El Tiempo Atmosférico y su Definición
Se llama tiempo atmosférico (en adelante hablaremos simplemente de “tiempo”) al estado de la atmósfera en un lugar y momento determinados. Se describe midiendo los denominados factores del tiempo (presión barométrica, temperatura, humedad y viento), la nubosidad, y los fenómenos especiales o meteoros presentes al realizar la observación.
Hay que señalar que las propiedades físicas normales del aire, incluido su movimiento (el viento) se consideran “factores del tiempo”, mientras que cuando ocurre algún fenómeno especial (por ejemplo la lluvia, el rayo, la calima, la cenceñada, etc..) se conceptualiza como “meteoro”. Los factores del tiempo, la nubosidad y los meteoros se observan rutinariamente cada tres horas en las Estaciones Meteorológicas de la Red Sinóptica Mundial (unas 250.000 en todo el planeta) y a ellos nos referimos al hablar de “tiempo”, tanto en lenguaje coloquial como en el meteorológico de rutina.
Ahora bien, los factores físicos y químicos del medio aéreo “biológicamente efectivos” son mucho más y desde luego también forman parte del estado de la atmósfera en un lugar y en un momento determinados que hemos definido como “tiempo”, por lo que en un sentido más amplio habría que incluir los siguientes:
- Composición del aire: Polvo, humos, vapores, gases, etc.. (contaminantes o no), partículas orgánicas.
- Radiactividad: Radiaciones ionizantes y corpúsculos radiactivos incluidos los artificiales.
- Electricidad atmosférica: Campo eléctrico del aire, estado de ionización, radiaciones electromagnéticas como los llamados ‘atmosféricos’ (descargas electromagnéticas de frecuencia comprendida entre 1 y 2 kHz y entre 10 y 50 kHz), corrientes aire-tierra.
- Presión atmosférica: Presión parcial de los distintos gases, ondas de presión, presión total.
Por último, constituyen elementos determinantes del tiempo que afecta a un lugar, la masa de aire que gravita sobre el mismo (masa de aire = grandes cuerpos de aire de características físicas homogéneas y que tienden a conservarse cuando aquéllas se desplazan) y el tipo de estratificación vertical de la atmósfera, que posibilita que en su seno se puedan o no desarrollar movimientos verticales (estabilidad o inestabilidad).
La relación entre todos los componentes del tiempo (y otros que no se han mencionado) es extraordinariamente compleja y constituye el objeto de estudio de la Física del Aire.
Meteorotropismo o Sensibilidad al Tiempo
Se dice que un fenómeno cualquiera tiene un comportamiento meteorotrópico si es “sensible al tiempo”, o sea, si es afectado por el tiempo atmosférico de una forma demostrable. Puede tratarse de un hecho sociológico (el n.° de espectadores/día de las salas de cine de una ciudad), biológico (la termorregulación o la diuresis) o psicológico (el humor o estado de ánimo). Precisamente, en el estado actual de la investigación en este campo se acepta que el meteorotropismo, o meteorosensibilidad, constituye no sólo un fenómeno en el que existen componentes más o menos subjetivos o psicológicos sino una realidad biológica que se explica mediante las leyes de la psicoquímica y la electrofisiología.
La población meteorosensible supone el 50-60% de la total y algunos autores como F. G. Sulman describen cinco tipos constitucionales con relación a la sensibilidad al tiempo: el balanceado o equilibrado, el vagotónico, el simpaticotónico, el serotonínico y el tiroideo. Cada una de estas constituciones reacciona específicamente a los cambios atmosféricos según sus particularidades neuroendocrinas.
Tipos de Tiempo
Cuando los habitantes del Norte de España se refieren a una “galerna” del Cantábrico o los canarios a un “tiempo del Sur” (ola de calor sahariana) realizan, sin darse cuenta, dos afirmaciones importantes: 1.ª que todas las “galernas” y las “olas de calor” son parecidas, de características meteorológicas semejantes, y 2.ª que esa semejanza resulta explícita no sólo al enjuiciar algún factor del tiempo aisladamente (la temperatura, la nubosidad o las precipitaciones, etc..) sino la situación meteorológica globalmente considerada, el comportamiento atmosférico en su conjunto.
