El Barroco: Arte en Tiempos de Crisis
Contexto Histórico-Cultural
El Barroco surge a finales del siglo XVI y se extiende por los siglos XVII y XVIII. Es un arte complejo, nacido en una época de crisis religiosa, política y económica, que rompe con la armonía del Renacimiento. Funciona como arte de propaganda, reflejando el poder de la Contrarreforma, las monarquías absolutas y la burguesía holandesa. Busca una obra de arte total con un fuerte sentido teatral. En España, la crisis del siglo XVII coexistió con el esplendor del Siglo de Oro, y con la llegada de los Borbones en el XVIII se adoptaron modelos franceses e italianos.
Características de la Arquitectura Barroca
La arquitectura barroca se distingue por el uso libre de elementos clásicos, buscando movimiento y complejidad en sus composiciones. Predominan las líneas curvas sobre las rectas renacentistas, lo que genera dinamismo. Los muros presentan planos cóncavos y convexos, los entablamentos y frontones pueden ser curvos o partidos, y la decoración es abundante. Destacan la columna salomónica y el estípite, junto con volutas, elementos vegetales y pinturas al fresco. Las cubiertas suelen ser abovedadas, a veces elípticas, y se juega con la luz para crear efectos escenográficos y teatrales.
Arquitectura Barroca en Italia: Bernini y Borromini
Gian Lorenzo Bernini
Bernini, considerado el “artista barroco total”, fue arquitecto, escultor, pintor y urbanista, destacando por su habilidad para expresar la grandeza de Roma durante la Contrarreforma. En su carrera temprana, creó el Baldaquino de San Pedro (1624), un dosel monumental de bronce con columnas salomónicas, que muestra movimiento y decoración exuberante. En la Iglesia de San Andrés del Quirinal, utilizó formas cóncavas y convexas en la planta ovalada, incorporando elementos clásicos. Su obra maestra como arquitecto fue la Plaza de San Pedro (1656-67), una monumental columnata dórica que simboliza el abrazo de la Iglesia a la Humanidad, con una perspectiva que resalta la fachada y la cúpula de la basílica. También intervino en la Plaza Navona, Plaza de España y Plaza del Popolo, dejando su huella en el diseño urbano barroco.
Francesco Borromini
Rival de Bernini, Borromini se destacó por su ingenio en ampliar espacios reducidos mediante líneas curvas, formas cóncavas y convexas, elementos ondulados y cúpulas originales. Además, usó efectos de claroscuro para potenciar el dinamismo y la sensación de movimiento.
Sus obras más representativas:
- San Carlo alle Quattro Fontane
- San Ivo alla Sapienza
- Santa Inés (en Plaza Navona)
Arquitectura Barroca Española
El Barroco español queda configurado desde el punto de vista cultural por el “Siglo de Oro”, en contraste evidente con la profunda y compleja crisis política, social y económica que vive España.
En la primera mitad del siglo XVII, se mantiene el estilo herreriano, con austeridad decorativa, cubiertas de pizarra y chapiteles. La crisis económica lleva al uso de materiales más sencillos como ladrillo y madera. Destaca Juan Gómez de Mora, autor de la Plaza Mayor y el Convento de la Encarnación en Madrid.
En la segunda mitad del siglo XVII, la influencia italiana se introduce en España y se va ganando en decorativismo: guirnaldas, esculturas, placas recortadas, molduras que rompen la rigidez anterior y aportan movilidad a las fachadas. Ejemplo: fachadas de las catedrales de Granada y Murcia.
A comienzos del siglo XVIII, el Barroco alcanza su auge en Castilla con los Churriguera, creadores del estilo churrigueresco, muy decorativo y de gran influencia en Hispanoamérica. Alberto Churriguera diseñó la Plaza Mayor de Salamanca, más ornamentada que la de Madrid. José Benito de Churriguera creó un modelo de retablo profusamente decorado, destacando el de San Esteban de Salamanca. Con la llegada de los Borbones y la recuperación económica, la arquitectura barroca española adopta influencias italianas y francesas, como en el Palacio Real de Madrid, el de Aranjuez y el de La Granja.
