Restauración Borbónica: Claves Políticas, Bipartidismo y Crisis de 1898

Las claves del nuevo sistema político

El 1 de diciembre de 1874, Alfonso XII hizo público desde su exilio en Gran Bretaña el Manifiesto de Sandhurst, en el que se ponía a disposición de los españoles.

El pronunciamiento de Sagunto, dirigido por el general Martínez Campos el 29 de diciembre de 1874, aceleró la proclamación de Alfonso XII como nuevo rey.

Un nuevo régimen político

La restauración de la monarquía fue promovida por políticos conservadores, hombres de negocios y militares que compartían unos mismos intereses y una misma concepción del Estado: la defensa del orden social y de la propiedad, y la confianza en la monarquía como garantía de estabilidad.

El nuevo régimen político fue diseñado por Cánovas del Castillo, con el objetivo de superar los problemas de la monarquía de Isabel II: carácter excluyente de los partidos cuando alcanzaban el poder, intervencionismo del ejército y enfrentamientos políticos. No se trataba de un sistema democrático, a diferencia de la etapa del Sexenio, no reconocía el sufragio universal masculino.

Esta nueva etapa debía fundamentarse en una constitución moderada y en un sistema bipartidista en el que conservadores y liberales se alternasen pacíficamente en el poder (turno dinástico).

La Constitución de 1876

La Constitución de 1876 favoreció la estabilidad política. Aunque tenía un carácter conservador, se redactó con cierta flexibilidad con el objetivo de que gobernaran los dos partidos del turno de manera estable, sin tener que cambiarla cada vez que un partido accedía al poder. Los principales elementos de la Constitución eran:

  • Derechos y libertades individuales: los gobiernos conservadores lo aplicaron de un modo más restrictivo, y los liberales, en un sentido más amplio y permisivo.
  • Enfoque conservador de la división de poderes basado en la soberanía compartida entre las Cortes y el rey que otorgaba amplias competencias a la corona. El rey, por encima de los partidos políticos, ejercía la jefatura del ejército, elegía libremente al jefe de gobierno y no era responsable ante las Cortes. La función legislativa recaía en unas Cortes bicamerales, Senado y un Congreso de Diputados.
  • El tipo de sufragio quedaba a decisión del Gobierno y se estableció el voto censitario. El sufragio universal masculino se aprobó en 1890, bajo un gobierno liberal.
  • El reconocimiento del catolicismo como religión oficial del Estado, asignaba a la Iglesia el control de la educación, además garantizaba un presupuesto para el sostenimiento del culto y del clero.
  • El carácter centralista del sistema, ayuntamientos y diputaciones bajo el control del gobierno.

El final de los conflictos bélicos

La estabilidad del régimen se vio favorecida por el fin de las guerras carlistas y cubana. La intervención del ejército en 1875, al mando de Martínez Campos, forzó la rendición de los carlistas en Cataluña, Aragón y Valencia. El conflicto en el País Vasco y Navarra continuó hasta febrero de 1876, cuando la guerra se dio por finalizada.

La consecuencia inmediata de la derrota carlista fue la abolición definitiva del régimen foral. En 1878 se estipuló un sistema de conciertos económicos que otorgaba un cierto grado de autonomía fiscal a las provincias vascas.

El final de la guerra carlista permitió acabar con la insurrección cubana (Guerra de los Diez Años). Como resultado de la actuación militar y de la negociación con los insurrectos, en 1878 se firmó la Paz de Zanjón. En ella se incluía una amplia amnistía, la abolición de la esclavitud y la promesa de reformas políticas y administrativas por las que Cuba tendría representantes en las Cortes Españolas.

El bipartidismo y el turno pacífico

Un sistema bipartidista

Cánovas concibió un sistema bipartidista en el que dos partidos se turnasen en el gobierno sin tener que recurrir al apoyo del Ejército en forma de pronunciamiento o golpe de Estado.

Los dos partidos dominantes fueron los partidos dinásticos:

  • El Partido Liberal-Conservador fue creado y liderado por Cánovas del Castillo.
  • El Partido Liberal-Fusionista fue fundado en 1880 por Sagasta y tenía un programa más progresista.

Se trataba de partidos de notables, es decir, de líderes políticos con sus respectivas clientelas, sus órganos de prensa y sus apoyos locales.

Ambos partidos coincidían en lo fundamental: en la defensa de la monarquía, de la Constitución y de la propiedad privada, así como en la consolidación de un Estado unitario y centralista.

