Alfonso XIII y la crisis de la Restauración
Durante el reinado de Alfonso XIII (1902-1931), la crisis política fue una constante. Las causas de esta situación fueron diversas:
- El excesivo papel político del rey en los asuntos constitucionales.
- La división de los partidos del turno (Liberal y Conservador) y las luchas internas por el poder.
- El debilitamiento del caciquismo.
- La precariedad de la mayoría de las Cortes.
Esto originó una serie de problemas que persistieron durante todo el reinado:
- El aumento de las luchas sociales por la creciente toma de conciencia de campesinos y obreros.
- La reaparición de la cuestión religiosa, que llevó a la extensión del anticlericalismo.
- El problema militar, con un ejército macrocéfalo (exceso de oficiales) y con escasos recursos materiales.
- La cristalización del movimiento nacionalista (principalmente en Cataluña y el País Vasco) y la percepción de una ruptura de la unidad nacional.
- El problema con Marruecos, especialmente a partir de 1909.
Intentos de reforma y primeras crisis
Los argumentos regeneracionistas trataron de revisar el sistema y adaptarlo a las nuevas demandas sociales y políticas. En 1907, Antonio Maura (Partido Conservador) comenzó un ambicioso programa de gobierno desde dentro del sistema. En 1908 se creó el Instituto Nacional de Previsión, embrión de la seguridad social. También se promulgaron leyes para mejorar las condiciones laborales.
Mediante la Ley Electoral de 1907, se trató de suprimir el caciquismo y el fraude electoral con la introducción del voto obligatorio (artículo 29), aunque no se consiguió plenamente.
Más adelante, José Canalejas (Partido Liberal) impulsó una importante legislación de carácter social entre 1910 y 1912. Además, las Cortes aprobaron la llamada ley del candado (1910), que impedía temporalmente el establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España. En 1912, el Congreso aprobó la Ley de Mancomunidades, que permitió el inicio de un cierto autogobierno administrativo en algunas regiones, siendo Cataluña la única en constituirla.
Canalejas fue asesinado por un anarquista en 1912, y tras su muerte comenzó una etapa de crisis permanente de los partidos dinásticos.
Las grandes crisis del periodo (1905-1912)
La primera crisis significativa durante el reinado de Alfonso XIII ocurrió en 1905 en Cataluña. Sucedió por el crecimiento de la Lliga Regionalista y la reacción airada de los militares a una caricatura antimilitarista publicada en la revista ¡Cu-Cut!. Se aprobó la Ley de Jurisdicciones (1906), que sometía a la justicia militar los delitos contra el ejército y la patria, lo que fue visto como un ataque a las libertades civiles.
La siguiente gran crisis fue la Semana Trágica en Barcelona en 1909. Ocurrió debido a una combinación de factores: movilizaciones obreras, anticlericalismo y antimilitarismo. El detonante fue la decisión del gobierno de Maura de enviar reservistas a la guerra de Marruecos tras el desastre del Barranco del Lobo. Esto resultó en una huelga general convocada por Solidaridad Obrera y respaldada por la UGT, que derivó en una insurrección urbana con quema de conventos. Las consecuencias del conflicto fueron un centenar de muertos, numerosos heridos, daños materiales y una dura represión, que incluyó la ejecución del pedagogo anarquista Francisco Ferrer y Guardia, fundador de la Escuela Moderna, acusado sin pruebas concluyentes de ser el instigador. Además, la crisis provocó la caída de Maura e hizo que Pablo Iglesias, líder del PSOE, accediera por primera vez a las Cortes en 1910, gracias al éxito de la coalición republicano-socialista.
La oposición política y social
La crisis del sistema del turno facilitó que partidos e instituciones ajenos a él ganaran protagonismo, como los republicanos, el PSOE y la CNT.
