Crecimiento Poblacional y Transformación Industrial en Gran Bretaña (Siglo XVIII-XIX)

La Revolución Demográfica y su Vínculo con la Industrialización

En Gran Bretaña, durante el siglo XVIII, se inició un crecimiento continuado de la población. Este fenómeno, conocido como la Revolución Demográfica, se caracterizó por una notable disminución de la mortalidad, mientras que la natalidad se mantenía elevada o incluso crecía, resultando en un incremento poblacional significativo (aproximadamente 1.5% a 2% anual).

Causas del Descenso de la Mortalidad

La causa principal del brusco descenso de la tasa de mortalidad se debió a varios factores:

  • La mejora de la alimentación, consecuencia directa del aumento de la producción agraria.
  • La reducción de epidemias gracias a avances en la medicina y la higiene.
  • La práctica desaparición de las hambrunas, en gran medida por el fin de las malas cosechas recurrentes.

Consecuencias Económicas y Sociales

Este crecimiento poblacional generó un doble estímulo económico potencial:

  • El aumento de la población, junto con los cambios en la agricultura y el volumen del comercio, favorecieron un progresivo aumento de la producción. La mayor disponibilidad de mano de obra pudo influir en los niveles salariales.
  • Se incrementó el número de consumidores, lo que supuso un aumento de la demanda. Estos hechos aceleraron las transformaciones tecnológicas, el uso de nuevas formas de energía (como el carbón y el vapor) y la aparición de nuevas formas de producción (el sistema fabril) y de nuevas relaciones económicas y sociales.

El Despegue Industrial (“Take Off”)

Todo esto condujo al Take Off, la fase inicial de despegue imprevisto y revolucionario (aproximadamente 1760-1830), caracterizada por:

  • Un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) anual del 1.5%, paralelo al incremento de la Renta Per Cápita (RPC), aparentemente sin límite, lo que impulsó el aumento constante de la producción.
  • Una producción masiva apoyada en una constante innovación técnica. Esto significó un aumento continuo de la producción a precios-costes decrecientes en sectores clave o “motores”, como el textil algodonero. Inicialmente, a los productores de lana, comerciantes, empresarios y artesanos tradicionales no les interesaban los tejidos de algodón importados. Ante su rechazo, el Parlamento británico prohibió importar telas de algodón estampadas (Calico Acts), lo que, paradójicamente, estimuló la producción interna de algodón para satisfacer la demanda.

Innovaciones Tecnológicas Clave

Industria Textil

En 1733, John Kay inventó el telar de lanzadera volante (flying shuttle), con el que se tejía, en menos tiempo, una pieza de un tamaño mayor que el que, hasta entonces, permitía la distancia entre los brazos del tejedor. Pronto se detectó un desequilibrio: la nueva capacidad de tejer superaba la capacidad de producir hilo con los métodos antiguos. El hilo comenzó a escasear y su precio a encarecerse, lo que incentivó la búsqueda de soluciones, convocándose frecuentemente premios para quien inventara una máquina de hilar más eficiente.

En 1765, James Hargreaves inventó la Spinning Jenny. Esta máquina podía reemplazar a varias ruecas tradicionales, haciendo el mismo trabajo que 6 u 8 hiladoras manuales y produciendo el primer hilo obtenido mecánicamente sin la intervención directa de los dedos humanos en el estirado y torsión.

En 1767, Hargreaves fabricó algunas máquinas con intención de venderlas, pero sufrió la hostilidad de los hiladores manuales; obreros de Blackburn destrozaron sus máquinas temiendo perder sus empleos.

Hacia 1779, Samuel Crompton inventó otra máquina de hilar, la Mule Jenny, de dimensiones considerables. Eventualmente, millones de husos movidos por las mules, por su coste y tamaño, contribuyeron decisivamente a la desaparición de la industria doméstica y determinaron el nacimiento de la fábrica como centro de producción. La posterior aplicación de la máquina de vapor permitió liberar a las fábricas de la dependencia de los saltos de agua (energía hidráulica) y facilitó la instalación de grandes complejos industriales en las ciudades.

Edmund Cartwright inventó el primer telar mecánico en 1785, que posteriormente sería perfeccionado y movido por máquinas de vapor.

