El Antiguo Régimen en España y la Política Centralizadora de los Borbones: Siglo XVIII

Introducción

En el siglo XVIII, España se encontraba inmersa en el Antiguo Régimen, caracterizado por una sociedad estamental (privilegiados y no privilegiados), un sistema económico de base rural y señorial, y una monarquía absoluta. La llegada de la dinastía de los Borbones significó la consolidación del absolutismo monárquico y la implementación de una política centralizadora. Al mismo tiempo, el siglo XVIII fue un periodo de transformaciones en Europa, impulsadas por el pensamiento ilustrado.

Concepto y Organización del Antiguo Régimen

La expresión “Antiguo Régimen” fue utilizada por los revolucionarios franceses después de 1789 para referirse al sistema de gobierno anterior. Este sistema se caracterizaba por:

  • Monarquía Absoluta: El rey concentraba todos los poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) y gobernaba sin control de las Cortes. Su poder se basaba en la “Teoría del derecho divino de los reyes”.
  • Sociedad Estamental: La sociedad estaba dividida en estamentos cerrados, determinados por el nacimiento: nobleza y clero (privilegiados) y el tercer estado o estado llano (no privilegiados). Cada estamento tenía derechos y deberes específicos. La nobleza y el clero disfrutaban de privilegios como la exención de impuestos y el acceso a cargos importantes, mientras que el tercer estado, que incluía a la burguesía, artesanos y campesinos, soportaba la mayor carga fiscal y laboral.
  • Economía Agraria y Mercantilista: La tierra era la principal fuente de riqueza. La mayor parte de las tierras estaban en manos de la nobleza y el clero, y existían privilegios como los de la Mesta. La industria y el comercio estaban regulados por los gremios, y el Estado intervenía en la economía a través de monopolios como las Fábricas Reales.

La Política Centralizadora de los Borbones

La Guerra de Sucesión (1700-1714)

La muerte sin descendencia de Carlos II desencadenó una disputa internacional por el trono español entre Felipe de Anjou (Borbón) y Carlos de Habsburgo. Esta disputa derivó en la Guerra de Sucesión, que tuvo una dimensión internacional (Francia contra Gran Bretaña, Holanda y Austria) y una dimensión interna (Castilla apoyó a Felipe V y la Corona de Aragón a Carlos de Habsburgo). La guerra finalizó con los Tratados de Utrecht y Rastadt, y la victoria de Felipe V.

Dualidad Centro-Periferia

Desde el siglo XV hasta el XVII, Castilla había mantenido la hegemonía peninsular. Sin embargo, a finales del siglo XVII, Castilla entró en una profunda crisis demográfica y económica, mientras que la periferia (Corona de Aragón) experimentaba un resurgimiento.

Los Decretos de Nueva Planta

Tras la Guerra de Sucesión, Felipe V implementó los Decretos de Nueva Planta, que abolieron los fueros e instituciones propias de los reinos de la Corona de Aragón (Aragón, Valencia, Cataluña y Mallorca) e impusieron una monarquía absoluta centralizada, siguiendo el modelo castellano. Los Decretos se aplicaron de forma gradual:

  • 1707: Aragón y Valencia.
  • 1715: Mallorca.
  • 1716: Cataluña.

Los vascos y navarros mantuvieron sus fueros como recompensa por su lealtad a Felipe V.

Centralización y Reforma Administrativa

Felipe V y Fernando VI impulsaron reformas para centralizar el poder y modernizar la administración:

  • Secretarios de Estado: Nombrados directamente por el rey.
  • Consejos: Reducidos a una función consultiva.
  • Cortes: Desaparecieron, excepto las castellanas.
  • Corregidores: Gobernadores municipales nombrados por el rey.
  • Reformas en América: Reorganización del gobierno colonial y de la flota.

Se aplicó el *despotismo ilustrado*, resumido en la frase “todo para el pueblo pero sin el pueblo”, que buscaba reformas económicas, educativas y administrativas, pero manteniendo el poder absoluto del monarca.

Adaptación Catalana a las Nuevas Circunstancias

A pesar de la pérdida de sus fueros, Cataluña se adaptó a la nueva situación y orientó su comercio hacia el mercado peninsular y americano. El siglo XVIII fue un periodo de expansión económica para Cataluña, y el comercio con América proporcionó los capitales necesarios para su posterior desarrollo industrial.

Causas de la Quiebra del Antiguo Régimen: Agotamiento y Revolución

La crisis del Antiguo Régimen se manifestó a finales del siglo XVIII, con la subida al trono de Carlos IV (1788). Factores como las crisis de subsistencia, el déficit del Estado y el agotamiento del absolutismo ilustrado, junto con las demandas de reformas por parte de los sectores liberales de la burguesía (libertad política, igualdad jurídica y libertad económica), llevaron a la crisis política de 1808 y a la posterior abolición del Antiguo Régimen con la Constitución de 1812.