Republicanos
Fueron la oposición política más importante al régimen monárquico. Buscaban una democratización política inspirada en el liberalismo democrático. En 1903 se formó la Unión Republicana, pero pronto se dividió en:
- Un republicanismo moderado y reformista, partidario de la lucha electoral y parlamentaria.
- Un republicanismo radical, liderado por Alejandro Lerroux, que inicialmente buscaba implantar la república a través de la insurrección y utilizaba un discurso populista y anticlerical.
Estas diferencias llevaron a la formación del Partido Radical de Lerroux en 1908 y del Partido Reformista de Melquiades Álvarez en 1912, este último dispuesto a aceptar la monarquía si se democratizaba.
Nacionalismos
- Nacionalismo catalán: Fue el más relevante. En 1901 nació la Lliga Regionalista, liderada por figuras como Francesc Cambó y Enric Prat de la Riba. Buscaba la regeneración política, la modernización económica y la autonomía para Cataluña. Fue apoyado principalmente por la burguesía conservadora. En 1906, la Ley de Jurisdicciones impulsó la creación de Solidaritat Catalana, una coalición electoral que arrasó en las elecciones de 1907. Tras la Semana Trágica, Prat de la Riba presidió la Mancomunitat de Catalunya (creada en 1914).
- Nacionalismo vasco: Estuvo marcado por el enfrentamiento entre un sector radical e independentista (siguiendo las ideas originales de Sabino Arana) y uno más moderado y autonomista. Se extendió por Vizcaya y Guipúzcoa, apoyado por sectores de la burguesía industrial y clases medias.
- Otros movimientos regionalistas (gallego, valenciano, aragonés, andaluz) tuvieron menor incidencia política en este periodo.
Movimiento Obrero
- Socialismo: El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), fundado en 1879 por Pablo Iglesias, defendía los derechos del proletariado a través de la lucha política y sindical (mediante su sindicato, la UGT, Unión General de Trabajadores). Al comienzo, su crecimiento político fue lento, mientras que el de la UGT fue más rápido. La colaboración con los republicanos resultó en la formación de la Conjunción Republicano-Socialista en 1909. Cuando Pablo Iglesias fue elegido diputado en 1910, el socialismo llegó por primera vez al parlamento.
- Anarquismo: No participó en la política parlamentaria y rechazó el reformismo social, abogando por la acción directa y la revolución social. Tuvo fuerte implantación tanto en las zonas industriales (Cataluña) como en el campo andaluz. Existían dos tendencias principales: el anarquismo terrorista o de acción directa violenta (minoritario pero con episodios impactantes) y el anarcosindicalismo, centrado en la lucha sindical. Las huelgas fueron la base de la formación del sindicato Solidaridad Obrera en Barcelona en 1907. En 1910, a partir de esta, se fundó la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), que se convirtió en el principal sindicato anarquista y una fuerza importante en el movimiento obrero español. Fue declarada ilegal en varias ocasiones, como entre 1911 y 1915 tras una huelga general. En oposición a la CNT, aparecieron los sindicatos libres (especialmente en Barcelona), de inspiración católica y carlista, que a menudo colaboraron con los empresarios contra el anarcosindicalismo.
La intervención en Marruecos y sus consecuencias (1909-1923)
La guerra de Marruecos surgió por los intereses coloniales de las potencias europeas (Francia, Reino Unido, Alemania y España) y contribuyó decisivamente a desestabilizar el régimen de la Restauración. Tras negociar las áreas de influencia, a España le correspondió administrar un protectorado en la zona norte (el Rif) y un enclave en el sur (Ifni y Río de Oro).
La política del gobierno en Marruecos y el desastre del Barranco del Lobo (1909) fueron los detonantes de la Semana Trágica en Barcelona en 1909. El desastre militar ocasionó numerosas pérdidas humanas y materiales, contribuyó al desorden político y a la creciente separación entre el ejército y la población civil. La intervención española se limitó durante años a asegurar las ciudades costeras.
