Etapas de la Presencia Musulmana en la Península hasta el Siglo XI
El dominio musulmán de la península Ibérica va a estar influenciado por varios problemas y motivos:
- Los enfrentamientos en la lucha por la capitalidad del imperio entre Bagdad y Damasco.
- Las diferencias religiosas, sociales y económicas de los grupos étnicos que componen a los invasores (quaisíes, yemeníes del sur, bereberes, árabes, etc.). Especialmente una de las razones más importantes era la religiosa por la interpretación de la doctrina islámica.
Las etapas de dominio musulmán en la península fueron las siguientes:
- Emirato dependiente del califato Omeya de Damasco.
- Emirato independiente de Córdoba.
- Califato de Córdoba.
- Los reinos de Taifas: invasión almorávide y almohade.
a) Emirato dependiente del califa Omeya de Damasco (711-756)
Esta etapa coincide con la expansión musulmana hacia el norte de África, la península Ibérica y el sur de Francia. Etapa que se desarrolló de una manera complicada debido a los continuos cambios de los gobernadores, nombrados y destituidos desde Damasco, además de los enfrentamientos entre árabes y bereberes por razones religiosas, la ocupación de tierras, problemas tribales en la asignación de tributos e impuestos, etc. Otro de los motivos de disputa fue el intento expansionista de las aristocracias árabes o quaisíes y los integradores o yemeníes. Esta problemática desembocó en revueltas como la ocasionada en el 740 por los bereberes, pero contenidas por las llegadas de refuerzos sirios que ayudan a las autoridades provinciales. Desde la península Ibérica los musulmanes tratan de ocupar el sur de Europa, pero son detenidos por los francos de Carlos Martel, quien derrota a los invasores en la batalla de Poitiers (732) y en el Ródano (738). Abandonando el Islam desde entonces esos intentos y procurando asentarse en el territorio peninsular.
b) Emirato independiente de Córdoba (756-929)
Durante esta etapa se produce la rebelión abasí (familia noble que buscaba acceder al califato), triunfando sobre la dominante en ese momento, la omeya, cuya capital estaba en Damasco, trasladándose esta a Bagdad. Algunos miembros de la familia Omeya huyen al Magreb, en ese momento alzado contra Damasco, en el año 755 Abd Al-Rahman I, único superviviente del asesinato de la familia Omeya, llegó a la península Ibérica y con el apoyo de los yemeníes, así como de los bereberes, derrota al gobernador de Al-Andalus en ese momento, Yusuf Al-Fihri, tomando Córdoba y consolidando poco a poco un Estado omeya independiente en la península. Este emir y sus descendientes (Hisham I, Abd Al-Rahman II, Mohamed I, Al-Mundir y Abd Allah) tratarán de sostener un estado que sufre muchos problemas, debido sobre todo a múltiples tensiones:
- Los intentos de los monarcas cristianos de la zona franca (Francia) de consolidar territorios defensivos frente al Islam. El propio rey Carlomagno intentó ocupar Zaragoza y en su retirada fue atacado por los vascones sufriendo la derrota de Roncesvalles, origen de un mítico poema juglaresco.
- La resistencia de grupos étnicos peninsulares, como los cristianos de origen hispanovisigodo que huyeron de la invasión musulmana hacia el norte y no quieren someterse al control musulmán (refugiados en el noroeste peninsular), los vascones, etc.
- Las rebeliones de muladíes o cristianos convertidos al Islam, caso de Ibn Hafsun.
A pesar de todos estos problemas, existe una figura importante, Abd Al-Rahman III, que consolidará y extenderá este poder en una península arabizada e islamizada en buena parte de su territorio.
c) Califato de Córdoba. Auge y declive (929-1086/1095)
Abd Al-Rahman III es una de las figuras políticas más importantes de esta etapa de la historia peninsular. Se proclama califa o príncipe de los creyentes, desafiando con el título, el poder detentado antes por Damasco y luego por Bagdad. Se impone a la nobleza muladí y árabe que se opone a su poder, ocupando los núcleos urbanos controlados por estos. Consolida las fronteras con los reinos cristianos que van surgiendo poco a poco en el norte peninsular. Se enfrenta a la influencia fatimí del Mediterráneo, organizando una flota que controla las costas peninsulares y territorios insulares, ocupando Ceuta y Melilla. Entre sus descendientes destacamos a los siguientes:
- Al-Hakam II. Califa que logró desarrollar una importante labor cultural y creó la biblioteca más importante de Europa en ese momento, fomentando la enseñanza. Este monarca toma la localidad de San Esteban de Gormaz frente a los castellano-leoneses (963) y rechazó las incursiones de los siempre peligrosos normandos (966-971).
- Hisham II. Heredó el trono de su padre con once años de edad, lo que le obligó a gobernar bajo la tutela del gran visir o primer ministro de origen yemení Ibn Abi Amir (Almanzor o Al-Mansur). Este aprovecha las circunstancias para acumular el poder en su persona y desplazar al califa de su poder político en Al-Andalus.
- Almanzor organiza razzias o expediciones de castigo y saqueo a diferentes ciudades cristianas del norte peninsular: Barcelona (985), Coimbra (987), León (988), Santiago de Compostela (997) y Pamplona (999) con las que logra el pago de tributos e impuestos por parte de los cristianos, manteniendo el poder militar musulmán en la península hasta el año 1002. A la muerte del anterior le sucede su hijo Abd al-Malik, quien mantiene el programa militar de su padre hasta el 1008. Aunque su hermano Abd al-Rahman Sanchuelo logra ser nombrado califa, los musulmanes no aceptan romper el legitimismo anterior y se producen enfrentamientos entre sectores étnicos tribales que causan la división del poder califal centralista y la imposición de los poderes locales desde 1031.