España 1902-1939: Crisis de la Restauración, Dictadura y Guerra Civil

La Crisis de la Restauración y la Dictadura (1902-1931)

Regeneracionismo y Revisión Política (1902-1914)

Grandes Problemas del País

Tras la muerte de Cánovas y Sagasta, los partidos dinásticos se fragmentaron. La inestabilidad política resultante llevó a la formación de gobiernos de concentración a partir de 1917. Surgieron importantes conflictos sociales debido al crecimiento del movimiento obrero. La Iglesia Católica también enfrentó críticas por su estrecha relación con los sectores más conservadores de la sociedad. Adicionalmente, existían tensiones en el seno del ejército, motivadas por la necesidad de reformas internas y los problemas derivados de la expansión colonial en Marruecos, especialmente tras la incorporación del Rif en 1912, que causó continuos enfrentamientos y costosas derrotas militares.

Evolución Política y Nacionalismo Catalán

La transición de Alfonso XIII al trono estuvo marcada por un turnismo inestable entre liberales y conservadores. Paralelamente, el nacionalismo catalán experimentó un notable crecimiento, con hitos como la fundación de la Lliga Regionalista en 1901. En 1906, los militares vieron incrementado su poder e influencia con la aprobación de la Ley de Jurisdicciones, que supuso una limitación a la primacía del poder civil.

El Regeneracionismo de Maura y la Semana Trágica (1907-1909)

Antonio Maura, desde el gobierno conservador, intentó implementar un programa de reformas regeneracionistas, incluyendo medidas como la Ley de Protección de la Industria Nacional y la creación del Instituto Nacional de Previsión. A pesar de sus esfuerzos, no logró su objetivo de erradicar el caciquismo. En 1909, la denominada “Semana Trágica” de Barcelona, cuyo detonante fue la movilización de reservistas para la guerra de Marruecos, provocó una violenta huelga general y graves disturbios. La dura represión posterior condujo a la caída del gobierno de Maura.

El Gobierno de Canalejas (1910-1912)

José Canalejas, líder del Partido Liberal, impulsó reformas significativas como la supresión de los consumos (impuestos indirectos sobre bienes básicos) y la regulación del trabajo nocturno femenino. En política exterior, avanzó en la ocupación militar del Rif y firmó el Tratado de 1912 con Francia para delimitar las zonas de influencia en Marruecos. Su asesinato en 1912 truncó estos intentos regeneracionistas desde el liberalismo.

El Movimiento Obrero

La creciente industrialización y las precarias condiciones laborales impulsaron la expansión del sindicalismo en España. Los trabajadores se organizaron, convocaron huelgas y crearon sindicatos para defender sus intereses. Destacaron la Unión General de Trabajadores (UGT), de orientación socialista y con fuerte presencia en el norte y Madrid, y la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), fundada en 1911 en Cataluña. La CNT, de ideología anarcosindicalista, priorizaba la negociación directa aunque ocasionalmente colaboraba con la UGT en acciones conjuntas.

La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

Directorio Militar (1923-1925)

El golpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera en septiembre de 1923 fue recibido inicialmente con cierto entusiasmo por algunos sectores. Se presentó como una medida temporal destinada a solucionar la crisis del sistema parlamentario, acabar con el caciquismo, el desgobierno y las aspiraciones del separatismo catalán. Inmediatamente, se suspendió la Constitución de 1876, se disolvieron las Cortes y se impuso una férrea censura de prensa. Primo de Rivera actuó con firmeza contra el catalanismo y logró restablecer el orden público. La decisiva victoria militar en Marruecos, culminada con la derrota de Abd-el-Krim en 1925 (tras el desembarco de Alhucemas), aumentó considerablemente su popularidad, especialmente entre la burguesía catalana.