El Desastre de Annual (1921)
Tras la Primera Guerra Mundial (en la que España fue neutral), el gobierno español intentó consolidar su dominio. El general Dámaso Berenguer, como Alto Comisario, junto a un ejército español en pésimas condiciones materiales y de preparación, inició una política de expansión con la intención de controlar efectivamente la zona montañosa del Rif. En el verano de 1921, una ofensiva mal planificada dirigida por el general Manuel Fernández Silvestre terminó en una catastrófica derrota frente a las cabilas rifeñas lideradas por Abd el-Krim. El llamado desastre de Annual originó miles de muertos y la pérdida de gran parte del territorio ocupado.
La conmoción fue enorme en España. Se abrió una investigación parlamentaria (el expediente Picasso) para depurar responsabilidades, que apuntaban a altos mandos militares e incluso se acusó al rey Alfonso XIII de haber alentado la imprudente acción militar de Silvestre. Finalmente, el informe Picasso no llegó a debatirse en las Cortes debido a los intereses políticos y económicos en juego y, sobre todo, al golpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera en septiembre de 1923, que puso fin a la investigación.
La Crisis de 1917
La segunda fase del Reinado de Alfonso XIII (aproximadamente 1914-1923) coincidió en parte con la Primera Guerra Mundial (1914-1918). El gobierno de Eduardo Dato declaró la neutralidad española. Sin embargo, la guerra dividió a la opinión pública: los sectores más conservadores apoyaron a los Imperios Centrales (Alemania y Austria-Hungría), que representaban los valores del orden y la autoridad; los sectores liberales y de izquierdas simpatizaban con los Aliados (Francia, Reino Unido), cuyos principios consideraban más democráticos.
Económicamente, España se convirtió desde 1915 en suministradora de materias primas y productos industriales para los países en guerra. Esta súbita expansión económica generó enormes beneficios para la burguesía industrial y financiera, pero también una fuerte inflación. La inyección económica agrandó las diferencias sociales, ya que los trabajadores sufrieron la escasez y la subida de precios de los productos de primera necesidad, mientras la burguesía se enriquecía rápidamente. Finalmente, estas desigualdades resultaron en numerosas huelgas y un aumento de la conflictividad social.
En el verano de 1917, España vivió una triple crisis simultánea (militar, política y social) que amenazó con derribar el sistema:
- Crisis militar: Ocurrió debido al enfrentamiento entre el Gobierno y sectores del ejército. Aparecieron las Juntas Militares de Defensa, asociaciones ilegales de oficiales peninsulares que protestaban por sus bajos salarios (agravados por la inflación) y por las desigualdades en los ascensos, que favorecían a los militares africanistas (los que servían en Marruecos). Cuando el gobierno intentó disolverlas, las Juntas emitieron un manifiesto en el que rechazaban la política de ascensos y lanzaron un ultimátum al gobierno. Tras la división interna del gobierno, Eduardo Dato acabó reconociendo las Juntas como órganos representativos del ejército. Estas exigieron entonces al rey mayor representación en la vida política y la formación de un gobierno de concentración.
- Crisis política: Ocurrió por la parálisis de las instituciones (las Cortes estaban cerradas por el gobierno) y la sensación de exclusión de los partidos no dinásticos (republicanos, socialistas, nacionalistas catalanes). La Lliga Regionalista, liderada por Cambó, convocó en Barcelona una Asamblea Nacional de Parlamentarios disidentes (catalanistas, republicanos, socialistas). Se trató de un acto de rebeldía contra el sistema de la Restauración, ya que los parlamentarios reunidos desobedecían al gobierno, reclamaban la reapertura de las Cortes y la convocatoria de Cortes Constituyentes para reformar el sistema político. Aunque la asamblea no tuvo consecuencias prácticas inmediatas, evidenció las limitaciones del sistema y la creciente distancia entre las élites políticas y la sociedad.
