La Guerra Rápida
Alemania tomó la iniciativa con su rápido plan de ataque, el Plan Schlieffen, que pretendía invadir Francia a través de Bélgica y Luxemburgo. Mientras tanto, el ejército austrohúngaro y parte del alemán frenarían a los rusos, aprovechando su lenta movilización. Una vez derrotada Francia, todas las fuerzas alemanas se lanzarían sobre Rusia, atacando primero en el frente occidental y luego en el oriental. Los alemanes confiaban en obtener la victoria en seis semanas.
Primera Fase: Batalla de las Fronteras
Dirigidos por el general Helmuth von Moltke, los alemanes penetraron en territorio francés a través de Bélgica y Luxemburgo, pero no lograron resultados decisivos.
Segunda Fase: Contraofensiva Aliada
Los aliados, dirigidos por el general francés Joffre, lanzaron una contraofensiva en la Batalla del Marne, obligando a los alemanes a retirarse.
La Guerra de Posiciones
La guerra adoptó nuevas formas de lucha en el frente occidental, conocida como guerra de posiciones, donde los ejércitos defendían posiciones fijas. Intentaron vencer en batallas decisivas, pero con terribles pérdidas humanas.
Las Trincheras
El elemento clave de la guerra fueron las trincheras, un sistema defensivo casi infranqueable que obligaba al atacante a avanzar lentamente en campo abierto bajo fuego continuo. Los soldados vivían en condiciones insalubres, lo que propagaba enfermedades infecciosas.
Nuevas Armas
La guerra de trincheras requirió nuevas armas, como granadas de mano, morteros y artillería de corto alcance. También se utilizaron armas más terribles, como lanzallamas y gases asfixiantes, prohibidos por acuerdos internacionales pero empleados masivamente.
La aviación adquirió protagonismo, pasando de ser un elemento de observación a un arma de ataque y bombardeo. Otra nueva arma fue el tanque, un vehículo blindado que podía destruir alambradas, cruzar trincheras y aplastar refugios de ametralladoras.
La Guerra de Desgastes
En 1916, la estrategia principal fue la guerra de desgastes, ideada por el alto mando alemán para agotar al ejército aliado. La Batalla de Verdún, iniciada por los alemanes, duró 4 meses y fue un intento de desangrar al ejército francés. Los aliados lanzaron un ataque similar en la Batalla del Somme, pero no lograron romper las líneas alemanas.
El bloqueo naval que sufría Alemania llevó a la Batalla de Jutlandia, la única batalla naval importante. Los alemanes se retiraron ante la superioridad británica, y sus barcos no volvieron a salir de sus puertos.
En el frente oriental, la guerra se extendió a Mesopotamia y Palestina, donde el ejército británico se enfrentó al otomano. Los otomanos obtuvieron dos victorias en el Cáucaso.
El Año Decisivo
La retirada de Rusia y la intervención de EE.UU en la guerra rompieron el equilibrio entre los dos bloques. La revolución rusa afectó a la continuidad de la guerra. EE.UU, que inicialmente se había mantenido al margen, se convirtió en el principal proveedor y prestamista de los aliados.
Desde 1915, Alemania había iniciado una guerra submarina para impedir el abastecimiento del Reino Unido. El 6 de abril, el Congreso de Estados Unidos declaró la guerra a Alemania, rompiendo el equilibrio en los frentes de batalla.
En la primavera de 1917, los alemanes fracasaron una vez más en sus ofensivas. El desabastecimiento, el encarecimiento de los productos y el endurecimiento de las condiciones de vida debilitaron el apoyo popular a la guerra. La izquierda socialista europea se oponía a la continuación de los combates.
El Fin del Conflicto
La salida de Rusia permitió al alto mando alemán concentrar sus tropas en el frente francés con la esperanza de iniciar una ofensiva definitiva. Ludendorff lanzó la ofensiva para ocupar París, pero sus tropas, agotadas, fracasaron.
El contraataque aliado, dirigido por el general francés Foch, obligó a los alemanes a una retirada general, que se agravó en las semanas siguientes ante nuevos ataques aliados, apoyados por la presencia de 2 millones de soldados estadounidenses.
Alemania fue perdiendo apoyos: Bulgaria firmó el armisticio en septiembre, los turcos abandonaron la lucha en octubre y Austria-Hungría lo hizo en noviembre. Alemania se había quedado sola.
Los motines revolucionarios que estallaron en Alemania obligaron al emperador a abdicar el 9 de noviembre. Ese mismo día se proclamó la República. Dos días más tarde, se firmó el armisticio. La Gran Guerra había terminado.