Contextualización: Pensamiento de Descartes en la Historia de la Filosofía
El análisis destaca la influencia y posición de René Descartes en la historia de la filosofía, señalando que aunque no fue completamente original, supo articular de manera magistral ideas preexistentes para presentarlas como un todo coherente. Se le reconoce como el padre de la filosofía moderna debido a que sus ideas han sido fundamentales para el desarrollo posterior de la disciplina. Su legado se extiende a través de sus seguidores, como Malebranche, Spinoza, Leibniz y otros, así como a filósofos posteriores como Kant y Husserl, quienes se vieron influenciados por sus pensamientos.
En cuanto a su contribución a las matemáticas, Descartes es reconocido por su invención de la geometría analítica. Su vida y obra se sitúan en el contexto del siglo XVII, un periodo marcado por el Renacimiento y la emergencia de una nueva ciencia. El Renacimiento había enfocado la atención en el sujeto humano como un ser autónomo y libre, mientras que el avance de la ciencia llevó a la necesidad de una nueva filosofía que respondiera a los nuevos desafíos intelectuales.
La cuestión religiosa también fue central en la época de Descartes, con debates entre protestantes y católicos que tomaban a Dios como fundamento de sus posiciones. Para Descartes, Dios era fundamental no solo como una idea demostrable filosóficamente, sino también como el garante del conocimiento verdadero y la base de la ciencia rigurosa.
En resumen, la filosofía cartesiana se enfrentó al reto de superar la incertidumbre generada por el fracaso de la filosofía escolástica, mientras la física moderna se establecía mediante el uso del método matemático. Descartes buscaba una primera verdad indubitable, utilizando un enfoque deductivo similar al de las matemáticas, que abordara temas como la certeza, el libre albedrío y la existencia de Dios.
Análisis de las Nociones Fundamentales en la Filosofía Cartesiana
Noción 1: La Duda y la Certeza
La duda y la certeza representan dos estados mentales opuestos en relación con la verdad. Mientras que la certeza implica seguridad en la posesión de la verdad, la duda refleja la incertidumbre del sujeto sobre la veracidad de su contenido mental. En el “Discurso del Método” de Descartes, la duda se presenta como el primer paso hacia la construcción de su sistema científico unificado. Esta duda surge como consecuencia de las reglas del método establecidas por Descartes, que enfatizan la necesidad de evitar la precipitación y la preconcepción en los juicios, y de aceptar solo aquello que se presente clara y distintamente a la mente, sin dar lugar a dudas. Este enfoque refleja el compromiso de Descartes de rechazar cualquier idea que pueda ser objeto de la menor duda hasta que encuentre algo completamente indudable.
A través de la duda, Descartes busca descubrir una primera verdad absoluta, cuya certeza esté garantizada por el uso del método científico. La duda tiene como objetivo desmantelar los prejuicios y las certezas arraigadas, especialmente aquellas adquiridas en la niñez cuando confiábamos ciegamente en nuestros sentidos. Sin embargo, es importante destacar que esta duda no es escéptica ni se refiere a la realidad de conceptos simples como 2+2=4 o la existencia del mundo. Más bien, es una duda metódica, una etapa necesaria en el proceso de búsqueda de la verdad y la certeza. En resumen, la duda no es el objetivo final de Descartes, sino un medio para alcanzar la verdad y la certeza absoluta.
Descartes aborda la relación entre duda y certeza, destacando que su objetivo es alcanzar la certeza superando la duda. Aunque se hable de duda y verdad, Descartes realmente busca obtener la certeza, considerándolas prácticamente sinónimas. La duda se extiende universalmente, cuestionando todo, pero Descartes excluye de ella la religión y la moral, que considera como áreas fuera del alcance de la razón y los métodos científicos.
En su obra, Descartes justifica la duda como punto de partida para alcanzar la verdad con total certeza. Proporciona tres motivos principales para esto:
- Los engaños de los sentidos.
- Los errores en el razonamiento.
- La posibilidad de confundir la vigilia con el sueño.
Además, en sus Meditaciones Metafísicas, agrega una cuarta razón: la hipótesis de un genio maligno que induce al error incluso en las verdades más evidentes.
Descartes busca establecer un sistema de verdades certeras, utilizando la duda como primer paso en su método. Duda y certeza son conceptos fundamentales en su sistema científico, reflejando su compromiso con la búsqueda de la verdad absoluta.
Noción 2: El Pensamiento como Esencia del Yo y las Ideas
Para Descartes, el pensamiento, encapsulado en el famoso “cogito ergo sum” (pienso, luego existo), es el acto primordial de la conciencia, donde nos volvemos conscientes al pensar. Él equipara el pensamiento con la conciencia misma, definiendo el pensamiento como todo lo que ocurre en nuestra mente de manera inmediatamente consciente. Según Descartes, actividades mentales como dudar, desear, imaginar o sentir son todas formas de pensamiento, ya que somos conscientes de ellas. Esta concepción se deriva de su idea de “res cogitans” (cosa pensante), que surge del “cogito ergo sum“, su primer principio filosófico.
