Grandes Poetas Españoles del Siglo XX
Gerardo Diego
El dominio de las más variadas formas poéticas, el ansia de experimentación y un hondo anhelo de espiritualidad son los rasgos más sobresalientes de Gerardo Diego. Fue profesor de Instituto en Soria, como Antonio Machado. Promotor de muchos de los actos del centenario de Góngora en 1927. En su obra conviven la estética vanguardista con la neopopular y la clásica. El rigor formal y un hondo lirismo predominan, en cambio, en Versos humanos, libro al que pertenece el famoso soneto al ciprés de Silos. Diego se inclinó progresivamente por las formas tradicionales, bien sea en libros como El romancero de la novia y Soria.
Federico García Lorca
Pocos poetas españoles han alcanzado la universalidad conseguida por el granadino Federico García Lorca. Pasa los años decisivos de su infancia en el pueblo de Fuente Vaqueros, origen de su amor hacia lo popular y de su solidaridad hacia los desfavorecidos. Sus dotes artísticas se manifestaron en la música, la pintura, el teatro y la poesía. Durante su tiempo en la Residencia de Estudiantes, entabló amistad con Salvador Dalí y Luis Buñuel. En sus primeros libros, como el Romancero gitano, elabora un particular universo simbólico, profundamente andaluz y absolutamente universal. Para escapar de ciertos tópicos asociados a su obra como el del gitanismo, Lorca radicaliza su lenguaje poético en Poeta en Nueva York, durante su estancia en EEUU. Muestra una brillante asimilación del surrealismo, una profunda crítica social y el hondo pesimismo existencial que acompañó siempre al poeta y que contrasta con la arrolladora vitalidad y alegría de su imagen pública. Tras su regreso a España, Lorca se compromete cada vez más con los ideales republicanos, acrecienta su producción dramática. Tras el golpe de estado de 1936, Lorca marcha a Granada, pero allí es detenido por los franquistas y fusilado. Un símbolo de la libertad y la cultura agredidas por la barbarie del fascismo.
Dámaso Alonso
Perteneciente a la Generación del 27, Dámaso Alonso destaca por su obra Hijos de la ira. En este poemario da cauce libre, tras la dura experiencia de la guerra civil, a su angustia existencial y a su conflictiva relación con Dios y la muerte. El verso libre y un lenguaje rico en léxico y giros expresivos que tienden al prosaísmo y al monólogo, no exento de improperios e imágenes alucinadas y macabras, inician una corriente de “poesía desarraigada” de corte existencial y de honda influencia en los jóvenes poetas de los años cuarenta y cincuenta.
Vicente Aleixandre
Una grave enfermedad renal apartó para siempre a Vicente Aleixandre de la vida activa. Con el inicio de su enfermedad, la creación poética, inducida por la lectura de Rubén Darío, se le ofrece como posibilidad de trascender el dolor y dar un giro radical a su vida. El poeta se abre al influjo del surrealismo francés y cultiva un lenguaje liberado de la lógica, capaz de expresar la dimensión inconsciente del ser humano. La primera etapa de su obra es una celebración vitalista y romántica de la unidad del cosmos. En los años cincuenta Aleixandre se convierte en referencia estética y moral para los poetas jóvenes, por la importancia que adquiere en su obra la solidaridad y el compromiso ético.
Rafael Alberti
La infancia de Rafael Alberti (1902-1999) transcurre en la localidad gaditana de El Puerto de Santa María, escenario paradisíaco del que es desterrado en 1917 cuando su familia se traslada a Madrid. Sus primeras obras evidencian una prodigiosa capacidad para asimilar tonos y estilos muy diferentes: la tradición popular en Marinero en tierra, la poesía pura. En 1931 se afilia al Partido Comunista y su poesía adquiere un tono comprometido y político. La derrota de los republicanos lo obliga a exiliarse primero en Buenos Aires y luego en Roma, hasta que, tras la restauración de la democracia, regresa a España y es elegido diputado a Cortes.
Luis Cernuda
La poesía de Cernuda, un hombre que vivió de manera trágica el choque frontal entre sus ansias de realización personal y el “muro” que le oponía una sociedad de rancios valores, fue alumno de Pedro Salinas. Apoyó la causa republicana y en 1938 partió al exilio. Fue profesor en varias universidades inglesas y norteamericanas. Se instaló en México, donde falleció. Su carácter sensible, tímido y retraído le hizo vivir de modo traumático su homosexualidad, una circunstancia que agravó su conciencia de marginado y le hizo desarrollar actitudes negativas ante el hombre y la sociedad. Tras sus inicios poéticos en la estela de Jorge Guillén, entra en contacto con el surrealismo y da rienda suelta a su pulsión erótica, al desengaño y a la rebeldía. Una amarga relación amorosa le llevó a escribir Donde habite el olvido, cuya visión devastadora del amor y la vida…
Miguel Hernández
La vida y la obra de Miguel Hernández son un ejemplo de tesón y lucha contra las dificultades materiales y ambientales hasta conseguir una voz poética propia y un hueco en el exquisito ambiente literario de los años treinta. Nacido en el seno de una familia modesta de tratantes de ganado en la ciudad clerical y conservadora de Orihuela, se inicia en la poesía de forma autodidacta leyendo e imitando a poetas clásicos y a autores regionalistas y de vanguardia. En El rayo que no cesa su voz apasionada se muestra ya inconfundible, destacando las formas clásicas del soneto y los tercetos encadenados. La amistad con Pablo Neruda y otros poetas y artistas en el politizado ambiente madrileño de los años de la República despierta su conciencia social, que le lleva a convertirse en la voz del pueblo y de los oprimidos al estallar la guerra civil. El tono combativo y exaltado de los poemas de Viento del pueblo, pronto deja paso a una visión desalentada de la guerra, aunque se niega a perder la esperanza. La dura experiencia de la cárcel, al finalizar la guerra, y la ausencia de la esposa y del hijo, quedan reflejados en una serie de sencillos, íntimos y emotivos poemas que serán publicados tras su prematura muerte en Cancionero y romancero de ausencias.