Escultura Barroca en Italia: Bernini
Bernini es la figura clave de la escultura barroca. Sus características principales son:
- Uso de mármol y bronce con gran perfección técnica.
- Atención a la textura y efectos de claroscuro.
- Búsqueda del movimiento en acto mediante composiciones diagonales y figuras dinámicas.
- Estilo realista y teatral, con expresiones exaltadas para conmover al espectador.
- Tratamiento de temas religiosos, mitológicos y alegóricos.
Obras destacadas:
- Éxtasis de Santa Teresa: Su obra maestra. Representa la expresión máxima de lo espiritual en el rostro de la santa. El efecto luminoso y el claroscuro hacen que las figuras parezcan suspendidas en el aire. Composición con diagonales. Pliegues muy profundos y abundantes. Gran sentido escenográfico y teatral.
- Fuentes monumentales en algunas plazas de Roma (trabajo como urbanista).
- David: Representa el movimiento en acto, en pleno esfuerzo, destacando la tensión muscular en el cuerpo y en el rostro.
- Apolo y Dafne: Destaca por el extraordinario tratamiento de la textura del mármol, el claroscuro y el movimiento (composición diagonal).
Pintura Barroca: Características Generales
La pintura barroca sirve como propaganda de la Contrarreforma y el Absolutismo. Sus rasgos principales incluyen:
- Desarrollo desde el dibujo preciso de Caravaggio hasta la pincelada suelta de Velázquez y Rembrandt.
- Perfeccionamiento de la profundidad con la perspectiva aérea (Velázquez) y el uso dramático de la luz en el tenebrismo.
- Composiciones asimétricas, con diagonales y escorzos, que aportan dinamismo y teatralidad.
- Intensificación del realismo.
- Temas variados: religión, mitología, paisajes, escenas cotidianas (pintura de género) y bodegones.
Pintura Barroca Italiana: Caravaggio y el Naturalismo
Michelangelo Merisi da Caravaggio, uno de los grandes pintores de la Historia del Arte, activo entre finales del siglo XVI y principios del XVII, destacó por su tenebrismo y realismo naturalista, abordando tanto temas religiosos como profanos. Su realismo extremo, utilizando modelos callejeros sin idealización, permitió una identificación directa con el espectador, aunque fue criticado por su crudeza. El tenebrismo que empleaba iluminaba violentamente las figuras sobre fondos oscuros, lo que generaba dramatismo y profundidad. Caravaggio dominó el retrato psicológico y su innovador uso de la luz influyó notablemente en artistas como Rembrandt, Velázquez, Ribera y Zurbarán.
Algunas de sus obras maestras incluyen:
- Martirio de San Pedro
- David y Goliat
- Entierro de la Virgen
- Vocación de San Mateo
Pintura Barroca en los Países Bajos: Flandes y Holanda
La pintura de los Países Bajos se divide en dos tradiciones debido a factores sociales, políticos y religiosos. La división entre una zona católica y monárquica bajo dominio español (Flandes) y otra protestante, republicana y burguesa (Holanda) determinó una diferenciación entre las formas artísticas de una y otra zona.
Pintura Flamenca (Flandes)
La pintura de esta época se enfoca en grandes obras religiosas y mitológicas, así como retratos solemnes. Pieter Paul Rubens es su máximo exponente, conocido por sus composiciones dinámicas, el uso de colores cálidos y la representación de cuerpos sensuales. Entre sus obras más destacadas se encuentran Descendimiento de la cruz (religiosa), Las tres Gracias (mitológica) y El duque de Lerma (retrato cortesano).
Pintura Holandesa (Holanda)
Durante este periodo, la pintura religiosa y mitológica pierde protagonismo frente a la pintura de género, centrada en escenas cotidianas, paisajes y bodegones. Los retratos se caracterizan por su sobriedad y realismo, incluyendo el retrato corporativo. La gran figura es Rembrandt van Rijn, maestro del color, la luz y el retrato psicológico. Utiliza un tenebrismo atenuado, pincelada suelta y maestría en el color (El Buey desollado). Destaca en el retrato psicológico y el estudio de la luz (Los síndicos de los pañeros, La ronda de noche, sus autorretratos). En pintura de género y bodegones destacan también Clara Peeters y Judith Leyster.
