Análisis de la obra teatral ‘La casa de Bernarda Alba’ de Federico García Lorca

Federico García Lorca

Federico García Lorca nació en Fuente Vaqueros (Granada) en 1898. Fue un poeta y dramaturgo. Vivió entre 1919 y 1928 en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Creó la compañía teatral La Barraca en 1932. Murió fusilado en Granada en 1936. Lorca se incluye en la Generación del 27. El teatro de este poeta es uno de los más importantes escritos en castellano durante el siglo XX. Por otra parte, al comienzo de su carrera escribió dramas de estilo modernista como El maleficio de la mariposa (1920) y Mariana Pineda (1925). A continuación, se centró en el teatro de marionetas, donde destaca El retablillo de Don Cristóbal. Le sigue el teatro del momento y como ejemplo está La zapatera prodigiosa. Seguimos con el teatro vanguardista, El público (1930), y el más próximo al convencional, que alcanza el éxito comercial: Bodas de sangre (1932), Yerma (1934) y La Casa de Bernarda Alba (1936).

Contexto histórico de la obra

La situación política y social que le tocó vivir a Federico García Lorca fue un periodo de preguerra y un total descontento de las distintas clases sociales. La situación política entre 1923 y 1939 se vio marcada en España por el régimen militar y el gobierno autoritario, la proclamación de la Segunda República y, finalmente, la Guerra Civil de 1936. Además, la situación social estaba marcada por una burguesía dueña de las grandes industrias. Durante la guerra murieron miles de personas, lo que ocasionó el retraso del país. No obstante, asistimos a un periodo cultural importante con la convivencia de las vanguardias, el novecentismo y la Generación del 27.

Análisis del fragmento de La casa de Bernarda Alba

Nos encontramos ante un fragmento ubicado al final del tercer acto, siendo esta escena el final de la obra. El texto empieza con una discusión entre Martirio y Adela, en la que Martirio acusa a Adela de haber pasado la noche con Pepe el Romano. Seguidamente llega Bernarda y sus hermanas enterándose así de que Adela es la amante de Pepe, es por ello que Adela se acaba revelando. Luego, en mitad de la revelación de Adela y las acusaciones de su familia, Martirio deja entender que ha muerto Pepe el Romano tras escuchar un disparo; al escuchar eso Adela sale corriendo, pero luego Martirio se corrige diciendo que no pudo matar a Pepe. Sin embargo, ya era tarde, porque Adela, presa de la tristeza, se suicidó pensando que había muerto Pepe. El texto finaliza con Bernarda mostrando frialdad ante la muerte de su hija.

Estructura de la obra

Estamos ante una obra dividida en 3 actos que sigue el esquema clásico de planteamiento, nudo y desenlace. Dentro de cada acto se presenta la misma secuencia: calma inicial, sucesión de conflictos y violencia final. Por otro lado, es relevante señalar que toda la obra presenta una estructura circular, ya que comienza con la muerte del marido de Bernarda y termina con la muerte de su hija Adela. Asimismo, Bernarda acaba con la orden de silencio, que es la primera palabra que había pronunciado cuando apareció por primera vez en escena en el primer acto. Por lo que respecta a la estructura interna de este fragmento, podemos apreciar cómo estaríamos en la parte final de la obra, en la que se nos presenta la violencia final. También podemos dividir el fragmento en 3: la primera parte sería desde la primera intervención de Bernarda hasta la revelación de Adela; la segunda parte sería desde que llegan todas la hermanas y la Poncia, hasta que se oye un golpe provocado por Adela; finalmente, la última parte va desde cuando intentan tirar la puerta abajo para buscar a Adela hasta que Bernarda pide que no lloren sus hijas tras la muerte de su hermana pidiendo silencio.

Personajes

En el texto aparecen caracterizados varios de los personajes representativos de la obra. En esta escena salen casi todos los personajes: siendo la primera Bernarda, calmando la discusión entre sus hijas, mostrando su autoridad al igual que durante toda la obra; también al final del fragmento muestra una gran frialdad, sin mostrar apenas tristeza tras la muerte de Adela. Seguidamente salen Martirio y Adela, que están discutiendo por Pepe. Martirio, que a pesar de estar enamorada de Pepe el Romano acepta su casamiento con su hermana Angustias, pero no permite el romance clandestino con Adela. Mientras que Adela siempre se muestra rebelde por su deseo de libertad y amor con Pepe el Romano, es por ello que se revela contra su madre y, al pensar que Pepe ha muerto, se suicida. Luego aparece Magdalena que, junto a Angustias, empiezan a linchar a Adela por su traición. Más tarde interviene la Poncia, que al no ser realmente de la familia está ahí como apoyo, al igual que la criada, aunque la Poncia tiene un vínculo más estrecho con la familia. La Poncia es la primera que se encuentra con el cuerpo de Adela. Además, cabe mencionar la presencia de Pepe el Romano, que aunque no interviene explícitamente ninguna vez en la obra es muy importante porque es la causa de la muerte de Adela.

