Causas de la Crisis Económica de 1929
La crisis de 1929 tuvo múltiples causas, y aún hoy existen distintas interpretaciones. Entre las principales destacan:
Crecimiento Artificial de la Bolsa
Durante los años 20, la economía de EE.UU. vivía un auge marcado por el optimismo y la especulación en la bolsa. Muchas personas invirtieron con dinero prestado, incluso usando acciones como garantía. Sin embargo, este crecimiento bursátil no reflejaba la economía real. A partir de 1928 aparecieron señales de alerta (como la caída en la construcción y la quiebra de empresas), que fueron ignoradas. Finalmente, el 24 de octubre de 1929 se produjo el desplome de Wall Street, marcando el inicio de la crisis.
Superproducción y Subconsumo
Tanto la industria como la agricultura aumentaron su producción, pero sin un reparto equitativo de la riqueza. La mayoría de la población no tenía capacidad de compra suficiente, lo que generó una saturación del mercado. Los precios bajaron drásticamente y muchos agricultores y empresas quebraron. La situación empeoró tras la caída de la bolsa, provocando un colapso económico generalizado.
El Desarrollo de la Crisis
La crisis económica en Estados Unidos tuvo un punto de inflexión decisivo con el desplome de la bolsa de valores en octubre de 1929. Desde septiembre de ese año, la tendencia alcista de la bolsa comenzó a estancarse, influida por la caída en los precios del cobre y el acero, lo que fue una señal temprana de que algo iba mal. Aunque algunos inversionistas comenzaron a vender, muchos especuladores continuaron comprando.
La situación se agravó en la última semana de octubre. A partir del día 21, se acumularon órdenes de venta y, ante la falta de compradores, los precios de las acciones comenzaron a caer. El 24 de octubre, conocido como el *jueves negro*, 13 millones de acciones salieron al mercado sin encontrar compradores, provocando una caída estrepitosa del mercado. El 29 de octubre, con 16 millones de acciones más puestas en venta, el pánico se intensificó: todos querían vender para recuperar algo de lo invertido, lo que marcó el inicio de una crisis profunda y prolongada.
En 1930, la Banca Morgan intentó estabilizar el mercado liberando las acciones acumuladas, pero esto solo provocó un nuevo episodio de pánico. Muchas personas, especialmente pequeños inversionistas, se arruinaron completamente. Empresas como Chrysler y Steel vieron cómo sus acciones perdían casi todo su valor.
Las consecuencias no tardaron en extenderse al sistema bancario. Los bancos, al necesitar efectivo, comenzaron a vender sus activos, mientras que los ciudadanos acudían masivamente a retirar sus ahorros. Sin embargo, al tener el dinero invertido a largo plazo, los bancos no podían hacer frente a la demanda, lo que provocó su quiebra por falta de liquidez. Entre 1929 y 1931 cerraron miles de bancos. A la par, las empresas, sin acceso a créditos, comenzaron a cerrar, lo que disparó el desempleo.
El gobierno estadounidense reaccionó tarde y las primeras medidas adoptadas fueron insuficientes, por lo que la crisis económica se profundizó y se prolongó durante varios años.
La Expansión de la Crisis al Resto del Mundo
La crisis económica iniciada en Estados Unidos en 1929 se propagó rápidamente a nivel mundial debido al peso que tenía la economía estadounidense como primer productor y principal mercado global. Además, EE. UU. había invertido grandes cantidades de capital en diversos países, especialmente en Europa, América Central y América del Sur. Cuando estalló la crisis, retiró estos capitales, dejando a esos países sin financiación, lo que agravó su situación económica. Esta retirada también afectó los intercambios comerciales, ya que dejaron de comprar productos estadounidenses.