- Crisis social (Huelga General): Convocada en agosto de 1917 por UGT y CNT (con apoyo inicial del PSOE), la huelga general revolucionaria paralizó las principales ciudades españolas durante varios días. Reclamaba un cambio político profundo y mejoras sociales. Las consecuencias fueron significativas: los sindicatos mostraron su capacidad de movilización; los principales líderes sindicales (como Largo Caballero o Besteiro) fueron encarcelados pero aumentaron su popularidad y fueron elegidos diputados en las siguientes elecciones; el ejército, a pesar de su propio descontento, se puso del lado del gobierno para reprimir la huelga; Eduardo Dato dimitió y la Asamblea de Parlamentarios se disolvió ante el temor a una revolución social incontrolada.
La crisis de 1917 no derribó el régimen, pero lo dejó herido de muerte. Aceleró la descomposición de los partidos dinásticos, lo que trajo una enorme inestabilidad política (gobiernos de concentración que fracasaron, seguidos de gobiernos débiles que recurrieron a cerrar las Cortes y suspender las garantías constitucionales).
La Agudización de la Crisis Social (1918-1923)
La crisis social se incrementó tras la guerra mundial debido a la recesión económica de posguerra y al impacto de la Revolución Rusa de 1917. Los sindicatos (CNT y UGT) crecieron espectacularmente y las posturas de las clases obreras se radicalizaron.
- El Trienio Bolchevique (1918-1920): En Andalucía, la miseria campesina y la influencia anarquista y socialista provocaron un periodo de intensa agitación social conocido como el trienio bolchevique. Los sindicatos CNT y UGT organizaron al movimiento campesino y se sucedieron huelgas, ocupaciones de tierras y reparto de cosechas, siguiendo el ejemplo ruso. El gobierno respondió con una dura represión (declaración del estado de guerra, ilegalización de organizaciones obreras), pero no pudo evitar la sensación de revolución social inminente.
- El Pistolerismo en Barcelona (1919-1923): La huelga de la Canadiense (empresa eléctrica) paralizó Barcelona durante 44 días en 1919. Fue un gran éxito obrero: el gobierno negoció y se acordó la jornada laboral de ocho horas (España fue pionera en su implantación legal), un aumento de salarios y la readmisión de los despedidos. Sin embargo, la patronal y los sectores militares más duros se negaron a cumplir parte del acuerdo (readmisión de todos los huelguistas), lo que llevó a la CNT a declarar de nuevo la huelga general. La patronal, apoyada por las autoridades, optó por medidas drásticas para frenar al anarcosindicalismo. Se entró en una espiral de violencia conocida como pistolerismo entre 1919 y 1923: atentados anarquistas contra patronos y autoridades, respondidos por asesinatos de líderes sindicales a manos de pistoleros a sueldo de la patronal (agrupados en los Sindicatos Libres) y la aplicación de la brutal ley de fugas por parte de la policía y la Guardia Civil (asesinato de detenidos simulando un intento de huida). La Lliga Regionalista y la Federación Patronal presionaron al gobierno para que declarase el estado de guerra y nombrase gobernador civil de Barcelona al general Severiano Martínez Anido. Este impuso una represión militar implacable y fomentó el terrorismo policial. Figuras clave del anarcosindicalismo como Salvador Seguí (‘el Noi del Sucre’) fueron asesinadas, y también cayó víctima de un atentado anarquista el jefe de gobierno Eduardo Dato (1921).
La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
El golpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, el 13 de septiembre de 1923, puso fin al régimen constitucional de la Restauración. Las causas inmediatas del golpe fueron:
- Las graves consecuencias políticas y militares del desastre de Annual y el temor a las responsabilidades que pudiera derivarse del expediente Picasso.
- El auge del nacionalismo catalán y vasco, percibido como una amenaza a la unidad de España.
- El ascenso de republicanos y socialistas.
- El miedo de las clases conservadoras al crecimiento del movimiento obrero y la alta conflictividad social (pistolerismo, huelgas).