Temas

En cuanto al tema de este fragmento, trata diversos temas, siendo el más importante la honra, que se puede apreciar con la gran insistencia que tiene Bernarda con “el qué dirán”, de ahí su autoridad para que sus hijas no sirvan como objeto de crítica para su familia, ya que para ella los actos inmorales suceden de puertas hacia afuera de su casa. También se entiende como la honra de la virginidad femenina, la cual en la sociedad de la época en la que transcurre la obra es muy importante, ya que, sino, Adela, que ya ha perdido su virginidad con Pepe, habría perdido su honra. Es por ello que Adela se acaba suicidando, no solo porque cree que su amado ha muerto, sino porque sabía que su familia, al enterarse de su deshonra, le darían la espalda. Además, esto también hace referencia al tema de la muerte causada por esa deshonra. Otro tema presente en este fragmento es el odio entre hermanas: destaca el odio de Angustias y Martirio por Adela al ser la amante de Pepe, ya que Angustias iba a casarse con él, y Martirio estaba enamorada en secreto de él.

Espacio

Respecto al espacio en el que se desarrolla la obra, podemos dividirlo en 2 partes: un espacio escénico y un espacio dramático. El espacio escénico se refiere a la casa de Bernarda, la cual es un sitio cerrado; esto lo demuestra Lorca ya que, si el viento tiene un alto valor simbólico relacionado con el erotismo para él, la ausencia de este simboliza el estado de represión en el que vivirán las hijas durante el luto. Además, cabe mencionar cómo a medida que se va desarrollando la historia el color de las paredes de la casa va oscureciéndose. Mientras que el espacio dramático se refiere al mundo exterior, es decir, más allá de la casa, el pueblo. En este fragmento nos encontramos en el patio interior de la casa, aunque también se hacen menciones al establo en el que Adela y Pepe el Romano se encontraban por las noches, en el que tenían momentos de intimidad: “¡Mira esas enaguas llenas de paja de trigo!”. La paja de trigo hace referencia al establo.

Tiempo

En cuanto al tiempo que transcurre a lo largo de la obra, sabemos que cada acto sucede en un día y horas distintas, ya que entre cada acto pasa una cantidad de tiempo que no sabemos. La obra se sitúa en los años 30, por lo que coincide con la época en la que fue escrita. En concreto, este fragmento del tercer acto no sabemos el día en el que sucede, pero sí sabemos que se desarrolla por la noche, que es el momento idóneo para la relación secreta de Pepe el Romano y Adela. Además, a lo largo de la obra se hacen referencias al calor, por lo que podemos intuir que la época del año en la que están sería el verano: “Niña, dame el abanico”, “Yo no tengo calor”.

Género y lenguaje

Pertenece al género dramático, donde une personajes a través del diálogo, breve y conciso (excepto las dos intervenciones de Bernarda: el anuncio del texto y la imposición final de la autoridad) que llevan a cabo unos conflictos. Por su final trágico podríamos vincular la obra al subgénero de la tragedia; sin embargo, el propio Lorca prefirió subtitularla como “drama de mujeres en los pueblos de España”. Se aprecia gran agilidad en los diálogos porque es un texto para llevar a un escenario.

El lenguaje lorquiano de los diálogos tiene un intenso sabor popular vinculado al hablar andaluz, pero a su vez, en relación a esa mezcla entre tradición y vanguardia de la Generación del 27, las intervenciones de los personajes tienen una dimensión poética: “para llenar mi casa con el saber de sus reflejos y el veneno de sus lenguas”, ya que están cargadas de simbolismo e imágenes metafóricas.

Figuras literarias y simbología

Podemos observar el uso de diversas figuras literarias que aportan belleza y expresividad al texto. Algunas de las figuras literarias usadas en este fragmento son: una aliteración: “¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!”; un símil: “Llevadla a su cuarto y vestirla como si fuera doncella”; una metáfora: “los muros defienden de la vergüenza”; una hipérbole: “¡Hubiera volcado un río de sangre sobre su cabeza!”… Por otro lado, la simbología que presenta Lorca en esta obra se ve reflejada en colores y objetos, que son: el bastón, que simboliza la autoridad de Bernarda, el cual rompe Adela, siendo símbolo de su rebeldía; la escopeta y el martillo hacen referencia a la violencia o a la muerte; el trigo sería símbolo de masculinidad y feminidad; las campanas sirven como recordatorio para la libertad de la que no pueden gozar las hijas de Bernarda; y los muros que representan la represión de la libertad de las hijas y como límite entre el mundo exterior (el pueblo) y el mundo interior (la casa).