De tal manera que ya a nivel popular al decir alguien que hay “tiempo de galerna” o “tenemos tiempo sur” los oyentes entienden perfectamente la referencia: para el caso de los temporales del Cantábrico se trata de un tiempo con vientos fríos de componente Norte, de gran fuerza, con cielos cubiertos con abundancia de nubes de desarrollo vertical que darán lugar a importantes precipitaciones acuosas, mar arbolada o montañosa, etc.., y para las “olas de calor” del litoral sur de la Península o de Canarias de un tiempo caracterizado por la llegada de aire cálido y seco procedente del Sahara en el que el polvo en suspensión origina las calimas con las correspondientes disminuciones de la visibilidad, los cielos despejados, etc..
Pues bien, ¿qué significa que se pueda hablar de “galernas” u “olas de calor”? La respuesta es sencilla: que las situaciones meteorológicas concretas, diarias, auque nunca son exactamente iguales, si se estudian detenidamente se pueden clasificar de tal forma que constituyan clases o tipos de tiempo de características esenciales semejantes y comportamiento equivalente a nivel de macroescala.
Los meteorólogos entienden por tipo de tiempo “la distribución particular de los sistemas de presión y de las masas de aire sobre una región geográfica, asociados con típicas características generales del tiempo atmosférico” (Organización Meteorológica Mundial, 1966); y basándose en este concepto construyen catálogos de tipos de tiempo a gran escala para un continente o para una región geográfica. Cada tipo de tiempo queda descrito no sólo por el comportamiento típico de los factores del tiempo, nubosidad y meteoros, sino por una serie de particularidades técnicas científicamente analizables: configuración del campo de presiones barométricas (mapas del tiempo), tipo de masa de aire, curva de estado (determina el mayor o menor grado de estabilidad atmosférica en sentido vertical) y otros.
De lo expuesto anteriormente resulta que “el tiempo” -como lo entiende la gente- o el “tipo de tiempo” en lenguaje más técnico, se convierte en una variable por sí misma (de carácter cualitativo o no-paramétrico naturalmente) y se puede introducir como tal de un modo adecuado, correcto y científico en los estudios de meteorotropismo o meteorosensibilidad de variables médicas o psiquiátricas.
Opinamos que un modo de actuar que tenga presente la existencia de los tipos de tiempo, resulta mucho más apropiado desde el punto de vista meteorológico que lo que se hace con demasiada frecuencia en la investigación médico-meteorológica, al usar las variables como la “nubosidad” o la humedad relativa por ejemplo sin referirlas a la situación atmosférica que las determina: consideramos que no es correcto hablar de “suicidios y nubosidad total” porque esta última, para la mayoría de las áreas geográficas españolas, podría ser originada por una borrasca atlántica constituida por aire polar frío, o por una borrasca del Sur de aire más cálido y más húmedo o por un fenómeno totalmente local, situaciones meteorológicas en ningún modo equivalentes.
Clima
Para llegar al concepto de clima supongamos que a lo largo de 100 años varias generaciones han anotado diariamente el valor de los factores del tiempo, la nubosidad y los meteoros de un lugar de la Tierra. Y escojamos un intervalo del calendario, por ejemplo, el mes de junio. Si una vez calculada la media de los datos para los 100 junios de la centuria obtenemos 1020 milibares de presión barométrico, 24° C de temperatura, 70% de humedad relativa, 3 litros/m² de precipitaciones, 3 octavos de nubosidad y 10% de días en que se produjeron tormentas, podemos considerar, en buena lógica, que esas magnitudes son los “valores normales” de la temperatura, humedad, presión, nubosidad y precipitaciones de la zona y para el mes de junio.
