Los Bereberes: Historia, Cultura y Origen

Los Bereberes

Los bereberes[2] (en lengua bereber: ⴰⵎⴰⵣⵉⵖ, amazigh en singular, ⵉⵎⴰⵣⵉⵖⴻⵏ, imazighen en plural) o siguiendo la recomendación de la Fondéu[cita requerida]amazig en singular y amaziguíes en plural, son las personas pertenecientes a un conjunto de etnias autóctonas del norte de África, denominado Tamazgha. Se distribuyen desde el océano Atlántico al oasis de Siwa, en Egipto, como puntos extremos occidental y oriental respectivamente; y desde la costa del mar Mediterráneo, al norte, hasta el Sahel, como límite sur. Hasta la conquista de las Islas Canarias, en el siglo XV, el ámbito de los pueblos bereberes abarcaba también las islas Canarias, ya que sus aborígenes eran de etnia bereber.[3][4] El conjunto de las lenguas bereberes, lenguas amaziguíes o tamazight (femenino de «amazigh»), es una rama de las lenguas afroasiáticas. Se estima que en el norte de África existen entre 25 y 45 millones de bereberófonos, concentrándose especialmente en Argelia y en Marruecos, y entre 2 y 3 millones en Europa.

Etimología

Bereber procede de la adaptación árabe barbr del término griego βάρβαρος (bárbaros), aunque la autodenominación que usan muchos bereberes es imazighen (en singular amazigh) y términos relacionados, que significa ‘hombres [libres]’.[5][6] Esta denominación es común en Marruecos y en Argelia, y desde mediados del siglo XX se tiende a emplear el término amazig, la apelación original, en vez de ‘bereber’, un término importado, para reagrupar a todas las etnias bereberes (Cabilios, Chleuh, Rifeños,[7] etc.).[8] En la Antigüedad, los griegos conocían a los bereberes como libios,[9] los egipcios los nombraban mashauash, del nombre de una tribu bereber cercana a sus tierras, y los romanos los llamaban numidios o mauritanos. Los europeos medievales los incluyeron en los moros o mauros, nombre que aplicaban a todos los musulmanes del África del Norte.

Se desconoce cuál es su origen, aunque los yacimientos arqueológicos hallados en el Sáhara, como las pinturas rupestres de Tassili n’Ajjer, datan la presencia del hombre en esta parte de África desde por lo menos 6000 años a. C.[10]

Mapa de las áreas de extensión de las culturas norteafricanas en el Neolítico hacia 6000 a.C.

Al tener una cultura de tradición esencialmente oral,[11] su historia sólo se basa en los relatos de los griegos, romanos y fenicios, así como del Antiguo Egipto. Se sabe que la dinastía XXII de Egipto era un clan libio que conquistó Egipto alrededor del año 935 a. C. Sheshonq I es el fundador de dicha dinastía, y de hecho el calendario amazigh comienza su historia desde ese hecho; así, el año 2960 corresponde al año cristiano 2010.

Durante la época prerromana se establecieron varios estados independientes antes de que el rey Masinisa fundara Numidia y unificara la región.

Cabe destacar la influencia ejercida por las civilizaciones más avanzadas en los pueblos amaziguíes. En la mitología amazigh hay, porogía amazigh hay, por ejemplo, similitud entre las deidades fenicias como Baal o Astarté, y las deidades egipcias Amón, Isis, etc.

Mapa de Numidia h. 220 a. C., que muestra los reinos de Sifax y Gaia (padre de Masinissa).
Tumba de Masinisa en El-Khroub, Argelia, 148 a. C.

Los fenicios, grandes navegantes, establecieron enclaves comerciales en la región que llegaron a ser importantes ciudades ; Lixus (Larache), Tingis (Tánger) Utica, Thapsos, Leptis y Cartago, creadora de un gran imperio comercial y militar en el Mediterráneo Occidental. En dichas ciudades la población nativa, bereber, tuvo gran importancia.


