudad llevó a que Espartero perdiera toda su popularidad, incluso entre los propios progresistas. Finalmente, una sublevación militar organizada por los moderados, a la que se unieron algunos progresistas, precipitó el fin de la Regencia de Espartero. Para salir del impasse político en el que se hallaba el país, las nuevas autoridades aceleraron, pese a tener solo catorce años, la coronación como reina de Isabel II.

4- La Década Moderada (1844-1854)

Los principios de las contrarreformas fueron el orden público y el control de una Administración centralizada. En 1843 se suprimió la Milicia Nacional, sustituida por la Guardia Civil en 1844, con estatus militar. Una ley orgánica en 1845 suprimió el carácter electivo de los alcaldes y se pasó al control directo de la imprenta y de la prensa. Se culminó la promulgación de una nueva Constitución que sustituyó la soberanía nacional, limitando el poder de las Cortes y ampliando las prerrogativas del rey.

El acuerdo con la Santa Sede por el que el Papa reconoció a Isabel II como reina y aceptó la pérdida de los bienes eclesiásticos ya desamortizados. A cambio, el Estado español se comprometió a subvencionar a la Iglesia y a entregarla el control de la enseñanza y a encargarla labores de censura.

5- El Bienio Progresista (1854-1856)

El poder cada vez más dictatorial de Narváez propició un creciente descontento que culminó en un pronunciamiento de complejo desarrollo. Iniciado por el general O’Donnell en Vicálvaro, el golpe militar se radicalizó tras la publicación por los rebeldes del denominado **Manifiesto de Manzanares**. Redactado por el joven Antonio Cánovas del Castillo y firmado por O´Donnell, este manifiesto exigía reformas políticas y unas cortes constituyentes para hacer posible una auténtica regeneración liberal, lo que hizo que consiguiera un amplio respaldo popular y animó a otros generales a unirse a la rebelión. Finalmente, el golpe triunfó y propició la formación de un gobierno presidido por el progresista Espartero. La otra gran figura del gobierno, el general Leopoldo O’Donnell, creó un nuevo partido, la Unión Liberal, que trató de cubrir un espacio de centro entre moderados y progresistas, aunque gobernó junto a estos en el inicio del bienio. Durante este corto período destacaron las siguientes medidas:

  • La **desamortización general de Madoz en 1855**, que culminó el proceso desamortizador, con los bienes de los municipios.
  • Unas nuevas Cortes Constituyentes iniciaron la elaboración de una nueva constitución más progresista que no llegó a aplicarse (**Constitución non nata**).
  • Se adoptaron medidas para propiciar la modernización económica del país, como la **Ley General de Ferrocarriles de 1855**.

6- La Unión Liberal y el Retorno del Moderantismo (1856-1868)

Tras un período de dos años con Narváez y los moderados, O’Donnell y la Unión Liberal volvieron al poder en 1858. Esta época estuvo marcada por la euforia económica y por el intervencionismo exterior: guerra de Marruecos (1859-1860). Esta amplia actividad bélica apenas dio ningún resultado práctico para el país.

La inestabilidad política y la deriva autoritaria de los gobiernos caracterizaron una etapa en la que la bonanza económica llegó a su fin tras la crisis económica de 1864. El creciente autoritarismo del anciano Narváez llevó a la formación del **Pacto de Ostende (1866)**: para derribar a Isabel II y el régimen moderado. Ante el descontento hacia el régimen monárquico de Isabel II, en 1868 se produjo una sublevación triunfante, que provocó la caída de la dinastía borbónica.