Elementos de cambio en la etapa final del franquismo
La oposición al régimen. Evolución de las mentalidades. La cultura
A partir de 1969, España entró en los últimos años del régimen franquista. En 1973, Carrero Blanco fue designado Presidente del Gobierno, evidenciando dos tendencias dentro del régimen: los aperturistas, que buscaban una transición hacia posiciones democráticas para facilitar la incorporación de España a Europa (como Fraga), y los inmovilistas, reacios a cualquier cambio institucional.
Represión y escándalos
En 1970, se inició el “proceso de Burgos” contra 16 miembros de ETA, a 6 de los cuales se les impuso la pena capital. Sin embargo, las protestas internacionales y el secuestro de un cónsul alemán llevaron a la conmutación de la pena por cadena perpetua. Además, estallaron escándalos como el caso MATESA, relacionado con subvenciones fraudulentas a la exportación que salpicaron a varios ministros. La oposición universitaria y obrera se intensificó, siendo respondida con represión y torturas por parte de la “Brigada Social”. En 1973, surgió una nueva organización armada, el “Frente Revolucionario Antifascista y Patriota” (FRAP), que realizó su primer atentado en Madrid.
Cambios en el gobierno y el asesinato de Carrero Blanco
Ante la creciente tensión, Franco separó por primera vez la Jefatura del Estado de la del Gobierno, nombrando a Carrero Blanco presidente del Gobierno. El nuevo gabinete, compuesto por miembros del Opus Dei y franquistas puros, buscaba acabar con las protestas sociales y preparar el relevo en la jefatura del Estado. Sin embargo, Carrero Blanco fue asesinado en un atentado, lo que supuso un duro golpe para Franco y el régimen.
El gobierno de Arias Navarro y el fortalecimiento de la oposición
Tras la muerte de Carrero Blanco, Arias Navarro fue nombrado su sucesor. Inicialmente, se temió un endurecimiento del régimen, pero Arias Navarro se mostró partidario de reformar ciertas estructuras y nombró a aperturistas como Pío Cabanillas, quien liberalizó la prensa. Sin embargo, los “hombres del búnker” (franquistas inmovilistas) presionaron a Franco para que cesara a Cabanillas, lo que llevó a la dimisión del resto del gabinete aperturista. Arias Navarro quedó aislado y la oposición se fortaleció, uniéndose en un frente común para demandar la democracia y la formación de un gobierno provisional que convocara una Asamblea Constituyente. Incluso una parte de la Iglesia se distanció del régimen, amenazando el Vaticano con excomulgar a Franco si expulsaba al obispo de Bilbao.
Los últimos años del franquismo y la muerte de Franco
En 1974, Franco fue hospitalizado y Juan Carlos asumió temporalmente el poder. En 1975, se precipitaron los acontecimientos: varios miembros de ETA y del FRAP fueron condenados a muerte y ejecutados a pesar de las protestas internacionales. Estalló el conflicto del Sahara Occidental, con la amenaza de invasión de Marruecos, lo que llevó al gobierno español a ceder el territorio a Marruecos y Mauritania. La situación de Arias Navarro se volvió insostenible, abandonado por los aperturistas y enfrentado a una oposición cada vez más organizada y a un terrorismo creciente. La depresión económica amenazaba el desarrollismo que había mantenido a flote al régimen. Finalmente, el 20 de noviembre de 1975, Franco murió y Juan Carlos de Borbón asumió la Jefatura del Estado, iniciando el camino hacia la transición democrática.
Transformación de la sociedad española
La sociedad española experimentó una profunda transformación durante la etapa final del franquismo. La mentalidad española estaba cambiando, lo que generó contradicciones que se manifestaron con fuerza en la década de 1970. El principal apoyo del régimen provenía de la aristocracia, los terratenientes, las altas jerarquías del clero y el ejército, y los grandes empresarios. Sin embargo, las clases medias continuaron creciendo y adoptaron una mentalidad más abierta y dinámica. A pesar del aumento de la conflictividad laboral, el talante reformista del movimiento obrero hizo que la clase media dejara de ver al proletariado como un enemigo.
La clase obrera y la protesta estudiantil
La clase obrera se convirtió en la más numerosa de la sociedad. Casi la mitad de los trabajadores se encontraban en el sector servicios y, aunque vivían en peores condiciones que los obreros europeos, habían perdido la conciencia de clase y buscaban ascender socialmente dentro del régimen. En la década de 1960, el sindicato Comisiones Obreras (CCOO) inició una organización sindical infiltrándose en las fábricas, lo que fue perseguido por el régimen. Esto no detuvo la politización de la clase obrera, especialmente entre los jóvenes que no habían vivido la represión de la posguerra y que militaban en partidos de oposición. La protesta estudiantil también fue significativa, aunque para la mayoría de los estudiantes tenía más interés el ataque a los valores morales de la sociedad franquista que el cambio político. Los jóvenes adoptaron los gustos de los jóvenes europeos y norteamericanos, rechazando el catolicismo, el autoritarismo y la discriminación de la mujer.
La cultura en la etapa final del franquismo
La etapa final del franquismo se caracterizó por la ruptura total entre el mundo de la cultura y los valores propuestos por el régimen. Tras la guerra civil, el sistema educativo quedó inmerso en un ambiente de censura donde se exaltaba al caudillo, el pasado imperial y la raza. Muchos científicos, artistas y filósofos se exiliaron (como Juan Ramón Jiménez, Luis Cernuda y Rafael Alberti). Frente a la pobreza cultural, el franquismo promovió una cultura de masas basada en el cine, el fútbol y los toros. Sin embargo, desde la década de 1950 surgió una cultura no oficial de la mano de intelectuales de prestigio como Luis Rosales. En el cine, aparecieron directores que realizaron un cine crítico de gran calidad. La Ley de Prensa de 1966 permitió la aparición de nuevas revistas, editoriales y diarios que manifestaron una postura crítica contra el régimen. El control de la enseñanza se fue diluyendo y la Ley General de Educación de 1970 dio paso a la coeducación en la escuela pública, aumentando el número de alumnas que estudiaban bachillerato hasta el 45%. En conclusión, en los últimos años del régimen, la cultura manifestó su oposición al franquismo a través de actitudes estéticas que buscaban un clima de libertad que el régimen les negaba. La cultura fue uno de los terrenos donde el franquismo cosechó un mayor fracaso.