El funcionamiento del turno dinástico

Cuando un gobierno experimentaba el desgaste de su gestión, o cuando los líderes políticos consideraban necesario un relevo, se sugería al rey el nombramiento de un nuevo gobierno.

El nuevo presidente del Gobierno era siempre el líder de la oposición y recibía el decreto para la disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones.

El resultado de las elecciones era acordado de antemano por ambos partidos. La alternancia en el poder se lograba de una forma artificial, se impedía que los partidos ajenos al régimen, republicanos y carlistas, pudieran hacerse con el poder.

El desarrollo del turno de partidos

Entre 1876 y 1898, el turno funcionó con regularidad: de todas las elecciones realizadas, 6 fueron ganadas por los conservadores y 4 por los liberales.

La primera etapa de gobierno conservador se extendió desde 1875 hasta 1881, cuando Sagasta introdujo el sufragio universal masculino. El temor a una desestabilización del sistema político, tras la muerte del rey Alfonso XII, impulsó un acuerdo entre conservadores y liberales, llamado el Pacto del Pardo. Su finalidad era dar apoyo a la regencia de María Cristina de Habsburgo y garantizar la continuidad de la monarquía y la alternancia en el poder.

Una nueva etapa de gobierno liberal supuso un avance en el terreno de las libertades individuales. Una nueva Ley de Asociaciones permitió la entrada a la política a las fuerzas opositoras y una Ley del Jurado estableció la celebración de juicios por jurados. Se redactó un código civil y se aprobó el sufragio universal masculino.

¿Era democrático el sistema de la Restauración?

El régimen de la Restauración se apoyaba en un sistema electoral caracterizado por el caciquismo, la corrupción electoral y la abstención generalizada.

El caciquismo se basaba en la influencia sobre la sociedad de determinadas personas (caciques) que, valiéndose de su poder y autoridad, influían en el comportamiento de los electores. Tuvo su principal fortaleza en el mundo agrario.

El proceso de preparación de las elecciones empezaba con el encasillado: el ministro de la gobernación rellenaba las casillas correspondientes a los distritos electorales con los nombres de los candidatos que el gobierno tenía previsto que resultaran elegidos. El gobernador civil de cada provincia buscaba el acuerdo con los caciques para conseguir los resultados electorales ajustados a las instrucciones recibidas del Ministerio de la Gobernación.

Para conseguir los resultados previstos se recurría al fraude electoral (pucherazo). Se manipulaba el censo (incluyendo a personas muertas o no dejando votar a las vivas), se compraban votos, se incluían votos falsos, y se amenazaba.

Este sistema garantizó el turno dinástico durante el último cuarto del siglo XIX.

La expansión del PSOE

Durante los primeros años de la Restauración, el movimiento obrero sufrió un retroceso como consecuencia de la ilegalización de la Internacional y de sus asociaciones.

La llegada al poder de los liberales en 1881 comportó una cierta permisividad gubernamental, lo que llevó a la legalización de las asociaciones obreras en 1887.

La libertad política favoreció las actividades del PSOE (Pablo Iglesias). En 1883 creó la Comisión de Reformas Sociales para estudiar las condiciones de vida de la clase obrera. Al año siguiente, el PSOE denunció los trabajos de mujeres y niños, así como los bajos salarios de la clase obrera.

En 1886 comenzó la publicación de El Socialista, el órgano de expresión oficial del partido.

En 1888 se produjo la celebración del I Congreso del PSOE.

El crecimiento del socialismo a partir de 1890 se vio favorecido por diversos factores: defensa de la huelga solo para casos extremos y aprobación del sufragio universal.

La expansión del socialismo fue muy lenta a partir de entonces. El clima generado por el desastre colonial y la industrialización facilitaron la difusión del socialismo.

La alianza con los republicanos hizo posible la elección de Pablo Iglesias como primer diputado socialista en 1910.

La crisis de ultramar: Cuba y Filipinas

El imperio colonial español

A principios del siglo XIX, España contaba con las colonias de Cuba y Puerto Rico, y con las Filipinas.

Cuba era la principal posesión española y tenía numerosos intereses y negocios españoles, así como un gran flujo de emigración. La vida económica de la isla era la agricultura de plantación (café, caña…).

La política arancelaria obligaba a comprar a elevados precios los productos españoles. Las Filipinas se basaban en la producción del tabaco y en intercambios con el continente asiático, estaban controladas por un contingente del ejército y con presencia de órdenes religiosas.