Además, se había extendido en ciertos sectores (ejército, burguesía, clases medias) la idea de que era necesaria una solución autoritaria, un”cirujano de hierr” que pusiera orden. Desde la derecha y el ejército se vio también como una oportunidad para suspender el debate del expediente Picasso y salvar la imagen del ejército y del rey.
El 12 de septiembre de 1923, Primo de Rivera se sublevó en Barcelona contra el Gobierno liberal de García Prieto, contando con el apoyo de parte del ejército y la aquiescencia del rey Alfonso XIII. El golpe triunfó sin apenas resistencia. En un Manifiesto dirigido a la Nación, Primo de Rivera expuso sus objetivos: la regeneración política del país, acabar con el caciquismo y la vieja política, poner fin a la guerra de Marruecos, garantizar el orden público, acabar con la conflictividad social y terminar con el anticlericalismo y el nacionalismo separatista. Sin embargo, lo que pretendía ser una solución temporal derivó en una férrea dictadura militar que duró siete años.
El Directorio Militar (1923-1925)
En una primera etapa, entre 1923 y 1925, gobernó el Directorio Militar. Primo de Rivera contó inicialmente con un considerable respaldo popular, o al menos pasividad, por el hartazgo con la inestabilidad anterior. El rey Alfonso XIII le encargó la formación de un nuevo gobierno, nombrándole presidente y ministro único, asistido por un directorio de generales.
Primo de Rivera proclamó el estado de guerra en todo el país. Durante dos años se tomaron medidas drásticas:
- Se suspendió la Constitución de 1876.
- Se disolvieron las Cortes y se suspendieron las garantías constitucionales.
- Se implantó una férrea censura de prensa.
- Se prohibieron las actividades de los partidos políticos y de los sindicatos más combativos (como la CNT).
- Se persiguió el catalanismo radical.
Su principal objetivo declarado fue restablecer el orden público e iniciar su proyecto regeneracionista. Trató de desmontar las estructuras de la Restauración para organizar un nuevo régimen que acabase con el caciquismo. Para ello, las autoridades civiles (gobernadores civiles, alcaldes, concejales) fueron sustituidas por gobernadores militares y delegados gubernamentales en los municipios, aunque el caciquismo, en la práctica, no desapareció, sino que se adaptó a las nuevas circunstancias.
El gran éxito de esta etapa fue la finalización de la guerra de Marruecos. En 1925, un ataque de Abd el-Krim a la zona francesa del protectorado propició una cooperación militar franco-española. El desembarco de Alhucemas (septiembre de 1925), dirigido por Primo de Rivera y el mariscal francés Pétain, fue un éxito rotundo y condujo a la derrota y entrega de Abd el-Krim en 1926.
El Directorio Civil (1925-1930)
A finales de 1925, Primo de Rivera, reforzado por el éxito en Marruecos, sustituyó el Directorio Militar por un Directorio Civil (1925-1930), incorporando a civiles como Calvo Sotelo o Aunós al gobierno. Su objetivo era institucionalizar la dictadura e intentar permanecer en el poder a largo plazo.
En un intento de imitar la organización corporativa de la Italia fascista de Mussolini (por quien Primo de Rivera sentía admiración), se creó un partido único de apoyo al régimen en 1924, la Unión Patriótica (UP), que sirvió principalmente como instrumento de propaganda gubernamental y cantera para los cargos políticos.
En 1927 (no 1926) se creó la Asamblea Nacional Consultiva, un órgano corporativo formado por miembros de la Unión Patriótica, representantes de administraciones y diversas organizaciones, designados por el dictador. Su función era meramente consultiva y trató de elaborar un anteproyecto de Constitución que plasmara la ideología autoritaria y corporativa de la dictadura, pero este proyecto fracasó por falta de apoyos y por sus contradicciones internas.