En Europa, los países más perjudicados fueron Alemania y Austria, por su gran dependencia del capital norteamericano. En Alemania, en 1930, el Parlamento rechazó medidas de ajuste presupuestario, lo que llevó a nuevas elecciones y al ascenso del Partido Nazi de Adolf Hitler. En Austria, en 1931, el colapso del Kredit Anstalt, el principal banco del país, generó una situación crítica. Aunque el presidente estadounidense Herbert Hoover intentó contener la crisis con una moratoria en el pago de deudas internacionales, esta medida no logró evitar nuevas quiebras bancarias.
Francia, al estar menos industrializada y contar con una agricultura diversificada, fue uno de los países europeos menos afectados. Sin embargo, también sufrió algunas quiebras bancarias. Los países con economías centradas en un solo producto se vieron especialmente golpeados cuando cayeron los precios de sus exportaciones.
Gran Bretaña, por su parte, contaba con ciertas ventajas para afrontar la crisis: poseía reservas de oro en sus colonias, lo que respaldaba su moneda, y su vasto imperio le permitía mantener el comercio sin depender tanto del mercado global. Además, la caída en los precios de los alimentos le resultó beneficiosa. No obstante, tuvo que adoptar medidas drásticas como abandonar el patrón oro, devaluar la libra esterlina y, tras siglos de libre comercio, regresar al proteccionismo.
Políticas Económicas Adoptadas Contra la Crisis
La gran depresión conmovió todo el sistema de tal modo que constituyó un cambio en el modelo económico mundial y supuso el final del sistema capitalista liberal del siglo XIX, que fue sustituido por un nuevo modelo caracterizado por una mayor intervención estatal en la economía.
El Fracaso de las Soluciones Tradicionales
Cuando estalló la crisis, los gobiernos intentaron enfrentarla con medidas clásicas que ya se habían usado antes, pero que esta vez no funcionaron. Por un lado, aplicaron políticas deflacionistas, buscando que los precios bajaran para estimular el consumo. Para lograrlo, redujeron el gasto público, limitaron el crédito y el dinero en circulación, y además bajaron los salarios para que las empresas volvieran a ser rentables. Sin embargo, esta estrategia resultó ser un error, ya que en vez de mejorar la situación, la empeoró.
Por otro lado, muchos países recurrieron al proteccionismo, es decir, pusieron trabas a las importaciones para defender sus productos nacionales. Aunque sabían que esto podía afectar negativamente al comercio global, igual lo hicieron, lo que terminó afectando aún más sus economías.
En 1933 se organizó la Conferencia Económica Mundial de Londres con la idea de buscar una solución común. Se propusieron medidas como volver al patrón oro y bajar los aranceles, pero los países no lograron ponerse de acuerdo, así que cada uno terminó enfrentando la crisis por su cuenta.
Las Políticas Intervencionistas
El colapso del sistema económico tradicional generó un gran debate sobre la necesidad de revisar el liberalismo económico. Fue el economista británico John Maynard Keynes quien propuso que el Estado debía intervenir más en la economía para estabilizarla. Ante el fracaso de las políticas deflacionistas, muchos países, tanto democráticos como autoritarios, empezaron a tomar medidas improvisadas para reactivar la economía y reducir el desempleo. Estas medidas incluían financiar obras públicas, crear planes de empleo y ofrecer subvenciones a empresas agrícolas e industriales para ayudarles a recuperar su rentabilidad. Además, siguieron aplicando políticas proteccionistas. A medida que los gobiernos se dieron cuenta de que las políticas anteriores no estaban funcionando, decidieron poner en práctica nuevas soluciones, que variaban según las características de cada país.
Estados Unidos: Roosevelt y el New Deal
En 1933, Franklin Delano Roosevelt asumió la presidencia de los Estados Unidos en el momento más crítico de la crisis. Implementó un programa económico llamado *New Deal*, que consistió en una serie de medidas entre 1933 y 1938 para combatir la deflación, reactivar la economía y crear empleo.