Asimismo, se puede afirmar que la probabilidad de que se produzcan tormentas es, por término medio, del 10%. Toda cifra por encima o por debajo que se registre en un junio particular supondrá una perturbación respecto a su valor “normal”. Naturalmente, cada día, los valores observados suelen diferir de los “normales”. El clima de un lugar se define entonces como el conjunto de valores “normales” obtenidos en una serie de al menos 30 años y describe el estado medio de la atmósfera en dicho lugar.
Estación Climatológica y Estación Astronómica
Para cada región geográfica, los períodos del año en que la atmósfera se comporta de un modo semejante, de tal forma que tanto los factores del tiempo como la nubosidad y los meteoros describen una situación meteorológica media frecuente, determina la estación climatológica, que obviamente, depende de cada área y no suele coincidir en su duración con la estación astronómica, fijada por la traslación del planeta alrededor del Sol y de igual duración en todos los puntos de la Tierra.
Se dice que una variable biológica o médica cualquiera (n.º de nacimientos, n.º de urgencias psiquiátricas, por ejemplo) tiene un “comportamiento estacional” o muestra estacionalidad cuando su presentación o variación en las distintas épocas del año definidas como estaciones no es uniforme, teniendo significación estadística tal desigualdad.
La disciplina científica que estudia la acción del tiempo y del clima sobre los organismos vivos es la biometeorología. Si el objeto de estudio lo constituyen los diversos procesos fisiológicos y patológicos asociados con el enfermar humano, nos encontramos en el campo de la biometeorología médica. Y si se atiende exclusivamente a las enfermedades mentales -lo que haremos en lo que sigue- se trabajará en biometeorología psiquiátrica o psicológica.
Como es sabido, la base del método científico consiste en observar realidades naturales medibles y reproducibles, de tal forma que en el estudio de un fenómeno cualquiera en que se busquen relaciones de causalidad hay que excluir la acción del azar mediante los procedimientos estadísticos adecuados a cada problema. Pues bien, los parámetros biológicos concretos, cuantificables, medibles, y sujetos de los correspondientes tratamientos estadísticos con relación al tiempo o al clima se denominan indicadores biometeorológicos.
Dificultades de la Investigación en Biometeorología Psiquiátrica y Psicopatológica
Los conceptos elementales anteriormente expuestos permiten descubrir la dificultad y complejidad del trabajo en esta área de conocimiento e investigación. Para ello basta un sencillo ejemplo: supongamos que pretendemos averiguar si las urgencias psiquiátricas clasificadas por diagnósticos o “razones de urgencia” atendidas en los centros hospitalarios de un territorio acotado (una isla, para facilitar la conceptualización) dependen del tiempo y del clima.
Nos encontraremos en primer lugar con una población general que para considerarla “estable” durante el período de toma de datos hay que excluir extranjeros y no residentes, y que dará origen a los cuadros urgentes (nuestro indicador biometeorológico) que pretendemos estudiar. En segundo término consideraremos el medio aéreo, la atmósfera, en el que tienen lugar lo que definimos como tiempo y clima.
El problema de la estacionalidad, es decir, la demostración de que se producen ondas de período anual o semestral, con estaciones de máxima y mínima frecuencia de presentación resulta relativamente fácil de resolver porque el período de muestreo (intervalo de tiempo cronológico entre dos tomas de datos sucesivas) es necesariamente largo –el mes, el trimestre o la estación astronómica o climatológica– y las situaciones meteorológicas extremas, así como los elementos de azar se diluyen necesariamente al promediar.
Pero si lo que queremos averiguar es si aquellas urgencias presentan un comportamiento meteorotrópico, sensible al tiempo atmosférico de cada día, el problema se complica extraordinariamente por las siguientes causas:
- La multicausalidad de cualquier fenómeno biológico.
- Los comportamientos sociológicos de la población incluso con respecto al tiempo; son obvias las connotaciones sociales y económicas que influyen en el enfermo o familiares al tomar la decisión de acudir a un Servicio de Urgencia; por razones de simple comodidad se huirá de los fines de semana o de los tiempos desapacibles si la urgencia es aplazable (un cuadro depresivo en curso) mientras que se buscará la atención médica indefectiblemente si no lo es (intento de suicidio, síndrome de agitación psicomotriz severo, etc.).