La política social de la dictadura consistió en una mezcla de paternalismo, autoritarismo y corporativismo. Se desarrolló una amplia política social (construcción de viviendas baratas, seguros sociales) y se estableció un nuevo modelo de relaciones laborales, un sistema corporativo basado en la intervención del Estado para regular los conflictos entre capital y trabajo. Se creó la Organización Corporativa Nacional (OCN) en 1926, con comités paritarios de patronos y obreros (con participación de la UGT, pero no de la CNT) cuyo objetivo era resolver los conflictos pacíficamente mediante la negociación tutelada por el Estado. Esto, junto con la represión del anarcosindicalismo, explica la relativa paz social del periodo.
La política económica se caracterizó por el intervencionismo estatal, el nacionalismo económico, el proteccionismo arancelario, la concesión de ayudas a las grandes empresas y un importante aumento del gasto público en obras públicas (carreteras, pantanos, ferrocarriles). Se crearon grandes monopolios estatales o con fuerte participación estatal, como CAMPSA (Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos S.A.) en 1927 y se impulsó la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE). Sin embargo, al no realizarse una reforma fiscal que aumentara los ingresos de forma equitativa, el déficit presupuestario se incrementó considerablemente y se generó una importante deuda pública.
La caída de la Dictadura y el fin de la Monarquía
A partir de 1927-1928, la oposición al régimen aumentó progresivamente, alcanzando incluso al propio rey, que empezaba a distanciarse del dictador.
- Los viejos partidos liberales y conservadores, desplazados del poder, se opusieron desde el principio, aunque de forma pasiva.
- Los republicanos, reorganizados y con nuevas figuras, intensificaron su actividad conspirativa a partir de 1927.
- La izquierda obrera (CNT en la clandestinidad, PSOE-UGT rompiendo su colaboración inicial) se distanció del régimen.
- Surgió oposición dentro del propio ejército, especialmente en el cuerpo de Artillería, cuando Primo de Rivera intentó establecer una reforma en el sistema de ascensos por méritos (que favorecía a los africanistas) en lugar de la estricta antigüedad.
- Los intelectuales (Unamuno, Ortega y Gasset) y los estudiantes universitarios (a través de la FUE, Federación Universitaria Escolar) también mostraron una creciente hostilidad.
La crisis económica mundial de 1929 agravó la situación. Falto de apoyos, incluso del rey y de parte del ejército, Primo de Rivera dimitió en enero de 1930 y se exilió a París, donde murió poco después.
Como consecuencia, Alfonso XIII intentó volver a la normalidad constitucional anterior a 1923, pero era demasiado tarde. Nombró jefe de Gobierno al general Dámaso Berenguer (la”dictabland”), cuya lentitud en restablecer las libertades y convocar elecciones aumentó la oposición a la propia monarquía, vista ya como cómplice de la dictadura.
Los republicanos se revitalizaron con figuras como Niceto Alcalá Zamora, Miguel Maura (ambos antiguos monárquicos) y Manuel Azaña. Los nacionalistas catalanes y vascos, reprimidos por la dictadura, y el movimiento obrero apoyaron mayoritariamente un cambio de régimen. En agosto de 1930, los principales partidos republicanos, junto a socialistas y nacionalistas catalanes, firmaron el Pacto de San Sebastián, un acuerdo para coordinar sus esfuerzos con el objetivo de derribar la monarquía y establecer una república.
Finalmente, en febrero de 1931, la creciente oposición y la falta de apoyos llevaron a la dimisión de Berenguer. Fue sustituido por el almirante Juan Bautista Aznar, quien convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. Aunque los resultados globales dieron más concejales a los monárquicos (gracias al voto rural controlado), la victoria aplastante de las candidaturas republicano-socialistas en las grandes ciudades y capitales de provincia fue interpretada como un plebiscito contra la monarquía. Ante la masiva movilización popular, Alfonso XIII decidió abandonar España para evitar una guerra civil, proclamándose la Segunda República Española el 14 de abril de 1931.