Pintura Barroca Española
El siglo XVII, en pleno Siglo de Oro, es una etapa clave para la pintura española, a pesar de la crisis económica y la decadencia política. Influida por el naturalismo italiano (Caravaggio), se centra en temas religiosos, con escasa presencia de la mitología. También destacan los bodegones y retratos.
Escuelas de Pintura en España (Siglo XVII)
- Escuela Valenciana: José Ribera adopta el tenebrismo y el realismo característicos de Caravaggio, pero con una mayor riqueza en el uso del color.
- Escuela Andaluza: Destacan dos figuras principales:
- Francisco de Zurbarán: Su estilo se caracteriza por un realismo sobrio y un tenebrismo suavizado, aplicado a temas religiosos en línea con los principios de la Contrarreforma.
- Bartolomé Esteban Murillo: Aporta una visión más dulce y luminosa a la pintura religiosa, con un colorido vibrante y un dinamismo propio del Barroco.
Diego Velázquez (1599-1660)
Velázquez fue una de las figuras más importantes de la historia de la pintura. Gracias al mecenazgo de Felipe IV, desarrolló su obra sin presiones económicas, lo que le permitió perfeccionar su técnica con calma.
- Etapa sevillana: Inició su carrera con un estilo naturalista y tenebrista suavizado, destacando en escenas costumbristas como Vieja friendo huevos.
- Primera etapa madrileña (desde 1623): Evolucionó hacia una mayor luminosidad y riqueza cromática, influenciado por Rubens y la pintura veneciana, como se observa en El triunfo de Baco (Los Borrachos).
- Primer viaje a Italia (1629-1631): Profundizó en la perspectiva y la monumentalidad de las figuras, reflejadas en obras como La túnica de José.
- Segunda etapa madrileña (1631-1649): Perfeccionó el uso de la luz y la perspectiva aérea en pinturas como La rendición de Breda (Las Lanzas) y sus retratos de la corte.
- Segundo viaje a Italia (1649-1651): Realizó el célebre retrato del Papa Inocencio X y la excepcional Venus del espejo.
- Últimos años: Su pincelada se volvió más suelta y libre, alcanzando su máxima expresión en Las Meninas y Las Hilanderas, cumbres del arte barroco.
La Edad Contemporánea: Arquitectura y Artes Plásticas
La Arquitectura de la Segunda Mitad del Siglo XIX
Introducción y Contexto
Durante el siglo XIX, la sociedad industrial trajo consigo profundas transformaciones que exigieron nuevas respuestas arquitectónicas. Este proceso, que culminará en el siglo XX con el Movimiento Moderno, tiene sus raíces en un contexto de cambio iniciado en 1848, marcado por revoluciones liberales, la publicación del Manifiesto comunista, la Segunda Revolución Industrial y el auge del Imperialismo.
El crecimiento urbano derivado del desarrollo industrial impulsó la planificación de ensanches en muchas ciudades europeas. París y Barcelona destacan como ejemplos:
- París: Bajo el mando del barón Haussmann y durante el reinado de Napoleón III (1850-70), se realizaron reformas urbanísticas con amplias avenidas, bulevares y espacios abiertos para mejorar la circulación y la higiene urbana.
- Barcelona: Cerdà diseñó un plan para dar respuesta a los problemas de tráfico e higiene (un ensanche con calles en cuadrícula y dos grandes avenidas diagonales).
En el siglo XIX, la arquitectura combina tradición y modernidad. Surge el historicismo, que recupera estilos del pasado como el neogótico (ej. Parlamento de Londres). Al mismo tiempo, la Revolución Industrial introduce nuevos materiales como el hierro y el cristal, que transforman la construcción. A finales de siglo, el Modernismo propone un estilo innovador, decorativo y orgánico, inspirado en la naturaleza.
