1. Introducción: La crisis fin de siglo y el nacimiento de una nueva literatura
En la transición del siglo XIX al XX, Europa experimentó una profunda crisis espiritual, influida por cambios significativos. Las corrientes filosóficas de Schopenhauer, Nietzsche y Bergson, que resaltaban la intuición y los impulsos vitales sobre la razón, contribuyeron al pesimismo y la desorientación. En España, la derrota en Cuba frente a Estados Unidos y la conciencia del atraso en aspectos económicos, científicos y culturales respecto a Europa y Estados Unidos intensificaron este sentimiento. En este contexto, la Generación del 98 en España expresó su angustia existencial y anheló la europeización y el progreso. Posteriormente, alrededor de 1914, surgió un nuevo grupo, los novecentistas, liderados por Ortega y Gasset. Este grupo buscó la modernización definitiva de España mediante la formación científica y la promoción de un arte más intelectual que sentimental.
2. La Generación del 98: La búsqueda de la esencia de España
El Grupo del 98, conformado por figuras como Pío Baroja, Azorín, Valle-Inclán, Unamuno, Ramiro de Maeztu, y el poeta Antonio Machado, junto con las escritoras Carmen de Burgos y Concha Espina, se distingue por nacer entre 1864 y 1875, manteniendo una diferencia de edad no superior a quince años. Aunque provienen en su mayoría de la burguesía, adoptan inicialmente una actitud antiburguesa. La existencia de un guía en el grupo no está clara, habiéndose propuesto a filósofos como Nietzsche o Schopenhauer, pero Unamuno es considerado como una posible figura líder. El grupo comparte algunas actividades comunes, como visitas a la tumba de Larra, protestas contra la concesión del Premio Nobel a Echegaray, y excursiones a Toledo para admirar los cuadros de El Greco. Les une el desastre del 98.
Los miembros comparten dos preocupaciones fundamentales en sus obras:
- La reflexión sobre España, indagando en las causas de su decadencia e insistiendo en su regeneración, siendo Castilla un símbolo de los valores esenciales del alma española.
- El escepticismo y pesimismo presentes en el grupo alimentan inquietudes existenciales y religiosas en sus narraciones.
2.1. Miguel de Unamuno: La novela como reflexión existencial
Unamuno fue un prolífico escritor que destacó en varios géneros, especialmente en el ensayo y la novela. En sus novelas, se enfoca en el conflicto interno de los personajes, a menudo sin seguir la estructura convencional de inicio y final. Sus obras, como “Niebla” o “San Manuel Bueno, mártir”, fueron tan distintas a las novelas de su época que algunos críticos incluso cuestionaron su clasificación como novelas, llevando a Unamuno a llamarlas “nivolas”.
2.2. Ramón María del Valle-Inclán: Modernismo y crítica social
Valle-Inclán, conocido por sus obras de teatro, también se aventuró en la novela. “Sonatas” es considerada una gran contribución del Modernismo en prosa y narra las memorias del marqués de Bradomín, un don Juan poco atractivo pero con valores católicos y sentimientos profundos. Por otro lado, “Tirano Banderas” es una novela más madura inspirada en la crueldad de los dictadores hispanoamericanos de esa época.
2.3. José Martínez Ruiz “Azorín”: Impresionismo literario
Azorín, que fue periodista y político, sobresalió en sus tres novelas autobiográficas: “La voluntad”, “Antonio Azorín” y “Las confesiones de un pequeño filósofo”. Su estilo siempre se parecía al de un reportero o a un pintor impresionista. Sus frases cortas se dispersan en la narración como destellos eléctricos y directos, como pinceladas veloces y precisas.
2.4. Pío Baroja: La vida como tema central
Las obras de Baroja tienen una característica en común: carecen de mucha acción y se centran en los personajes. Todo gira alrededor del protagonista, y su biografía es la base de la trama. Aunque las novelas de Baroja pueden parecer simples, a veces esa simplicidad oculta una cuidadosa elaboración. Él es experto en la descripción impresionista, el diálogo y el uso de un humor amargo. Baroja mismo clasificó sus obras según el tiempo en que las escribió. Sus mejores obras, como “El árbol de la ciencia” y la trilogía “La lucha por la vida”, pertenecen al período anterior a 1912.
3. La novela novecentista o la Generación de 1914: El intelectualismo y la renovación estética
A principios del siglo XX surge la Generación del 14 o Novecentismo. Estos escritores, con una sólida educación universitaria y vocación de enseñar, tienen una perspectiva más europea que la Generación del 98 y abogan por un arte elitista y dirigido a minorías. Sus novelas se caracterizan por su intelectualismo y sentido del humor. Entre ellos, se destacan Gabriel Miró, conocido por su habilidad poética para capturar sensaciones, Ramón Pérez de Ayala, autor de “A.M.D.G.”, y Ramón Gómez de la Serna, famoso por las greguerías y la novela “El caballero del hongo gris”.