- La complejidad de la acción de los factores físicos y químicos del ambiente atmosférico biológicamente activos, que son muchos, actúan simultáneamente y con frecuencia no se conoce su efecto sobre los organismos vivos y ni sobre la mente humana.
- La naturaleza de los indicadores biometeorológicos, pues, por ejemplo, hay que contar con los períodos de latencia en el sentido que no siempre se acude al médico cuando se presenta un cuadro clínico. En este terreno se han cometido importantes imprecisiones conceptuales siendo la más frecuente la identificación de la fecha de ingreso o atención hospitalaria, como la fecha del comienzo del cuadro psiquiátrico.
- Dificultades inherentes a la toma de datos y al muestreo. En primer lugar hay que resolver el serio problema del periodo de muestreo ya que resulta obvio que cuanto menor sea éste mayor será la evidencia de las posibles relaciones causa-efecto y mayor consistencia tendrán las asociaciones estadísticamente demostrables. En segundo término han de evitarse los errores de muestreo, es decir, el obtener conclusiones generales de una muestra insuficiente. Por último, los psiquiatras de los Servicios de Urgencia han de homogeneizar criterios de valoración y diagnóstico de los cuadros atendidos.
Estos cinco grupos de consideraciones explican lo complicado que puede resultar el análisis meteorotrópico de una variable médica, incluso en el caso de que se trate, en principio, de una no demasiado difícil de cuantificar, como las urgencias psiquiátricas que produce una población que vive en un territorio geográficamente acotado como una isla.
Meteorotropismo y Psicopatología
Debido a las dificultades expuestas en lo que atañe a las posibles relaciones entre tiempo atmosférico y psicopatología, los estudios precisos son escasos hasta muy recientemente, en que se han publicado diversos trabajos que afrontan el problema. No obstante, hay que señalar que a lo largo de todo el presente siglo no han faltado las observaciones científicas sobre el tema.
Picard (1), en 1923, ya apuntaba el papel de las temperaturas extremas en el hecho suicida. Helly (1920), Gampen (1932), Rhoden (1933), Dull (1938), Pfanner (1939), Oderwald (1939), Blumer (1945), Meixner (1955), Ballusch (1965) (*) afirman la correlación entre el viento Foehn, los suicidios y los crímenes. Tromp (1963) halla una correlación significativa del fenómeno suicida con la turbulencia, la caída de la nieve y las variaciones drásticas de temperatura.
Faust et al. (1973,1975) concluyen que las personalidades depresivas son especialmente sensibles a las condiciones atmosféricas afirmando la asociación entre depresiones involutivas, reactivas y suicidio al viento Foehn y la actividad frontal. Zung y Green (1974) relacionan la tasa de ingresos por depresión con la duración del día.
Un importante trabajo es el que realizaron Larcan et al. (1974), quienes investigaron 675 casos de tentativas de suicidio por intoxicación medicamentosa atendidos por el Servicio de Urgencia y Reanimación del Hospital Central de Nancy entre el 1 de mayo de 1971 y el 30 de agosto de 1972.
Estos autores estudiaron diversos parámetros meteorológico-astronómicos, incluso los índices de erupción solar, fases de la Luna y la magnitud fF2 (frecuencia crítica de la capa F2. situada en la ionosfera, a 300 Km. y de densidad electrónica elevada) con los siguientes resultados:
- No se produjo ninguna tentativa durante los períodos de erupción solar.
- Existe una correlación entre el fenómeno suicida y el viento, en especial con su dirección. Los vientos semejantes al Foehn, fuertemente ionizados, así como los vientos marinos (de las mismas características), coinciden con una frecuencia elevada de tentativas de suicidio.
