1.1. Origen histórico del léxico castellano hasta la actualidad
El léxico es un conjunto de unidades léxicas de una lengua. Desde el punto de vista diacrónico, se puede afirmar que la conquista romana de la península comienza en el 218 a. C. y esto marca el inicio de la formación de nuestra lengua. Todas las lenguas existentes hasta ese momento, lenguas prerrománicas como el celta, desaparecen, no sin dejar huellas en el sustrato que es la influencia de las lenguas antiguas al latín. La mayor parte del léxico del castellano procede del latín.
Prestando atención a la base latina de nuestra lengua, diferenciamos 2 grandes subconjuntos de palabras: léxico culto y patrimonial.
A estos dos subconjuntos se le suman los dobletes, semicultismos y latinismos. Doblete: dos palabras, una patrimonial y una culta, que derivan de la misma latina (clavem > llave y clave). Un semicultismo es una palabra cuya evolución se ha visto frenada por diversas razones, casi siempre por la influencia de eclesiásticos. Los latinismos son voces o expresiones tomadas directamente del latín, por ejemplo: grosso modo…
Con el paso del tiempo se han incorporado términos procedentes de otras lenguas con las que hemos entrado en contacto. Se denominan préstamos lingüísticos. Los dividimos en préstamos históricos (llevan muchos siglos entre nosotros) y actuales (de reciente presencia en nuestra lengua). Entre los históricos encontramos voces prerromanas (herederas del celta…); germanismos (del visigodo); arabismos; americanismos ; italianismos (incorporados durante el Renacimiento) ;galicismos ; anglicismos ; catalanismos; galleguismos; vasquismos: lusismos.
En la actualidad, se siguen incorporando préstamos de otras lenguas que se difunden sobre todo a través de los medios de comunicación y de las nuevas tecnologías.
Inglés (dúplex), francés (boutique,), el italiano (pizza,) e lenguas minoritarias (vodka del ruso ).
Todos estos vocablos se incorporan a nuestra lengua como préstamo directos es decir, extranjerismos que mantienen la grafía original (pizza) o que ha sido adaptado fonéticamente por la RAE al castellano (gol); o como calcos semánticos, traducción de un término de una lengua extranjera por palabras ya existentes en castellano ; weekend → fin de semana.
1.2. Procedimientos de formación de palabras en castellano.
La palabra es una unidad lingüística formada por unidades más pequeñas llamadas monemas, los cuales poseen un significado completo. Se dividen en lexemas, que contienen el significado léxico o básico, y morfemas, que aportan el significado gramatical y que carecen de autonomía
Los morfemas, a su vez, pueden ser independientes o libres (determinantes y relacionantes, refiriéndonos aquí a preposiciones y conjunciones), y dependientes o trabados van unidos a uno o más lexemas. Puede dividirse de la siguiente manera:
• Flexivos: sirven para hacer variaciones a la palabra, pero sin dar lugar a una nueva. Incluyen los de género y número (en nombres y adjetivos) y los de grado (en adjetivos), además de los verbales (tiempo, modo, aspecto, número y persona). Por ejemplo: niñ-: lexema. -o- : morfema trabado flexivo de género masculino. -s : morfema trabado flexivo de número plural. Por ejemplo: cant- : lexema. – aba – : morfema trabado flexivo de tiempo, modo y aspecto. – n : morfema trabado flexivo de número y persona.
• Derivativos o afijos: se añaden para dar un matiz a su significado o cambiar la categoría. Según el lugar que ocupen con respecto al lexema pueden ser los
Prefijos: se colocan delante del lexema. “a-“ (que no es) anormal
Sufijos: se sitúan detrás del lexema, el interfijo u otro sufijo. Pueden ser de dos clases:
a) Apreciativos: no cambian la categoría gramatical de la palabra base y sólo aportan valores subjetividad. Son diminutivos como “pequeñ-ito” / “list-illo”; aumentativos como “grand-ote”; y despectivos como en “ cas-ucha o pobl-acho.
b) Significativos: son los que modifican la categoría gramatical del lexema al que se unen. pueden ser nominales como jur-amento, adjetivales (amable, hambr-iento); verbales (rebland-ecer, autor-izar y adverbiales (siempre se usa -mente como en felizmente).
- Interfijos o infijos: se sitúan entre el lexema y el sufijo o el prefijo y el lexema y carecen de significado. Sirven de enlace y evitan cacofonías o confusión entre significados (pec-ec-illo o en-s-anchar).
La composición es un proceso de formación de palabras en el que dos o más bases léxicas se unen para formar un nuevo vocablo.