Directorio Civil (1925-1930)

A partir de 1925, Primo de Rivera transformó el gobierno militar en un Directorio Civil, buscando institucionalizar el régimen. Con este fin, convocó una Asamblea Nacional Consultiva en 1927, encargada de elaborar una nueva constitución, pero este proyecto fracasó. Durante este periodo, la economía española experimentó un crecimiento notable, favorecida por la coyuntura de prosperidad mundial de los años veinte. Aumentó la producción industrial y se impulsó un ambicioso programa de obras públicas (carreteras, embalses, electrificación). También se realizaron algunos avances sociales, como la construcción de viviendas obreras y escuelas. Sin embargo, con el tiempo, la dictadura fue perdiendo apoyo popular y enfrentó crecientes críticas por parte de intelectuales, estudiantes y sectores del propio ejército. La desunión entre los militares y la pérdida de confianza del rey Alfonso XIII llevaron a Primo de Rivera a presentar su dimisión en enero de 1930.

El Fin de la Monarquía (1930-1931)

Tras la renuncia de Primo de Rivera, el rey encargó formar gobierno al general Dámaso Berenguer. Su intento de retornar paulatinamente al régimen parlamentario anterior a la dictadura (conocido como la “dictablanda”) fracasó estrepitosamente debido a la falta de apoyo político y al impacto de la crisis económica mundial iniciada en 1929. La campaña republicana cobró fuerza y, en agosto de 1930, las principales fuerzas antimonárquicas (republicanos, socialistas, nacionalistas catalanes) firmaron el Pacto de San Sebastián, comprometiéndose a instaurar una República y reconocer la autonomía de Cataluña. Un intento de insurrección militar pro-republicana en Jaca (diciembre de 1930) fracasó, pero las elecciones municipales convocadas para el 12 de abril de 1931 se convirtieron en un plebiscito sobre la monarquía. La victoria de las candidaturas republicanas en las grandes ciudades y capitales de provincia fue interpretada como un rechazo popular a Alfonso XIII. El 14 de abril de 1931, se proclamó la Segunda República Española y el rey abandonó España camino del exilio.

La Guerra Civil Española (1936-1939)

Orígenes, Sublevación y Dimensión Internacional

La Guerra Civil Española (1936-1939) fue el conflicto más relevante y trágico de la historia contemporánea de España. Sus raíces se encuentran en las profundas tensiones acumuladas durante décadas: el enfrentamiento entre los grupos sociales dominantes (aristocracia terrateniente, alta burguesía, Iglesia Católica y Ejército) y las clases populares (obreros industriales, campesinos sin tierra, pequeña burguesía urbana); los irresolutos problemas del nacionalismo (principalmente catalán y vasco); y la incapacidad del sistema político para modernizar el país y encauzar las demandas de cambio social. La guerra también reflejó la aguda polarización ideológica internacional de la época, convirtiéndose en un campo de batalla entre el fascismo y las fuerzas democráticas y revolucionarias.

El 17 y 18 de julio de 1936, se produjo la sublevación militar contra el gobierno de la República, planeada por varios generales (Mola, Sanjurjo, Goded, Fanjul), entre los que pronto destacaría Francisco Franco, quien asumió el mando del decisivo Ejército de África. La sublevación triunfó en áreas predominantemente rurales y conservadoras (Castilla y León, Navarra, Galicia, parte de Andalucía y Aragón), pero fracasó en las principales ciudades industriales y centros de poder como Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao, donde la resistencia de las fuerzas leales al gobierno y, sobre todo, la movilización popular armada, fueron decisivas para sofocar el golpe.

El fracaso parcial del golpe dividió a España en dos zonas enfrentadas, dando inicio a la guerra civil. Los bandos fueron:

  • Bando sublevado o nacional: Agrupaba a militares conservadores, monárquicos (alfonsinos y carlistas), falangistas, y sectores católicos tradicionalistas. Contaron con el apoyo militar y material de la Alemania nazi de Hitler y la Italia fascista de Mussolini, así como del Portugal de Salazar.
  • Bando republicano o leal: Incluía a partidos de izquierda (socialistas, comunistas, anarquistas), republicanos de centro-izquierda, intelectuales, y sectores del ejército y fuerzas de seguridad leales a la República. Recibieron ayuda militar principalmente de la Unión Soviética (URSS) y, en menor medida, apoyo diplomático y material de México. Las Brigadas Internacionales, voluntarios antifascistas de todo el mundo, también combatieron del lado republicano.