Large y Johnson (1980), al estudiar los diagnósticos psiquiátricos de urgencia referidos a las condiciones meteorológicas predominantes encuentran relaciones significativas entre la depresión reactiva y la psicosis maniaco-depresiva con la dirección del viento y los valores altos de la insolación. Mawson y Smith (1981) encontraron una correspondencia entre los ingresos por manía y la humedad relativa. Tomando como unidad de muestreo la semana, estos autores señalan una correlación negativa máxima entre los ingresos por manía y la humedad relativa media de las tres semanas anteriores, planteándose la posibilidad de la existencia de un período refractario.
La ansiedad es asociada por Nixon en 1924 a los fenómenos meteorológicos en general y por Large y Johnson (1980) a los hidrometeoros. Faust et al. (1973,1975) insisten también en la asociación viento Foehn y actividad frontal con las neurosis.
El alcoholismo tiene relación, según Large & Johnson, 1980, con las temperaturas altas, la insolación baja, las precipitaciones y la dirección del viento.
La esquizofrenia se asocia según Faust et al. (1973,1975) al Foehn y a la actividad frontal, mientras que Large & Johnson (1980), afirman la relación con las precipitaciones y la dirección del viento.
A continuación se expone brevemente el resumen de un trabajo que consideramos clásico por su metodología: el ya mencionado sobre la agitación de los enfermos mentales dirigido y coordinado por Tromp en 1959. El estudio se llevó a cabo en siete instituciones psiquiátricas de la región Occidental de los Países Bajos, colaborando 21 especialistas ligados a aquellos hospitales.
Estos últimos, ayudados por enfermeras, realizaron un control diario del grado de agitación tanto psíquica como motora, así como del de irritabilidad del mismo grupo de pacientes. No fue el estado de agitación o la agresividad absoluta lo que se registró, sino su variación por encima o debajo de los niveles que se asumieron como “normales”, una interpretación subjetiva que sólo puede realizar el personal especializado en contacto habitual con los enfermos. Las observaciones se hicieron diariamente dividiendo el día en cuatro períodos de seis horas.
Obviamente, sólo la agitación motora (claramente puesta de manifiesto por gritos, riñas, proyección de objetos, etc.) puede ser recogida con garantías. Se seleccionó un grupo de mujeres esquizofrénicas de la misma edad y extracción social, como muestra para el estudio final. En estas condiciones, el porcentaje de pacientes agitados y el “grado de agitación medio” se puede calcular para cada día. Estos datos fueron llevados al diagrama Biometeorológico correspondiente con los resultados siguientes:
- Se observó una relación estadísticamente significativa entre el tiempo atmosférico, la estación y el grado de agitación de los pacientes tanto varones como hembras, manifestándose la correlación más alta cuando se escogió el grupo homogéneo de mujeres citado.
- Los cambios bruscos en la distribución general de la Presión Barométrica sobre la Europa Occidental y el mar del Norte constituye un indicador biometeorológico con referencia al grado de agitación de los enfermos esquizofrénicos.
- Ni la Presión Barométrica por sí misma, ni ningún otro parámetro meteorológico individual, tal como la velocidad del viento, su dirección, humedad, paso de frentes, etc., parecen correlacionarse consistentemente con la curvas observadas de agitación.
- Existe correlación significativa entre el grado de agitación y el tipo de masa de aire. Como regla general, las siguientes conclusiones serían válidas en los Países Bajos al menos:
- La llegada de aire caliente continental, tropical marítimo o cálido marítimo, que causa una gradual elevación en la temperatura de la atmósfera, incrementa también la inquietud de los esquizofrénicos.
- El aflujo de una masa fría continental, polar o marítima, tiene un efecto inverso.
- Las situaciones meteorológicas “desagradables”, como intensos aguaceros, tormentas de nieve, relámpagos, etc., no afectan las curvas de agitación al menos que tengan lugar simultáneamente con cambios en la masa de aire.
- Las temperaturas extremas pueden tener un efecto opuesto al mencionado en el punto (1). Es decir, muy altas temperaturas durante las olas de calor (como se observó en 1957) pueden aliviar el estado de inquietud general de los pacientes.
- Al establecerse la correlación fundamental con las masas de aire, el fenómeno estudiado se convierte en pseudoestacional.