Durante la primera parte de la Segunda Guerra Púnica, los masilios orientales, bajo su rey Gaia, se aliaron con Cartago, mientras que los masesilos del oeste bajo el rey Sifax se aliaron con Roma. Sin embargo, en el año 206 a. C., el nuevo rey de la región oriental de los masilios, Masinisa, se alió con Roma, y los masesilos de Sifax cambiaron su lealtad hacia el lado cartaginés. Al final de la guerra, los romanos victoriosos cedieron toda la región a Masinisa. En el momento de su muerte en 148 a. C., el territorio se extendía desde Mauritania hasta la frontera con el territorio cartaginés, y también al sureste, hasta la Cirenaica, de modo que Numidia rodeaba en su totalidad a Cartago (Apiano, Punica, 106), excepto hacia el mar.

Época romana[editar]

Véase: Getulos, Mauritania Tingitana, Mauritania Cesariense

Edad Media[editar]

A diferencia de las conquistas de las religiones y las culturas anteriores, la llegada del Islam, que fue difundida por los árabes y sirios, iba a tener a largo plazo efectos duraderos sobre el omnipresente Magreb.

La nueva fe, en sus diversas formas, penetraría en casi todos los segmentos de la sociedad, trayendo consigo los ejércitos, sabios, místicos y fervientes, y en gran parte infiltraría las prácticas tribales complicando y fragmentándolas por lealtades a las nuevas normas sociales y expresiones políticas. No obstante, la islamización y la arabización de la región eran complicadas y siguió un largo proceso con revueltas de cáracter social tan profundamente enraizado y radicalmente opuesto a los nuevos órdenes como las que representaba el matriarcado previo bajo la líder Kahina. Los árabes tardaron casi 30 años en conquistar la región y pasaron otros 300 años arabizando el Magreb.

Las primeras expediciones militares árabes en el Magreb, entre 642 y 669 d. C., dieron lugar a la propagación del Islam. Estas primeras incursiones desde una base en Egipto se produjeron bajo la iniciativa local. Pero, cuando la sede del califato se trasladó de Medina a Damasco, los Omeyas reconocieron la necesidad estratégica de dominar el Mediterráneo con especial esfuerzo en los países de África del Norte. En 670, un ejército árabe liderado por Uqba ibn Nafi ocupó la ciudad de Kairuán, a unos 160 km al sur de la actual Túnez, y la usó como base para otras operaciones.

Abu al-Muhajir Dinar, sucesor de Uqba, siguió hacia el oeste de Argelia y, finalmente, elaboró un modus vivendi con Kusaila, la gobernante de una amplia confederación de bereberes cristianos. Kusaila, que tenía su base en Tilimsan (Tremecén), se convirtió al islam y trasladó su sede a Takirwan, cerca de Kairuán.

Pero esta armonía no duró mucho. Las fuerzas árabes y bereberes pugnaron por dominar la región hasta 667. En 711, las fuerzas omeyas ayudadas por bereberes conversos al Islam habían conquistado todo el norte de África, pero la propagación del Islam entre los bereberes no significó su apoyo al califato dominado por los árabes, debido a su actitud discriminatoria. Los gobernadores designados por los califas omeyas gobernaron desde Kairuán, capital del vilayato (provincia) de Ifriqiya, que cubría Tripolitania (la parte occidental de la actual Libia), Túnez y el este de Argelia.

Las tensiones entre los árabes y los bereberes se fueron agravando, en parte a causa de que los primeros trataban a los segundos como musulmanes de segunda clase, y también por el hecho de que el poder estaba en manos de una minoría que, en el peor de los casos, llegaba a esclavizarlos. Las tensiones fueron en aumento hasta que estalló una revuelta, en los años 739-740, bajo el liderato de los jariyíes. Éstos habían estado luchando contra los Omeyas en Oriente y muchos se sintieron atraídos por su ideología igualitaria. Después de la revuelta, los jariyitas establecieron una serie de reinos tribales teocráticos, la mayoría de los cuales tenían historias cortas y problemas. Pero otros, como Siyilmasa y Tilimsan, que eran atravesados por las principales rutas comerciales, tuvieron una historia más próspera y larga.