Sin embargo, esta reducción radical de la experiencia mental fue objeto de críticas, como la de Pascal, quien argumentó que las emociones y los sentimientos son aspectos distintos de la razón que no pueden reducirse al simple pensamiento. Pascal sugiere que hay aspectos de la experiencia humana que la razón no puede comprender completamente, como las “razones del corazón”. En resumen, Descartes postula que todo lo que somos conscientes en nuestra mente es pensamiento, pero esta visión ha sido objeto de controversia y debate.
Descartes, al considerar que la esencia del yo se reduce a la actividad pensante consciente, dirige su atención hacia los contenidos de esta actividad, los cuales denomina ideas. Para él, las ideas son puramente contenido de conciencia, no necesariamente representaciones de la realidad externa, sino objetos de pensamiento. Incluso las sensaciones son consideradas ideas, ya que son objeto de nuestra conciencia. Esta concepción influirá en el empirismo inglés, que también adoptará una noción amplia de ideas.
Una idea central de Descartes es que nuestro conocimiento directo no abarca las cosas mismas, sino solo las ideas. Esto implica que debemos demostrar si estas ideas corresponden o no a la realidad externa. Por ello, Descartes enfoca su filosofía en el estudio de las ideas, buscando establecer la verdad frente a la duda. Las ideas, según Descartes, se distinguen por su contenido y su origen. Clasifica las ideas en tres tipos:
- Innatas: Aquellas que encontramos en nosotros mismos y que no pueden ser producto del entorno.
- Adventicias: Las que provienen de experiencias sensoriales.
- Facticias: Las que son creadas por nosotros mismos.
Este análisis de las ideas es fundamental en la filosofía cartesiana para alcanzar la certeza y superar la duda.
Noción 3: La Res Extensa y el Dualismo Cartesiano
En su intento de construir un sistema científico en el que todas las verdades estén concatenadas de forma deductiva, después del descubrimiento de la primera verdad (cogito ergo sum), Descartes pasa a explicitar todo lo que puede conocer a partir de esa primera verdad. La siguiente verdad, vinculada con la primera, es que el yo es una sustancia pensante (res cogitans). Descartes argumenta que podría fingir que no tenía cuerpo alguno, que no había mundo, pero que no podría suponer que dejara de pensar, pues si dejara de pensar, no existiría, aunque todo lo demás existiera.
Descartes postula que el ser humano es esencialmente una sustancia pensante, pero el término “sustancia” es ambiguo en sus escritos. En Principios de Filosofía, define sustancia como algo que existe independientemente de todo lo demás, y según esta definición, solo Dios es una sustancia, siendo autosuficiente. No obstante, Descartes también considera al “cogito” como una sustancia, aunque dependa de Dios. Ampliando el concepto, identifica al yo como sustancia, entendiendo que su naturaleza esencial es pensar. Esta “res cogitans” es totalmente inmaterial, no necesita nada más que Dios para existir, y es distinta e independiente del cuerpo, siendo el alma la esencia misma del individuo. Considera al alma como inmortal y más cognoscible que el cuerpo, siendo una realidad espiritual cuya esencia se fundamenta en el pensamiento.
Descartes distingue entre la “res cogitans” y la “res extensa” (cosa extensa). Mientras que la primera se refiere al alma como una entidad pensante, la segunda se refiere a la materia extensa. Para Descartes, la idea de cuerpo es esencialmente la idea de extensión, entendiendo los cuerpos como realidades extensas. La extensión se concibe como un continuo en longitud, anchura y profundidad, siendo la única idea clara e innata que tenemos sobre los cuerpos, mientras que las cualidades corpóreas son consideradas oscuras y confusas. Los cuerpos son vistos como pura extensión matemática, caracterizados por su longitud, anchura y profundidad, y poseen propiedades como cantidad, figura y movimiento, consideradas como modos de la extensión. Por otro lado, las cualidades secundarias como el color, el sonido o el olor son subjetivas y no pertenecen realmente a las cosas.
Descartes concibe toda la naturaleza como pura extensión, incluidos los animales, a los que considera como máquinas sin mente ni propiedades psicológicas. Desde su perspectiva, los animales son entidades puramente extensas, sin sensibilidad ni conocimiento sensible, compuestas únicamente por tamaño, forma y movimiento mecánico, siendo máquinas complejas diseñadas por Dios.
En el texto, se discute la postura de Descartes sobre la naturaleza de los cuerpos y la existencia de tres tipos de sustancias: Dios, el alma humana y el cuerpo. Para probar la existencia de los cuerpos, Descartes primero debe demostrar la existencia de Dios, quien garantiza la veracidad de la percepción sensorial. Esto le lleva a afirmar un dualismo entre el alma pensante y el cuerpo extenso, una idea influida por la tradición platónica. Según Descartes, el ser humano es una dualidad de alma y cuerpo, con el alma como entidad pensante y el cuerpo como extensión física, unidos de manera problemática a través de la glándula pineal. Sin embargo, esta solución es criticada por su falta de coherencia, ya que la glándula pineal es material y, por lo tanto, no puede unirse a una entidad inmaterial como el alma. El dualismo cartesiano implica que el hombre es libre y autónomo en su capacidad de pensar, mientras que su cuerpo está determinado por las leyes de la mecánica. Sin embargo, críticos como Hobbes y Kant argumentan que Descartes pasa arbitrariamente de la experiencia del pensamiento al concepto de pensamiento como sustancia, sin justificación suficiente.
