La Guerra Civil dejó devastado al país en lo político, social y cultural. El grupo del 27 se disuelve. Muerto Lorca, los demás poetas tienen que elegir entre el exilio interior y el exterior. La obra de Miguel Hernández parte de la mezcla entre la poesía pura, vanguardia, tradición popular y clasicismo. Es complicado hallar en un poeta una técnica tan refinada y un sentimiento tan apasionado y sincero como el de “El rayo que no cesa”.
Narrativa de la Posguerra (1939-1960)
El aislamiento de España, el exilio de algunos de los mejores novelistas y la censura se tradujeron en una narrativa que abandonó el camino de la innovación durante dos décadas y se alejó de las nuevas corrientes mundiales.
Años 40: Entre la Propaganda y el Existencialismo
Entre los narradores destaca Ramón J. Sender con “Crónica del Alba”, 9 novelas autobiográficas en las que relata sus experiencias desde su infancia hasta la Guerra Civil. Max Aub escribió “El laberinto mágic”, ciclo de 6 novelas sobre la Guerra Civil narrando todos los aspectos del conflicto, mostrando un compromiso con la libertad, cuida la técnica narrativa y da gran importancia a los personajes secundarios. Francisco Ayala reflexiona en sus cuentos y novelas sobre la maldad humana, abuso de poder, violencia y desgaste de los valores, usando la ironía y parodia.
En los 40 los escritores escriben una novela propagandística donde destaca la heroicidad de los combatientes derechistas (“La fiel infantería” de García Serrano), presentan el falangismo como el sistema ideal de gobierno. Aparece una novela de mayor calidad que es realista y aborda la angustia existencial centrada en las vivencias de un protagonista asfixiado por una existencia sin sentido, enfrentado a la miseria y soledad. Camilo José Cela, abre el camino a la novela existencial y tremendista “La familia de Pascual Duarte” (influida por la picaresca, el esperpento de Valle-Inclán, romances de ciego y naturalismo).
Carmen Laforet muestra en “Nada” una metáfora de las consecuencias de la Guerra Civil: la oscuridad y mente cerrada de España donde vive la protagonista, destrucción del país, enfrentamiento entre hermanos y falta de estímulos para mirar hacía delante. El tremendismo presenta la vertiente más brutal de las personas, que actúan como animales y son capaces de cometer crímenes atroces.
Años 50: Realismo Social y Denuncia
Miguel Delibes muestra una identificación con los débiles, denuncia a los que abusan de ellos y una crítica de la hipocresía religiosa usando un lenguaje claro, en “La sombra del ciprés”; obra que refleja inquietudes con estilo lineal y sobrio habla sobre Pedro, huérfano que intenta superar la visión negativa del mundo que le han inculcado. Los 50 están inclinados hacia el realismo social, pero no renuncia al existencialismo anterior. Algunos buscan la objetividad mientras otros intentan esquivar la censura para manifestar críticas al régimen y la injusticia. El protagonismo es colectivo: personajes representan la clase social a la que pertenecen, acción refleja la vida cotidiana al centrarse en un espacio desarrollado en un breve espacio de tiempo y predomina el diálogo.
“La colmena” de Cela, conlleva un cambio en la literatura española, una obra de personaje colectivo y contenidos sociales dividido en secuencias cortas reflejando la vida de varios centenares de madrileños durante tres días. Las historias se quedan sin final, el autor refleja el absurdo de la vida y pasa de una escena a otra sin ninguna indicación, el lector es quien organiza los elementos que le ofrecen dando sentido a historias cruzadas, los personajes viven en un presente donde su destino no tiene lugar para el cambio o sueños. Delibes en “Las ratas”, enseña la miseria de un pueblo de Castilla cuyos habitantes viven sometidos a los caprichos del cacique, las exigencias de una naturaleza y el sentido de sus vidas no es más que la mera supervivencia. En la vertiente más objetiva está “El Jarama” de Sánchez Ferlosio; cuenta la historia de unos jóvenes durante una excursión, a través de largos diálogos sin pensar demasiado. Ignacio Aldecoa, autor de “Fulgor y la sangre” pretende enseñar la asfixia moral y económica de la España de posguerra.
Narrativa desde los años 60: Apertura y Experimentación
Durante los años 60, la novela se abre a corrientes exteriores y experimenta con más variedad temática. Se cambia la novela de narrador, el punto de vista y se rompe con la estructura del tiempo, se vuelve a un protagonista individual, se sustituye los capítulos por secuencias y se busca un lector con estilo indirecto libre y monólogo interior para imitar el desorden de las ideas. Rompen con las normas sintácticas y omiten los signos de puntuación. La obra de esta década es “Tiempo de silencio” de Luis Martín Santos, la cual representa un recorrido por las clases humildes y medias: ambiente de miseria económica y moral, falta de objetivos y condena de las personas a una vida dura. Se mezclan todos los registros e introduce en la narrativa española todos los instrumentos narratológicos que habían triunfado en el extranjero y los aplica a una historia dolorosa que une el componente social y el existencial.
Juan Benet, en “Volverás a región” crea un espacio imaginario reflejo de España basado en frases largas donde detiene la acción para recrear la descripción del mundo interior de los personajes, sus motivos y los paisajes que los rodean con carácter simbólico y mítico. Miguel Delibes en “Cinco horas con Mario” presenta un largo soliloquio donde Carmen pasa cinco horas velando el cadáver de Mario. Aunque le reprocha sus defectos sin quererlo recalca su humanidad, generosidad y de forma involuntaria muestra el lado más odioso de la sociedad opresiva, el catolicismo mentiroso y la hipocresía.