Las principales medidas fueron:
- Medidas financieras: Se reformó el sistema bancario, que estaba colapsado tras la crisis. El Estado participó en el capital de los bancos a través de la Reconstruction Finance Corporation. Además, se devaluó el dólar y se aumentó la circulación de moneda, lo que generó inflación, pero también estimuló la economía. También se reformó la bolsa para evitar futuras crisis.
- Agricultura: La Agriculture Adjustment Act (A.A.A.) propuso reducir las cosechas a cambio de indemnizaciones que se financiarían con un impuesto a la industria alimentaria, lo que aumentaba los precios. Sin embargo, algunos agricultores no seguían las normas, lo que afectaba la efectividad de la política. Aunque la subida de precios benefició a los agricultores, perjudicó a las clases urbanas más pobres.
- Industria: El gobierno favoreció a las grandes empresas, limitando la competencia y fomentando la inversión. Se implementaron mejoras sociales como un salario mínimo, la limitación de la jornada laboral a 40 horas y el derecho a la sindicalización y negociación colectiva.
- Medidas sociales: Se crearon pensiones de vejez, seguros por incapacidad y subsidios de desempleo, lo que sentó las bases del Estado del bienestar. También se aumentaron los salarios para estimular la demanda.
- Obras públicas: Se realizaron grandes inversiones en infraestructuras para relanzar la economía y crear empleo, destacando el proyecto en el valle del río Tennessee, que modernizó una de las zonas más atrasadas del país.
En balance, el New Deal fue positivo y ayudó a los Estados Unidos a salir de la crisis. A partir de 1935, las medidas comenzaron a dar resultados, y la economía se recuperó, alcanzando los niveles de producción de 1929 en 1937. Sin embargo, la verdadera prosperidad llegó con los pedidos de guerra, que finalmente resolvieron el problema del desempleo.
Medidas Tomadas en Europa
Alemania e Italia: Ambos países adoptaron una política autárquica, buscando la autosuficiencia en productos. Alemania, bajo el liderazgo de Hitler, impulsó la industria armamentística para salir de la crisis, lo que permitió reducir el desempleo de 6 millones a 400.000 personas. Esta industria representaba el 35% de la renta del país. Sin embargo, la falta de materias primas esenciales los llevó a la expansión territorial en busca de recursos.
Francia: La crisis afectó principalmente entre 1933 y 1935, aunque la tasa de paro se mantuvo baja (3%). En respuesta al fracaso de las políticas deflacionistas, en 1936, el Frente Popular, una coalición de izquierda, ganó las elecciones y comenzó a nacionalizar sectores clave como los ferrocarriles. Además, firmaron acuerdos con los sindicatos para generar empleo en obras públicas, aumentar los salarios y reducir la jornada laboral a 40 horas. A pesar de estos esfuerzos, la producción industrial de Francia cayó un 7%, mientras que en Alemania aumentaba.
Gran Bretaña: Entre 1933 y 1936, la economía británica experimentó una notable recuperación. El gobierno redujo la tasa de interés, devaluó la libra y aplicó políticas proteccionistas, como aranceles a las importaciones. Además, estableció acuerdos comerciales con sus colonias para favorecer las exportaciones británicas. Estas políticas redujeron el paro y aumentaron la producción de nuevas industrias como la electrónica y la automotriz. En 1935, el Reino Unido alcanzó los niveles de producción previos a la crisis, y la economía finalmente se relanzó al aumentar las inversiones en la industria armamentística a partir de 1938-1939.
Consecuencias de la Crisis
Las consecuencias de la crisis fueron devastadoras en varios ámbitos. Económicamente, hubo quiebras bancarias y el cierre de muchas empresas. Socialmente, aumentaron el desempleo, la pobreza y la delincuencia. Políticamente, los gobiernos, que antes preferían no intervenir en la economía, comenzaron a aplicar políticas de intervención para evitar que algo similar volviera a ocurrir. En Europa, la crisis favoreció el ascenso de regímenes autoritarios que proponían un control total del Estado sobre la economía, como el caso de Hitler, quien llegó al poder en 1933. Además, la crisis también tuvo un impacto en el ámbito intelectual, creando una generación de pensadores y artistas con una visión pesimista de la vida.
