LA POESÍA LÍRICA (CATULO, HORACIO, OVIDIO)
El género lírico comprende composiciones poéticas que, en sus orígenes griegos, eran cantadas con lira (de ahí el nombre de lírica). Esta poesía tiene dos características: su carácter subjetivo, ya que el poeta expresa en ellas sus sentimientos, generalmente amorosos, y la utilización de gran número de metros variados.
La lírica en Roma
La lírica se cultivó en Roma a partir de los últimos siglos de la República (II y I a.C.), en los que las perturbaciones sociales y políticas crearon un ambiente propicio para que los poetas abandonaran los grandes ideales patrióticos, ensalzados por la épica, y se volvieran a su interior para analizar y expresar los sentimientos por las cosas pequeñas de todos los días. En esta época surgen los que podrían ser considerados como los primeros poetas líricos: el círculo de Quinto Lutacio Cátulo. De ellos conservamos escasos fragmentos, pero sabemos que su poesía era de tema erótico y tenía una gran variedad de metros.
CATULO (87-54 a.C.)
Cayo Valerio Catulo nació en Verona, ciudad perteneciente a la Galia Cisalpina, patria también de Virgilio, Tito Livio y de Plinio el Joven. En 68 a.C. llegó a Roma, donde encontró una sociedad perturbada por las contiendas políticas. Lleva una vida brillante y feliz (solamente ensombrecida por la muerte de su hermano), en contacto con los hombres más importantes de la política y de las letras de esa época. El gran suceso de su vida, que inspiró gran parte de su poesía, fue su relación con la que él canta bajo el nombre de Lesbia, hermana de P. Clodio Pulcher, enemigo político de Cicerón.
HORACIO (65-8 a.C)
Nació en Venusia, al sur de Italia. Su padre, liberto y recaudador de las subastas públicas, se preocupó por su educación, enviándole a estudiar a Roma y después a Atenas. Fue seguidor del partido republicano y tomó parte en la batalla de Filipos (42 a.C.). A través de Virgilio entró en el círculo de Mecenas, donde llegó a disfrutar del bienestar suficiente para poder dedicarse a la poesía sin problemas económicos.
2. Características de la elegía latina.
Podemos considerar a la elegía, de tanta importancia en Roma, como un subgénero de la lírica, pues, si bien no emplea variados metros ni estrofas (solamente el hexámetro y el pentámetro, combinación llamada dístico elegíaco), su carácter intimista, de expresión del sentimiento amoroso, justifica plenamente su inclusión en este género.
Autores y obras.
TIBULO (54-19 a.C)
Si exceptuamos al que con toda seguridad fue el primer elegíaco romano, Cornelio Galo (69-26 a.C.), del que no conservamos ningún verso si no es el testimonio de Virgilio en la Bucólica X, esta poesía empieza en Tibulo, poeta perteneciente al círculo de Mesala Corvino. De los tres libros que se nos han transmitido (Corpus Tibullianum), solo los dos son indiscutiblemente suyos: el primero, dedicado a Delia, amor a la postre perdido, y el de Némesis.
PROPERCIO (47-15 a. C.)
Es de origen umbro, procedente de una familia plebeya pero acomodada. Entró en el círculo literario de Mecenas y se integró en la gran sociedad romana de la época. Escribió cuatro libros de Elegías. Los tres primeros están consagrados predominantemente a Cintia, aunque hay también referencias a sucesos del mundo circundante. En el cuarto libro, por influjo de Mecenas, se interesa por los motivos religiosos y las ideas de restauración moral y nacional de Augusto y busca en el pasado de Roma y en las viejas leyendas una inspiración nueva y más amplia.
OVIDIO (43 a.C.-17 d.C)
Ovidio Nasón nació en Sulmona, en el año 43 a.C., un año después del asesinato de César y el mismo año del de Cicerón. Después de los estudios de filosofía y retórica, que completó en Grecia, ocupó sin entusiasmo ciertos cargos administrativos. El gozo de la creación poética ejercía para él mayor atracción que las tareas administrativas y políticas.
Pero cuando el poeta estaba en el ‘culmen’ de su gloria, en la plena posesión de su talento, fue desterrado por una orden del emperador Augusto, en 9 d.C., por razones que nos son mal conocidas. Su actividad poética continuó en el exilio, en Tomi, en la costa del Mar Negro (hoy Constanza), produciendo algunas de sus mejores obras, como los Fastos, las Tristes y las Pónticas.
Las composiciones propiamente elegíacas son las siguientes: / – Los Amores: tres libros de elegías en los que canta los amores, de forma un tanto retórica y mucho menos apasionada que sus predecesores, de una tal Corina, de la que se duda si es un personaje real o más bien una personificación literaria formada con los rasgos de las distintas mujeres que conoció Ovidio. //- Las Tristia y las Epistulae ex Ponto. Ambas escritas en el destierro. En las primeras el poeta nos narra su despedida de Roma camino del destierro y las condiciones duras de su exilio en Tomi, en los confines del Imperio.