Impacto de la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa en el Siglo XX

La Primera Guerra Mundial: Fases y Estrategias (1914-1918)

La Guerra de Movimientos (Agosto-Diciembre de 1914)

La Guerra de Movimientos comenzó con la implementación del Plan Schlieffen por parte de Alemania. Este plan tenía como objetivo principal lograr una victoria rápida en el frente occidental. Tras la invasión de Bélgica y Luxemburgo, las fuerzas alemanas fueron detenidas por una contraofensiva francesa en la Batalla del Marne. Este evento crucial resultó en la estabilización del frente occidental. Mientras tanto, en el frente oriental, las tropas rusas inicialmente sorprendieron a los alemanes. Sin embargo, una decisiva victoria alemana en la Batalla de Tannenberg frenó el avance ruso.

La Guerra de Posiciones o de Trincheras (1915-1916)

A partir de 1915, la guerra se transformó en una guerra de posiciones, también conocida como guerra de trincheras. Los frentes se estabilizaron y las posiciones se volvieron fijas. Durante este período, nuevas naciones se unieron a ambos bandos, lo que llevó a la apertura de frentes secundarios. Ambos bandos intentaron romper las líneas enemigas mediante ataques masivos. Sin embargo, estos ataques eran generalmente contrarrestados por un intenso fuego de artillería y ametralladoras, así como por el uso de nuevas armas como granadas y lanzallamas.

La Revolución Rusa: Antecedentes y Desarrollo

Revolución de 1905: El Despertar del Descontento

A principios del siglo XX, Rusia experimentaba una profunda crisis económica y social que afectaba significativamente al régimen zarista. El campesinado, empobrecido y frustrado por las reformas agrarias insuficientes, se rebeló. Las malas condiciones de vida de la clase obrera también generaron un creciente descontento. Además, las derrotas en la guerra ruso-japonesa de 1905 dañaron aún más la imagen del zar Nicolás II.

El descontento obrero se manifestó en huelgas y protestas. En enero de 1905, una manifestación pacífica frente al Palacio de Invierno fue brutalmente reprimida por la guardia del zar. Este evento, conocido como el “Domingo Sangriento”, dejó cientos de muertos y heridos, y desencadenó una ola de huelgas, levantamientos y reclamaciones en todo el país.

El campesinado exigía el fin de los abusos de los terratenientes. La clase obrera, por su parte, formó consejos obreros o sóviets. El sóviet de San Petersburgo, presidido por León Trotsky, se convirtió en el más importante. Los partidos políticos clandestinos también se unieron en su lucha para derrocar al zarismo. El descontento se extendió incluso al ejército, con el motín del acorazado Potemkin y la rebelión de tropas derrotadas por Japón.

Finalmente, el zar Nicolás II anunció en el Manifiesto de Octubre una serie de medidas de carácter liberal:

  • Concesión de libertades civiles: libertad de conciencia, de expresión, de reunión y de asociación.
  • Creación de un régimen representativo con un Parlamento, la Duma, elegida por sufragio amplio y con poderes legislativos.

El Fracaso de las Reformas y la Persistencia de la Autocracia

La Revolución de 1905 generó grandes expectativas de reformas en Rusia. Los liberales aspiraban a un régimen democrático, el campesinado esperaba una reforma agraria profunda, y la clase obrera anhelaba mejoras en sus condiciones de vida y trabajo. Sin embargo, las reformas implementadas fueron limitadas y el poder del zar apenas disminuyó.

La Duma tenía un poder legislativo muy restringido, ya que el zar podía vetar cualquier ley. La reforma agraria de 1906, impulsada por el primer ministro Piotr Stolypin, fracasó en gran medida, ya que no afectó las tierras de la nobleza ni de la Iglesia. La mayor parte de la tierra permaneció en manos del zar y de unos pocos grandes propietarios.