Industria Siderúrgica y Nuevas Fuentes de Energía

La industria siderúrgica desempeñó un papel crucial de estímulo y difusión, suministrando a bajo precio el hierro necesario para las nuevas máquinas y, fundamentalmente a partir de 1830, para la instalación del tendido del ferrocarril.

El aprovechamiento de nuevas fuentes de energía fue vital. La transición de la manufactura a la fábrica no se habría completado sin la invención y aplicación de la máquina de vapor, perfeccionada significativamente por James Watt. Su origen conceptual se encuentra en las bombas usadas en las explotaciones mineras, movidas por la combustión de carbón para extraer agua mediante un movimiento vertical. Watt introdujo mejoras cruciales (como el condensador separado) que aumentaron enormemente su eficiencia y permitieron transformar el movimiento vertical alternativo en un movimiento continuo y circular, aplicable a la maquinaria industrial. La difusión de la máquina de vapor, aunque inicialmente lenta, revolucionó la industria.

Expansión y Competencia Internacional

Gran Bretaña se convirtió en la primera potencia mundial, monopolizadora virtual de la industria, de la exportación de productos manufacturados y de la explotación colonial. La economía británica no tuvo competencia significativa hasta bien avanzado el siglo XIX. Aunque las antiguas potencias europeas y los nuevos Estados Unidos intentaron emular las transformaciones económicas e industriales británicas, tuvieron que comenzar sus procesos de industrialización de modo más lento (como Francia) o más tardío (como Alemania) y en un escenario muy diferente, porque en la economía internacional ya existía un capitalismo industrial poderoso (el británico) con el que tendrían que competir.

Consecuencias Sociales

El crecimiento de la población proletarizada fue una consecuencia directa de procesos como los cercamientos (enclosures) en el campo y la ruina de la industria rural doméstica ante la competencia fabril. Esto generó un excedente de mano de obra agraria que emigró a las ciudades, dando lugar al crecimiento explosivo de las ciudades industriales y provocando una lucha creciente entre obreros por lograr un empleo, a menudo en condiciones muy duras.

Revolución en Transportes y Comunicaciones

Al final del periodo, hubo notables mejoras en los medios de transporte, ligadas fundamentalmente a la utilización de la máquina de vapor tanto en el transporte terrestre (ferrocarril) como marítimo (buques de vapor).

El Ferrocarril

La transformación más radical se produjo con la llegada del ferrocarril. El periodo comprendido entre 1835 y 1900 ha sido calificado como “la era del ferrocarril”. El ingeniero inglés George Stephenson fue un pionero clave; ya en 1814 experimentaba con locomotoras, y su trabajo culminó en hitos como la línea Stockton-Darlington (1825) y la Liverpool-Manchester (1830), donde su locomotora Rocket demostró la viabilidad del transporte ferroviario rápido. Desarrollos posteriores permitieron locomotoras capaces de mover cargas significativas a velocidades crecientes (el dato de 7 km/hora en 1814 corresponde a prototipos muy tempranos).

La primera red de ferrocarriles extensa fue la británica. Hacia 1850, estaban en funcionamiento las principales líneas ferroviarias en Gran Bretaña, y su construcción se expandía rápidamente por Europa y Estados Unidos a partir de mediados de siglo. Entre 1850 y 1880, la construcción de ferrocarriles se constituyó como un sector económico fundamental. El capitalismo del siglo XIX se apoyaba en gran medida sobre la tríada: fábricas, bancos y ferrocarriles.

El ferrocarril se convirtió en un instrumento de unión para los mercados y las naciones, acortando distancias y cambiando la percepción de las dimensiones del mundo.

Navegación y Comunicaciones

La aplicación del vapor a la navegación permitió construir buques de mayor tonelaje y velocidad, menos dependientes de los vientos, lo que revolucionó el comercio marítimo y facilitó grandes proyectos de ingeniería posteriores como el Canal de Suez y el Canal de Panamá.

Por otra parte, el telégrafo eléctrico (desarrollado por Morse y otros a partir de la década de 1830) supuso el primer paso para la transmisión casi instantánea de la información a largas distancias. Más tarde, el teléfono sonó por primera vez en 1876 en Estados Unidos (EE. UU.), inventado por Alexander Graham Bell, marcando otro hito en las comunicaciones.