La Crítica Nietzscheana a la Cultura Occidental
Nietzsche desmonta la estructura intelectual en la que se ha apoyado la cultura occidental para sobrevivir. El logos de Occidente nace enfermo, pero durante mucho tiempo enmascaró su enfermedad. Para Nietzsche, nuestra fragilidad mental, que no nos permite convivir con el caos, con el devenir, es la que pone en funcionamiento la razón para que genere un mundo irreal que nos permita sobrevivir. La razón es, pues, la causante de la enfermedad de Occidente, una realidad que consuela. Occidente necesita negar el mundo físico al que pertenece y, por ello, relega los sentidos y construye realidades ultramundanas. Así pues, la filosofía, la religión y la moral occidental son síntomas de decadencia.
El Dualismo y los Filósofos-Momia
En este sentido, la realidad se nos presenta como caos, como diferencia; nada hay igual, eterno y permanente en ella. A diferencia de como lo plantearon filósofos como Platón, la realidad no es, deviene. No obstante, del desconcierto que supone lo cambiante, surgió la filosofía de Platón que defiende el alcance del conocimiento gracias a la dialéctica, como más tarde también lo haría Descartes con el *cogito*. Desde el punto de vista de ambos autores, han duplicado el mundo: por un lado tenemos el mundo del devenir, pura apariencia; y por otro, el mundo del ser, el auténtico, el que vale la pena. Con ese dualismo ontológico, Platón asentó su filosofía en dos principios básicos: que lo permanente es superior a lo cambiante y que la razón es el camino para alcanzar el conocimiento. De esta manera, los encargados de combatir la apariencia y el cambio son los filósofos que, por analogía con lo que los egipcios hacían con sus muertos, Nietzsche llama filósofos-momia. Unos filósofos que confían en los conceptos abstractos tanto como desconfían de los sentidos.
El Método Genealógico: Descubriendo la “Pudenta Origo”
Para realizar su crítica a Occidente, Nietzsche utilizará un método: el método genealógico. La palabra genealogía la asociamos a la de árbol genealógico. Saber de dónde venimos sirve para conocer nuestro linaje y también para descubrir un fraude lejano en el tiempo. El autor realizará el árbol genealógico de Occidente para descubrir que en su linaje no está la búsqueda del saber, el interés por la verdad o el cultivo de la razón; en su origen está el miedo de unos hombres mediocres al devenir y al cambio de las cosas, el miedo a vivir inseguros en un mundo que experimentamos. Nuestro linaje proviene del miedo y no del amor a la verdad. El origen de Occidente es, como dice el autor, una “pudenta origo“, un origen que avergüenza. La genealogía removerá aquello que se tenía por fundado y definitivamente establecido, atacará los cimientos mismos de la civilización occidental.
La Razón como Tumor Maligno
Nuestra fragilidad mental es la que pone en funcionamiento la razón para que genere un mundo irreal que nos permita sobrevivir. Y es el miedo a perder este mundo seguro el que provoca el interés filosófico y moral por justificar y fundamentar. La razón es la causante de la enfermedad de Occidente al generar un tumor maligno y extraño a la vida y al cuerpo, un tumor que tiene como objetivo anular los impulsos y crear un ultramundo.
El Proyecto Occidental: Del Mito al Logos y la Negación del Mundo Sensible
La cultura occidental cree que ha generado el mayor progreso que la humanidad jamás conoció. Para conseguirlo fue necesario pasar del mito al logos. Solo así parecía posible acceder a la Verdad, a la Justicia, al Bien universal. Nuestra experiencia inmediata es la de aquel mundo sensible, distinto a cada instante, despreciado por Platón. Por eso, Occidente necesita desprestigiar el movimiento, negar la diferencia radical de lo que acontece. Y para ello nada mejor que renegar de los sentidos y construir realidades ultramundanas. Los valores eternos se encuentran tras los velos más o menos opacos, en algún sitio no aprehensible para los sentidos y solo la razón será capaz de descubrirlos.
La Racionalidad como Manto Ocultador
Los cimientos de la construcción del mundo irreal producto del miedo son rápidamente cubiertos bajo un manto de racionalidad que permite convertir lo que es solo una necesidad vital en una verdad supuestamente objetiva, neutral, que responde a parámetros universales y no a una sociedad que empieza a mostrar síntomas de decadencia. La filosofía, la religión y la moral occidental son síntomas de decadencia.
Ejemplos Históricos de la Negación del Devenir
Esto se demuestra a lo largo de la historia de la filosofía:
- Parménides negó el movimiento, lo sensible.
- Luego Sócrates buscó la definición universal que eliminara la singularidad de las cosas.
- Platón dio un salto más e inventó un mundo inteligible.
- Aristóteles sostenía la existencia de esencias universales.
- El cristianismo elaboró un mundo teológico que no solo negaba la singularidad mostrada por la experiencia, sino también la propia razón.
- Kant tuvo también que recurrir a lo racional para darle sentido y lógica a lo meramente sensible que carece de ella.
- Solo el empirismo y su discípulo el positivismo devolvieron a los sentidos su dignidad.
El Camino hacia el Nihilismo y la Necesidad de Nuevos Valores
Según Nietzsche, la sociedad occidental camina hacia el vacío de sentido (el nihilismo). La civilización occidental está enferma. A medida que se vaya dando cuenta de la falsedad de sus creencias, cuando comprenda que su logos era solo la imposición de un mito, se irá desintegrando. Nietzsche intenta precipitar el proceso de degradación porque para sanar es necesario acelerar el proceso de infección. El hombre del rebaño es incapaz de resucitar la cultura occidental, pues para eso hace falta crear nuevos valores y solo los espíritus libres pueden hacerlo.
El Perspectivismo Nietzscheano
Considerando todo lo anteriormente argumentado, conocer no es un acto en el que aparece la esencia de la cosa, su verdad, sino una valoración hecha desde una determinada perspectiva, pues son nuestras necesidades las que interpretan el mundo. En definitiva, la concepción del conocimiento de Nietzsche nos ha llevado a un perspectivismo de la verdad. No hay un mundo verdadero-metafísico, sino un pluriuniverso de interpretaciones, y todas válidas.