La Arquitectura de los Nuevos Materiales
La arquitectura de los nuevos materiales en el siglo XIX se caracteriza por el uso del hierro colado, el acero (gracias al horno Bessemer) y el vidrio, lo que permite estructuras más resistentes y flexibles. Los muros dejan de ser elementos sustentantes y se convierten en cerramientos, mientras que un armazón interno metálico soporta el peso. Surgen nuevos tipos de edificios adaptados a la era industrial, como estaciones, fábricas o invernaderos, donde la forma responde a la función. Las Exposiciones Universales fueron vitrinas de esta arquitectura. Destacan el Palacio de Cristal de Paxton (Londres, 1851), hecho con hierro y vidrio, y la Torre Eiffel (París, 1889), símbolo de la ingeniería moderna. En España, ejemplos notables son la Estación de Atocha y el Palacio de Cristal, ambos en Madrid.
La Escuela de Chicago y los Primeros Rascacielos
En Estados Unidos, a finales del siglo XIX, surge la Escuela de Chicago, origen de los primeros rascacielos. Este nuevo tipo de arquitectura responde a la necesidad de construir en altura, posible gracias al uso de estructuras metálicas (hierro y acero) y al ascensor eléctrico. Su estilo es funcional y utilitario, sin decoración ni referencias históricas, siguiendo el lema “la forma sigue a la función” de Louis Sullivan. Los muros se reducen a grandes ventanas (muro cortina). Esta escuela anticipa la arquitectura racionalista del siglo XX. Un ejemplo destacado son los almacenes Carson, Pirie, Scott and Company, de Louis Sullivan.
El Modernismo: Rasgos Definitorios y Gaudí
El Modernismo, surgido entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, fue un estilo artístico breve pero intenso, que quiso reflejar la modernidad y el espíritu refinado y dinámico de la burguesía de la época. Conocido como Art Nouveau, Jugendstil, o Sezession en distintos países, comparte una serie de rasgos comunes:
- Libertad creativa y rechazo del historicismo.
- Uso combinado de materiales artesanales e industriales (como hierro y vidrio).
- Formas curvas y sinuosas inspiradas en la naturaleza (línea látigo).
- Decoración exuberante y colorista.
- Integración de todas las artes (arquitectura, mobiliario, artes decorativas).
En Europa, Victor Horta fue uno de sus pioneros. En España, el Modernismo tuvo su epicentro en Cataluña gracias a su burguesía industrial, y Antoni Gaudí fue su principal figura. Comenzó influido por el gótico, pero luego evolucionó hacia un estilo único inspirado en la naturaleza, con formas orgánicas, arcos parabólicos y columnas inclinadas. Entre sus obras más destacadas están la Casa Batlló, La Pedrera (Casa Milà), el Parque Güell y la Sagrada Familia.
La Arquitectura del Siglo XX
Contexto Histórico
En la primera mitad del siglo XX, la arquitectura se desarrolla en un contexto de crisis provocado por la Primera Guerra Mundial, la inestabilidad de entreguerras (crack del 29, totalitarismos) y la Segunda Guerra Mundial. A pesar de ello, surge un espíritu utópico que busca transformar la sociedad, reflejado en las vanguardias artísticas y en el Movimiento Moderno en arquitectura. Este ideal también influye en el urbanismo, desde propuestas como la ciudad-jardín de Howard o la ciudad-industrial de Garnier, hasta la Carta de Atenas de Le Corbusier, que promueve edificios altos, espacios abiertos y una zonificación funcional estricta.
En la segunda mitad del siglo XX, la arquitectura se desarrolla en el contexto de la Guerra Fría, el auge del estado del bienestar en Occidente y, desde los años 80, la posmodernidad con la caída del bloque comunista, el avance de las telecomunicaciones y la globalización. El Movimiento Moderno mantiene su liderazgo hasta los años 60, cuando surge una corriente crítica que dará paso a la arquitectura posmoderna.