En un trabajo publicado recientemente, L. García Carretero et al. (1986) estudiaron las urgencias psiquiátricas que se produjeron en el Hospital Clínico Universitario de Salamanca durante los años 1977 y 1982 con relación a los factores meteorológicos del área (temperatura, oscilación de la temperatura, presión atmosférica, humedad, insolación, dirección del viento, nubosidad, precipitaciones y nieblas-neblinas) medidos en la Base Aérea de Matacán, encontrando las siguientes correlaciones:
- Máximo de toxicomanías con vientos del cuarto cuadrante (noroeste o marinos), y tiempo lluvioso.
- Mínimo incidencia de trastornos psicoorgánicos con vientos del cuarto cuadrante.
- Disminución de la presentación de los trastornos de la personalidad con vientos del cuarto cuadrante.
- Los cuadros exógenos aumentan con las tormentas y los endógenos en los días de cielo totalmente cubierto o despejado y en tiempo lluvioso.
- Los intentos de suicidio están en relación con los vientos del tercer cuadrante, vientos variables, cielo cubierto y días de lluvia.
- Las crisis de ansiedad y angustia se ven favorecidas por las tormentas y el tiempo de dos días anteriores a la llegada de los sistemas frontales (con gran carga iónica positiva en la atmósfera).
- Los trastornos de la conducta no tenían correlación alguna con los factores estudiados.
Recientemente San Gil (1986), estudiando la relación entre urgencias psiquiátricas y condiciones meteorológicas en la isla de Tenerife, propone una metodología para abordar el análisis meteorotrópico de una variable médico-psiquiátrica. El método consiste en tomar como período de muestreo el día natural, tanto para la toma de datos médicos como meteorológicos, incluyendo en estos últimos no sólo el valor cuantitativo de los distintos factores del tiempo (temperatura, humedad, presión, viento, etc.) sino también la valoración de las situaciones meteorológicas globales utilizando el concepto de tipo de tiempo ya expuesto.
Ello permite un tratamiento estadístico en dos fases. En una primera se investiga si la variable médico-psiquiátrica depende significativamente de las situaciones meteorológicas generales clasificadas en “tipos de tiempo y por lo tanto si tienen un comportamiento meteorotrópico. En caso afirmativo, se detecta a qué tiempo es más sensible. Luego, en una segunda etapa, se explora qué elementos del tiempo, analizados individualmente, son los responsables de la asociación bio-meteorológica puesta de manifiesto anteriormente.
Ejemplo: Para averiguar si la presentación aguda, de urgencia, del “síndrome depresivo” es meteorosensible, primero se investiga si aparece un máximo estadísticamente significativo asociado a la variable “tiempo” (borrasca del sur, ola de calor, invasión polar, etc.) y posteriormente, y si encontramos que la mayor incidencia corresponde a un “tiempo” en particular, la “invasión polar”, se busca (con los datos correspondientes solamente a los días de “invasión polar”) el elemento del tiempo responsable del meteorotropismo del síndrome depresivo (las bajas temperaturas, la humedad relativa, etc.) mediante nuevos tests estadísticos.
Este método funcionaría a modo de “zoom” óptico: primero permitiría contemplar el plano o panorámico general responsable de una acción biológica concreta (el tiempo como variable independiente por sí misma), y en un acercamiento posterior analizar los diversos primeros planos, los distintos componentes del medio aéreo (las variables meteorológicas individuales) para cada tipo de tiempo.
Los tipos de tiempo que afectan a la región Canaria definidos, descritos y utilizados fueron los ocho siguientes:
- Anticiclónico con vientos débiles (Ad).
- Alisio moderado (Am).
- Alisio fuerte (A1).
- Sahariano sin ola de calor (Sf).
- Sahariano con ola de calor (Sc).
- Irrupción fría (Pi).
- Borrasca con vientos del N/NW (Pn).
- Borrasca con vientos del S/SW (Ps).