Obras de Descartes y el Contexto del “Discurso del Método”
El texto se enmarca dentro de la obra de René Descartes, destacando su importancia filosófica en obras como el “Discurso del Método“, las “Meditaciones Metafísicas” y los “Principios de Filosofía“. Descartes escribió primero el “Discurso del Método” con el objetivo de guiar la razón hacia la búsqueda de la verdad en las ciencias. Publicado en Leiden en 1637, sirvió como introducción a tres textos científicos: “Dióptrica”, “Meteoros” y “Geometría”. El “Discurso del Método” fue escrito en francés por Descartes con el propósito de presentar sus descubrimientos de manera accesible al gran público. Esto contrasta con obras más técnicas como las “Meditaciones Metafísicas” y los “Principios de Filosofía“, que fueron redactadas en latín para el ámbito académico y culto. Al optar por el francés, Descartes desafió la tradición que consideraba al latín como la única lengua culta y científica, abriendo así una nueva vía de comunicación que permitía expresar la complejidad de la investigación científica en lenguas vernáculas.
A pesar de su brevedad, el “Discurso del Método” aborda de manera clara y accesible los principales temas de su época, así como los principios y soluciones concebidos por Descartes. En esta obra se encuentran presentes la crítica a la filosofía tradicional, la defensa de la libertad filosófica, la valoración de la nueva ciencia y del método matemático, la duda metódica, el criterio de verdad, el cogito, la existencia de Dios, el conocimiento del mundo, entre otros aspectos relevantes.
Estructura del “Discurso del Método”
El “Discurso del Método” está estructurado en seis partes distintas:
- Descartes destaca que la razón es una facultad común a todos los seres humanos, pero muchos no alcanzan la verdad debido a la falta de un método adecuado.
- Establece las cuatro reglas fundamentales de su método, destacando la claridad y distinción como criterios de verdad.
- Presenta una moral provisional basada en principios estoicos.
- Expone la duda metódica como el núcleo de su filosofía, llevándolo al descubrimiento del cogito, el criterio de verdad y la existencia de Dios.
- Resume su tratado “El Mundo”, abordando la transición del yo a Dios y al mundo externo.
- Explica sus motivaciones para publicar el Discurso, destacando su deseo de poner sus conocimientos al servicio de los demás.
La sección analizada pertenece a la parte central y crucial del texto. Descartes aborda temas fundamentales como la duda, los motivos detrás de ella, el cogito como primera verdad indiscutible y la demostración de la existencia de Dios, quien garantiza la verdad. Proporciona tres argumentos para demostrar la existencia de Dios, aunque en el texto se presentan solo dos: la imposibilidad de que lo perfecto derive de lo imperfecto y el argumento ontológico, que establece que la perfección necesariamente implica la existencia real.
Breve Biografía de René Descartes
René Descartes nació en La Haya de Turena, Francia, en 1596. Recibió su educación en el colegio de los jesuitas de La Flèche, donde estudió diversas disciplinas, incluyendo matemáticas, física, lógica y metafísica. Posteriormente, obtuvo su licenciatura en derecho en la Universidad de Poitiers en 1616. Durante el período de 1618 a 1621, participó en el ejército durante la Guerra de los Treinta Años. Durante los períodos de inactividad invernal, se dedicó al estudio de la ciencia y la filosofía. Un episodio destacado ocurrió mientras estaba en Neuburg en diciembre de 1619, conocido como el “episodio de la estufa”.
Entre los años 1621 y 1628, Descartes residió en París, donde se dedicó a la reflexión y al estudio. Durante este tiempo, escribió las “Reglas para la dirección del ingenio”, que fueron publicadas después de su muerte. Posteriormente, desde 1628 hasta 1648, residió en Holanda, donde cambió frecuentemente de residencia y realizó varios viajes cortos. En 1633, completó su obra “Tratado del mundo”, pero decidió no publicarla por temor a la inquisición. En 1637, en Leiden, Holanda, publicó su famoso “Discurso del Método“, que sirvió como introducción a tres tratados científicos donde estableció los fundamentos de la geometría analítica. En 1641, publicó las “Meditaciones Metafísicas“, que son un compendio en latín de toda su filosofía. Posteriormente, en 1644, publicó los “Principia philosophiae“. En 1649, publicó “El hombre” y “Las pasiones del alma”. Finalmente, se trasladó a Estocolmo, invitado por la reina de Suecia, donde falleció el 11 de febrero de 1650.