Los años 40: El exilio y la novela existencial y tremendista
Tras la Guerra Civil, la literatura española experimentó una ruptura radical con el pasado. Las nuevas circunstancias sociales, políticas e ideológicas marcaron profundamente las obras de la época. Mientras algunos autores reflejaban en sus novelas su afinidad con el régimen franquista, otros, optaron por el exilio o se vieron obligados a someterse a la censura impuesta por el gobierno.
Novelistas en el exilio
A pesar de la dificultad de agruparlos bajo una misma etiqueta, podemos identificar tres temas recurrentes en las obras de los novelistas exiliados: la memoria de España y de la guerra, la experiencia de vivir en nuevos lugares y la reflexión sobre la existencia humana. Entre los autores más destacados se encuentran:
- Ramón J. Sender (Réquiem por un campesino español)
- Rosa Chacel (Memorias de Leticia Valle)
- Max Aub (El laberinto mágico)
- Francisco Ayala (Muertes de perro)
Novela existencial y tremendista
Durante los años 40 surge una novela realista que explora la angustia existencial. Este tipo de novela se centra en las vivencias de un protagonista abrumado por una existencia sin sentido, enfrentado a la miseria, la indiferencia y la soledad.
Carmen Laforet, en Nada, utiliza elementos autobiográficos para construir una poderosa metáfora de las consecuencias de la Guerra Civil. La oscuridad y la sinrazón que dominan la vida de la protagonista, la destrucción del país, el enfrentamiento entre hermanos y la falta de esperanza reflejan las obsesiones del existencialismo.
Camilo José Cela, con La familia de Pascual Duarte, abre el camino a la novela existencial y tremendista. El tremendismo expone la faceta más brutal del ser humano, mostrando cómo las personas pueden comportarse como animales y cometer los crímenes más atroces. Esta corriente literaria está influenciada por la picaresca, el esperpento de Valle-Inclán, los romances de ciego y el Naturalismo.
Años 50: La novela social
En la década de 1950, la novela española se inclina hacia el realismo social. El protagonista se vuelve colectivo, representando a la clase social a la que pertenece. La acción se centra en la vida cotidiana, en un espacio concreto y bien definido, y se desarrolla en un período de tiempo breve. El diálogo adquiere una importancia fundamental.
La colmena, de Cela, marca un punto de inflexión en la literatura española. Esta obra coral presenta a cientos de personajes que se entrecruzan y sobreviven en un ambiente de miseria moral y material.
Miguel Delibes, en obras como El camino y Las ratas, retrata la realidad rural castellana y la relación entre sus habitantes y las clases medias urbanas.
En la vertiente más objetiva del realismo social, destaca El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio. Esta novela, considerada la más representativa del género, narra un día de excursión de un grupo de jóvenes a través de largos diálogos triviales, ofreciendo un retrato de una juventud víctima de las circunstancias sociales.
Años 60: La novela experimental
Durante los años 60, la novela española se abre a las corrientes literarias extranjeras y opta por la experimentación. Sin abandonar los problemas existenciales y sociales, los autores exploran nuevas formas de narrar y se alejan del realismo.
Entre las características de la novela experimental destacan:
- Cambios de narrador y punto de vista
- Ruptura con la linealidad temporal
- Protagonista individual, a menudo desorientado y solitario
- Estructuras fragmentadas, con secuencias o fragmentos en lugar de capítulos
- Búsqueda de un lector activo
- Uso del estilo indirecto libre y el monólogo interior
- Ruptura de las normas sintácticas y omisión de signos de puntuación
La obra cumbre de esta década es Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos. Esta novela ofrece un recorrido desolador por las clases más humildes y las clases medias, mostrando un ambiente de miseria económica y moral, la falta de objetivos vitales y la condena a una rutina embrutecedora. La novela destaca por su lenguaje innovador, que mezcla registros diversos, desde tecnicismos médicos hasta el habla marginal, y por su agresiva ironía.
Miguel Delibes, en Cinco horas con Mario, presenta un largo soliloquio de Carmen, quien vela el cadáver de su marido, Mario. La novela introduce innovaciones narrativas como el monólogo interior, el lenguaje coloquial, la narración en primera y segunda persona y las reiteraciones.
Años 70: Hacia nuevas formas de narrar
En la década de 1970, los escritores españoles continúan recibiendo la influencia de la literatura extranjera y buscando nuevas formas de narrar, alejándose del realismo. Sin embargo, tras unos años de experimentación, se observa un retorno a la narración tradicional, a la recuperación de géneros marginales como el fantástico y las aventuras, y a temas como el desencanto, las preocupaciones existenciales y los sentimientos íntimos.
En esta década destacan autores como Eduardo Mendoza, quien en La verdad sobre el caso Savolta vuelve a una trama y personajes definidos sin renunciar a las técnicas narrativas innovadoras, y Manuel Vázquez Montalbán, creador del detective Pepe Carvalho y cultivador del género policiaco en novelas como Los mares del sur.