A nivel internacional, la guerra fue percibida como un preludio de un conflicto mayor entre fascismo y democracia/comunismo. Las potencias democráticas occidentales, como Francia y Gran Bretaña, impulsaron una política de No Intervención, que en la práctica resultó ineficaz para detener la ayuda ítalo-germana a Franco, mientras que dificultó la compra de armas por parte de la República. Esta intervención extranjera fue crucial para el desarrollo y prolongación del conflicto.

Fases Militares del Conflicto

Ofensiva sobre Madrid (julio 1936 – mayo 1937)

Tras el golpe, el objetivo principal de los sublevados fue la toma de Madrid. Las columnas del Ejército de África avanzaron rápidamente desde el sur. Sin embargo, la tenaz resistencia republicana, simbolizada en el lema “¡No pasarán!” y reforzada por la llegada de las primeras Brigadas Internacionales y material soviético, logró detener la ofensiva en las puertas de la capital en noviembre de 1936. Fracasados los intentos posteriores de cercar Madrid (batallas del Jarama y Guadalajara), el frente se estabilizó, transformándose en una larga guerra de desgaste y trincheras.

Campaña del Norte (marzo – octubre 1937)

Ante la imposibilidad de tomar Madrid, Franco decidió concentrar sus esfuerzos en conquistar la franja cantábrica republicana, rica en recursos industriales. Apoyado por la aviación alemana (Legión Cóndor, responsable del bombardeo de Guernica) e italiana, las tropas franquistas ocuparon sucesivamente Bilbao (junio), Santander (agosto) y Asturias (octubre). Las ofensivas republicanas para aliviar la presión sobre el norte (Brunete, Belchite) fracasaron con grandes pérdidas.

Avance hacia el Mediterráneo y Batalla del Ebro (enero – noviembre 1938)

Tras la caída del norte, los sublevados lanzaron una gran ofensiva en el frente de Aragón, rompiendo las líneas republicanas y avanzando hasta alcanzar el mar Mediterráneo en Vinaroz (abril de 1938), dividiendo así la zona republicana en dos. La República intentó recuperar la iniciativa con una última gran ofensiva: la Batalla del Ebro (julio-noviembre de 1938). Fue la batalla más larga y sangrienta de la guerra. A pesar del esfuerzo heroico, la superioridad material franquista se impuso, y la derrota republicana dejó exhausto a su ejército y selló prácticamente el destino de la guerra.

Fin de la Guerra (febrero – abril 1939)

Tras la batalla del Ebro, el ejército franquista lanzó la ofensiva final sobre Cataluña, que cayó rápidamente (Barcelona fue ocupada en enero de 1939). Esto provocó un éxodo masivo de refugiados republicanos hacia Francia (La Retirada). En la zona centro-sur, las divisiones internas en el bando republicano (golpe del coronel Casado contra el gobierno Negrín, partidario de resistir) precipitaron el colapso final. El 28 de marzo de 1939, las tropas franquistas entraron en Madrid sin resistencia. El 1 de abril de 1939, Franco emitió el último parte de guerra, declarando el fin del conflicto.

