Hominización en la Península Ibérica y Pueblos Prerromanos

Epígrafe 2.1: Hominización en la Península Ibérica

La hominización es un largo proceso evolutivo que se inicia con los primeros homínidos y culmina con el Homo sapiens actual. Se inició en África hace unos 5 millones de años a partir de los Australopitecus (caminaban erguidos) seguidos por el Homo habilis (capaz de construir y usar herramientas) y por el Homo erectus, el primer homínido que utiliza el fuego y que se desplaza fuera de África.

Los restos fósiles de homínidos más antiguos encontrados en Europa se localizan en el yacimiento de Atapuerca (Burgos) y pertenecen al Homo antecessor (Paleolítico Inferior). También se han hallado en la Sima de los Huesos abundantes fósiles humanos correspondientes al Homo Heidelbergensis, especie que pudo haber sido el eslabón entre el Homo antecessor y el Homo neanderthalensis.

Paleolítico medio (100.000-35.000 a.C.) aparece el Homo neanderthalensis, con restos en diversos yacimientos: Cova Negra (Valencia), cueva del Piñar (Granada), la mandíbula de Bañolas (Gerona), el cráneo de Gibraltar y los restos más recientes de El Sidrón (Asturias). También se datan las primeras prácticas funerarias como lo demuestran los restos encontrados en la Cueva de Morín (Cantabria). Paleolítico Superior (35.000-10.000 a.C.) aparece el Homo sapiens. Los yacimientos más importantes se ubican en la cornisa cantábrica: cuevas de Altamira, Castillo y Pasiega en Cantabria y el Pindal y Tito Bustillo en Asturias. El arte rupestre de estas cuevas constituye un modo distinto de interpretar el mundo a través de una nueva sensibilidad artística. Durante el Paleolítico, el hombre es cazador-recolector nómada, sus útiles son la piedra tallada, hueso y madera y los refugios al aire libre, su forma de vivienda habitual. El frío provocado por las glaciaciones obligará a los grupos humanos a ocupar cuevas y abrigos rocosos.

Mesolítico (10.000-5.000 a.C.) se desarrolla un nuevo tipo de arte rupestre en los abrigos al aire libre. Destacan los yacimientos de Cogull (Lérida) y la Valltorta (Castellón). Llega a la Península la revolución neolítica: el hombre deja de ser depredador y nómada y se convierte en sedentario y productor (agricultura y pastoreo) y los nuevos útiles en piedra pulimentada dan nombre al periodo. Edad de los Metales se inicia con la metalurgia del cobre. Más adelante se generaliza el Bronce destacando las culturas del Argar (Almería) y la Talayótica en Baleares, cuyas construcciones megalíticas destacan por su originalidad. Edad del Hierro llega con la cultura de los Campos de Urnas (800 a.C.), en las mismas fechas la llegada de los pueblos colonizadores impulsa el desarrollo de los pueblos prerromanos (Tartessos) y el inicio de la Protohistoria en la Península.

Epígrafe 2.2: Pueblos Prerromanos. Colonizaciones históricas: Fenicios, Romanos y Cartagineses

Tartessos. Se sitúan en el suroeste peninsular. Su economía se basaba en una agricultura bastante avanzada, actividad minera (cobre, plata y oro) y un activo comercio de metales principalmente con los fenicios. Su máximo esplendor se dio entre los siglos IX y VII a.C.

Los Íberos. Conjunto de pueblos con rasgos comunes que ocuparon la costa mediterránea desde Cataluña hasta la desembocadura del Guadalquivir, y el valle del Ebro hasta Zaragoza. Agrupados en tribus independientes, hablaban una lengua muy parecida, conocían la escritura y la moneda. Tenían una sociedad muy estratificada y su forma de gobierno era la monarquía. Economía basada en la agricultura, la ganadería, la minería y un activo comercio con los pueblos colonizadores. La escultura y la pintura sobre cerámica son sus principales manifestaciones artísticas.

Los Celtas y Celtíberos. Conjunto de pueblos que penetraron en la Península en sucesivas oleadas a través de los Pirineos. Habitaban el centro y la parte occidental de la Meseta. Compartían una lengua común, conocían la metalurgia del hierro, practicaban la ganadería y la agricultura cerealista. Vivían en poblados amurallados y se organizaban en clanes gobernados por una aristocracia guerrera.

Pueblos de la Franja Cantábrica: Galaicos, Astures, Cántabros y Vascones, también de origen celta, con una economía más primitiva que los anteriores, por su aislamiento geográfico, centrada principalmente en la ganadería y el saqueo de sus vecinos.

Los Fenicios. Pueblo mercantil muy desarrollado que estableció enclaves comerciales por todo el sur del Mediterráneo. La colonia más antigua que fundaron en la Península fue Gadir (Cádiz) en el siglo IX. Produjeron un gran desarrollo socioeconómico y cultural. Los fenicios introdujeron la metalurgia del hierro, el torno cerámico, nuevas técnicas agrícolas y cultivos (vid y olivo), el urbanismo, nuevas creencias religiosas y el inicio de la escritura.

Los Griegos. Fundaron colonias en la costa catalana y mediterránea. La influencia de las colonias griegas sobre las poblaciones íberas de la costa mediterránea fue determinante en la transformación y evolución de sus modos de vida.

Los Cartagineses. Fundaron Cartago Nova (Cartagena) y Ebussus (Ibiza) con fines político-militares más que comerciales. Desde el siglo III a.C la rivalidad entre Cartago y Roma enfrentó a las dos potencias en las Tres Guerras Púnicas. La segunda de las cuales se inició en la península. Este hecho fue trascendental para la Península puesto que la derrota franqueó las puertas de entrada a los romanos y supuso el inicio de la romanización de nuestro territorio.