Hay que señalar que en Canarias se dan dos circunstancias que facilitan extraordinariamente el análisis meteorotrópico de una variable. La primera es que constituye una región geográfica muy bien estudiada climática y meteorológicamente. La segunda es una característica original del clima de las islas.
En efecto, puede decirse que el régimen “normal” de los alisios marítimos, que sopla a lo largo de todo el año unos 250 días por término medio, tiene el significado de una situación meteorológica “base” a la que siempre se vuelve después de ser interrumpida por una invasión de aire continental sahariano (ola de calor) o por una perturbación -borrasca- oceánica. Se puede pensar que se tiene una estación climatológica “diluida” a lo largo de todo el año (el régimen de alisios causante de la “eterna” primavera de las Islas) que, bruscamente, y por espacio de unos días, se convierte en un “verano (ola de calor) o un “invierno” (perturbaciones o irrupciones frías), con la casi única limitación de la existencia de una estación seca (de junio a septiembre prácticamente no llueve).
El resultado es que si existiese alguna variable dependiente bien de las situaciones de alisio o bien de las olas de calor o de las borrascas atlánticas, al menos teóricamente, sería fácil de poner en evidencia. Con estas premisas expondremos brevemente el material y conclusiones del trabajo, en el que se analizaron las urgencias psiquiátricas atendidas en el Hospital General y Clínico de Tenerife durante 1982.
Se archivó en computador una columna diaria de 19 datos, uno de identificación del día, los siguientes 9 ítems meteorológicos:
- TM:
- Temperatura máxima en Santa Cruz.
- Tm:
- Temperatura mínima en Santa Cruz.
- T2:
- Temperatura media en Santa Cruz.
- P:
- Presión media en Santa Cruz.
- Hr:
- Humedad relativa media en Santa Cruz.
- V:
- Racha máxima del viento en Los Rodeos.
- B:
- Nubosidad en Santa Cruz.
- M:
- Masa de aire.
- W:
- Tipo de tiempo.
Y las siguientes variables psiquiátricas (n° de urgencias/día clasificadas por razón de urgencia):
- U:
- Urgencias psiquiátricas totales.
- X:
- Síndrome de ansiedad.
- D:
- Síndrome depresivo.
- O:
- Patología aguda por toxicodependencia.
- L:
- Patología aguda por alcoholismo.
- C:
- Psicosis aguda.
- S:
- Tentativa de suicidio.
- G:
- Síndrome de agitación psicomotriz.
- N:
- Manía.
Para la mejor comprensión del significado de esta forma de ordenar los datos, se expone en la fig. 1 el diagrama biometeorológico confeccionado para las urgencias totales/día y las variables meteorológicas correspondientes al mes de julio de 1982. La variable “viento” se describe mediante tres números: el 1 ° para la dirección (por cuadrantes), el 2 ° para la fuerza (por decenas de Km/h.) y el 3 ° para la racha máxima (también en Km/h.). En cuanto a la nubosidad se dividen los días en “despejados”, “nubosos” y “cubiertos” según el criterio climatológico internacional. Se incorporan conceptos que atañen a la macroescala, a toda la Región Canaria como masa de aire y tipo de tiempo. Las abreviaturas significan: TM= temperatura máxima; Tm = ‘temperatura mínima; Hr= humedad relativa; P= presión barométrica. Y las siglas S, A, Sc y Pi (A = alisio; S = sahariano; Sc = Sahariano cálido, “Ola de calor”; Pi = ”irrupción fría) corresponden a los tipos de tiempo ya enumerados. Para los signos que simbolizan los meteoros véase el apéndice I.
Los items urgencias psiquiátricas totales/día, síndrome depresivo (figura 2), tentativa de suicidio, psicosis aguda, la patología aguda por toxicodependencia y el síndrome de agitación psicomotriz dependen significativamente de la situación meteorológica global o tipo de tiempo, por lo que se puede afirmar que, al menos en las condiciones de la experiencia, se trata de variables médicas meteorotrópicas. El síndrome de ansiedad y la patología aguda por alcoholismo no manifiestan en su presentación relación alguna con el tiempo atmosférico.