Compuestos ortográficos: los lexemas están unidos gráficamente. “filosofía”
Compuestos sintagmáticos: los elementos del compuesto no están unidos gráficamente pero constituyen una unidad semántica y sintáctica (mando a distancia).
– Compuestos por contraposición: los lexemas se unen mediante un guion (léxico-semántico)
La parasíntesis es un proceso de formación de palabras que consiste en la adición a una raíz de un afijo discontinuo; por ejemplo, enamorar. Hoy es frecuente la formación de nuevas palabras, generalmente sustantivos, con las letras o sílabas iniciales de las palabras que forman una expresión compuesta, que designa partidos políticos, países, organismos o empresas, instituciones o medios de comunicación etc. dquirida), CONCAPA (CONfederación CAtólica de Padres de Alumnos).
1.4. Relaciones semánticas entre palabras.
Polisemia cuando a un significante se asocian varios significados. La mayoría de palabras de nuestra lengua son polisémicas:
– Nudo: medida de navegación; lazo; cruce de carreteras.
– Puente: estructura para cruzar un río, etc; días de vacaciones entre festivos… Homonimia Consiste en la coincidencia formal de dos palabras originariamente distintas en las que coinciden los significantes, manteniéndose diferentes los significados.
homonimia: – Palabras homófonas: los significantes son similares fónicamente, pero no ortográficamente: ola / hola; asta (palo o cuerno) / hasta (preposición). – Palabras homógrafas: la similitud es fónica y ortográfica: vino (3ª persona, singular, pretérito perfecto simple) / vino (bebida). Sinonimia La sinonimia se produce entre dos o más palabras con distinto significante pero con igual o parecido significado (empezar, comenzar / simpático, agradable, afectuoso). Se puede discutir si hay sinónimos perfectos, pero la respuesta parece negativa. Prácticamente siempre hay matices entre los significados. Podemos encontrar tres tipos de sinonimia: – Sinonimia conceptual: los significados denotativos coinciden plenamente: listo = inteligente. – Sinonimia connotativa: puede no haber coincidencia en los significados denotativos, pero sí de manera connotativa: listo= zorro. – Sinonimia contextual: en determinados contextos pueden darse sinonimias que en otros no: ¿Estás listo? (¿Estás preparado?). Antonimia o contrariedad Se llama antonimia a la relación que se establece entre unidades de significado opuesto. Tradicionalmente se llamaba antónimas a las palabras que significaban lo contrario: masculino- femenino; caliente-frío; vender-comprar.
Hiponimia e hiperonimia Se denomina hiponimia la relación de inclusión de un significado respecto de otro. Así, el significado de ‘perro’ está incluido en el de ‘animal’; ‘tulipán’ en el de ‘flor’. Perro, gato, conejo, cabra, vaca, etc son
hipónimos de ANIMAL; tulipán, rosa, clavel, margarita, etc, son hipónimos de FLOR. Hiperonimia es el fenómeno inverso; animal es el hiperónimo de perro, gato…; color es hiperónimo de rojo, azul, verde, amarillo; árbol es hiperónimo de pino, roble, castaño… Asociaciones semánticas de signos Los signos lingüísticos, por su significado, pueden sostener entre sí distintos tipos de asociaciones, que pasamos a resumir: – Familia de palabras o familia léxica: es el conjunto de palabras que utilizan el mismo lexema como base. Así, la familia léxica de ‘tierra’ está formada por palabras como tierra, terreno, terroso, terrero, aterrizar, desterrar, entierro, enterrar, enterramiento, terrícola, terraplén, terrateniente, terremoto, etc. – Campo semántico: Conjunto de palabras de la misma categoría gramatical que comparten un núcleo de significación común, aunque tengan lexemas diferentes. Tenis, natación, fútbol, esgrima… constituyen un campo semántico (el de los sustantivos que designan un deporte) porque en su definición hay un rasgo común (sema): son deportes. En estos casos solo tenemos en cuenta el significado de la palabra; nos olvidamos del significante. Los campos semánticos pueden ser cerrados (cuando sus unidades ya están establecidas: lunes, martes, jueves…), abiertos (puede acoger nuevas unidades: nombres de plantas) o graduales (pueden acoger gradación: frío, templado, tibio…). – Campo asociativo: es una asociación mucho más abierta y libre de todas las semejanzas, connotaciones, emociones que provoca un signo. Se relacionan por contigüidad en el contexto o en la situación comunicativa. La palabra buey hace pensar diferentes cuestiones: 1) vaca, toro, ternero, cuernos, rumiar, etc.; 2) carreta, yugo, labranza, etc.; 3) puede sugerir ideas o nociones de fuerza, resistencia, trabajo paciente, pero también de lentitud, pesadez, de pasividad.