Racionalismo-Funcionalista (Movimiento Moderno)
Los arquitectos del Movimiento Moderno, pese a sus diferencias, comparten la simplicidad de formas y volúmenes, y el rechazo a la ornamentación, siguiendo ideas como “la forma sigue a la función” (Sullivan) y “la ornamentación es delito” (Adolf Loos). Usan materiales industriales como el hormigón armado, el acero y el vidrio, que permiten construcciones funcionales y prefabricadas. Se introducen estructuras con pilares y el uso del muro-cortina, que ya no es soporte, sino un cerramiento ligero con muchas ventanas.
Le Corbusier sintetizó las ideas del Movimiento Moderno en sus “cinco puntos de la nueva arquitectura”, aplicados en la Villa Savoye (1929-31):
- El edificio se eleva sobre pilares (pilotis), permitiendo un espacio libre bajo él.
- La cubierta se convierte en terraza-jardín.
- La fachada es libre e independiente de la estructura interna.
- Las ventanas son corridas (fenêtre en longueur) para maximizar la luz natural.
- La planta es libre gracias a la eliminación de muros de carga.
Su arquitectura destaca por su funcionalidad y humanismo, como se ve en la Capilla de Ronchamp o la Unidad de Habitación de Marsella. También impulsó la Carta de Atenas (1941), base del urbanismo moderno.
Otros autores clave del Movimiento Moderno y directores de la escuela Bauhaus en Alemania fueron Walter Gropius y Mies van der Rohe. Gropius, en su Fábrica Fagus, combinó materiales como hierro, hormigón y ladrillo, con amplios ventanales que aportaban transparencia y libertad espacial. Mies van der Rohe retomó esta idea en su Pabellón de Alemania (Barcelona, 1929), caracterizado por su planta libre, líneas rectas, voladizos y conexión entre interior y exterior (“menos es más”). Tras huir del nazismo, se trasladó a EE.UU., donde diseñó numerosos rascacielos como volúmenes de vidrio, destacando por su pureza formal y espacios abiertos.
Organicismo
La arquitectura organicista busca armonizar el edificio con su entorno natural y con las necesidades del ser humano, evitando el funcionalismo a veces frío del racionalismo. Su principal representante es Frank Lloyd Wright, influido por Sullivan y la arquitectura japonesa. Emplea materiales naturales como piedra, madera o ladrillo, y crea edificaciones integradas en el entorno, con planta libre y continuidad entre espacios interiores y exteriores, como en la Casa Bradley. En una etapa posterior, adopta volúmenes puros, como en la Casa Kaufmann o de la Cascada, que se funde con el paisaje. Finalmente, experimenta con formas curvas y fluidas, como en el Museo Guggenheim de Nueva York, con su rampa espiral e iluminación cenital.
Arquitectura de la Segunda Mitad del Siglo XX: Posmodernidad, High-Tech y Deconstructivismo
En la segunda mitad del siglo XX, el contexto de Guerra Fría, estado del bienestar y globalización marca el devenir arquitectónico. El Movimiento Moderno mantiene su influencia hasta los años sesenta, pero su funcionalismo extremo es criticado por resultar frío e inhumano, lo que da lugar a la arquitectura posmoderna. Esta recupera la ornamentación, las referencias históricas y el eclecticismo, a menudo con ironía, como en el edificio AT&T de Philip Johnson.
El Centro Pompidou de París, de Rogers y Piano, representa una transición y un ejemplo de arquitectura high-tech, que exhibe estructuras, instalaciones y tecnología como elementos estéticos, con una estética industrial y futurista. Norman Foster y Santiago Calatrava son otros representantes destacados de esta corriente.
A finales de los 80 surge el deconstructivismo, que descompone las formas arquitectónicas tradicionales, utilizando geometrías fragmentadas, líneas oblicuas y volúmenes irregulares. Un ejemplo paradigmático es el Museo Guggenheim de Bilbao de Frank Gehry.
