La Duda Metódica Hiperbólica Radical
Descartes nos dice que los errores proceden de la falta de un buen método, así que, si elaboramos un buen método, es decir, un método adecuado, idóneo, sacaremos a la filosofía de la crisis en la que se encuentra sumergida. La filosofía ha de ser un sistema en el que nada se dé por supuesto si no resulta evidente e indudable. Vemos que la tarea de Descartes es fundar en bases sólidas, como la del modelo matemático, el edificio entero del conocimiento. Poseeremos evidencias de algo cuando no podamos dudar de ello, pues es solo verdadero lo indudable. Así que la duda cartesiana se convierte en el punto de arranque del nuevo filosofar y es metódica, pues utiliza un camino para finalmente encontrar verdades o principios evidentes y no es escéptica, pues si lo fuera sería el punto final de una búsqueda inútil y estéril. Descartes con su duda metódica dudará de todo cuanto la razón le permita dudar y someterá al examen de la duda a: los sentidos, el mundo y los razonamientos matemáticos.
– Descartes nos dice que los datos de los sentidos nos engañan muchas veces, como por ejemplo una torre en la lejanía me parece rectangular, pero se me confirma como cilíndrica cuando me aproximo a ella, por tanto, la proposición “la torre rectangular” puede ser verdadera o falsa, según sea mi testimonio de los sentidos, es decir, si la visualizo en la lejanía es verdadera, pero si la visualizo en la proximidad será falsa. Para Descartes cualquier proposición basada en la experiencia no supera el examen de la duda, pues no es prudente confiar en algo que nos ha llegado aunque solo sea una única vez.
– Descartes dudará de la existencia del mundo mediante el sueño y la vigilia, se llegará a preguntar que a lo mejor ni existe el mundo ni las cosas que hay en él contenidas y lo hará pensando que todo puede ser, pues nos dice que él en alguna ocasión cuando dormía se veía y sentía el calor del fuego de una chimenea, pero al despertar verse en la cama desnudo. Así que piensa que si lo soñado le parecía real no puede ser que la que percibimos en la vigilia (estando despiertos) sea un sueño. Por lo tanto, cómo es posible dudar del mundo y de las cosas en él contenidas nos supera el examen de la duda.
– Descartes dudará de los razonamientos matemáticos y lo hará introduciendo la hipótesis del genio maligno. Hasta ahora las proposiciones derivadas de la razón y no de la experiencia resultan indudables, como por ejemplo las proposiciones matemáticas: 2+3=5 los tres ángulos de un triángulo en la geometría de Euclides suman 180 grados, pero Descartes llegará a dudar de estos razonamientos matemáticos dando la posibilidad o la hipótesis de que exista un genio maligno que está empeñado en inducirme a error y cada vez que creo tener una certeza o verdad evidente en realidad me estoy equivocando. Vemos que tal hipótesis no se puede probar pero nos permite dudar de los razonamientos matemáticos. En conclusión vemos que los razonamientos matemáticos no superan la prueba de la duda.
Resultado de la Duda
Vemos que Descartes está sumergido en la duda y quiere pensar que todo es falso, pero finalmente encuentra por fin una proposición lógicamente indudable, que es la proposición “cogito ergo sum” que significa “pienso luego existo”.
Descartes puede dudar de la existencia del mundo, de los sentidos, de los razonamientos matemáticos, pero no puede dudar de su existencia como ser que piensa y duda. Esta proposición es la primera certeza y prototipo de toda verdad, que era modelo de otras proposiciones y que debe basarse en el conocimiento y la llamará también criterio de certeza. Además vemos que es la primera verdad de la filosofía cartesiana y la primera intuición cierta. De momento para Descartes no hay nada más cierto que “yo”, y yo soy una sustancia pensante, es decir, “une chose qui pense”. Descartes ni siquiera tiene todavía certeza de su cuerpo, pero de lo que sí que tiene certeza y no tiene duda es de su “yo” y es un “yo” consciente y racional. Es a partir de este “yo” como consciencia y razón que Descartes tratará de fundar toda su metafísica y también será el intento de toda la historia de la filosofía. Vemos que la sustancia pensante (yo) queda definida como una sustancia cuya esencia o naturaleza es el pensar. El “yo” es una sustancia espiritual, totalmente distinta del cuerpo, y este “yo” es también una realidad independiente del cuerpo.
La Física Cartesiana
Descartes observa el mundo y ve que está constituido de materia y movimiento, y son expresados matemáticamente. Del mundo solo va a tener en cuenta la materia y el movimiento, observa la materia y de ella va a renunciar a todo aquello que se experimente o se percibe por los sentidos, así que de la materia solo va a tener en cuenta las cualidades primarias, pues son objetivas y reales, como son: la masa, la trayectoria, la aceleración… Sin embargo rechazará las cualidades secundarias de la materia, pues dependen de los sentidos, por tanto son subjetivas y no reales, por ejemplo el olor, el sabor… Para Descartes todo esta lleno de materia, nos dice que el mundo está compuesto por unos torbellinos de materia que se tocan entre sí. Vemos que el mundo es concebido bajo un modelo mecanicista, es decir, como una máquina. Bajo esta concepción mecanicista, Descartes reclama la necesidad de explicar el movimiento de las cosas. Dios, será según Descartes, el creador de esta máquina y quien la pondrá en movimiento. Vemos que el mecanicismo implica determinismo, pues hay una serie de leyes de movimiento, que son: ley de la inercia, ley del movimiento rectilíneo y ley de la conservación de la materia, todas estas leyes son inscritas por Dios.
La Ética Cartesiana
La Moral Provisional de Descartes
Vemos que la moral de Descartes queda fuera de la duda, pues no busca la verdad si no el bien. El objetivo en esta moral provisional será encontrar el modo adecuado de guiar nuestra conducta para conseguir la felicidad. Descartes considera que el fin último de la vida humana es conseguir la felicidad.
Además dice que ser virtuoso es tener una voluntad firme y constante de hacer todo aquello que consideremos bueno, lo mejor, pero siempre empleando nuestra razón, es decir, utilizando la fuerza de nuestro entendimiento en juzgar lo anhelado. En la ética cartesiana hay una denuncia intelectualista moral de Sócrates, ya que si sabemos que una acción es mala nos es imposible realizarla. Para Descartes, al igual que Sócrates, el pecado (mal) radica en la ignorancia. Por otro lado, nos dice que además de tener el conocimiento de lo que es bueno debemos de ser virtuosos, y la virtud la conseguimos si somos capaces de dominar nuestras propias pasiones. Apreciamos aquí una tendencia de los estoicos, pero Descartes apunta que las pasiones no son en sí mismas malas si sabemos controlarlas, pero para su dominio nos será muy importante tener un conocimiento de sus perjuicios. Descartes propone un programa de la moral provisional que consta de tres máximas, estas máximas nos propone cumplirlas y todas ellas apuntarán hacia una línea de la conducta basada en la moderación.
- La 1ra máxima nos dice y exige que hay que tener un respeto de las leyes y las costumbres de un país, también hay que practicar la religión a la que te han agrupado. También nos dice, que nuestra guía de conducta, hay que tener en cuenta las opiniones de las personas indicadas.
- La 2da prescribe actuar de manera decidida una vez que hayamos tomado la determinación de hacerlo.
- La 3ra nos dice y ordena el control de nuestras pasiones y deseos antes de imponerlos a los demás.
Para Descartes hay dos requisitos imprescindibles que nos permitirán ser felices, que son la virtud y la razón.