Poesía Española del Siglo XX: Del Exilio a la Experiencia
Poesía de la Posguerra (1939-1960)
En los 40, los poetas que iban más hacía el pensamiento falangista escriben poesía arraigada o formalista: recurren a la métrica clásica y los temas amor, patria o religión. Publican en las revistas Escorial y Garcilaso. Luis Rosales evoluciona hacía el versículo y recibe influencias surrealistas. Pablo García Baena funda el grupo Cántico, retoma la poesía pura y la senda de la Generación del 27. El poetismo, de Carlos Edmundo de Ory recupera el espíritu del surrealismo y la irracionalidad. La poesía atormentada, cargada de angustia y de contenidos existenciales, aparece en la revista Espadaña, iniciada por Dámaso Alonso: “Hijos de la ira”, con su léxico coloquial, versículos violentos, metáforas agresivas de sabor surrealista y su forma antirretórica, transmite la angustia del absurdo de la vida, la maldad del hombre y el miedo al vacío, soledad y muerte.
En los 50, se pasa del yo al nosotros y se agrega la queja entre lo absurdo de la vida la denuncia de las injusticias sociales. “Pido la paz y la palabra” de Blas de Otero protesta contra la desigualdad, la opresión y la ausencia de libertad e invita a la solidaridad y a la esperanza en el ser humano para solucionar sus propios problemas sin necesidad de Dios. El léxico de Gabriel Celaya es apasionado, agresivo en poemas como “La poesía es un arma cargada de futuro” de Cantos íberos.
Poesía desde los años 60: Compromiso, Experimentación y Redes Sociales
José Hierro; “Cuánto sé de mí” inventa dos subgéneros poéticos: el reportaje y la alucinación. En los 60, Ángel González mantiene el compromiso social, se inclina por el humor sarcástico y la ironía, manifiesta el desencanto y la crítica ante el franquismo. Ya en los 70, los Novísimos buscan la creatividad y la originalidad, reciben influencia de la música rock, del cómic o del cine y exhiben sus conocimientos culturales. En los 80, la poesía se caracteriza por la enorme variedad y la ausencia de conciencia de grupo. Unos apuestan por usar la tradición clásica y otros por la poesía del silencio. Clara Janés sirve de puente entre oriente y occidente. Los autores de la poesía de la experiencia, como Luis García Montero, Luis Alberto de Cuenca y Ana Rossetti, buscan la esencia poética en la vida cotidiana, anécdota personal y experiencia íntima utilizando un lenguaje sencillo, abordan asuntos urbanos y próximos. Se llamó Poetas de la diferencia a un grupo caracterizado por la heterogeneidad, búsqueda de la importancia y libertad creativa como Gregorio Morales. Jorge Riechmann permanece vigilante ante los problemas asociados al neoliberalismo y a la obsesión por el consumo. En los últimos años poetas jóvenes han encontrado en las redes sociales la plataforma perfecta y el público deseado. Marwan y Loreto Sesma comparten: lenguaje claro, antirretórico, sensibilidad adolescente y valores feministas y ecologistas.
Teatro Español del Siglo XX: Censura, Renovación y Experimentación
El teatro mezcla literatura con espectáculo, lo hace más vulnerable en los tiempos de censura, como el franquismo. La Guerra Civil aplasta un teatro que alcanzó sus mayores logros. Muertos Lorca, Valle-Inclán y Unamuno por el exilio. Enrique Jardiel Poncela; “Eloísa está debajo de un almendro”,
cultivó el humor de lo absurdo, ironía y agudeza e inventaba situaciones ilógicas llevándolas al límite para luego solucionarlas de un modo ingenioso. Miguel Mihura decide adaptarse a lo que el público y empresarios demandaban “Maríbel y la extraña familia” busca un humor inteligente, satiriza la hipocresía y habla de la libertad. A finales de los 40, Antonio Buero Vallejo “Historia de una escalera” encabeza una línea de denuncia social posibilista porque no traspasa las fronteras de lo tolerado por el régimen. Buero intenta meter al espectador dentro de la conciencia de los personajes. Su mensaje refleja confianza en el ser humano y una sincera identificación con los más desfavorecidos. Alfonso Sastre opta por un teatro más combativo para oponerse al régimen dictatorial “Muerte en el barrio”.
Teatro desde los años 60: Vanguardia y Compromiso
A partir de los 60 algunos dramaturgos producen obras experimentales. Francisco Nieva “Pelo de tormenta” escribe teatro furioso y teatro de farsa. Las tendencias son vanguardistas y de difícil comprensión para el público, pero el argumento es más claro y su lenguaje menos barroco. Fernando Arrabal “El cementerio de automóviles” escribe un teatro alejado del realismo, caracterizado por terror, humor y simultaneidad. Se desarrollan grupos de teatro independiente, como Tábano o Los Goliardos; representan obras de autores extranjeros y españoles sin cabida en el círculo comercial. Dagoll Dagom ha evolucionado hacía el gran espectáculo y Els Comediants ha combinado un teatro vanguardista con su participación en grandes eventos.
Teatro en Democracia: Nuevas Voces y Temas
En democracia, José Luis Alonso de Santos, escribe “La estanquera de Vallecas” una obra costumbrista, comprometida, con lenguaje familiar, sentido del humor y desenlace trágico. José Sanchis Sinisterra (“¡Ay, Carmela!”) sigue tres líneas básicas: adaptaciones de clásicos, obras experimentales y dramas históricos.
En el S. XXI triunfa un grupo de dramaturgos vinculados al premio Bradomín. En “El chico de la fila de atrás” Juan Mayorga mezcla distintos puntos de vista para mostrar varios conflictos humanos ocultos. Angélica Liddell escribe un teatro vanguardista, de obras provocativas y violentas, como “Perro muerto en tintorería”.
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