Zaha Hadid
La arquitecta Zaha Hadid, figura clave del deconstructivismo y la arquitectura contemporánea, desarrolló un estilo caracterizado por su fusión con el entorno, la organicidad de sus formas, el dinamismo y el uso de líneas curvas y angulosas que crean espacios fluidos. Se emplean materiales modernos como la fibra de vidrio o el poliéster, y grandes superficies acristaladas que favorecen la luz. Sus obras desafían la ortogonalidad tradicional, influenciadas por figuras como Wright y Gehry.
Arquitectos Navarros del Siglo XX
El Movimiento Moderno en España comenzó a mediados de los años ’20 y se consolidó a partir de los años ’50 con la apertura del régimen franquista. Arquitectos como Francisco Javier Sáenz de Oíza y Rafael Moneo ganaron reconocimiento mundial.
- Sáenz de Oíza: Con un enfoque ecléctico, fusionó el organicismo de Wright y el racionalismo de van der Rohe en obras como Torres Blancas y el rascacielos BBV (Madrid).
- Moneo: Conocido por su estilo equilibrado y minimalista, destacó con obras como el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida y el Kursaal de San Sebastián, fusionando racionalismo contextual con respeto por el entorno y la historia.
Las Artes Plásticas en los Siglos XIX y XX
Introducción
Durante la Belle Époque (finales del XIX – 1914), Europa vivió un período de gran optimismo impulsado por el liberalismo, el capitalismo, el desarrollo científico y la Segunda Revolución Industrial, aunque este ambiente se vio bruscamente interrumpido por la Primera Guerra Mundial. La revolución de los transportes, la velocidad, la luz artificial y los avances en óptica y fotografía transformaron la percepción de la realidad. Esto llevó a muchos artistas a abandonar la representación tradicional heredada desde el Renacimiento, buscando nuevas formas de expresión más acordes con su tiempo, en paralelo al Naturalismo literario.
Pintura de la Segunda Mitad del Siglo XIX: El Impresionismo
En 1874, un grupo de artistas rompió con la tradición académica al exponer en un salón independiente, siendo despectivamente llamados impresionistas (a raíz de la obra Impresión, sol naciente de Monet). Sus características principales fueron:
- Rechazo de los temas clásicos (históricos, mitológicos) en favor de la representación de escenas cotidianas y fugaces: paisajes, calles, actividades de ocio burgués.
- Influencia de la fotografía en la búsqueda de la captación de lo instantáneo, con encuadres casuales y espontáneos.
- Interés central en la luz y el color, y cómo estos varían según la hora del día y las condiciones atmosféricas.
- Práctica de la pintura au plein air (al aire libre).
- Uso de pinceladas sueltas y rápidas.
- Aplicación de colores puros directamente sobre el lienzo, aprovechando el contraste simultáneo y la mezcla óptica en la retina del espectador.
- Evitación del uso de negros y grises para las sombras, utilizando colores complementarios.
Análisis de Obras Clave
Casa Saboya (Villa Savoye) – Le Corbusier (1929)
Estilo: Movimiento Moderno (Racionalismo).
La Villa Savoye, conocida como Casa Saboya, fue diseñada por Le Corbusier junto con Pierre Jeanneret entre 1928 y 1929. Se sitúa en Poissy, a las afueras de París, Francia, y fue encargada por la familia Savoye como residencia de fin de semana. Pertenece al Movimiento Moderno, dentro del estilo racionalista, y es una de las obras más representativas de la arquitectura del siglo XX.
Contexto histórico: A finales de los años 20, Europa vivía una etapa de profundos cambios tras la Primera Guerra Mundial. El arte y la arquitectura rompían con los estilos tradicionales en favor de nuevas formas adaptadas a la vida moderna. En este contexto surge la arquitectura moderna, funcional, austera y ligada al avance tecnológico e industrial. Le Corbusier, figura clave de este movimiento, estableció los “cinco puntos de la nueva arquitectura”, que quedaron perfectamente plasmados en esta obra.
Descripción y análisis de la obra: La Villa Savoye es una vivienda unifamiliar (tipología doméstica) que ilustra los principios modernos:
- Pilotis (pilares) que elevan el edificio del suelo.
- Terraza-jardín sobre la cubierta.
