Fragmentos de Historia: Hiroshima y la Carta del Atlántico
El Horror Atómico en Hiroshima: Un Relato de John Hersey
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En este fragmento del libro Hiroshima de John Hersey, se describe el devastador momento de la explosión de la bomba atómica sobre la ciudad japonesa, a través de los recuerdos de los habitantes. En primer lugar, el texto refleja la tensión previa al ataque, con las alarmas aéreas frecuentes y el rumor extendido entre la población de que Hiroshima sería el próximo objetivo. La incertidumbre y el miedo se apoderan de los ciudadanos, anticipando una catástrofe inminente.
A continuación, el relato se enfoca en la experiencia personal del señor Tanimoto, quien, al momento de la explosión, describe con detalle la presión que sintió y cómo la destrucción ocurrió en un silencio absoluto. La referencia a la “presión repentina” y la ausencia de sonido realza la brutalidad del impacto y la incomprensión de los testigos ante la magnitud del desastre, lo que refuerza la idea de lo impredecible y destructivo de la bomba.
Finalmente, el fragmento concluye con la imagen de una Hiroshima sumida en una nube de polvo, generando un “crepúsculo” que simboliza la oscuridad que envolvió a la ciudad. Este pasaje ilustra el caos y la desesperación de los supervivientes, mostrando cómo la ciudad quedó arrasada de manera súbita e irreversible, dejando a los habitantes atrapados entre los escombros y la incertidumbre de la vida posterior.
La Desolación Después de la Explosión: Un Análisis Profundo
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Este fragmento de Hiroshima de John Hersey describe de manera impactante los momentos previos y posteriores a la explosión de la bomba atómica en la ciudad, explorando la tensión, el terror y el caos vivido por sus habitantes. Al principio, el texto captura la atmósfera de incertidumbre que rodeaba a Hiroshima, con frecuentes alarmas aéreas y el creciente rumor de que la ciudad sería el siguiente objetivo de los estadounidenses. La ansiedad colectiva se apodera de los ciudadanos, quienes se sienten cada vez más inseguros y desbordados por el miedo a lo que está por venir. Hersey consigue transmitir con gran efectividad este estado de alerta constante que precede a la tragedia, reflejando cómo la guerra había sumido a la población en una constante sensación de vulnerabilidad.
Luego, el relato se centra en la experiencia del señor Tanimoto, quien, al momento de la explosión, experimenta una presión repentina que lo lanza al suelo entre unas rocas. La ausencia de sonido tras el impacto, un detalle que muchos sobrevivientes compartieron, aumenta la sensación de surrealismo y devastación. Este silencio absoluto resalta la magnitud del desastre, evidenciando que la explosión no solo afectó físicamente a los habitantes, sino que también los desorientó completamente. La referencia a la “presión repentina” subraya la violencia instantánea de la bomba, mientras que el silencio refleja la deshumanización del momento, donde incluso el sonido, una de las señales que conectan a las personas con su entorno, desaparece.
Finalmente, la imagen de Hiroshima sumida en una nube de polvo, creando un “crepúsculo”, ofrece una poderosa metáfora de la devastación y el vacío que dejó la explosión. La ciudad, ahora desmoronada, parece envuelta en una oscuridad física y emocional que simboliza la tragedia que se ha desatado. La referencia al “crepúsculo” no solo describe un fenómeno atmosférico, sino que también refleja la desolación interna de los supervivientes, atrapados en un escenario apocalíptico y abrumados por la magnitud de lo ocurrido. Este fragmento, por tanto, no solo documenta un evento histórico, sino que también transmite la desesperación y la desolación humanas, mostrando el impacto irreversible de la bomba atómica sobre la vida de los habitantes de Hiroshima y la transformación de la ciudad en un lugar sin esperanza.
La Carta del Atlántico: Sembrando las Semillas de un Nuevo Orden Mundial
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La Carta del Atlántico, firmada el 14 de agosto de 1941 entre el presidente de los Estados Unidos y el Primer Ministro del Reino Unido, expone una visión compartida para el futuro postbélico y los principios fundamentales que guiarán las relaciones internacionales después de la Segunda Guerra Mundial. En primer lugar, el documento rechaza la expansión territorial y cualquier cambio que no esté basado en el consentimiento libre de los pueblos afectados. Este principio resalta el respeto por la autodeterminación de los pueblos, rechazando la imposición de fronteras o gobiernos por la fuerza, un aspecto clave en la lucha contra los regímenes totalitarios de la época, especialmente el nazi.
A continuación, se menciona el compromiso de asegurar que todos los países, independientemente de su tamaño o estatus en el conflicto, tengan acceso a las mismas condiciones económicas, garantizando igualdad en el comercio y el acceso a los recursos naturales. Este enfoque refleja una aspiración por la justicia económica global, con el objetivo de evitar que se repitieran las desigualdades que llevaron a las tensiones previas a la guerra. Además, se subraya la importancia de la cooperación internacional, particularmente en el ámbito económico y social, para mejorar las condiciones laborales, promover el progreso económico y ofrecer un bienestar social para todos los pueblos, lo que reflejaba un impulso hacia un mundo más equitativo.
Finalmente, el documento expresa la esperanza de una paz duradera, después de la derrota del nazismo, en la que todos los países puedan vivir seguros dentro de sus fronteras, sin miedo ni pobreza. Este ideal de paz y seguridad universal, bajo el principio de “no más guerra”, se vincula directamente con la creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y los esfuerzos por garantizar un orden mundial basado en la cooperación y el respeto mutuo, buscando erradicar la tiranía y asegurando que los derechos humanos sean respetados globalmente. La Carta del Atlántico marca un hito en la formulación de los principios fundacionales de la diplomacia internacional postguerra, especialmente en lo relativo a la autodeterminación, la justicia económica y la paz mundial.