A nivel político, estos territorios no tenían ningún derecho a enviar representantes a las Cortes Españolas o a intervenir en la elaboración de las leyes que afectaban a las islas.

El problema cubano

En la Paz de Zanjón (1878) se pactaron medidas destinadas a facilitar la lenta autonomía cubana, la abolición de la esclavitud y la presencia de diputados cubanos en el Parlamento español. En la isla, el sector más intransigente (latifundistas) formó el Partido Unión Constitucional, mientras que los progresistas (criollos) crearon el Partido Liberal Cubano.

Algunos políticos españoles eran contrarios a conceder la autonomía a Cuba. Aunque los gobiernos liberales de Sagasta eran partidarios de introducir mejoras en la isla, solo concretaron la abolición de la esclavitud y un Plan de Reformas Coloniales elaborado por Maura fue rechazado en las Cortes.

En 1891, el malestar de la población cubana se incrementó cuando España introdujo en Cuba un impuesto a la importación de productos no procedentes de España (Arancel Cánovas). Esta medida incomodó a EEUU.

El estallido de la guerra

El incumplimiento de la Paz de Zanjón, el nuevo arancel y el apoyo de EEUU hicieron que en 1895 se reiniciara la insurrección en la localidad de Grito de Baire, liderada por José Martí.

El General Martínez Campos intentó poner fin al conflicto con una fuerte represión.

Weyler intentó aislar a los rebeldes.

Por todo ello, la población sufrió hambre y epidemias.

España envió soldados a la isla y estos murieron a causa de las enfermedades tropicales y la falta de medios sanitarios.

No lograron derrotar a los insurgentes cubanos, ya que estos estaban mucho más adaptados a la lucha en zonas tropicales y a la guerra de guerrillas.

En España, el asesinato de Cánovas del Castillo en 1897 dio lugar a un cambio de gobierno.

Sagasta, el nuevo presidente, inició una estrategia de conciliación: destituyó a Weyler, decretó la autonomía de Cuba, el sufragio universal masculino…

La insurrección filipina

El malestar provenía del descontento de la población con los métodos de la administración española y el excesivo poder de las órdenes religiosas. La Liga Filipina, liderada por José Rizal en 1892, exigía la expulsión de los españoles y la confiscación de los latifundios.

La insurrección se inició en 1896. Polavieja condenó a muerte a Rizal. El nuevo gobierno liberal de 1897 nombró capitán general a Primo de Rivera, quien promovió una negociación, la cual dio como resultado una pacificación temporal del archipiélago.

La guerra contra EEUU y la pérdida de las últimas colonias

La política española había intentado evitar un enfrentamiento con EEUU. Los estadounidenses eran favorables a la intervención militar en Cuba.

En 1897, el nuevo presidente McKinley enviaba armas a los rebeldes por vías marítimas y se mostró decidido a intervenir en el conflicto.

EEUU utilizó como pretexto la explosión y hundimiento, a comienzos del año 1898, de su buque de guerra Maine. La negativa de España a renunciar a la isla inició el enfrentamiento entre ambos. Ese mismo año se reanudó la insurrección en Filipinas.

El potencial militar de EEUU destruyó fácilmente las tropas españolas en dos combates navales: Santiago de Cuba y Cavite (Filipinas). Esto obligó al gobierno español a pedir la paz.

El Tratado de París (10 de diciembre) estipuló que España cedía Cuba, Puerto Rico y Filipinas a EEUU. Las últimas colonias se cedieron a Alemania.

Las consecuencias de la crisis de 1898

La derrota en la guerra contra EEUU resultó humillante para toda la sociedad española. El impacto es conocido como “el desastre del 98”. España mostró un panorama de un imperio derrotado y de un país en crisis.

Produjo un pesimismo, que se plasmó en un grupo de literatos y pensadores conocido como la Generación del 98. Estos argumentaron que, tras la pérdida de los últimos restos del Imperio español, había llegado el momento de una regeneración moral, social y cultural del país.

La vuelta a España de capitales cubanos fue el origen de nuevos bancos y permitió la recuperación económica de España al iniciar el siglo XX. Sin embargo, los efectos económicos fueron graves a largo plazo, pues supusieron la pérdida de los ingresos de las colonias.

El desastre del 98 puso en jaque el sistema de la Restauración y a los dos partidos políticos del turno. La crisis estimuló los movimientos nacionalistas (País Vasco y Cataluña), donde se denunció la incapacidad de los partidos dinásticos.

La corriente regeneracionista denunció los defectos del sistema de la Restauración.