Evolución Política y Económica en las Zonas Beligerantes

Zona Republicana

En los primeros meses de la guerra, el poder del Estado republicano se vio desbordado por un proceso revolucionario espontáneo protagonizado por milicias obreras y sindicatos (especialmente la CNT y la UGT), que colectivizaron tierras e industrias. La represión contra presuntos simpatizantes de los sublevados fue intensa y a menudo incontrolada, especialmente contra miembros de la derecha y el clero (destacando episodios como las matanzas de Paracuellos del Jarama). El gobierno de Francisco Largo Caballero (septiembre 1936 – mayo 1937), intentó reconstruir la autoridad estatal y organizar un ejército regular, pero las profundas tensiones internas entre las distintas facciones (comunistas, socialistas, anarquistas, republicanos) estallaron violentamente en los “Hechos de Mayo” de 1937 en Barcelona. Tras la caída de Largo Caballero, Juan Negrín asumió la presidencia del gobierno, promoviendo una política de resistencia a ultranza (los “Trece Puntos de Negrín”) y centralizando el poder, con una creciente influencia del Partido Comunista y dependencia de la ayuda militar de la URSS.

Zona Sublevada

En la zona controlada por los sublevados, se impuso rápidamente un férreo orden militar. Franco fue nombrado Generalísimo de los ejércitos y Jefe del Estado en octubre de 1936. En abril de 1937, mediante el Decreto de Unificación, se fusionaron Falange Española y los tradicionalistas carlistas en un partido único (FET y de las JONS), subordinado al poder personal de Franco. Se estableció un Estado autoritario, católico y centralista, que anuló la legislación republicana (reforma agraria, estatutos de autonomía) y ejerció una dura represión sistemática contra los vencidos y cualquier forma de disidencia.

Consecuencias de la Guerra

Consecuencias Económicas

La guerra tuvo efectos devastadores sobre la economía española. Se destruyeron infraestructuras clave (vías férreas, puentes, carreteras), viviendas y tejido industrial. La producción industrial se redujo aproximadamente en un 30% y la agrícola en un 20%. La economía de posguerra retrocedió a niveles predominantemente agrarios. España acumuló una elevada deuda externa, especialmente con Alemania e Italia por la ayuda militar recibida. La política autárquica impuesta por el régimen franquista en la posguerra agravó la situación, provocando una grave escasez de alimentos y bienes de consumo (los “años del hambre”).

Consecuencias Sociales

La guerra provocó una profunda fractura social. La victoria franquista supuso la restauración de la hegemonía social y económica de la oligarquía terrateniente, financiera e industrial. Todos los derechos laborales y sociales conseguidos por los trabajadores durante la Segunda República fueron eliminados. Se impuso un modelo social basado en la jerarquía, el autoritarismo y los valores tradicionales católicos.

Costes Humanos y Represión

Las pérdidas humanas fueron enormes. Se estima que hubo alrededor de 300,000 muertos directamente relacionados con el conflicto (en combate, bombardeos y represalias en ambas retaguardias durante la guerra). A esto hay que sumar unos 200,000 exiliados al finalizar la contienda y cerca de 400,000 heridos y mutilados. Más de 500,000 republicanos huyeron al exilio, principalmente a Francia y América Latina. Muchos de los que permanecieron en España o fueron repatriados sufrieron una durísima represión durante la dictadura franquista.

La represión franquista de posguerra fue sistemática y prolongada. Se calcula que unas 200,000 personas fueron ejecutadas por motivos políticos tras la guerra. Más de 250,000 pasaron por campos de concentración y prisiones. Además, miles de intelectuales, científicos, artistas y profesionales vinculados a la República se vieron forzados al exilio, lo que supuso una grave pérdida para el desarrollo cultural y científico de España (la llamada “edad de plata” quedó truncada).

Conclusión

La Guerra Civil Española dejó una huella imborrable y traumática en la sociedad española. Sus devastadoras consecuencias económicas, sociales y humanas marcaron profundamente el siglo XX español. La victoria del bando sublevado dio paso a una larga dictadura militar encabezada por el general Franco, que se prolongó durante casi 40 años (1939-1975). La represión sistemática, el exilio masivo y la división entre vencedores y vencidos dificultaron enormemente la reconciliación nacional durante décadas.