- Planta libre.
- Ventanas horizontales (fenêtre en longueur).
- Fachada libre.
Construida con hormigón armado, su planta es cuadrada y libre, sin muros de carga, lo que permite una organización fluida del espacio interior. El alzado se basa en líneas horizontales puras, con volúmenes blancos y planos, sin ornamento. El sistema es arquitrabado, con pilares circulares que soportan las losas.
La fachada no refleja la distribución interior, pues sigue el principio de independencia del diseño exterior respecto a la estructura interna. Los vanos son corridos, en forma de bandas horizontales de ventanas, lo que proporciona una iluminación natural abundante y homogénea. El interior es un espacio continuo y funcional, articulado mediante rampas suaves y grandes cristaleras. Carece casi por completo de decoración, ya que el diseño se enfoca en la funcionalidad y la pureza formal.
Función y simbolismo: Se construyó como vivienda, pero se convirtió en símbolo del racionalismo arquitectónico. Representa el ideal moderno de progreso, orden y eficiencia, una “máquina para habitar”.
Valoración personal: La Casa Saboya es una obra revolucionaria, que marcó un punto de inflexión en la historia de la arquitectura. Su lenguaje formal sigue influyendo en el diseño contemporáneo. Refleja una nueva forma de habitar y de concebir el espacio, y emociona por su pureza, luz y armonía geométrica. Es un ícono perdurable de la modernidad.
Los Fusilamientos del 3 de Mayo – Francisco de Goya (1814)
La obra “Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808” fue pintada por Francisco de Goya en 1814, en estilo romántico, y se conserva actualmente en el Museo del Prado (Madrid). Fue un encargo del Gobierno español tras la expulsión de las tropas napoleónicas, como homenaje a los héroes del levantamiento del 2 y 3 de mayo en Madrid.
Su contexto histórico se sitúa a comienzos del siglo XIX, en plena Guerra de la Independencia Española (1808-1814), un periodo marcado por la invasión napoleónica y la resistencia popular. El Romanticismo, corriente artística en la que se enmarca Goya, surge como reacción frente al racionalismo ilustrado y el clasicismo, promoviendo la expresión de las emociones, el dramatismo, y el interés por lo individual y lo nacional.
Descripción y análisis de la obra: La obra muestra el momento en que soldados franceses fusilan a un grupo de patriotas españoles en la montaña del Príncipe Pío. En el centro, un hombre con camisa blanca y brazos en cruz acapara la atención, convirtiéndose en un símbolo de la víctima inocente. La dramaticidad y el patetismo son máximas, y la escena refleja los horrores de la guerra desde una mirada profundamente humana.
El soporte es lienzo y la técnica empleada es el óleo. El dibujo es suelto y expresivo, no detallado, lo que refuerza la emoción de la escena. Predomina el uso del color, con una fuerte presencia de oscuros y ocres, contrastados con el blanco y amarillo de la figura central, símbolo de inocencia y sacrificio. La pincelada es enérgica y visible.
La luz es artificial y focal, proveniente de un gran farol situado en el suelo, que ilumina dramáticamente a los condenados y deja en penumbra a los soldados, representados como una máquina de matar anónima y deshumanizada. El espacio no es amplio ni idealizado, sino opresivo, con una perspectiva sencilla que acentúa la crudeza de la escena. Las figuras humanas están tratadas con realismo: rostros desencajados por el terror, posturas tensas, cuerpos ya caídos, todo enfatiza el dolor y la angustia.
La composición es asimétrica y dinámica, organizada en dos grupos contrapuestos (víctimas y verdugos) mediante diagonales implícitas. La función de la obra es claramente denunciadora y propagandística (aunque realizada a posteriori), con un simbolismo evidente en la figura central, que recuerda a una crucifixión moderna y laica.
Valoración personal: Es una obra conmovedora y universal, que trasciende su época por su fuerza expresiva y su denuncia de la barbarie. Representa una ruptura radical con la pintura de historia tradicional y sienta las bases del arte contemporáneo como medio de testimonio y denuncia social. Su impacto emocional, la humanidad que transmite y su mensaje atemporal contra la violencia la convierten en una de las obras más importantes de la historia del arte.