4. La novela desde 1939 a los años 70: La posguerra y la evolución de la narrativa
4.1. Marco histórico y cultural
Después de la Guerra Civil, España quedó muy afectada y aislada internacionalmente. Económicamente, al comienzo de la dictadura, hay autarquía (el país se abastece solo), escasez de alimentos y pobreza. Culturalmente, la censura, la represión y la falta de libertad limitan la creatividad artística. En los años cincuenta, acuerdos con Estados Unidos y acuerdos con la Santa Sede devuelven a España a la escena internacional tímidamente. Mejoras en las condiciones laborales y una ligera apertura económica llegan en los años sesenta, acompañadas por una relajación de la censura. Aunque la salud del dictador Franco se deterioró en esta década, marcando el comienzo del fin de la dictadura.
4.2. La novela en la posguerra
La Guerra Civil marcó un quiebre total en la literatura, afectando la novela y otros géneros. Las nuevas condiciones políticas y sociales influyeron en las obras de la época. En los años cuarenta, muchos escritores se exiliaron, algunos se quedaron en España apoyando al régimen franquista, escribiendo novelas patrióticas y propaganda. También hubo quienes, sometidos a la censura del nuevo gobierno, describieron la realidad de un país devastado.
4.3. Novelistas en el exilio: Memoria, exilio y reflexión
Aunque es difícil agrupar a los escritores que continúan o empiezan su obra en el exilio, podemos notar tres aspectos comunes en la mayoría de ellos:
- Recuerdos de España y la Guerra Civil.
- La influencia de los nuevos lugares donde viven.
- Reflexiones sobre temas que afectan a la existencia humana.
Algunos autores notables incluyen a Ramón J. Sender con “Réquiem por un campesino español”, y a Rosa Chacel y Francisco Ayala.
4.4. La novela existencial y tremendista: La crudeza de la realidad
La novela española de posguerra no atrajo mucha atención hasta 1942, cuando Camilo José Cela publicó “La familia de Pascual Duarte”. Esta obra, junto con “Nada” (1945) de Carmen Laforet, marcó un quiebre con la narrativa previa. Ambas novelas son testimonios de vidas desoladoras y conflictivas:
- Cela utiliza el tremendismo en “La familia de Pascual Duarte”, destacando los aspectos más desagradables y violentos de una realidad miserable de la que el protagonista no puede escapar, a pesar de sus intentos.
- Laforet, en “Nada”, refleja la existencia vacía de Andrea, la protagonista, que a su vez simboliza la fragilidad de la burguesía catalana después de la Guerra Civil.
4.5. La novela social de los años 50: Denuncia y compromiso
En los años 50, surge la novela social que deja de centrarse solo en las historias personales y se convierte en una herramienta para denunciar problemas sociales. Miguel Delibes destaca en el realismo intimista con obras como “El camino”, que destaca las diferencias entre habitantes rurales y clases medias urbanas. Camilo José Cela, con “La colmena”, aborda de manera directa la dura realidad de la posguerra a través de una novela colectiva con muchos personajes que viven en condiciones de miseria moral y material. Otros autores que se unen a esta corriente son Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, Gonzalo Torrente Ballester y Rafael Sánchez Ferlosio.
4.6. La novela experimental de los años 60: La búsqueda de nuevas formas
A principios de los años sesenta, varios factores llevan a que muchos escritores reconsideren los principios del realismo social. El estancamiento del régimen franquista, el crecimiento económico y la influencia de los medios de comunicación masiva revelan la limitada eficacia de hacer de la literatura un instrumento revolucionario en un país con poca lectura. La novela de este periodo se vuelve más abierta y diversa, experimentando con nuevas técnicas provenientes de Europa y especialmente de Hispanoamérica, donde destacan obras como “La ciudad y los perros” (Mario Vargas Llosa) y “Cien años de soledad” (Gabriel García Márquez). En este contexto surge “Tiempo de silencio” de Luis Martín Santos, que marca una nueva etapa en la narrativa española incorporando grandes innovaciones técnicas. Esta tendencia será seguida por escritores como Juan Benet, Juan Marsé y Juan Goytisolo.
4.7. La novela de los años 70: Entre la experimentación y el retorno a lo tradicional
Denominada por algunos como la “generación de 1968”, los escritores de este grupo comienzan explorando nuevas formas de contar, llevando la experimentación a extremos inesperados. Sin embargo, después de algunos años, se cansan de estos excesos y regresan a las formas tradicionales de la narrativa, retomando géneros que antes eran menos populares, como la fantasía, la ciencia ficción y la novela de aventuras. Autores destacados de esta época incluyen a Eduardo Mendoza con “La verdad sobre el caso Savolta”, Francisco Umbral y Manuel Vázquez Montalbán.