- Económicas: Las consecuencias económicas de la crisis fueron profundas y la recuperación de los niveles de producción anteriores tomó años. El colapso de la bolsa llevó a la quiebra de muchas empresas, ya que no podían financiarse. La caída de los precios por la sobreproducción y la falta de poder adquisitivo de los compradores impidió que los empresarios obtuvieran beneficios, lo que también causó quiebras. En el sector agrícola, la situación fue similar, con la sobreproducción reduciendo los precios y empobreciendo a los granjeros. En algunos casos, se destruyeron grandes cantidades de productos para intentar subir los precios.
El colapso de la bolsa también afectó a los bancos y a los ahorradores, que no pudieron recuperar su dinero, ya que los bancos habían invertido a largo plazo. Con el sistema bancario colapsado, se cerraron las fuentes de financiación para todos los sectores de la economía. Para superar esta crisis, era necesario un aumento de precios y salarios para reactivar la demanda, así como una reforma del sistema bancario para asegurar el financiamiento de la industria y la agricultura. A nivel internacional, los intercambios comerciales cayeron drásticamente debido al proteccionismo adoptado por los países, lo que dificultó una solución conjunta a la crisis.
Políticas: La crisis causó el descrédito de las democracias parlamentarias, ya que no pudieron evitar la catástrofe económica. Esto llevó a muchos países europeos a abandonar el sistema democrático y optar por gobiernos autoritarios y dictatoriales. El caso más claro fue el ascenso de Hitler, pero también surgieron movimientos fascistas en países con tradición democrática como Bélgica, Francia y Gran Bretaña, aunque no llegaron al poder.
Además, la crisis fomentó el nacionalismo en muchos países, impulsado por la competencia por recursos y mercados, o por la frustración al ver que otros países afrontaban mejor la crisis. Este nacionalismo se intensificó en los regímenes fascistas (Alemania e Italia), que usaron la idea de la superioridad nacional para justificar su expansión, lo que más tarde llevaría a la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, la crisis también provocó un intervencionismo estatal en la economía, lo que iba en contra de los principios del liberalismo económico, siendo más notable en los países totalitarios (como Alemania, Italia y la URSS), donde el Estado controlaba completamente la economía.
Sociales: Fueron devastadoras tanto para los países industrializados como para los menos desarrollados. La principal fue el paro, con unos 30 millones de desempleados en los países industrializados en 1932, incluidos 12 millones en Estados Unidos, más de 6 millones en Alemania y más de 2 millones en el Reino Unido. Estas cifras eran altísimas comparadas con las bajas tasas de desempleo anteriores a la crisis.
La miseria se extendió, afectando especialmente a los obreros y campesinos, pero también a las clases medias, que temían perder su nivel de vida y caer en la pobreza. La brecha entre ricos y pobres se amplió, lo que generó un gran resentimiento social y una fuerte polarización política en Europa. Muchos se vieron obligados a recurrir a la mendicidad o a la delincuencia, mientras que los campesinos no podían hacer frente a sus deudas debido a la bajada de precios y la imposibilidad de pagar hipotecas.
A pesar de todo, las clases altas pudieron afrontar mejor la crisis debido a la bajada de precios, lo que aumentó aún más la sensación de injusticia social. Este malestar dio lugar a huelgas, manifestaciones y movimientos como las “marchas del hambre”. Los partidos y sindicatos obreros (comunistas, socialistas y anarquistas) ganaron fuerza, mientras que los comunistas veían en la crisis la oportunidad para derribar el sistema capitalista, lo que llevó a una fuerte represión por parte de los gobiernos. Al mismo tiempo, los grupos de extrema derecha, temiendo una revolución obrera, también aumentaron sus seguidores, lo que facilitó el ascenso de regímenes autoritarios y fascistas en Europa.