La represión política volvió a intensificarse, con miles de personas condenadas por delitos políticos entre 1906 y 1910. Además, la influencia de las camarillas cortesanas y de figuras como Grigori Rasputín sobre la familia imperial aumentó la impopularidad del régimen. La situación empeoró aún más con la entrada de Rusia en la Primera Guerra Mundial, donde se unió a Francia y el Reino Unido para enfrentarse a los Imperios Centrales.

La Revolución de Febrero de 1917: El Fin del Zarismo

La Revolución de 1917 en Rusia fue desencadenada por una combinación de factores: las derrotas en la Primera Guerra Mundial, las graves dificultades económicas y el profundo malestar social. El 23 de febrero (8 de marzo en el calendario occidental), una huelga en la fábrica Putilov en Petrogrado (San Petersburgo) inició una serie de manifestaciones y huelgas que se extendieron rápidamente a otras ciudades.

Las tropas enviadas para reprimir a los manifestantes se unieron a ellos, lo que aceleró la caída del régimen zarista. El 2 de marzo, Nicolás II abdicó. Se formó un Gobierno provisional presidido por el príncipe Gueorgui Lvov, con la participación de Aleksandr Kérenski como ministro de Justicia.

Entre marzo y octubre de 1917, Rusia experimentó una situación de doble poder: el Gobierno provisional y los sóviets, dominados por mencheviques y socialistas revolucionarios. Aunque el Gobierno provisional adoptó algunas reformas, como la amnistía para los presos políticos y la promesa de una reforma agraria, decidió continuar la guerra y posponer cambios fundamentales. Esto le causó una creciente oposición.

Los bolcheviques, liderados por Vladímir Lenin, abogaban por una revolución socialista y el fin inmediato de la guerra. Se opusieron tanto al Gobierno provisional como a los mencheviques. En abril, Lenin presentó sus “Tesis de Abril”, en las que pedía una ruptura total con el Gobierno provisional y el control de los sóviets por parte de los bolcheviques.

La crisis se intensificó en julio con una manifestación armada de los bolcheviques. El Gobierno declaró ilegal al Partido Bolchevique y Lenin tuvo que huir. En agosto, el general Lavr Kornílov intentó un golpe de Estado, pero Kérenski, con la ayuda de los bolcheviques y el sóviet de Petrogrado, logró detenerlo.

Consecuencias de la Primera Guerra Mundial: Un Nuevo Orden Mundial

Consecuencias Demográficas

El conflicto dejó un saldo devastador de más de ocho millones de muertos y veinte millones de heridos y mutilados. A esto se sumaron numerosas bajas civiles. La pandemia de gripe de 1918, conocida como la “gripe española”, agravó la crisis demográfica, causando aproximadamente 22 millones de muertes adicionales en todo el mundo. También se produjo una disminución significativa de la natalidad, lo que afectó a la población activa y al consumo en las décadas siguientes.

Consecuencias Económicas

La guerra destruyó infraestructuras industriales, redes de transporte y zonas agrícolas, afectando gravemente a países como Francia, Italia y Rusia. Los costes financieros de la guerra se estimaron entre 260.000 y 380.000 millones de dólares. Para financiarse, los gobiernos aumentaron considerablemente su deuda pública y solicitaron préstamos, principalmente a Estados Unidos. Como resultado, Estados Unidos se convirtió en la primera potencia económica mundial, desplazando a Europa. Japón también se benefició de la guerra, expandiendo su industria, su comercio y su flota mercante.

Consecuencias Sociales

La guerra generó una profunda brecha social entre los “nuevos ricos” (banqueros, comerciantes e industriales que se beneficiaron de la economía de guerra) y los “nuevos pobres” (clases medias, campesinos y obreros que sufrieron el desempleo, la inflación y el empobrecimiento). Los excombatientes desempleados y resentidos impulsaron movimientos nacionalistas y antidemocráticos en varios países.

Las mujeres ocuparon puestos de trabajo en las industrias durante la guerra, llegando a representar hasta el 35% de la mano de obra en países como el Reino Unido y Alemania. Su participación activa en el esfuerzo bélico fue clave para la lucha por sus derechos, logrando el sufragio femenino en varios países después de la guerra.