Las Meninas – Diego Velázquez (1656)
“Las Meninas” (o La familia de Felipe IV) es una de las obras más emblemáticas del pintor sevillano Diego Velázquez, realizada en 1656, durante el reinado de Felipe IV. Pertenece al Barroco español, un estilo caracterizado por su naturalismo, uso dramático de la luz y complejidad compositiva. Se encuentra en el Museo del Prado (Madrid), y fue pintada probablemente por encargo del propio monarca, ya que Velázquez era pintor de cámara de la corte.
El contexto histórico de esta obra se enmarca en el Siglo XVII, época de decadencia política y económica del Imperio español, pero también de gran esplendor artístico y cultural (Siglo de Oro). En la corte de Felipe IV, el arte se utilizaba como símbolo de poder y cultura, y la pintura barroca floreció como una forma de representación majestuosa y cercana a la realidad.
Descripción y análisis de la obra: La pintura representa una escena aparentemente cotidiana en el Cuarto del Príncipe del Alcázar de Madrid, que funcionaba como taller del propio Velázquez. Aparece la infanta Margarita Teresa en el centro, rodeada de sus damas de honor (“meninas”) –María Agustina Sarmiento e Isabel de Velasco–, los bufones Mari Bárbola y Nicolasito Pertusato, un perro mastín, y en un segundo plano, la dama de honor Marcela de Ulloa conversando con un guardadamas. A la izquierda, el propio Velázquez se autorretrata pintando un gran lienzo. Al fondo, en el vano de una puerta abierta, se recorta la figura del aposentador real José Nieto. Crucialmente, un espejo en la pared del fondo refleja las figuras de los reyes Felipe IV y Mariana de Austria, lo que añade un juego visual complejo sobre el espacio, la representación y la presencia/ausencia, convirtiendo al espectador (o a los reyes) en el punto focal de la escena.
Es un óleo sobre lienzo, de grandes dimensiones (318 x 276 cm). Velázquez emplea una técnica magistralmente suelta, con un dibujo poco definido en los detalles pero muy eficaz en transmitir formas, volúmenes y texturas a distancia. Predomina el color, con una paleta de tonos cálidos, terrosos y neutros, aplicados con gran sutileza, lo que aporta una sensación de naturalismo y armonía atmosférica.
La luz, procedente de varias fuentes (ventanas laterales a la derecha, la puerta del fondo, el reflejo del espejo), es tratada de forma compleja, creando profundidad y ayudando a destacar personajes y planos. El espacio está construido con una combinación de perspectiva lineal (cuyas líneas convergen cerca de la puerta del fondo) y, sobre todo, perspectiva aérea: Velázquez logra una asombrosa sensación de atmósfera y tridimensionalidad al difuminar los contornos y matizar los colores de los planos más alejados.
Las figuras humanas están representadas con gran realismo y dignidad, captando no solo su apariencia física sino también su presencia psicológica a través de gestos sutiles y miradas que conectan (o no) entre sí y con el espectador.
La composición es extraordinariamente compleja y equilibrada, organizada mediante un sistema de planos, líneas verticales y horizontales, y un juego de miradas que dirigen la atención del espectador. Aunque aparentemente informal, la disposición es muy calculada. La obra tiene múltiples niveles de lectura: es un retrato de corte, una escena de género palaciega, un autorretrato del artista en su taller y una profunda reflexión sobre el arte de la pintura, la ilusión y la realidad.
Valoración personal: Considero que “Las Meninas” es una obra cumbre de la pintura universal, que trasciende su tiempo por su complejidad técnica, conceptual y narrativa. Su influencia ha sido enorme en artistas posteriores (de Goya a Picasso y Foucault). Sigue fascinando por su ambigüedad, su maestría técnica insuperable (especialmente en el tratamiento de la luz y el espacio) y su profunda reflexión sobre el acto de mirar y ser mirado, el estatus del artista y la naturaleza misma de la representación pictórica.